miércoles, 4 de octubre de 2023

El sueño de Charlie Sarria

Texto: Mónica Alonso Ruiz y Charlie Sarria

Las redes sociales, esa parte del mundo virtual de hiperconexión en el que vivimos, me han dado la oportunidad de conocer a personas muy interesantes, algunas de ellas relevantes en el mundo de la conservación y de la biología marina. A algunos incluso los he podido conocer personalmente y colaborar con ellos. Con otros, por su lejanía geográfica, o simplemente por falta de oportunidad, no ha sido posible el encuentro personal, aunque sí el intercambio de experiencias o de documentación.


Charlie Sarria. Fuente: Charlie Sarria

Recientemente he tenido la suerte de coincidir con algunos investigadores marinos muy jóvenes que combinan su gran ilusión profesional con la divulgación en redes sociales y medios de comunicación. Es el caso de Charlie Sarria, un joven malagueño que se considera “una persona normal y corriente que desde pequeño ha tenido la suerte de conocer su pasión y su propósito: la conservación de los océanos y poder concienciar al mayor número de personas posible”. Es una persona que irradia optimismo y cree que es muy afortunado “porque el universo ha ido abriéndole (esas) puertas”.

Es verdad, poco a poco va dando pasos para cumplir su sueño, y cada vez se le ve más presente en diferentes actividades, entrevistas y eventos, hablando de lo que más le gusta: la visa marina y los tiburones.

Charlie hizo su grado en Ciencias Ambientales en la Universidad de Málaga y luego su Máster (en “Biología Marina: Biodiversidad y Conservación”) en la Universidad de la Laguna, Tenerife. Allí, junto a dos compañeros fundó la asociación Condrik Tenerife, que se dedica a la investigación, conservación y divulgación de los tiburones y rayas pelágicos en las Islas Canarias.

¿Cuáles son los animales marinos que más te gustan?

Mi relación con el tiburón es de fascinación y de admiración, especialmente por su desarrollo y por su capacidad de adaptación a lo largo de millones de años para ser ese depredador tan eficiente y eficaz.

Las ballenas y delfines son animales muy mágicos. Con los cetáceos siento su parte humana, consciente, e incluso espiritual, y por eso siento un amor diferente al que tengo a los tiburones.

Me gustan muchos animales, algunos de ellos muy desconocidos, como el plancton, los corales, incluso las holoturias, para las que hay pocos estudios. Hay un montón de organismos que me parecen muy interesantes. Por eso cada vez que puedo aprendo cosas nuevas, órdenes nuevos, clases nuevas de animales... y eso me encanta.

Sin embargo, los que más me preocupan en cuanto a su conservación son los cetáceos y elasmobranquios (tiburones y rayas), y por eso dedico más energía a ellos.

¿Por qué los tiburones te gustan tanto? ¿Cuál es tu relación con ellos? ¿Cómo has llegado a conocerlos mejor?

Son fascinantes para mí por su evolución y adaptación a lo largo de millones de años, lo que les ha permitido tener actualmente mucha diversidad. Poseen formas de depredación y estrategias de alimentación muy diferentes. Hay tiburones costeros, de profundidad, de agua dulce, de agua salada, de aguas árticas. También tienen varias formas de reproducción diferentes.

Tienen tanta variabilidad, tantas facetas, que me permite estudiar muchas cosas de ellos, todas muy diferentes. El campo de estudio de los tiburones no se agota nunca, y eso me fascina.

Mi relación con ellos empezó como la de la mayoría de gente, por documentales y películas, incluso por las que mostraban su imagen más amenazante. Poco a poco he intentado ir comprendiéndolos más y más, con fascinación y curiosidad continua. Eso me hizo comprarme libros, documentales, leer “papers” (artículos científicos) sobre ellos y hacer cursos. También he podido aprender y debatir con personas que, por suerte han podido trabajar con tiburones. De esta forma he podido conocer muchas cosas de ellos, no solo desde un punto de vista de “macroescala” (lo que se ve a simple vista), sino también cosas microscópicas y de fisiología, que son igual de fascinantes.

