lunes, 30 de marzo de 2020

Los “botos” pescadores de Brasil en peligro


Hay un lugar en el mundo donde delfines y pescadores artesanales viven en armonía. En el sur de Brasil, en las afueras de la ciudad de Laguna, en la desembocadura del río Tubarao, junto a la escollera que separa el canal de salida del complejo lagunar del río, en la Barra del Lago de Santo Antonio, diariamente se produce uno de los episodios de colaboración entre pescadores y delfines más singulares del mundo.

Vista aérea de la zona de la desembocadura del rio Tubarao, con el canal que comunica la zona lagunar de la desembocadura, y el mar. Al norte, la ciudad de Laguna, con sus grandes playas turísticas. Fuente: Google

La desembocadura del río Tubarao, con las dos barras que forman el Canal da Barra. Fuente: Julio César Vicente

Es una zona donde la naturaleza es generosa y proporciona pesca suficiente. Allí se produce algo insólito: los delfines y los pescadores aúnan esfuerzos en sus capturas. Es un fenómeno de cooperación entre cetáceos y humanos raro, que solo se puede encontrar en muy pocos lugares del mundo. En la zona lagunar interior a la Barra se han registrado hasta 25 puntos donde también se realizan actividades similares.

Los delfines mulares o nariz de botella (Tursiups truncatus) pueden encontrarse en todos los océanos en las zonas templadas y cálidas del planeta. Algunos realizan grandes migraciones, pero otros se convierten en residentes de determinadas zonas, a las que se adaptan, donde desarrollan hábitos y conductas sorprendentes como la que describimos aquí, muy diferentes a las de sus congéneres de otros lugares del planeta. 

La pesca de la “tainha” con “atarraya”

Los pescadores locales usan un arte de pesca llamado “atarraya”. Consiste situarse descalzo con el agua por la cintura y lanzar una red fina que atrapa los peces sobre los que cae. Las redes se llaman “tarrafas”, y son mallas circulares de nailon, con pequeños pesos en su borde. Existe un cabo que une el centro de la red con la muñeca del lanzador. El éxito del sistema depende de la habilidad de éste, y de que haya suficientes peces en el lugar del lanzamiento.

Atarraya. Fuente: espesca.com

Lanzamiento de atarraya. Fuente: espesca.com


   
Un pescador lanza su red. Fotos: Julio César Vicente

Es un sistema tradicional y de bajo impacto, que permite pequeñas capturas.  En esta zona lagunar hay poca profundidad, y los pescadores se colocan alineados preparando sus redes. El agua es muy turbia, y no es fácil saber si los peces están o no. Pero esto no es inconveniente: los delfines (llamados “botos” en portugués), se acercan y literalmente “empujan” a los peces hacia la hilera de pescadores.

Al amanecer, una vez colocados los pescadores en línea, esperan juntos hasta que aparecen los delfines. Uno de ellos se sumerge y se aleja, hace círculos rápidos y se dirige hacia los pescadores, haciéndoles una señal. Ésta consiste en sacar la cabeza, el lomo y la aleta dorsal, mientras se arquea rápidamente.
Fuente: Diario Catarinense

En ese momento ya se sabe que los peces se han congregado y están delante de los pescadores. Ya pueden lanzar las redes y capturar los peces. Las arrastran hacia la orilla y otra línea de pescadores se coloca en posición, tirando sus redes cuando otro delfín les avisa.

Esta colaboración se lleva realizando desde mediados del siglo XIX, y han participado al menos tres generaciones, tanto de humanos como de delfines.

Los pescadores son eficaces lanzadores de atarraya. Fuente: Ronaldo Amboni

Los pescadores se colocan en línea para esperar a tirar sus redes. Fuente: Senadonoticias. Autor: Gustavo Fernando Durán

El pescador se retira, con la captura de su red. Fuente: Ronaldo Ambón

Se pescan mújoles o lisas (Mugil cephalus), llamadas localmente “tainhas”. Las mayores capturas se producen entre abril y junio, que es la época de migración de esta especie. Esta forma colaborativa de pescar, junto a los delfines, mejora mucho la eficiencia del sistema, dado que capturan más peces y de mayor tamaño. Se estima que unas 100 familias locales viven de este sistema de pesca.

Trabajo en equipo, beneficio mutuo

Es claro que los pescadores salen muy beneficiados de esta colaboración, pero ¿qué obtienen los delfines a cambio? Al parecer, con la confusión de las redes cayendo sobre el cardumen muchos ejemplares intentan salirse del grupo, hacia donde están los delfines, que los capturan sin esfuerzo.
Lo más llamativo es que no existe comunicación entre delfines y pescadores, no se ponen de acuerdo, salvo por la señal del delfín. Los pescadores no les llaman ni intentan tocarlos de ningún modo, simplemente esperan a que lleguen, y lo hacen cada día.

Al parecer este tipo de trabajo en equipo se transmite de padres a hijos entre los delfines de la zona, al igual que ocurre entre los pescadores locales.

La red cae sobre los peces que han sido empujados por los delfines. Foto: Julio César Vicente
Una curiosidad es que no todos los delfines del grupo colaboran con los pescadores. Existen algunos ejemplares que intentan robar los peces de las redes. Los pescadores les llaman “ruim” (malos en portugués), para diferenciarlos de los que colaboran.

Tradicionalmente el grupo de delfines que frecuenta la Barra del Lago de Santo Antonio es de unos 60 ejemplares, y una docena de ellos son los llamados “botos bons”, los que suelen trabajar con los pescadores. Son siempre hijos de otros botos bons, que aprenden su comportamiento de sus padres. Los pescadores suelen reconocerlos y les ponen nombre.

En 2016 se dio a la ciudad de Laguna el título de “Capital Nacional dos Botos Pescadores” para dar relevancia turística a la actividad artesanal. La zona se declaró Santuario Ecológico dos Botos y está protegida por diversas leyes locales.


Los botos de Laguna en peligro

La idílica situación que acabamos de describir ha perdurado durante más de cien años, pero en las últimas décadas se ha producido un grave de deterioro del sistema lagunar. Las causas son la acumulación de residuos sólidos y líquidos procedentes de la ciudad de Laguna, muy turística, así como el vertido de agrotóxicos y metales pesados provenientes de la agricultura intensiva de la zona.

La zona es muy turística y la presencia de delfines es constante. Foto: Julio César Vicente

Las actividades humanas, que cada vez invaden más las aguas de este ecosistema, como el uso de motos de agua que circulan a gran velocidad, o la presencia de redes clandestinas de pesca que atraviesan por la noche el río Tubarao y el Canal da Barra, han provocado muertes masivas de estos animales.

Los pescadores realizan su actividad mientras las motos de agua espantan a los delfines. Fuente: Julio César Vicente

La población local, junto con los pescadores sufren las consecuencias y temen que la degradación sea tan grande que los delfines desaparezcan. Desde 2013 se están movilizando y ha ido realizando diversas actividades para llamar la atención sobre los delfines y la zona natural donde viven.  Las autoridades han tomado algunas medidas de control sobre las actividades de la zona, pero han resultado poco eficaces.

 

 
La población local se ha movilizado para salvar a sus delfines. Fotos: Julio César Vicente

Por ello, en 2020 los vecinos vuelven a la carga, redoblando sus esfuerzos para salvar a los delfines. Proponen la creación de la Guarda dos Botos, una policía especializada en la defensa de los delfines y de la zona lagunar, el establecimiento de una política de educación ambiental para la población del entorno, concienciando especialmente en cuanto a no verter residuos, la inspección ambiental de las actividades agrarias de la zona, un control eficaz y policía para evitar la colocación de redes ilegales de pesca, así como la prohibición de las motos de agua en la Laguna de Santo Antonio, en el Canal da Barra y alrededores.

