Este artículo se publicón en la revista Acusub en el número 182: http://acusub.com/?p=2804
Texto: Mónica Alonso Ruiz
Nuestro Mar Mediterráneo esconde un tesoro, la pradera de Posidonia oceánica, un hábitat rico en
biodiversidad y mucho más valioso para nuestro planeta de lo que imaginamos. Su
nombre se asocia al dios Poseidón, el dios de los mares, y quizá refleje mucho
de la importancia de esta fanerógama marina.
En todo el mundo se estima que
hay unos 600.000 km2 de praderas en los fondos someros marinos. Por
su aspecto podrían parecer algas, pero en realidad las fanerógamas marinas son
plantas superiores, con raíces, tallo y hojas, e incluso tienen flores en
algunas épocas del año. Son el resultado de que hace algo más de 100 millones
de años un tipo de plantas terrestres invadieron el mar, adaptándose a las
nuevas condiciones. Forman verdaderas praderas de hierba marina y son responsables
de alrededor del 15% de la absorción de CO2 de todos los organismos
marinos, y de una alta producción de oxígeno. Por todo ello contribuyen de
forma natural a minimizar los efectos del cambio climático. Estas plantas marinas
contribuyen a que extensos fondos sedimentarios o bancos de arena dejen de ser
grandes desiertos y no queden desprovistos de vegetación.
Foto: Luis Abad
La característica común de todas
estas “superplantas” es que todas tienen un aspecto parecido, con hojas planas
y acintadas, y con un sistema de rizomas y raíces muy bien desarrollado.
Necesitan luz para desarrollar la fotosíntesis, y por ello viven cerca de la
superficie en zonas relativamente someras, no superando en general los 40
metros de profundidad.
Las fanerógamas marinas del Mediterráneo
En la región mediterránea,
podemos encontrar cinco especies de fanerógamas marinas: Posidonia oceánica, Cymodocea
nodosa o sebadal, Zostera noltii,
Zostera marina y recientemente Halophila stipulacea, especie invasora
introducida por el Canal de Suez.
Distribución de Posidonia oceanica
Aunque su aspecto externo es poco
diferente de unas especies a otras, las praderas de las diversas especies
difieren considerablemente entre sí en biomasa y producción, destacando entre
todas ellas nuestra Posidonia oceánica,
verdadera estrella de las praderas, por su gran producción biológica.
Estas extensiones herbáceas tan
valiosas presentan muchas facetas curiosas, una de ellas es su sistema
reproductivo que es doble. Su primer y principal mecanismo de expansión es el
crecimiento clónico o asexual, a través del cual los haces de hojas van
generando más y más haces y extendiéndose por el sustrato arenoso. Esto le
permite a la planta ocupar nuevos espacios y extenderse. La tasa de crecimiento
mediante este tipo de reproducción varía de unas especies a otras, desde pocos
centímetros por año en las especies más lentas, hasta más de 5 metros por año
en las más rápidas. Las especies más rápidas, como C. nodosa pueden generar una pradera en un año, mientras que P. oceanica puede tardar cientos de
años.
El segundo mecanismo reproductivo
es el habitual en las plantas superiores, generando flores y frutos. Se trata
de la reproducción sexual que nos enseñaron en el colegio. P. oceánica florece fundamentalmente en otoño aunque no lo hace
todos los años y por eso es muy raro que alguno de nosotros la haya visto en flor. Las semillas se esparcen de enero a
marzo, pero la producción de semillas y la supervivencia de las plántulas son
escasas, por lo que el futuro de las praderas se basa fundamentalmente en la reproducción
asexual o clonal.
El fruto de Posidonia oceanica. Fotos: Murcia Enclave Ambiental
Las principales condiciones
naturales que deben darse en un determinado lugar para la presencia de
fanerógamas marinas son en primer lugar una salinidad apropiada, aunque se adaptan
bien a zonas menos salinas en estuarios de los ríos, o zonas más salinas en
lagunas costeras someras y de alta evaporación. También deben recibir una radiación
lumínica adecuada para realizar la fotosíntesis, requiriendo para ello de una
gran calidad del agua, porque la
turbidez es un efecto muy negativo que limita la cantidad de luz que entra, y
por tanto perturba la función clorofílica. El oleaje y las corrientes pueden
limitar el establecimiento y mantenimiento de estas plantas marinas, cuando la
inestabilidad del sustrato no permite o desestabiliza su enraizamiento.
Como hemos visto, exigen unas
condiciones naturales apropiadas, pero a cambio proporcionan muchos beneficios
al ecosistema. Un ejemplo de ello es que la estructura de los rizomas de la
planta forma un sistema de tallos subterráneo que crece de forma horizontal, generando
un entramado de raíces y brotes herbáceos. Este efecto fija el suelo arenoso y
lo protege frente a la erosión de los temporales, y con el paso del tiempo puede cementar y
formar arrecifes.
Los beneficios de las praderas marinas. Dibujo: Junta de Andalucía
Posidonia oceánica: la reina
de las praderas y la abuela de los mares
Todos hemos observado sus espesos
bosques de hojas acintadas meciéndose bajo el efecto del movimiento del mar. Esta
planta tan característica lo es por múltiples razones, porque es una especie
endémica (no se encuentra en ningún otro lugar) del Mediterráneo, y porque cubre
aproximadamente el 60 % del fondo marino hasta los 40 m de profundidad.
