viernes, 29 de mayo de 2020

TRAS LA PISTA DE LOS TIBURONES (I)




Texto: Mónica Alonso Ruiz
Este artículo se publicó en la Revista Acusub nº 204: http://acusub.com/?p=3542

Desde los inicios de la oceanografía la toma de muestras de todo tipo de organismos marinos fue la clave para el estudio de la distribución de las especies en los océanos. Es increíble saber que con la recogida de miles de organismos por parte de los barcos que hacían las expediciones, se podía, por un lado, dar nombre a las especies, y por otro saber dónde vivían. Y con mucho tesón, personajes como Linneo o Darwin, entre otros, aprendieron a clasificar la fauna marina en base a sus características físicas, y a situarla geográficamente.

Hoy en día todo esto ha evolucionado mucho. Si bien el método de recogida de muestras de vida marina sigue siendo la principal forma de conocimiento de los organismos marinos, la aparición de la genética como herramienta ha revolucionado la clasificación de los animales.

Los científicos siguen recurriendo a los censos pesqueros o a los barcos de recopilación de especies para saber que una determinada especie se puede encontrar en una u otra zona del planeta. Se trata de un método un tanto limitado, especialmente porque el estudio se centra mucho en las especies comerciales en el primer caso, y requiere de la captura y muerte de ejemplares.

¿Qué se hace cuando se quiere saber dónde vive o por dónde viaja un tiburón? Hay muchos de ellos que se capturan, accidental o intencionadamente por los pescadores, y se sigue recurriendo a sus reportes, pero los científicos ahora ya utilizan sistemas de etiquetado para poder ampliar su campo de estudio. Además, no solo se quiere saber dónde están, sino qué comen, qué hacen, cómo se mueven…hay un mundo por descubrir en el estudio de los tiburones que sin duda nos deparará asombrosos conocimientos en un futuro no tan lejano.


Gráficos que explican la migración del tiburón blanco en el Pacífico. Obtenidos a partir de etiquetado de ejemplares. Fuente: sfbaywildlife.info

Los inicios. Etiquetas simples

Lo más sencillo para poder monitorizar a un tiburón es ponerle una marca, es decir, una etiqueta en su parte dorsal, con unos datos muy sencillos, como un número de serie. Se trata de que cuando se capture de nuevo al animal, bien en la misma zona, o en cualquier lugar del mundo, se envíe la etiqueta al centro de investigación responsable de su implantación. El número de serie estará asociado a una ficha donde están los datos del tiburón cuando se capturó por primera y por segunda vez.

Esto no es nuevo, de hecho, el etiquetado de animales se ha utilizado desde el siglo XIII, cuando los halconeros ponían a sus propios animales unas anillas en las patas, para diferenciarlos de los del resto. Durante siglos se ha utilizado el sistema de anillas para monitorizar los movimientos migratorios de las aves.

A principios del siglo XX hubo una serie de expediciones científicas para poder conocer la biología de las ballenas en el Antártico. Idearon un sistema de etiquetado mediante un tubo de acero inoxidable con un número de serie, que se insertaba en la grasa del animal mediante un arpón. Se ofrecía una recompensa a aquel ballenero que devolviera la etiqueta cuando capturaba al animal. En las décadas siguientes se ha ido utilizando este sistema para todo tipo de animales marinos.


El RRS Discovery fue un barco de investigación que entre 1923 y 1931 viajó por aguas antárticas, donde se etiquetaron ballenas.

Como os podéis imaginar, para el caso de los tiburones el sistema tiene muchas lagunas, dado que para que se complete el proceso el animal debe ser capturado dos veces, y a menudo haber muerto. La mayoría de las veces las etiquetas se pierden para siempre pues el animal no vuelve a ser capturado de nuevo, o porque se desprende la etiqueta y se pierde el rastro. Es por ello que las etiquetas implantadas por este sistema deben ser muy sencillas y baratas, dado el poco éxito de recapturas. Una de las etiquetas más populares de este tipo es la tipo espagueti, una de las más sencillas, que contiene solo un número de serie.

En algunos casos, cuando la captura del animal no es tan sencilla, se implantan las etiquetas a distancia, mediante arpones o fusiles de aire comprimido, que son capaces de lanzar un dardo con la etiqueta. Esto se ha utilizado mucho en grandes tiburones, como el blanco (Carcharodon carcharias).
Como curiosidad de este sistema, que es uno de los más utilizados, destacar que el récord de tiempo entre capturas lo tiene un tiburón trozo (Carcharhinus plumbeus), que vivió con la etiqueta durante casi 28 años.


Etiqueta tipo espagueti. Fuente: Hallprint.com

El resultado de conseguir los datos con este sistema es muy pobre para los científicos, pues tan solo da idea de dónde y cuándo estaba el animal en dos momentos determinados, sin saber qué ocurre entremedias. Sin embargo es el sistema de etiquetado más barato, que lleva proporcionando datos desde los años 60.

Las etiquetas PIT de Bimini

En 1990 el doctor Gruber fundó la Estación Biológica de Campo de Bimini (Bahamas), con la idea de realizar un censo de tiburones limón dos veces al año, con el objetivo de etiquetar todos los tiburones limón de la laguna donde estaba situada la estación.

Eran los inicios de la investigación de tiburones mediante etiquetado y los dispositivos de fijación de las etiquetas eran muy arcaicos, se colocaban mal, se desprendían y provocaban heridas a los animales. Se sabía, por ejemplo, que la etiqueta-dardo de la NOAA (Administración Oceánica y Atmosférica Nacional) había matado al menos al 10% de los tiburones jóvenes etiquetados hasta el momento, y además afectaba seriamente al crecimiento de los que sobrevivían. Por otro lado, se había hecho un estudio sobre el desprendimiento de varios modelos de etiquetas, llegando a la conclusión de que la mayoría de las etiquetas se desprendían en porcentajes cercanos al 90%.

Bimini fue pionera en el desarrollo de dispositivos más fiables y seguros, dado que en 1988, dos años antes de la fundación de la estación, encontraron una etiqueta con una tasa de pérdida muy baja y que no tenía efectos nocivos sobre los pequeños tiburones. Se llamaba etiqueta pasiva con traspondedor integrado (PIT), y consistía en una cápsula de vidrio del tamaño de un grano de arroz, que se inyectaba bajo la piel en la base de la aleta dorsal, y quedaba allí de por vida. No necesitaba fuente de alimentación, por ser un sistema pasivo: cuando el cuerpo del tiburón se escanea con un pequeño lector de mano, las microondas excitan el PIT previamente implantado y muestra su número de código de barras. El sistema requería de capturas cada cierto tiempo, para el escaneado de las etiquetas y solo servía para el estudio de las poblaciones de tiburones limón que entraban y salían de la laguna.


Las etiquetas tipo PIT son similares a las que se ponen a las mascotas para identificarlas. Fuente: Shark Angels

Telemetría satelital

En los años 90, el desarrollo de baterías y componentes electrónicos cada vez más pequeños y fiables permitió almacenar una importante cantidad de datos en unas etiquetas mucho más complejas que permitían conocer más datos entre las capturas del animal, haciendo un seguimiento más o menos completo de sus rutas. Había nacido la telemetría satelital, el sistema más utilizado actualmente.

El proceso comienza con la captura inicial del animal. En ese momento se rellena una ficha con las principales características biométricas y se le coloca un elemento transmisor en la zona de la aleta dorsal, la cual almacena diferentes datos a lo largo de la ruta seguida por el mismo (presión, profundidad, temperatura, nivel de luz…). Cuando el tiburón sale a la superficie, el transmisor se pone en contacto con el satélite, al cual trasmite los datos almacenados y la posición geográfica del animal.

Existen dos tipos de etiquetas, el tipo SPOT, que marca la posición del animal, y el tipo PAT, que almacena datos de profundidad, temperatura e intensidad de luz. Se le pueden poner las dos, (cuando el estudio es más completo y se requieren más datos) o tan solo la que marca la posición (cuando el estudio es más sencillo o el presupuesto es más ajustado).


Etiqueta satelital tipo SPOT en un tiburón tigre. La imagen muestra un modelo cuya fijación a la aleta dorsal no es muy dañina para la aleta porque no se le hacen taladros. Fuente: Hawaii Institute of Marine Biology. Fabricante: Wildlife Computers USA


Etiqueta tipo PAT en un tiburón tigre. Fuente: Hawaii Institute of Marine Biology. Fabricante: Wildlife Computers USA

 
  
Etiqueta tipo Vemco, que combina un receptor acústico y un transmisor en un solo aparato (Business card tag). Permite almacenar información de la interacción entre dos individuos etiquetados. Fuente: Hawaii Institute of Marine Biology

También existe un tipo de etiquetas tipo POP UP, que se despegan del animal al cabo de un tiempo. Se colocan, recogen toda la información y cuando se despegan y salen a la superficie, transmiten todos los datos al satélite.

Con toda esta información aportada por estos sistemas se pueden conocer las rutas migratorias, el tipo de inmersión, si es superficial o profunda, o la temperatura del agua donde ha estado el animal. Aunque lo ideal es poder seguirlos durante años, para poder conocer bien su distribución espacial, especialmente en especies muy migratorias, el rastreo suele finalizar cuando el animal pierde la etiqueta o cuando se le acaba la batería.

Mejorando lo anterior hay que destacar un nuevo sistema europeo de telemetría, desarrollado por la Sociedad Holandesa de Elasmobranquios en colaboración con la Agencia Espacial Europea (ESA), que utiliza el sistema de satélites europeos Argos. La novedad de este sistema es que la ESA tiene el objetivo de producir etiquetas a un precio considerablemente más bajo que las etiquetas del mercado. Además, son más eficientes, dado que una vez que la etiqueta reconoce que he enviado su información al satélite, deja de retransmitir, con lo que la batería dura más, hasta cinco veces.

Telemetría acústica

En este sistema se coloca una etiqueta al animal que emite señales acústicas (pings), que son “escuchadas” por receptores acústicos también llamados hidrófonos, situados en diferentes lugares de una determinada zona, y que archivan los datos de profundidad, temperatura y velocidad del animal. El tiburón debe pasar a no más de 300/350 metros del receptor (a veces más), para que se pueda capturar la señal.

Para recuperar los datos del receptor hay varias formas, o bien un buzo baja cada varios meses al lugar del mismo, o bien se colocan los receptores en boyas “inteligentes”, que permiten la emisión en tiempo real vía satélite.

Este sistema permite el rastreo de tiburones en zonas concretas donde se sabe que pasan o se congregan y puede hacerse mediante receptores situados en un barco.

Es interesante conocer que se ha usado este sistema en las actividades de buceo con jaula con el tiburón blanco en Australia. Con hidrófonos situados en la propia jaula y en el entorno se han realizado numerosos estudios sobre el comportamiento de los tiburones blancos en las Islas Neptuno en Australia. Algunos de ellos muestran que este tipo de actividades pudieran dar lugar a cambios a largo plazo en la conducta de los animales.

 
Tiburón blanco con etiqueta acústica en Islas Neptuno (Australia). Fuente: Bay Charters

Acelerómetros

Son dispositivos que miden aceleraciones en tres dimensiones, proporcionando datos de alta resolución de los movimientos del animal, lo que ha dado mucha información sobre la conducta de los tiburones. A menudo el paquete lleva también una cámara que permite el análisis “a vista de tiburón” de sus movimientos. Es un dispositivo que se les pone cuando se les captura para otro tipo de etiquetado, y luego se desprende al cabo de un par de días, siendo localizado y recuperado por los científicos vía la emisión de una señal VHF.

 
Acelerómetro adherido a la aleta dorsal de un tiburón tigre. Fuente: Hawaii Institute of Marine Biology.

Etiquetas de pH

En los últimos años los científicos han aprendido mucho sobre a donde viajan los tiburones, pero en la mayoría de los casos no se sabe cuándo y cuanto se alimentan. Las etiquetas de pH son una valiosa herramienta nueva para poder cuantificar su alimentación. Estos dispositivos se colocan en el estómago del animal, donde miden cambios de acidez a lo largo del tiempo. El estómago del tiburón suele ser muy ácido, pero el pH cambia radicalmente en cuanto el animal ingiere alimento.

El dispositivo tiene un transmisor que emite la señal con sus datos, los cuales se reciben mediante un hidrófono que “escucha” la señal.

 Una cápsula de pH que se introduce en el estómago del tiburón. Fuente: Hawaii Institute of Marine Biology. Fabricante: Vemco


Científicos insertan un calamar con una cápsula de pH en el estómago de un tiburón. Fuente: Hawaii Institute of Marine Biology

Isótopos estables

Otra forma de saber qué comen los tiburones es el análisis de isótopos estables a partir de muestras de tejido muscular del tiburón. El nitrógeno y el carbono poseen diferentes formas de agrupación de sus nucleones (protones o neutrones) y cada una de ellas se llama isótopo. Son estables cuando no se desintegran en el tiempo.

Los diferentes isótopos estables están presentes en los tejidos de todos los animales y plantas del planeta, pero el número de isótopos de un elemento varía en función de la zona donde vive el animal. Los científicos son capaces de analizar la diferencia en el número de isótopos de una muestra y determinar el área donde el animal ha comido en los últimos meses.

Etiquetas hidrófono o bioacústicas

En algunos casos se utiliza a los tiburones no para estudiar su comportamiento sino como medio para analizar el entorno que les rodea. Un ejemplo de este tipo de análisis lo tenemos cuando en zonas confinadas en arrecifes de coral se han realizado estudios de grabación de sonidos subacuáticos. Para ello capturan a un tiburón y le insertan una cápsula hidrófono, que “escucha” el sonido del arrecife. 

Con estos experimentos se han podido analizar conductas de alimentación o apareamiento de los peces del arrecife. Tras recapturar al animal, le extirpan la cápsula y gracias a su gran capacidad de curación, se incorpora a la vida normal del arrecife. Plantean poder implantar en el futuro dispositivos más pequeños y así tener monitorizadas zonas a base de depredadores etiquetados.


Etiqueta bioacústica. Fuente: Hawaii Institute of Marine Biology

Genética de poblaciones

Los científicos siempre han querido saber la procedencia de diversos individuos que se congregan o pasan por una zona. Tomando una muestra de su tejido, utilizando arpones, o bien cuando se les captura, pueden analizarla genéticamente y saber si dos individuos están emparentados.
Con esta técnica pueden correlacionar los resultados genéticos de una zona con otros recogidos en otras partes del mundo, para saber si diversas poblaciones distantes en el espacio están emparentadas y se relacionan entre sí.


El científico Chris Rohner tomando una muestra de tejido de un tiburón ballena. Fuente: Marine Megafauna Foundation

Cámaras Bruvs.

Los sistemas remotos de vídeos subacuáticos estéreo con carnada (Baited remote underwater video systems o BRUVs) son muy utilizados actualmente para muestrear peces en todo el mundo.
Se coloca un cebo para atraer a los animales dentro del campo de visión de las cámaras, de tal manera que puedan ser grabados, identificados y contados. Es un sistema de muestreo no destructivo, ideal para investigaciones en zonas por debajo de las profundidades adecuadas para el buceo con escafandra. La utilización de dos cámaras, situadas en el extremo de una barra permite la medición de los animales que se acercan sin necesidad de su captura.





Sistemas Bruvs pelágicos y de fondo. Fuente: Tiburones de la Reserva Marina de Galápagos. Daniel Unda



Ejemplo de imagen de un tiburón blanco detectado y medido por un Bruv en Australia. 
Fuente: Use of stereo baited remote underwater video systems (stereo-BRUVs) to estimate presence and size of white sharks Carcharodon carcharias. David Harasti and Kate Asha Lee

Sistema de vídeo estéreo operado por un buzo (DOV)

Cuando se trata de zonas de alta densidad de animales, donde no es posible su conteo manual se utiliza este sistema. Un buzo recorre una distancia fija a velocidad constante y el sistema de dos cámaras va registrando el número de ejemplares que pasan por su campo de visión.



Buzos con varios sistemas de DOVs. Sistema de vídeo estéreo operado por un buzo. Fuente: Coral Reef Research Foundation.

Conocer la densidad de animales de una zona permite hacer comparativas en diferentes épocas del año, o en diferentes años, y así, por ejemplo, poder cuantificar el volumen de una migración o de una agregación estacional.

Conteo aéreo

Cuando las agregaciones de tiburones son grandes y pueden apreciarse a simple vista desde el cielo se utilizan avionetas o drones para analizar su trayectoria si se trata de una agrupación que migra, y para saber la densidad de individuos. El conteo suele hacerse de forma manual sobre los fotogramas de la película o sobre la fotografía.

Este sistema lo utiliza el profesor Kajiura para el estudio de la migración anual de los tiburones puntas negras (Carcharhinus limbatus) en las costas de Florida.


Gran aglomeración de tiburones punta negra en las costas de Florida. Fuente: Fau Elasmolab


Ciencia ciudadana 

Como podemos ver, los científicos han avanzado mucho en el desarrollo de técnicas de rastreo investigación de tiburones, las cuales, en muchos casos requieren de una amplia red de operadores en una extensa zona o por todo el mundo. Cuando los recursos de los científicos son escasos y no es posible disponer de operadores en todo el ámbito de estudio, en muchas ocasiones se recurre a los ciudadanos, buceadores, pescadores y todo aquel que pueda estar en contacto con estos animales para que aporten datos. Se vuelve a los inicios de la investigación científica, cuando se recurría a los datos aportados por el sector pesquero, pero de una forma ya más estructurada, en lo que se denomina ciencia ciudadana, que es aquella investigación científica llevada a cabo por una suma de colaboradores, científicos y profesionales junto a gente común.

Se aplica este término cuando el ciudadano se involucra en las actividades de investigación científica utilizando su esfuerzo intelectual o sus medios y recursos. Por un lado, los voluntarios aportan un valor a la investigación, con sus acciones o medios, y por otro lado aprenden habilidades y conocimiento de los científicos a los que asisten.



La participación de los ciudadanos en la investigación científica ayuda a crear conciencia sobre la protección del medio ambiente. Fuente: Conabio

En el caso del medio marino, se trata de aprovechar un valor que tienen las comunidades locales que tratan a diario con el medio, los pescadores, los buceadores, los usuarios de las playas, y utilizar la gran capacidad recolectora de datos de estos colectivos, a la vez que éstos aprenden el valor ambiental del medio marino y sus criaturas. En muchos casos también se trata de crear conciencia de la necesidad de proteger determinadas especies o de cambiar conductas que ayuden a la preservación del medio.


Fuente: Intef.es

La ciencia ciudadana se promueve como una alternativa poco costosa a los sistemas de monitorización de fauna marina. Sin embargo, no siempre ha sido posible de valorar la fiabilidad de los datos recogidos por personas que no son científicos.

Un ejemplo: en Palau se han realizado estudios de correlaciones de datos de tiburones grises (Carcharhinus amblyrhinchos) recogidos por dive masters en arrecifes de coral y los obtenidos por telemetría acústica y el ajuste es muy bueno, lo que ha permitido validar el método de ciencia ciudadana en ese ámbito. Y además se ha podido conocer que el número de estos tiburones no se veía afectada por la presencia de los buceadores.


Con este repaso de todos los dispositivos y técnicas de rastreo espero haberos ilustrado un poco sobre las técnicas que utilizan los científicos para recolectar datos sobre los tiburones. 


No os perdáis el próximo artículo sobre la utilización de todas estas técnicas en casos concretos, en diversas partes del mundo, para incrementar el conocimiento sobre diversas especies de tiburones.

Y mientras tanto, en este vídeo podéis ver un ejemplo de estudio de tiburones tigre en Galápagos:






sábado, 16 de mayo de 2020

LA PROHIBICIÓN DEL COMERCIO DE ALETAS DE TIBURÓN EN EUROPA SERÁ UN PASO ADELANTE EN LA PROTECCIÓN DE LOS TIBURONES (VERSIÓN EXTENDIDA)


Texto: Mónica Alonso Ruiz

En el siglo XV se comenzó a servir sopa de aleta de tiburón a la mesa de los emperadores de la dinastía Ming. Las aletas de tiburón se consideraban como uno de los ocho tesoros del mar: el hecho de que se obtuviera tan poco de un animal grande las hacía nobles y preciosas, ideales para la mesa del gobernante supremo. Tanto es así que se incluyeron en la lista de objetos obligatorios de agasajo al emperador cuando los mandatarios de las regiones costeras visitaban la corte imperial. Posteriormente, la sopa de aleta se servía tradicionalmente en las cenas de celebración para expresar el respeto del anfitrión hacia sus comensales. En aquellos momentos nadie hubiera pensado que esta tradición iba a ser la causa de la desgracia de los tiburones a nivel mundial varios siglos después.

 
La sopa maldita

La aleta de tiburón es un ingrediente muy adecuado para hacer una sopa, pues está formada por cartílago, tejido conectivo, blando y colágeno, y genera una salsa gelatinosa. Aunque, en realidad, son ingredientes muy poco sabrosos, y requieren de una cocción junto a otros ingredientes que den sabor al plato, como caldo de pollo o de carne.

Pintura europea de un emperador de China inspeccionando su flota de pesca junto a su concubina. Jacques Vigouroux

A lo largo de cientos de años la sopa pasó de ser un manjar exclusivo a considerarse un alimento con poderes curativos. Los beneficios de las aletas de tiburón se incluyeron en los viejos libros de medicina china. Tenían poder rejuvenecedor, abrían el apetito, enriquecían la sangre, daban energía vital, etc. Hasta aquí una tradición más.

Es a finales del siglo XX cuando con el auge de la clase media china aumentó de manera exponencial la popularidad de la sopa, que empezó a generalizarse como manjar en las bodas. Comenzó una enorme demanda de aletas de tiburón que se extendió a todos los países con restaurantes chinos de alto nivel. Esta demanda ha sido alimentada a costa de la captura de ingentes cantidades de tiburones provenientes de las flotas pesqueras de todo el mundo. Por todo ello muchas poblaciones de tiburones han descendido alarmantemente.

Tan cara y exclusiva es esta sopa, que ha llegado a tener precios de hasta 100 dólares el plato en los restaurantes más exclusivos. Se ha llegado a pagar 650 dólares por el kg de aleta. Una sola aleta pectoral de tiburón ballena, que puede medir más de un metro, ha llegado a costar 50.000 dólares, por lo que se capturan tiburones sin parar, por la avaricia humana.

El negocio es enorme y ha alcanzado una escala mundial, estimándose que hasta 150 países participan en el comercio de las aletas. Por supuesto que no es razonable culpar a los chinos del siglo XV, tampoco toda la culpa la tienen los de hoy por esta situación. Parte de la culpa también la tienen todas las naciones pesqueras, entre las que se encuentra nuestro país, que han aprovechado el alto precio de la aleta para enriquecerse y alimentar esa demanda, utilizando las tradiciones para justificar el abuso de los recursos naturales y del medio ambiente.

La FAO estima que cada año se capturan entre 60 y 250 millones de tiburones, fundamentalmente por sus aletas, aunque también por otro tipo de productos menos lucrativos. En comparación con los precios desorbitados de las aletas, el precio de la carne es muy bajo, menos de un euro por kg a pie de lonja, porque su valor culinario no es bueno, a menudo debido al alto nivel de urea que contiene. Se utilizan también otros productos del tiburón, como el cartílago, el aceite de su hígado, y su piel, pero producen muchos menos beneficios.

El procesado y comercio de aletas

La gran parte del volumen de aletas de tiburón que se mueven en el mercado mundial para hacer sopa se transportan una vez secadas, completas, con sus dentículos dérmicos y su cartílago, en lo que se denomina aletas en bruto (raw fins).

Algunos países son capaces de producir mejor calidad de aletas que otros, especialmente los que tienen una industria de procesado más desarrollada, lo que les permite mantener el producto fresco y limpio, y sin necesidad de recurrir a la sal previo a su proceso de secado. España, Japón, Estados Unidos, Canadá, Australia, y México son los países que tradicionalmente se han considerado como generadores de un producto de mayor calidad.

En los países del Índico, se utilizan métodos más tradicionales para el procesado de las aletas, y, por causa de su falta de infraestructura, utilizan más el sistema de la salazón antes del secado.