En definitiva, quieren que las leyes de protección de la zona y de los delfines se cumplan, y que se apliquen medios suficientes para evitar que desaparezcan tanto los delfines como la tradición de la zona.

Foto: Julio César Vicente

Tú también puedes ayudar a delfines y pescadores a preservar su forma de vida:

Firma la petición AQUÍ

La historia de Flipper, el último delfín cautivo en Brasil

Los delfines de Laguna son famosos también por un suceso que tuvo lugar en las dos décadas finales del siglo XX. En el año 1984 un grupo de empresarios de Sao Paulo contrataron a un pescador de Laguna para que les consiguiera un delfín. Se capturó una cría y se envió a Sao Paulo en la trasera de un camión.

Este delfín, que se le llamó Flipper, fue entrenado y estuvo realizando exhibiciones durante 8 años, confinado en una piscina. En 1991, por demanda judicial se prohibió el espectáculo y Flipper fue abandonado en su tanque durante otros 3 años.

El 19 de enero de 1993, la WSPA (Sociedad Mundial para la Protección de los Animales) consiguió devolverlo a su lugar de origen, el Canal da Barra, en Laguna. Tras un proceso de readaptación en un lugar provisional, que se llevó a cabo con la presencia de Ric O’Barry (1). El 3 de marzo de 1993 fue liberado definitivamente. La noticia tuvo una repercusión internacional.

  
El traslado de Flipper a casa. Fotos: Julio César Vicente
Flipper y Ric O’Barry en el helicóptero de vuelta a casa. Autor: Richard O'Barry

Se le vio repetidas veces en solitario y con otros delfines, durante un largo tiempo. El último avistamiento se produjo en diciembre de 1995, en Baia Antonina, en Paranagua, mucho más al norte de Laguna.

Hoy Brasil se enorgullece de no tener ningún delfín en cautiverio.


(1)    Ric O’Barry fue el entrenador de los delfines que originalmente actuaron en las películas de Flipper. Posteriormente se dio cuenta de la atrocidad que es tener a este tipo de animales cautivos y fundó Dolphin Porject, la organización que lucha contra la cautividad y realiza actividades de recuperación y liberación de delfines cautivos.

jueves, 26 de marzo de 2020

LA PROHIBICIÓN DEL COMERCIO DE ALETAS DE TIBURÓN EN EUROPA: UN PASO ADELANTE EN LA PROTECCIÓN DE LOS TIBURONES




Texto: Mónica Alonso Ruiz
Este artículo se publicó en la Revista Escápate: 

En el siglo XV se comenzó a servir sopa de aleta de tiburón a la mesa de los emperadores de la dinastía Ming. El hecho de que se obtuviera tan poco de un animal grande hacía a las aletas nobles y preciosas, ideales para la mesa del gobernante supremo. Posteriormente, la sopa de aleta se servía tradicionalmente en las cenas de celebración para expresar el respeto del anfitrión hacia sus comensales.

La sopa maldita

Es a finales del siglo XX cuando con el auge de la clase media china aumentó de manera exponencial su popularidad, y empezó a generalizarse como manjar en las bodas. Comenzó una enorme demanda de aletas que se extendió a todos los países con restaurantes chinos de alto nivel. Esta demanda ha sido alimentada a costa de la captura de ingentes cantidades de tiburones provenientes de las flotas pesqueras de todo el mundo. Por todo ello muchas poblaciones de tiburones han descendido alarmantemente.

El mapa del comercio de aletas de tiburón. Fuente: FAO “State of the global market for shark products”

Tan cara y exclusiva es esta sopa, que ha llegado a tener precios de hasta 100 dólares el plato en los restaurantes más exclusivos. Se ha llegado a pagar 650 dólares por el kg de aleta. El negocio es enorme y ha alcanzado una escala mundial, estimándose que hasta 150 países participan en el comercio de las aletas.

La FAO estima que cada año se capturan entre 60 y 250 millones de tiburones, fundamentalmente por sus aletas. En comparación con los precios desorbitados de las aletas, el precio de la carne es muy bajo, menos de un euro por kg a pie de lonja, porque su valor culinario no es bueno, a menudo debido al alto nivel de urea que contiene.

La práctica del finning o aleteo

Las aletas valen su peso en oro para los pescadores, pero el resto del animal no vale apenas nada y por ello no merece ocupar un espacio en las bodegas de los barcos. Esta es la razón por la cual se comenzó a practicar el finning, o aleteo, que consiste en no transportar a puerto aquellas partes del animal menos valiosas. Se capturaba al tiburón, le cortaban las aletas y arrojaban su cuerpo moribundo al océano, donde acababa de morir ahogado tras una terrible agonía.

En las calles de Hong Kong se pueden ver aletas de tiburón puestas a secar. Fuente: Gary Stokes

Esta práctica, además de ser catalogada como cruel, es una forma de desperdicio del recurso pesquero, que obliga a capturar más y más ejemplares, para aprovechar menos del 3% del peso del animal.  

Desde 2003 el finning está prohibido en Europa (para sus aguas internacionales y para barcos europeos en cualquier zona del mundo), y en 2013 se amplió la prohibición con la medida de “obligación de desembarco de aletas naturalmente adheridas”, con la que los barcos pueden pescar tiburones (las especies no prohibidas) pero sin descartar el cuerpo del animal. Esta medida adicional, que se ha ido extendiendo por todo el mundo, se considera como un paso adelante en la protección de los tiburones, frente a la prohibición únicamente del finning.

En el resto del mundo la prohibición del aleteo en general es muy escasa, especialmente en aguas internacionales. 

La percepción del daño que se está haciendo a los tiburones por el consumo de una sopa se extiende y algunas líneas aéreas, hoteles y otras compañías rechazan transportar, servir o vender productos de aleta de tiburón. Es destacable también que en China, Hong Kong y Malasia, gracias a los esfuerzos de los conservacionistas, y de sus impactantes campañas, se ha prohibido la sopa de aleta de tiburón en actos oficiales.

El comercio a granel de aletas en Europa es, en muchos casos, una tapadera para el comercio ilegal de especies amenazadas

La legislación europea permite el comercio de aletas a granel, siempre que no se trate de las 12 especies protegidas en el convenio CITES (que prohíbe el comercio mundial de ciertas especies amenazadas catalogadas).

Cuando se comercia con todo el cuerpo del animal, la identificación de la especie es relativamente fácil, pero cuando se transportan solo las aletas, esta es muy difícil. Ello es debido a que la forma y el color cambia durante el procesado, y se pierde la proporción del tamaño de la aleta respecto del tamaño del animal completo. Además, los envíos suelen mezclar diferentes tipos de aletas, y para los ejemplares jóvenes es casi imposible la identificación.

Un estudio de 2018, realizado mediante análisis de ADN, demostró que muchas de las aletas que se vendían en Hong Kong (el principal puerto de distribución mundial de aletas, por donde se estima que pasa el 50 % del volumen mundial), procedían de especies amenazadas.

Se capturan muchos tiburones en Europa

Aunque nos parezca sorprendente, cada año se capturan en Europa millones de tiburones. Nuestro país es líder en capturas y en exportación de aletas procesadas de alta calidad.

La aplicación de la medida de “aletas adheridas” en 2013 produjo cambios en nuestra industria pesquera. Hasta el momento, cuando se practicaba el finning, las bodegas llegaban llenas de aletas, pero a partir de ese momento había que dejar hueco para todo el animal. Ese año el volumen de tiburón azul o tintorera, el tiburón más capturado, con diferencia sobre el resto, fue el mínimo en muchos años, 44.703 toneladas. Progresivamente se volvieron a capturar más y más tiburones, hasta 53.000 toneladas en 2016. Las empresas pesqueras comenzaron a promocionar la carne: se hicieron campañas publicitarias y el público comenzó a consumirla. Los precios de la carne comenzaron a subir y se amortizaba mejor la pesca de todo el animal. Además, le dieron otras utilidades a esa carne, fundamentalmente para uso como harinas de pescado.