¿Por qué tienen tan mala imagen para el público en general?

Se debe por esa parte audiovisual y cinematográfica que ha mostrado siempre al tiburón en la gran pantalla como un depredador de humanos que planea sus ataques: como un asesino en serie. Esto no es así realmente, porque es muy difícil que ocurra un ataque, una mordedura a un humano.

Y también por el miedo a lo desconocido. Cuando nos metemos en el mar abierto siempre pensamos que va a pasarnos algo malo, lo que nos genera muchas dudas debidas a nuestro miedo.

¿Por qué tienen un gran problema de conservación? ¿Cuáles son las principales amenazas para los tiburones?

Me preocupa, por un lado, la ignorancia que tenemos sobre la importancia del tiburón en el ecosistema y, por otro, el gran negocio que hay detrás.

Las amenazas principales a las que hacen frente son la sobrepesca y el negocio de comercio de especies tan importantes para los ecosistemas, que genera mucho dinero, no por parte del pescador que los captura sino por la de las grandes compañías que venden su carne y sus aletas.

Este negocio se centra, primeramente, en la sopa de aleta de tiburón, que no aporta nada al que la ofrece y la consume, más que un estatus social, y también en la carne de tiburón y de raya, que se vende cada vez más.  También me preocupa el comercio de la parte ornamental del animal, las mandíbulas, los arcos branquiales, su dentición, sus dentículos dérmicos: todo se vende.

El gran problema de conservación proviene de su estrategia k (de reproducción), con poca descendencia, grandes periodos de gestación, periodos de latencia entre gestaciones…Son comunidades frágiles, que se capturan muy fácilmente mediante palangre o pesca de arrastre.

En Europa, España, junto a Portugal, somos los principales exportadores de carne y aletas de tiburón. En Asia, donde se consume mucho, no hay un control, y la sopa de aleta es un plato turístico y popular que se comercializa y se fomenta su consumo. En España, quitando platos tradicionales, que utilizan precisamente especies vulnerables, como el cazón (Galeorhinus galeous), no se consume tanto.

Existen trabas para aplicar medidas de conservación porque para el establecimiento de las cuotas de pesca se utilizan datos procedentes de “ciencia politizada” en cuanto a qué son los verdaderos stocks sostenibles, o por falta de datos suficientes a disposición de las pesquerías o de los científicos. Esto aparte de que el reporte de las capturas en los puertos, según algunos estudios, es de un 50% en comparación a lo realmente capturado. Esto es porque existen paradas en puertos secundarios, donde se descarga y se congela hacia barcos pesqueros asiáticos.

Todo esto está provocando el descenso del número de individuos de diferentes especies categorizadas como vulnerables o en peligro crítico en el Mediterráneo, como la tintorera. Estos datos son reales y deberíamos minimizar esas capturas y no consumirlas.

¿Cuáles crees tú que son las medidas más urgentes que se deben aplicar en España y en Europa para intentar mejorar el estado de conservación de las especies de tiburones?

Unas leyes más rigurosas y un control mayor para las pesquerías (destacando que es complicado el papel del biólogo marino observador a bordo de un barco pesquero). También minimizar las artes de pesca no selectivas y fomentar un control y una concienciación por parte de los pescadores para evitar ciertas capturas, incluso intentar su suelta cuando puedan sobrevivir, aunque con estrés. Se deberían hacer informes, cuantificar las capturas y hacer una base de datos de los tiburones que están pescando a las diferentes profundidades y con los diferentes métodos de pesca, para establecer medidas de conservación mejores.

¿Cuáles son las especies de tiburones que más te gustan?

Me cuesta mucho decidirme.

En cuanto a lo visual, me fascina el tiburón cebra, a veces llamado leopardo (Stegostoma fasciatum), por esas pintas de su piel, por cómo va modificándose su coloración y su pigmentación a lo largo de los años, cambiando drásticamente de juvenil a adulto. Es un tiburón ovíparo, aunque no lo parezca por ser grandote: no parece el típico tiburón que surge de una puesta (de huevos).


Tiburón cebra. Fuente: Charlie Sarria

Por otro lado, me gustan el marrajo y el azul (la tintorera), por esa elegancia y esos colores que tienen. Por esa actitud dominante, ese hocico del marrajo tan pronunciado, esas hendiduras branquiales tan grandes, dando idea de la gran cantidad de oxígeno que necesitan para realizar esos movimientos tan rápidos.

Marrajo. Fuente: Charlie Sarria


Tintorera. Fuente: Charlie Sarria

Y luego otros tiburones más raros, como el tiburón salmón. O el tiburón ballena y el “megaboca”, que se alimentan de plancton, y son muy desconocidos en cuanto sus rutas migratorias o su ecología. Tanto que el megaboca se descubrió en el año 76.

Después de los tiburones ¿qué otros animales marinos te preocupan?

Los cetáceos. He tenido la suerte de participar en campañas de investigación de cetáceos en Tenerife y en el Mediterráneo, y me he dado cuenta de que son animales mágicos, que te “tocan mucho la fibra”. Un delfín es un animal empático, inteligente y “simpático”.

Sobre todo, merecen vivir libres, sin cautiverio, en condiciones naturales, aunque es cierto que en el mar cada vez más se enfrentan a problemas como las colisiones, la contaminación acústica y el deterioro de sus hábitats.

¿Puedes describir tu actividad con Condrik Tenerife?

Soy su cofundador.

El primer objetivo de esta organización canaria es la investigación de tiburones pelágicos mediante el uso de BRUVS (Baited Remote Underwater Video Stations), que básicamente son unas estructuras metálicas donde se ponen cámaras y un “bait box”, que es un recipiente con carnada para poder atraer al tiburón.

De esta manera se obtienen datos visuales, con el objetivo de hacer una base de datos en Canarias, donde no hay apenas información sobre los tiburones pelágicos todavía. Se trata de saber qué especies vienen, cuando lo hacen, si son machos o hembras, juveniles o adultos, para ver si hay una posible zona de cría, o una zona de reproducción, en definitiva, para mejorar su conservación. En un futuro trataremos de realizar actividades de marcaje de ejemplares, para obtener más información.

Por otro lado, tenemos la vertiente de entrevistas a pescadores para conocer más la ecología de estos tiburones, y contar con su apoyo. Y, por último, la ciencia ciudadana, tratando de divulgar la importancia del tiburón en el ecosistema, tanto en colegios de primaria, secundaria, bachillerato y universidades.

¿Te consideras conservacionista?

Diría que sí, y que según aprendo más voy teniendo mayores valores para focalizar mi causa. Pero hay cuestiones que son tan amplias, que a veces me cuestan, incluso por ignorancia. Posiblemente no seré el conservacionista mejor del mundo.

Intento no ser radical y ser siempre empático con todos. Intento entender que muchas veces no hay ni blanco ni negro, y que hay esa escala de grises que te permite empatizar con pescadores y con ciertas situaciones. Intento hacer lo posible para conservar con todos mis medios las especies que puedo y que conozco, pero aún me queda mucho por hacer, por superar ciertas “capas” mías.

También es verdad que hay especies que no me llaman tanto la atención y por eso no hago tanto hincapié en ellas.

¿Cuáles son tus planes de futuro desde el punto de vista profesional? ¿y desde el punto de vista conservacionista?

Mi ilusión es que Condrik acabe siendo una ONG de investigación reconocida y que podamos tener alumnos, internships” (trabajos becados), voluntarios, hacer salidas interdisciplinares, aliarnos con más gente de fuera de España (estamos en ello ahora mismo), y aportar muchos datos a la ciencia de los elasmobranquios para poder mejorar su conservación.

Desde el punto de vista conservacionista, también quiero intentar aportar, mediante las redes sociales, una visión más amplia de temas no tan habituales en ellas, y poder dar a la gente datos curiosos e importantes.

¿Perteneces a alguna asociación conservacionista?

Creo que no (…risas…). Estoy apoyando a muchos amigos de diferentes grupos de investigación y de conservación, pero no pertenezco a ninguna como tal.

En Condrik Tenerife sí hacemos ciencia para conservar. Desde ese punto de vista, pues sí, Condrik Tenerife es conservacionista.

¿Cuál es tu relación con las redes sociales?

La relación con las RRSS es intrínseca a mi trabajo, y de hecho la considero como parte de él. Se trata de utilizarlas para aportar todo lo que sé, lo que veo, y lo que siento y padezco. Quiero intentar hacer ciencia fácil que llegue a todos los públicos, desde los más chiquitines a los más adultos, y conseguir empatizar: que no sea algo aburrido, algo “old school” (de la vieja escuela).

Para mí son muy importantes, porque me han permitido llegar a sitios nuevos, conocer a gente nueva, (gente influyente también) mostrarles las realidades que ellos no conocían. Son vitales, aunque a veces son un arma de doble filo, al estar muy “en los ojos de todo el mundo”, tanto que a veces da hasta miedo publicar por el tema de las críticas.

Ahí es donde aplico no solo mi parte científica, sino la más espiritual: cómo veo yo el mundo “bajo mi ojo”, pero no solo sobre el tema marino, sino sobre todo el planeta.

Sé que eres una persona muy polivalente y tu actividad social es amplia. ¿Puedes hablarnos de esa otra faceta tuya?

Hago muchas cosas: seminarios especializados en tiburones, salidas al mar con tiburones. También otras de buceo con yoga. Trato de combinar el buceo con actividades más holísticas, juntando retiros de meditación con submarinismo y conservación, para hablar de la posidonia, del Mediterráneo y de las especies que tenemos. Se trata de poner en valor la naturaleza, enfocada al sector marino, que es donde yo me muevo y soy más especialista (supongo).

¿Qué pueden hacer las personas corrientes para mejorar la salud de los océanos y de los tiburones en particular? ¿Y los buceadores?

Cambiar sus hábitos de consumo, incluso su estilo de vida, poco a poco. Todo es un proceso, en el que no hay que ser radical ni siquiera con uno mismo, porque puedes llegar a odiarte por no cumplir los valores que se están imponiendo ahora. No hay que imponer, hay que dar “puertas” y que cada uno pueda ir poco a poco cambiando lo que sienta y le “resuene”.

Cuando eres consciente, creo que lo vas haciéndolo poco a poco. Es una lucha interna. A lo mejor una persona lleva, 20, 30 o 40 años bajo unos mismos hábitos, y eso es complicado cambiarlo de un día para otro. Hay que ser, ¿cómo decirlo?, transigente, comprensivo, empático con las personas y no exigir y obligarles, sino aportar medios y datos para que puedan dar pasos progresivos.

En cuanto a los buceadores, aprender a bucear bien, conseguir un aleteo correcto. Saber a qué excursiones de buceo uno va, si son sostenibles, si aportan datos científicos, o si simplemente son algo lúdico. Es bueno analizar si el buceo no está aportando nada y se está haciéndolo con gente que no lo siente de verdad, sino solo por el dinero. Se trata de respetar el medio ambiente, saber que no todo vale por una fotografía. Y también a querer aprender donde va uno a bucear: si se trata de observar tiburones, saber previamente qué especies se van a ver, y tener claras las pautas del encuentro con ellos, cómo actuar en el agua, etc.

 

Es toda una satisfacción poder charlar con una persona como Charlie, que irradia mucha alegría, ilusión y “buen rollo”. Sin duda es un referente para todos aquellos que quieren saber más del mundo submarino y de su conservación. Combinar la sed de conocimiento, la ciencia, el buceo, la preocupación por el planeta, las ganas de mejorar el mundo y el optimismo es algo que no es habitual en este mundo de egoísmo y catastrofismo que nos rodea.

¡Muchas gracias, Charlie! Seguiremos con atención todo lo que hagas y quieras comunicar.

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