jueves, 16 de marzo de 2017

Nos hemos comido el océano: la pesca insostenible

Texto: Mónica Alonso Ruiz
Este artículo se publicó en la Revista Escápate num 21 
http://www.cluboceanides.org/escapate

La presencia de conchas marinas en los más antiguos yacimientos del Homo sapiens es una clara prueba de que  los humanos venimos alimentándonos de peces y mariscos desde que habitamos la Tierra, desde hace 250.000 años. Parece ser, según dicen los científicos, que el alimento marino ha podido tener un papel importante en la evolución humana, y en particular en el crecimiento del cerebro humano. Ignoramos si esta mejora en la evolución ha sido realmente para bien, dado que nuestra presunta “inteligencia” nos lleva siempre sin duda a la esquilmación más absoluta de todos los recursos de los que nos aprovechamos.

Vamos a hacer un pequeño viaje en la historia, con pequeñas paradas en hitos interesantes, para ver cómo el hombre pasa de utilizar el recurso pesquero de manera sostenible durante un periodo de tiempo muy grande para pasar, de manera muy rápida, a desgastarlo y llevarlo a los niveles insostenibles actuales.

En la cueva de Jerimalai, en Timor Occidental se encontraron huesos de peces pelágicos (atunes) de 42.000 años de antigüedad. Esto evidencia que los moradores de la zona tenían útiles sofisticados (anzuelos) y que manejaban la navegación, para ser capaces de capturar este tipo de animales marinos. El descubrimiento de esta cueva, en 2006 significó un hito en el conocimiento de cuándo comenzaron los humanos a pescar de manera más “sofisticada” y alejada de la costa. Y además, con estos datos se apoyó la teoría de que los humanos alcanzaron Australia en la búsqueda de peces, abundando en el pensamiento de que la pesca fue el origen de la colonización de muchas nuevas tierras.
Según lo que se describe en el primer poema sobre pesca marina, la Halieutika, escrito por Opiano de Anazarbo, poeta griego en el 180 dC, en nuestro “mare nostrum” se desarrollaron importantes pesquerías. Se trata de un poema “didáctico” en cinco libros sobre pesca y peces, y en este enorme tratado se describen redes, cañas, arpones, tridentes y trampas. Pero se cree que 5000 años antes los fenicios y los griegos ya comerciaban con esponjas. Además, los fenicios desarrollaron la industria de la sal como conservante del pescado, lo que les permitía el comercio de larga distancia de esta mercancía, y por ello se desarrolló la pesca “industrial” del atún mediante la almadraba. La Almadraba de Hércules, situada en Sancti Petri (San Fernando, Cádiz), famosa en todo el Mediterráneo, es de origen fenicio, y durante la época romana fue uno de los centros pesqueros del atún más importantes. Es impresionante saber que las primeras leyes reguladoras de la actividad pesquera se desarrollaron durante el Imperio Romano, dentro del Código Justiniano, del 529 dC.

Pero no es el Mediterráneo exclusivamente donde se desarrolló la pesca en la antigüedad. En Japón se tienen registros de explotación pesquera, incluso con el uso de las redes, desde hace unos 3000 años y la recolección de las perlas se desarrolló en India en el siglo I aC. De hecho, las ancestrales técnicas de pesca primitivas aún perduran en Asia, incluso la pesca con cormorán, llamada Ukai, que consiste en amaestrar a esta ave tan hábil para que cace para su dueño, poniéndole una anilla en al cuello para que el animal no se trague el pescado. A la vista de esta práctica, que aún continúa, no hay duda de que los humanos llevamos siendo crueles con los animales desde muy antiguo.
En 1568 se registraron capturas récord de atunes en las almadrabas españolas, llegando hasta los 14000 ejemplares en la temporada, con 7000 ejemplares en una sola captura. En el siglo XVII se observó una bajada drástica en las capturas y por ello el monje benedictino Martín Sarmiento fue el encargado de llevar la investigación para el rey. El hermano Sarmiento resolvió indicando que la pesquería debía cerrarse durante tres años y que tras ella, los atunes hembra debían soltarse para que pudieran reproducirse. Estas recomendaciones parece que se siguieron (ignoramos cómo eran capaces de reconocer el sexo de los atunes hembra) y las pesquerías parece que se recuperaron durante el s XVIII. Sin embargo, los excesos cometidos en el siglo XX, con almadrabas que llegaban hasta 4 km de la costa, hicieron que el declive fuera definitivo y la mayoría de las almadrabas se cerraron en la segunda mitad del siglo XX.

En la Feria de Pesca de Londres en 1883 se debatió la siguiente cuestión “¿Son los recursos pesqueros agotables o no? Si lo son ¿se puede hacer algo para prevenir su agotamiento?”. El discurso de apertura de este debate lo dio Sir Tomas Huxley. Lo reproducimos aquí para ilustrar el pensamiento que se tenía en esa época…y para que veamos que aún seguimos pensando igual, lo cual ha resultado ser tan destructivo.

No tengo ninguna duda de que algunas pesquerías pueden estar agotadas. Tomemos como ejemplo el salmón de río…Pero, ¿es este razonamiento aplicable a la pesca marina? ¿Hay pesquerías marinas que son susceptibles de agotarse? y si las hay ¿se da el caso de que pueden ser protegidas de manera eficiente? Creo que se puede afirmar, con seguridad, que en relación con las técnicas de pesca actuales, una gran mayoría de las pesquerías, como la del bacalao, el arenque y la caballa, son inagotables. Y me baso en dos razones, la primera es que la cantidad de estos peces es tan grande y las capturas son relativamente insignificantes, y segundo, la magnitud de los agentes que los destruyen (se refiere al número de depredadores tan grande que tienen), que la destrucción debida a la pesca realmente no afecta a la tasa de muerte de estos animales

Con lo que no contaba Huxley era con que las cantidades tan inmensas que estimaba se iban a quedar pequeñas para el incremento de capturas que la evolución de las técnicas de pesca iba a permitir conseguir. Ya hemos visto que incluso para las técnicas de esa época, algunas pesquerías, como las del atún en España, ya estaban siendo afectadas gravemente.

Podemos ver en el siguiente gráfico la evolución de las capturas del bacalao en la costa oeste del Atlántico Norte, que iban creciendo de manera lenta desde 1850 hasta los años 60, donde en 10 años, con la evolución de las técnicas de pesca intensiva, sus capturas se desplomaron, y en 1992 fueron inexistentes, lo que evidenciaba un descalabro en la población del bacalao…Parece que Huxley confiaba demasiado en una humanidad sostenible.

Con el declive de las pesquerías de las especies que viven más arriba en la columna de agua en los años 60 y 70 y utilizando los enormes avances en las técnicas de pesca, el sector pesquero se ha centrado en pescar peces de aguas profundas, hasta el momento desconocidas. El pez reloj  anaranjado Hoplostethus atlanticus es un ejemplo de ello: se empezó a pescar en Nueva Zelanda y Australia en los 70, y con capturas masivas durante los 80. Tanto es así que las poblaciones llegaron al colapso en tan solo una década. Y se han observado colapsos similares en especies de aguas profundas que se pescaron en el Atlántico y en el Pacífico. El problema es que los peces de profundidad son más sensibles a la sobrepesca, pues la vida en el abismo es muy dura y su metabolismo muy lento, y por ello se desarrollan muy lentamente, viven muchos años, y alcanzan su capacidad sexual muy tarde, por lo que la probabilidad de que sean pescados antes de reproducirse es grande. Un ejemplo de ello es el propio pez reloj, que puede vivir hasta 149 años, siendo uno de los peces más longevos que existen.


La acuicultura podría ser una solución para responder a la creciente demanda de pescado, pero lo que no sabemos los consumidores es que la mayor parte de los pescados de cría que consumimos en los países desarrollados son carnívoros, y es preciso sacrificar en muchos casos al menos 2 kg de pescado para conseguir 1 kg de pescado de cría de acuicultura, lo que constituye un alto precio que no mejora la situación. Lo único que así se consigue es convertir en rentables especies poco apreciadas para el consumo, en especial los pequeños peces pelágicos utilizados como alimento. La acuicultura también conlleva problemas de contaminación local por lo abigarrado de la vida en las jaulas de cría, con eutrofización (presencia de nutrientes elevada por los residuos generados, que provoca el crecimiento desmesurado de algas) y anoxia (falta de oxígeno) de las aguas, y en consecuencia la proliferación de plancton tóxico. En la actualidad se están realizando investigaciones para el cultivo de microalgas como alimento para especies que se alimentan de ellas, para cultivar en granjas animales situados en la parte más baja de la cadena alimentaria, de una manera más sostenible. Y sin embargo se insiste en estudiar la reproducción del atún rojo en cautividad, por su alto precio en el mercado, siendo un animal de la parte alta de la cadena alimentaria y por lo tanto gran carnívoro.

La demanda creciente de alimento del mar ha llevado a una situación de sobrepesca global en todo el planeta. Ello se ha visto agravado por nuestra ingenuidad en pensar que los stocks de pesca no se acabarían nunca junto con la mejora notable en las técnicas intensivas de pesca que ha llevado a la desaparición completa de algunas poblaciones. La falta de políticas de freno, particularmente en los recursos de aguas internacionales (que son patrimonio del planeta y no de ningún país en particular) no facilita la resolución de esta situación. Está en tu mano exigir a la administración una mayor regulación en cuanto a la información de las artes de pesca utilizadas, para poder elegir debidamente aquellos productos marinos más sostenibles y rechazar aquellas especies claramente capturadas con artes no sostenibles o con problemas de conservación de las poblaciones.

Referencias: 

Agradecimientos: a Carlos Duarte, por sus inestimables lecciones dentro del Curso Ocean Solutions de la Universidad de West Australia, de las cuales he podido obtener gran parte de esta información. 

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