Este artículo se publicó en la revista escápate, en el número 23:
http://www.cluboceanides.org/escapate.html
Texto: Mónica Alonso Ruiz
Fotos: web de SIMRES, con permiso
http://saturnamarineresearch.ca/projects-mobydollsymposium.html
http://www.cluboceanides.org/escapate.html
Texto: Mónica Alonso Ruiz
Fotos: web de SIMRES, con permiso
http://saturnamarineresearch.ca/projects-mobydollsymposium.html
Hace unos meses murió Tilikum, la orca que llevaba 36 años en cautividad en un delfinario, y que se hizo famosa por la película Blackfish. Esta nos abrió los ojos para contarnos lo mal que viven estos enormes animales en cautividad. Dicha película se hizo a raíz de un incidente con su entrenadora, a la que le causó la muerte. Investigando un poco sobre el tema de la cautividad de las orcas, tan discutido y denostado por el daño que las provoca, he podido conocer que en 1964 se capturó la primera orca que se tuvo en cautividad. Fue un hecho singular, que por un lado ayudó a modificar la idea que se tenía de animal asesino, y por otro lado contribuyó a que desde ese momento se capturaran más orcas para tenerlas en cautividad.
Antes de relatar este hecho,
comenzamos con unas pequeñas aclaraciones, dado que aún existe mucha confusión
en el público en general sobre estos animales. Primera aclaración: las orcas no
son ballenas, son los delfines más grandes. Segunda aclaración: aunque en
inglés se llamen killer whales no son
asesinas, dado que su conducta frente a los humanos no ha sido nunca de ataque.
En 1964 al Acuario de Vancouver,
dirigido por Murray Newman, quería tener un modelo a escala real de una orca,
como animal representativo de las aguas de de la Columbia Británica, que rodean
Vancouver. Creían que las orcas eran demasiado peligrosas para tenerlas en
cautividad y por ello querían un modelo a escala real. Y para ello necesitaban
el cadáver de una, para poder hacer el modelo. Como las orcas no tenían interés
comercial para los balleneros no había la posibilidad de que éstos capturaran
alguna, por lo que se decidió instalar un arpón mecánico en la costa, en un
lugar por donde pasaban estos animales.
Tras unas semanas de espera
pudieron arponear un ejemplar joven de un grupo de orcas que pasaban. Pero en vez de morir, el animal, de unos 4,5 m
de longitud, se enganchó en el cabo del arpón. Cuentan que dos miembros de su
familia le ayudaron a salir a la superficie a respirar. Cuando se dieron cuenta
de que el animal no iba a morir rápidamente, llamaron rápidamente a los
científicos del acuario. Una vez Newman llegó y vio el animal ya solo, sin su
familia, e indefenso, vio la oportunidad de poder estudiar a una orca viva.
Consiguieron remolcarla hasta un astillero, donde alojarla en el recinto
inundado de un dique seco. Se sorprendieron pues el animal los seguía
dócilmente y la operación no fue nada arriesgada. Le quitaron el arpón y le
inyectaron penicilina y unos pocos días después la orca parecía recuperarse.
Mientras tanto el interés del público en la orca creció y más de 20.000 personas visitaron al animal. Hubo ofertas de compra, de hasta 25.000$, que fueron rechazadas, dado que ya se pensó en tenerla en el acuario para su exhibición. Incluso se hizo un concurso radiofónico para poner nombre a la orca. No se sabía si era macho o hembra, y dado que la aleta dorsal no era grande se pensó que era una hembra. El nombre elegido popularmente fue Moby Doll, sin duda en recuerdo del mítico cachalote cazador de hombres Moby Dick (hay que aclarar que los cachalotes tampoco son ballenas, ni tampoco agresivos). Es de destacar que por primera vez la prensa, asombrada por la docilidad del animal, hablaba de manera positiva sobre las “ballenas asesinas”.
Mientras tanto el interés del público en la orca creció y más de 20.000 personas visitaron al animal. Hubo ofertas de compra, de hasta 25.000$, que fueron rechazadas, dado que ya se pensó en tenerla en el acuario para su exhibición. Incluso se hizo un concurso radiofónico para poner nombre a la orca. No se sabía si era macho o hembra, y dado que la aleta dorsal no era grande se pensó que era una hembra. El nombre elegido popularmente fue Moby Doll, sin duda en recuerdo del mítico cachalote cazador de hombres Moby Dick (hay que aclarar que los cachalotes tampoco son ballenas, ni tampoco agresivos). Es de destacar que por primera vez la prensa, asombrada por la docilidad del animal, hablaba de manera positiva sobre las “ballenas asesinas”.
El siguiente problema fue saber
qué comía el animal. Newman había oído que las orcas mataban ballenas grises
para comerse su lengua y por ello le trajeron una, para horror de Moby Doll,
que no parecía querer alimentarse de ella. Probaron todo tipo de alimentos,
otras carnes, de foca, de otras ballenas y de pulpo, sin resultado. Durante dos
meses no probó bocado hasta que le ofrecieron bacalao, que fue inmediatamente
ingerido. En aquella época aún no se sabía que las orcas residentes no se alimentan
de mamíferos marinos sino de pescado.
Se estudiaron sus vocalizaciones,
sus juegos, y debido a su juventud, su docilidad e incluso la curiosidad que
mostraba. La prensa estaba enloquecida: las orcas no son violentas. También se
dieron cuenta de que no era hembra, sino macho, pero decidieron mantener el
nombre.
Pensaban que el animal iba a
mejorar su estado de salud dado que se alimentaba, pero ocurrió todo lo
contrario y murió 87 días después de su captura, debido a una infección de la
piel, posiblemente debido a las malas condiciones del agua poco salina del
puerto donde se la mantenía cautiva.
La popularidad de este caso
creció y se cambió la idea de que las orcas no son ballenas asesinas, y más de
30 acuarios se lanzaron a capturar
orcas: se había iniciado una industria muy lucrativa que aún hoy en día se
mantiene. Algunas poblaciones de orcas de la zona fueron muy afectadas por una
década de capturas indiscriminadas en la Columbia Británica, aunque ya se había
comenzado a matarlas dado que capturaban los peces de las redes de los
pescadores. Solo en 1964 se mataron 864 orcas y así es como se dieron cuenta de
que la población de orcas residentes en la zona era de unas cientos y no de
miles, como se pensaba en el inicio. Cesaron las matanzas pero se inició la
captura para su cautiverio.
Con Moby Doll se inició la
“orcamanía” y numerosas personas se aficionaron a estos animales, iniciándose
numerosos estudios científicos sobre la especie. En 2013, en Vancouver tuvo
lugar un simposium sobre la orca Moby Doll y cómo su captura revolucionó el
estudio de esta especie.
Por otro lado el cautiverio de
numerosos ejemplares y la industria de las orcas en delfinarios comenzaron a
desarrollarse, hasta hoy. Quizá ya sea hora de comprender que estos enormes e
inteligentes animales no merecen el atroz cautiverio al que se les somete.