El tipo de aleta también cuenta y usualmente el mundo del comercio de aletas las clasifica en:
  • Primera calidad: aletas de color blanco (más codiciadas), en grupos de tres, formado por dos dorsales y una caudal. Los paquetes se hacen agrupándolas por especies. El tamaño, y por tanto el precio, viene dado por la longitud de la primera dorsal.
  • Segunda calidad: aletas negras (menos deseables), seleccionadas por especie y tamaño.
  • Tercera calidad: aletas anales y pélvicas o mezcla de especies y tamaños.


Partes de un tiburón. Fuente: Wikipedia

El procesado de la aleta en bruto consiste en hacer que la textura sea suave y esté lista para cocinar. El proceso comienza con la eliminación de los dentículos. Ello puede requerir de escaldado en agua a 60 ºC, y algunas requieren de un proceso de cocción durante horas para que se ablanden los dentículos y así facilitar su retirada con un elemento afilado, por raspado.

Retirada de dentículos dérmicos mediante raspado. Fuente: FAO. “Shark Utilization, Marketing and Trade”

Luego se abren desde su borde ancho para sacar las agujas de cartílago, con cuidado de poder adherir las dos partes de la aleta una vez retiradas. Posteriormente se recortan para que tengan un aspecto adecuado, sin excesos de carne y finalmente se someten a un proceso de blanqueado, mediante humo de azufre o tratamiento con peróxido de hidrógeno.

Retirada de cartílago. Fuente: FAO. “Shark Utilization, Marketing and Trade”

Al producto obtenido se le denomina aleta húmeda (wet fin) y los restos descartados se vuelven a secar o a congelar para venderse en lotes de menor calidad. No se desperdicia nada.

En el mercado pueden encontrarse aletas en crudo, especialmente en instalaciones de importadores o almacenistas, aletas procesadas, en instalaciones de mayoristas, productos listos para el consumo, aletas rehidratadas o congeladas, y también sopa de aleta en polvo, que se venden en supermercados.

Sopa de aleta de tiburón en polvo. Fuente: FAO. Shark utilization, Marketing and trade

A la vista del alto precio de la sopa de aleta de tiburón, se ha comenzado a producir un “sucedáneo de sopa”, con la apariencia y la textura de la aleta de tiburón. Se vende en los restaurantes a bajo precio, por lo que, si alguna vez nos han ofrecido sopa de aleta en un restaurante, a un precio reducido, seguramente lo que venden es este producto falso, aunque se han detectado también mezclas de sopa de aleta natural y artificial en los restaurantes.

Se estima que el valor del comercio declarado de productos de tiburón es de más de mil millones de dólares. De acuerdo con el informe de la FAO “State of the global market for shark products”, la gran mayoría de las aletas se consumen en China, Hong Kong, Taiwan, Singapur, Malasia y Vietnam, mientras que los mayores consumidores de carne de tiburón son, a una escala mucho menor, Italia, Brasil, Uruguay, España y la República de Corea.

En las calles de Hong Kong se pueden ver aletas de tiburón puestas a secar. Fuente: Gary Stokes

El mapa del comercio de aletas de tiburón. Fuente: FAO “State of the global market for shark products”

La práctica del finning o aleteo

Las aletas valen su peso en oro para los pescadores, pero el resto del animal no vale apenas nada y por ello no merece ocupar un espacio en las bodegas de los barcos. Esta es la razón por la cual se comenzó a practicar el finning, o aleteo, que consiste en no transportar a puerto aquellas partes del animal menos valiosas. Se capturaba al tiburón, le cortaban las aletas y arrojaban su cuerpo moribundo al océano, donde acababa de morir ahogado tras una terrible agonía.

Infografía que explica la práctica del finning o aleteo en un periódico de Venezuela. Fuente: El Universal

Esta práctica, además de ser catalogada como cruel, es una forma de desperdicio del recurso pesquero, que obliga a capturar más y más ejemplares, para aprovechar muchas veces menos del 3% del peso del animal.  

En realidad, en sus inicios las flotas palangreras (que utilizan largas líneas de anzuelos) no pescaban tiburones: comenzaron pescando atún y pez espada, capturando tiburones como pesca no objetivo o bycatch. Cuando se produjo el descenso de las poblaciones de estas especies, las pesquerías reorientaron sus objetivos hacia los tiburones, muy rentables por el precio de sus aletas en el mercado asiático.
Esquema de un palangre de superficie, en el que se observa un tramo. Los bornois son los flotadores. Para las boyas se suele utilizar cualquier objeto que flote. Modificado de, de la Serna  et al.

Desde 2003 el finning está prohibido en Europa (para sus aguas internacionales y para barcos europeos en cualquier zona del mundo), y en 2013 se amplió la prohibición con la medida de “obligación de desembarco de aletas naturalmente adheridas”, con la que los barcos pueden pescar tiburones (las especies no prohibidas) pero sin descartar el cuerpo del animal.

En el resto del mundo la prohibición del aleteo en general es muy escasa, especialmente en aguas internacionales. Se desconocen las cifras reales del volumen de aletas obtenidas mediante esta brutal práctica.

Algunos países simplemente lo han prohibido, mientras que otros han adoptado la medida de “aletas adheridas”. Esta medida adicional, que se ha ido extendiendo por todo el mundo, se considera como un paso adelante en la protección de los tiburones, frente a la prohibición únicamente del finning.

Legislación mundial sobre pesca de tiburón. Fuente: Wikipedia


Distintas prohibiciones en todo el mundo. Fuente: Animal Welfare Institute y Wikipedia

La percepción del daño que se está haciendo a los tiburones por el consumo de una sopa se extiende por todo el mundo y algunas líneas aéreas, hoteles y otras compañías rechazan transportar, servir o vender productos de aleta de tiburón. Es destacable también que en China, Hong Kong y Malasia, gracias a los esfuerzos de los conservacionistas, y de sus impactantes campañas, se ha prohibido la sopa de aleta de tiburón en actos oficiales.
La campaña de Wild Aid, con Yao Ming, jugador internacional de baloncesto, en contra de la sopa de aleta de tiburón.

Al parecer, todos estos esfuerzos internacionales han dado algún fruto y aparentemente en los últimos años, desde 2011-2012, se han detectado descensos en el comercio de aletas de tiburón a nivel mundial, lo cual es difícil de confirmar porque es un mercado muy opaco. Las causas directas de ello se cree que sean, por un lado, la reducción de la demanda, y por otro también el descenso en las poblaciones de tiburones.

Las medidas de prohibición de la sopa de aleta en actos oficiales, tienen cierto efecto en el consumo. Fuente: Globomedia

El comercio a granel de aletas en Europa es, en muchos casos, una tapadera para el comercio ilegal de especies amenazadas

La legislación europea permite el comercio de aletas a granel, siempre que no se trate de las 12 especies protegidas en el convenio CITES (que prohíbe el comercio mundial de ciertas especies amenazadas catalogadas).

Cuando se comercia con todo el cuerpo del animal, la identificación de la especie es relativamente fácil, pero cuando se transportan solo las aletas, esta es muy difícil. Ello es debido a que la forma y el color cambia durante el procesado, y se pierde la proporción del tamaño de la aleta respecto del tamaño del animal completo. Además, los envíos suelen mezclar diferentes tipos de aletas, y para los ejemplares jóvenes es casi imposible la identificación.

Existen programas informáticos para identificar la especie a partir de las aletas (software iSharkFin, de la FAO), pero en muchos casos debe recurrirse a análisis de ADN.


Foto para identificación de la aleta dorsal. Aplicación iSharkFin.

En 2018 se confiscaron tres toneladas de aletas de tiburón en el Aeropuerto de Frankfurt, y este es un ejemplo de lo fácil que es encubrir el comercio de aletas de especies protegidas: en el envío, que iba de México a Hong Kong vía Europa, se encontraron aletas de varias especies protegidas.

Un estudio de 2018, realizado mediante análisis de ADN, demostró que muchas de las aletas que se vendían en Hong Kong (el principal puerto de distribución mundial de aletas, por donde se estima que pasa el 50 % del volumen mundial), procedían de especies amenazadas.

Se capturan muchos tiburones en Europa

Aunque nos parezca sorprendente, cada año se capturan en Europa millones de tiburones. Nuestro país es líder en capturas y en exportación de aletas procesadas de alta calidad.

La aplicación de la medida de “aletas adheridas” en 2013 produjo cambios en nuestra industria pesquera. Hasta el momento, cuando se practicaba el finning, las bodegas llegaban llenas de aletas, pero a partir de ese momento había que dejar hueco para todo el animal. Ese año el volumen de tiburón azul o tintorera, el tiburón más capturado, con diferencia sobre el resto, fue el mínimo en muchos años, 44.703 toneladas. Progresivamente se volvieron a capturar más y más tiburones, hasta 53.000 toneladas en 2016.
¿Cuál fue la razón de este incremento? 

Las empresas pesqueras comenzaron a promocionar la carne y era más fácil encontrarla en los supermercados: se hicieron campañas publicitarias y el público comenzó a consumirla. Los precios de la carne comenzaron a subir y se amortizaba mejor la pesca de todo el animal. Además, le dieron otras utilidades fundamentalmente para uso como harinas de pescado.


Titular de prensa en el que se muestra el temor de los palangreros gallegos por la inclusión de la quenlla (tintorera) como especie protegida en la CMS (Convención de Especies Protegidas). Fuente: La Voz de Galicia (2018)



Titular de prensa gallega en el cual se muestra la preocupación de las pesquerías de tintorera por las regulaciones europeas planteadas tras la presión ecologista. Fuente: La Voz de Galicia (2018)


Capturas estimadas de tiburón azul (Prionace glauca) en la UE 1992-2016. Fuente: ICCAT

La medida de “aletas adheridas” contribuye a que los tiburones no se capturen solo por sus aletas, y por eso se ha ido aplicando en todo el mundo. Sin embargo, tiene algunas dificultades en su aplicación. Las inspecciones en los barcos, realizadas por observadores independientes, actualmente tan solo suponen entre el 1 y el 3 %, por lo que, salvo la eventual revisión que pueda realizarse en el momento del desembarco, en realidad no se controla la actividad pesquera durante el resto del tiempo, ni se conoce si se han desembarcado ilegalmente aletas en otros puertos fuera de la UE, por ejemplo.