Legislación mundial sobre pesca de tiburón. Fuente: Wikipedia



La medida de “aletas adheridas” contribuye a que los tiburones no se capturen solo por sus aletas, y por eso se ha ido aplicando en todo el mundo. Sin embargo, tiene algunas dificultades en su aplicación. Las inspecciones en los barcos, realizadas por observadores independientes, actualmente tan solo suponen entre el 1 y el 3 %, por lo que, salvo la eventual revisión que pueda realizarse en el momento del desembarco, en realidad no se controla la actividad pesquera durante el resto del tiempo, ni se conoce si se han desembarcado ilegalmente aletas en otros puertos fuera de la UE, por ejemplo.

La realidad es que es casi imposible garantizar que las aletas que se transportan y comercian por Europa provengan de ejemplares legalmente capturados.  Parece claro que es necesario algún paso adelante en la regulación de todo lo que rodea a este lucrativo negocio.

Petición de los ciudadanos europeos

En un esfuerzo para revertir esta situación, en Europa se plantea una nueva medida adicional, a añadir a la prohibición del finning y a la de “aletas adheridas”. Se trata de la prohibición del comercio de aletas de tiburón, incluyendo la exportación, importación y tránsito. Solo es posible poner freno a este negocio a costa de los tiburones si Europa (España fundamentalmente) deja de exportar aletas de tiburón a Asia y no facilita el comercio a través de su territorio.

Esta medida ya se aplica en países como Canadá, que desde junio de 2019 es el primer país del G7 que ha prohibido el comercio de aletas. En Estados Unidos se aplica ya en algunos de sus estados y se está actualmente en proceso de aprobación en otros.

Iniciativa ciudadana europea

Un grupo de ciudadanos de toda Europa se ha unido para pedir la prohibición del comercio de aletas de tiburón en la Unión Europea. La iniciativa se llama “Stop finning – Stop the trade”.

Desde 2012 los ciudadanos de la UE tienen derecho a realizar iniciativas ciudadanas por las que se sugiere a la Comisión Europea una proposición de ley determinada. Para ello, en primer lugar, se nombra un comité de ciudadanos. Se presenta una propuesta de iniciativa a la Comisión, y una vez aceptada, el comité de ciudadanos tiene un año para recolectar las firmas que la avalen.


Es preciso recolectar al menos un millón de firmas, con un mínimo en una cuarta parte de los estados miembros, para garantizar que es una petición generalizada en toda la Unión. Una vez alcanzado en número de firmas en el periodo de un año, la Comisión Europea debe aceptar la propuesta ciudadana, que es presentada por el comité ciudadano en el Parlamento Europeo. Si allí se aprueba, se procede al proceso habitual de elaboración legislativa comunitaria.

El plazo para conseguir las firmas es hasta el 31 de enero de 2021. Se puede firmar en el siguiente enlace, introduciendo el DNI y la nacionalidad, en un formulario que recoge directamente la Comisión Europea.

Aprovechemos esta oportunidad de ayudar en la conservación de los tiburones.

¡Firma ya! Y únete a los ciudadanos responsables que quieren proteger a los tiburones.



Un ejemplo de por qué se debe prohibir el comercio: se incautan toneladas de aletas de tiburon de especies protegidas:

Leer más 👇👇👇

https://www.scmp.com/news/hong-kong/law-and-crime/article/3083184/biggest-shark-fin-seizure-hong-kong-history-recovers


REFERENCIAS:
Cardeñosa, D. et al., 2018. CITES-listed sharks remain among the top species in the contemporary fin trade. Conservation Letters, 07