Texto: Mónica Alonso RuizEste artículo se publicó en la Revista Escápate num 21
http://www.cluboceanides.org/escapate
La presencia de conchas marinas en los más antiguos yacimientos del Homo sapiens es una clara prueba de que los humanos venimos alimentándonos de peces y mariscos desde que habitamos la Tierra, desde hace 250.000 años. Parece ser, según dicen los científicos, que el alimento marino ha podido tener un papel importante en la evolución humana, y en particular en el crecimiento del cerebro humano. Ignoramos si esta mejora en la evolución ha sido realmente para bien, dado que nuestra presunta “inteligencia” nos lleva siempre sin duda a la esquilmación más absoluta de todos los recursos de los que nos aprovechamos.
Vamos a hacer un pequeño viaje en la historia, con pequeñas
paradas en hitos interesantes, para ver cómo el hombre pasa de utilizar el
recurso pesquero de manera sostenible durante un periodo de tiempo muy grande
para pasar, de manera muy rápida, a desgastarlo y llevarlo a los niveles
insostenibles actuales.
En la cueva de Jerimalai, en Timor Occidental se encontraron
huesos de peces pelágicos (atunes) de 42.000 años de antigüedad. Esto evidencia
que los moradores de la zona tenían útiles sofisticados (anzuelos) y que manejaban
la navegación, para ser capaces de capturar este tipo de animales marinos. El
descubrimiento de esta cueva, en 2006 significó un hito en el conocimiento de
cuándo comenzaron los humanos a pescar de manera más “sofisticada” y alejada de
la costa. Y además, con estos datos se apoyó la teoría de que los humanos
alcanzaron Australia en la búsqueda de peces, abundando en el pensamiento de
que la pesca fue el origen de la colonización de muchas nuevas tierras.
Según lo que se describe en el primer poema sobre pesca
marina, la Halieutika, escrito por Opiano de Anazarbo, poeta griego en el 180 dC,
en nuestro “mare nostrum” se desarrollaron importantes pesquerías. Se trata de un
poema “didáctico” en cinco libros sobre pesca y peces, y en este enorme tratado
se describen redes, cañas, arpones, tridentes y trampas. Pero se cree que 5000
años antes los fenicios y los griegos ya comerciaban con esponjas. Además, los
fenicios desarrollaron la industria de la sal como conservante del pescado, lo
que les permitía el comercio de larga distancia de esta mercancía, y por ello
se desarrolló la pesca “industrial” del atún mediante la almadraba. La
Almadraba de Hércules, situada en Sancti Petri (San Fernando, Cádiz), famosa en
todo el Mediterráneo, es de origen fenicio, y durante la época romana fue uno
de los centros pesqueros del atún más importantes. Es impresionante saber que las
primeras leyes reguladoras de la actividad pesquera se desarrollaron durante el
Imperio Romano, dentro del Código Justiniano, del 529 dC.
Pero no es el Mediterráneo exclusivamente donde se desarrolló
la pesca en la antigüedad. En Japón se tienen registros de explotación
pesquera, incluso con el uso de las redes, desde hace unos 3000 años y la
recolección de las perlas se desarrolló en India en el siglo I aC. De hecho,
las ancestrales técnicas de pesca primitivas aún perduran en Asia, incluso la
pesca con cormorán, llamada Ukai, que consiste en amaestrar a esta ave tan
hábil para que cace para su dueño, poniéndole una anilla en al cuello para que
el animal no se trague el pescado. A la vista de esta práctica, que aún continúa,
no hay duda de que los humanos llevamos siendo crueles con los animales desde muy
antiguo.
En 1568 se registraron capturas récord de atunes en las
almadrabas españolas, llegando hasta los 14000 ejemplares en la temporada, con
7000 ejemplares en una sola captura. En el siglo XVII se observó una bajada
drástica en las capturas y por ello el monje benedictino Martín Sarmiento fue
el encargado de llevar la investigación para el rey. El hermano Sarmiento
resolvió indicando que la pesquería debía cerrarse durante tres años y que tras
ella, los atunes hembra debían soltarse para que pudieran reproducirse. Estas
recomendaciones parece que se siguieron (ignoramos cómo eran capaces de
reconocer el sexo de los atunes hembra) y las pesquerías parece que se recuperaron
durante el s XVIII. Sin embargo, los excesos cometidos en el siglo XX, con
almadrabas que llegaban hasta 4 km de la costa, hicieron que el declive fuera
definitivo y la mayoría de las almadrabas se cerraron en la segunda mitad del
siglo XX.
En la Feria de Pesca de Londres en 1883 se debatió la
siguiente cuestión “¿Son los recursos
pesqueros agotables o no? Si lo son ¿se puede hacer algo para prevenir su
agotamiento?”. El discurso de apertura de este debate lo dio Sir Tomas
Huxley. Lo reproducimos aquí para ilustrar el pensamiento que se tenía en esa
época…y para que veamos que aún seguimos pensando igual, lo cual ha resultado
ser tan destructivo.
“No tengo ninguna duda
de que algunas pesquerías pueden estar agotadas. Tomemos como ejemplo el salmón
de río…Pero, ¿es este razonamiento aplicable a la pesca marina? ¿Hay pesquerías
marinas que son susceptibles de agotarse? y si las hay ¿se da el caso de que
pueden ser protegidas de manera eficiente? Creo que se puede afirmar, con
seguridad, que en relación con las técnicas de pesca actuales, una gran mayoría
de las pesquerías, como la del bacalao, el arenque y la caballa, son
inagotables. Y me baso en dos razones, la primera es que la cantidad de estos
peces es tan grande y las capturas son relativamente insignificantes, y
segundo, la magnitud de los agentes que los destruyen (se refiere al número
de depredadores tan grande que tienen),
que la destrucción debida a la pesca realmente no afecta a la tasa de muerte de
estos animales”
Con lo que no contaba Huxley era con que las cantidades tan
inmensas que estimaba se iban a quedar pequeñas para el incremento de capturas
que la evolución de las técnicas de pesca iba a permitir conseguir. Ya hemos
visto que incluso para las técnicas de esa época, algunas pesquerías, como las
del atún en España, ya estaban siendo afectadas gravemente.
Podemos ver en el siguiente gráfico la evolución de las
capturas del bacalao en la costa oeste del Atlántico Norte, que iban creciendo
de manera lenta desde 1850 hasta los años 60, donde en 10 años, con la
evolución de las técnicas de pesca intensiva, sus capturas se desplomaron, y en
1992 fueron inexistentes, lo que evidenciaba un descalabro en la población del bacalao…Parece
que Huxley confiaba demasiado en una humanidad sostenible.
Con el declive de las pesquerías de las especies que viven
más arriba en la columna de agua en los años 60 y 70 y utilizando los enormes
avances en las técnicas de pesca, el sector pesquero se ha centrado en pescar
peces de aguas profundas, hasta el momento desconocidas. El pez reloj anaranjado Hoplostethus atlanticus es un ejemplo de ello: se empezó a pescar
en Nueva Zelanda y Australia en los 70, y con capturas masivas durante los 80.
Tanto es así que las poblaciones llegaron al colapso en tan solo una década. Y
se han observado colapsos similares en especies de aguas profundas que se
pescaron en el Atlántico y en el Pacífico. El problema es que los peces de
profundidad son más sensibles a la sobrepesca, pues la vida en el abismo es muy
dura y su metabolismo muy lento, y por ello se desarrollan muy lentamente,
viven muchos años, y alcanzan su capacidad sexual muy tarde, por lo que la
probabilidad de que sean pescados antes de reproducirse es grande. Un ejemplo
de ello es el propio pez reloj, que puede vivir hasta 149 años, siendo uno de
los peces más longevos que existen.
La acuicultura podría ser una solución para responder a la creciente
demanda de pescado, pero lo que no sabemos los consumidores es que la mayor
parte de los pescados de cría que consumimos en los países desarrollados son
carnívoros, y es preciso sacrificar en muchos casos al menos 2 kg de pescado
para conseguir 1 kg de pescado de cría de acuicultura, lo que constituye un
alto precio que no mejora la situación. Lo único que así se consigue es
convertir en rentables especies poco apreciadas para el consumo, en especial
los pequeños peces pelágicos utilizados como alimento. La acuicultura también conlleva
problemas de contaminación local por lo abigarrado de la vida en las jaulas de
cría, con eutrofización (presencia de nutrientes elevada por los residuos
generados, que provoca el crecimiento desmesurado de algas) y anoxia (falta de
oxígeno) de las aguas, y en consecuencia la proliferación de plancton tóxico.
En la actualidad se están realizando investigaciones para el cultivo de
microalgas como alimento para especies que se alimentan de ellas, para cultivar
en granjas animales situados en la parte más baja de la cadena alimentaria, de
una manera más sostenible. Y sin embargo se insiste en estudiar la reproducción
del atún rojo en cautividad, por su alto precio en el mercado, siendo un animal
de la parte alta de la cadena alimentaria y por lo tanto gran carnívoro.
La demanda creciente de alimento del mar ha llevado a una situación
de sobrepesca global en todo el planeta. Ello se ha visto agravado por nuestra
ingenuidad en pensar que los stocks de pesca no se acabarían nunca junto con la
mejora notable en las técnicas intensivas de pesca que ha llevado a la
desaparición completa de algunas poblaciones. La falta de políticas de freno,
particularmente en los recursos de aguas internacionales (que son patrimonio
del planeta y no de ningún país en particular) no facilita la resolución de
esta situación. Está en tu mano exigir a la administración una mayor regulación
en cuanto a la información de las artes de pesca utilizadas, para poder elegir
debidamente aquellos productos marinos más sostenibles y rechazar aquellas
especies claramente capturadas con artes no sostenibles o con problemas de
conservación de las poblaciones.
Referencias:
Agradecimientos: a Carlos Duarte,
por sus inestimables lecciones dentro del Curso Ocean Solutions de la
Universidad de West Australia, de las cuales he podido obtener gran parte de
esta información.
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