Una vez desembarcadas las aletas, se supone que existe una trazabilidad y que se puede identificar la partida en la que se desembarcaron, pero la realidad es que es casi imposible garantizar que las aletas que se transportan y comercian por Europa provengan de ejemplares legalmente capturados.  Parece claro que es necesario algún paso adelante en la regulación de todo lo que rodea a este lucrativo negocio.

Petición de los ciudadanos europeos

La realidad es que millones de tiburones se capturan cada año por causa de las aletas. Las cifras oficiales oscilan mucho, y pueden estar claramente muy por debajo de la realidad, si se tiene en cuenta que en todo el mundo la cantidad de actividades ilegales de pesca es presumiblemente muy alta.

El beneficio asociado de la sopa de aleta de tiburón es enorme, imposible de cuantificar, y muy opaco, porque oculta muchas actividades ilegales. Y todo ello a costa de esquilmar las poblaciones de los tiburones en el océano, los cuales son indispensables para la salud del ecosistema.

En un esfuerzo para revertir esta situación, en Europa se plantea una nueva medida adicional, a añadir a la prohibición del finning y a la de “aletas adheridas”. Se trata de la prohibición del comercio de aletas de tiburón, incluyendo la exportación, importación y tránsito. Solo es posible poner freno a este negocio a costa de los tiburones si financieramente no es posible. Y ello solo puede hacerse si Europa (España fundamentalmente) deja de exportar aletas de tiburón a Asia y no facilita el comercio a través de su territorio.

Esta medida ya se aplica en países como Canadá, que desde junio de 2019 es el primer país del G7 que ha prohibido el comercio de aletas. En Estados Unidos se aplica ya en algunos de sus estados y se está actualmente en proceso de aprobación en otros.


Mapa de los Estados Unidos, que muestra los estados y territorios que han prohibido la venta y posesión de aletas de tiburón (en verde) a fecha de enero 2020.

Iniciativa ciudadana europea

Un grupo de ciudadanos de toda Europa se ha unido para pedir la prohibición del comercio de aletas de tiburón en la Unión Europea, para poder incrementar la protección de estas especies tan frágiles y clave para los ecosistemas. La iniciativa se llama “Stop finning – Stop the trade” (en español, “Detengamos el aleteo – Detengamos el su comercio”).


La iniciativa ciudadana Stop finning – Stop the trade pretende que la Comisión Europea realice una proposición legislativa que incluya la prohibición del comercio de aletas de tiburón en la UE.

Desde el año 2012 los ciudadanos de la UE tienen derecho a realizar iniciativas ciudadanas por las que se sugiere a la Comisión Europea una proposición de ley determinada. Para ello, en primer lugar se nombra un comité de ciudadanos, compuesto por al menos siete miembros de al menos siete países de la UE. Se presenta una propuesta de iniciativa a la Comisión, y una vez aceptada, el comité de ciudadanos tiene un año para recolectar las firmas que avalen la iniciativa.


La Iniciativa Ciudadana Europea perite a la ciudadanía influir directamente en las políticas de la UE. Fuente: Comisión Europea
Es preciso recolectar al menos un millón de firmas, y debe haber un mínimo en una cuarta parte de los estados miembros, para garantizar que es una petición generalizada en toda la Unión. Por ello en siete estados se debe alcanzar 750 veces el número de diputados del Parlamento Europeo de cada uno de ellos. En Alemania se requieren 72.000 firmas, en España 40.500.

Una vez alcanzado en número de firmas en el periodo de un año, la Comisión Europea debe aceptar la propuesta ciudadana, que es presentada por el comité ciudadano en el Parlamento Europeo. Si allí se aprueba, se procede al proceso habitual de elaboración legislativa comunitaria. La Comisión puede rechazar la iniciativa ciudadana, exponiendo sus razones, y no permitir su presentación en el Parlamento.

Esta forma de participación legislativa ciudadana es una oportunidad que la iniciativa Stop finning – Stop the trade debe aprovechar para iniciar, tras la recogida de las firmas, un proceso legislativo para modificar el Reglamento Europeo, o redactar uno nuevo, que introduzca la prohibición del comercio de aletas de tiburón en la UE.

El plazo para conseguir las firmas es desde el 31 de enero de 2020 al 31 de enero de 2021. Se puede firmar en el siguiente enlace, introduciendo el DNI y la nacionalidad, en un formulario que recoge directamente la Comisión Europea.

Aprovechemos esta oportunidad de ayudar en la conservación de los tiburones.

¡Firma ya! Y únete a los ciudadanos responsables que quieren proteger a los tiburones.