Otra razón de su importancia es
que se trata de uno de los ecosistemas más productivos de la biosfera, que
incluye desde comunidades de microalgas asociadas, invertebrados, peces, y
hasta bacterias que contribuyen de forma decisiva a la producción biológica.
Sin embargo toda esta “potencia
productiva” tiene una gran fragilidad en comparación con otras praderas, por
ser especialmente sensible a determinadas acciones humanas. Es un organismo de
longevidad milenaria, que forma enormes extensiones con edades entre 2000 y
5000 años de antigüedad, puesto que los tallos individuales pueden vivir más de
50 años. Aún así, todo ello puede verse destruido en unas pocas décadas por causa
de la acción humana.
Los arribazones o pelotas de hojas de posidonia contribuyen a estabilizar
la arena de la playa y protegerla frente a temporales. Foto: Murcia Enclave
Ambiental
Seguro que muchos de vosotros
estáis sorprendidos porque sin darnos cuenta estamos buceando en un bosque
milenario. Y ello es porque Posidonia
oceánica es posiblemente el organismo marino más longevo del planeta.
Pero claro, esta “abuela de los
mares” necesita para vivir tanto luz como aguas transparentes, lo que se
traduce en que cualquier alteración persistente de la cantidad de luz que
recibe puede significar cambios drásticos en su crecimiento, e incluso provocar
su muerte.
P. oceánica es la especie posiblemente de más lento crecimiento de
todas, con aproximadamente 5 cm al año de crecimiento horizontal, y 1 cm al año
de crecimiento vertical de sus hojas. Si crece muy poco, también se reproduce
muy poco de manera clonal. Además, como hemos visto, su reproducción sexual
tiene muy poca eficiencia.
La flor de Posidonia oceánica.
Foto: Murcia enclave ambiental
Es una planta muy resistente, y
puede soportar sin problemas agresiones importantes, como las producidas por
los temporales, durante meses. Sin embargo no soporta erosiones muy
persistentes, dado que si le falta el sustrato arenoso porque este se haya
erosionado, los rizomas y las raíces quedan expuestos. Así, las corrientes
tienden a arrancar la planta, los organismos incrustantes colonizan rápidamente
estas raíces expuestas y la planta acaba muriendo.
Es pues evidente que por
resistente que sea esta planta la acción humana siempre es mucho más
persistente, y cuando una planta recibe una agresión continua durante años, su
crecimiento se verá afectado significativamente. Pensemos en los fondeos de las
embarcaciones recreativas, que una y otra vez maltratan a estas plantas con sus
anclas. Por ello es tan importante situar fondeos fijos, a los que las
embarcaciones puedan amarrarse, para evitar la caída y arrastre de las anclas
por la pradera. En Baleares, un aparente paraíso para estas praderas por la
claridad de sus aguas, los colectivos conservacionistas trabajan junto con la
administración en el establecimiento de limitaciones al fondeo de embarcaciones
recreativas.
En resumen, esta planta lo tiene
todo para ser víctima de la agresión
humana: gran longevidad y baja tasa de crecimiento, baja tasa de reproducción,
sensibilidad a los cambios de salinidad, a la erosión y a la agresión
permanente. Por ello en los últimos tiempos es objeto de una gran protección
por parte de las administraciones públicas, al menos sobre el papel.
Los habitantes de la pradera
Son miles de especies marinas las
que, directa o indirectamente, se benefician de estos auténticos “bosques
sumergidos”, que, al igual que los bosques terrestres, son cuna, guardería,
despensa y refugio de una enorme biodiversidad. Estas praderas, además de
asegurar la existencia de gran cantidad de peces, moluscos y otros
invertebrados de gran valor comercial, suponen también el hogar predilecto de
algunas especies protegidas, como por ejemplo las enormes nacras o Pinna nobilis, un extraordinario molusco
de gran tamaño, protegido por la legislación nacional e internacional y que
seguramente alguna vez hayáis observado.
Posidonia
oceánica es el
hábitat de muchas especies como la muy amenazada nacra (Pinna nobilis)
Foto: Kosta Ladas
Incluso las tortugas marinas
frecuentan estos ambientes, alimentándose tanto de las hojas directamente, como de otros organismos que viven entre o
sobre ellas. Cabe destacar, además, la presencia de signátidos, entre los que
se encuentran los caballitos de mar o los peces pipa, con algunas de sus
especies protegidas nacional e internacionalmente y adaptados especialmente a
vivir entre las hojas de esta planta, por lo que se la conoce también como
“hierba del caballito de mar”.
Protección administrativa
Posidonia oceanica es, de las especies de fanerógamas marinas
presentes en el litoral español, la que ostenta mayor grado de protección.
Autóctona en aguas mediterráneas, sus praderas están consideradas como “hábitat
natural prioritario” por la Directiva Hábitats, relativa a la conservación de
los hábitats naturales y de la fauna y flora silvestres, principal herramienta
para la conservación de la naturaleza de la Unión Europea. A su vez, el
Reglamento de Pesca de la Unión Europea para el Mediterráneo, prohíbe
expresamente la pesca de arrastre sobre praderas de fanerógamas marinas.
Espero que con este artículo hayamos aprendido un poco más sobre valor
biológico de Posidonia oceanica, y de
los tesoros que alberga, así como de los problemas de conservación que presenta.
Ya no podemos dejar de verla con otros ojos cada vez que nos sumergimos en
ella, y comenzar a valorarla como un bosque marino, tesoro de la biodiversidad.
¿Buceo aburrido en la pradera? Ya nunca más si nos dedicamos a buscar sus secretos
escondidos.
Enlaces y referencias: