miércoles, 15 de agosto de 2018

Posidonia oceánica, la pradera sumergida



Este artículo se publicón en la revista Acusub en el número 182: http://acusub.com/?p=2804
Texto: Mónica Alonso Ruiz

Nuestro Mar Mediterráneo esconde un tesoro, la pradera de Posidonia oceánica, un hábitat rico en biodiversidad y mucho más valioso para nuestro planeta de lo que imaginamos. Su nombre se asocia al dios Poseidón, el dios de los mares, y quizá refleje mucho de la importancia de esta fanerógama marina.

En todo el mundo se estima que hay unos 600.000 km2 de praderas en los fondos someros marinos. Por su aspecto podrían parecer algas, pero en realidad las fanerógamas marinas son plantas superiores, con raíces, tallo y hojas, e incluso tienen flores en algunas épocas del año. Son el resultado de que hace algo más de 100 millones de años un tipo de plantas terrestres invadieron el mar, adaptándose a las nuevas condiciones. Forman verdaderas praderas de hierba marina y son responsables de alrededor del 15% de la absorción de CO2 de todos los organismos marinos, y de una alta producción de oxígeno. Por todo ello contribuyen de forma natural a minimizar los efectos del cambio climático. Estas plantas marinas contribuyen a que extensos fondos sedimentarios o bancos de arena dejen de ser grandes desiertos y no queden desprovistos de vegetación.


Foto: Luis Abad

La característica común de todas estas “superplantas” es que todas tienen un aspecto parecido, con hojas planas y acintadas, y con un sistema de rizomas y raíces muy bien desarrollado. Necesitan luz para desarrollar la fotosíntesis, y por ello viven cerca de la superficie en zonas relativamente someras, no superando en general los 40 metros de profundidad.

Las fanerógamas marinas del Mediterráneo

En la región mediterránea, podemos encontrar cinco especies de fanerógamas marinas: Posidonia oceánica,   Cymodocea nodosa o sebadal, Zostera noltii, Zostera marina y recientemente Halophila stipulacea, especie invasora introducida por el Canal de Suez.

Distribución de Posidonia oceanica

Aunque su aspecto externo es poco diferente de unas especies a otras, las praderas de las diversas especies difieren considerablemente entre sí en biomasa y producción, destacando entre todas ellas nuestra Posidonia oceánica, verdadera estrella de las praderas, por su gran producción biológica.
Estas extensiones herbáceas tan valiosas presentan muchas facetas curiosas, una de ellas es su sistema reproductivo que es doble. Su primer y principal mecanismo de expansión es el crecimiento clónico o asexual, a través del cual los haces de hojas van generando más y más haces y extendiéndose por el sustrato arenoso. Esto le permite a la planta ocupar nuevos espacios y extenderse. La tasa de crecimiento mediante este tipo de reproducción varía de unas especies a otras, desde pocos centímetros por año en las especies más lentas, hasta más de 5 metros por año en las más rápidas. Las especies más rápidas, como C. nodosa pueden generar una pradera en un año, mientras que P. oceanica puede tardar cientos de años.

El segundo mecanismo reproductivo es el habitual en las plantas superiores, generando flores y frutos. Se trata de la reproducción sexual que nos enseñaron en el colegio. P. oceánica florece fundamentalmente en otoño aunque no lo hace todos los años y por eso es muy raro que alguno de nosotros la haya visto  en flor. Las semillas se esparcen de enero a marzo, pero la producción de semillas y la supervivencia de las plántulas son escasas, por lo que el futuro de las praderas se basa fundamentalmente en la reproducción asexual o clonal.

   
El fruto de Posidonia oceanica. Fotos: Murcia Enclave Ambiental

Las principales condiciones naturales que deben darse en un determinado lugar para la presencia de fanerógamas marinas son en primer lugar una salinidad apropiada, aunque se adaptan bien a zonas menos salinas en estuarios de los ríos, o zonas más salinas en lagunas costeras someras y de alta evaporación. También deben recibir una radiación lumínica adecuada para realizar la fotosíntesis, requiriendo para ello de una gran calidad del  agua, porque la turbidez es un efecto muy negativo que limita la cantidad de luz que entra, y por tanto perturba la función clorofílica. El oleaje y las corrientes pueden limitar el establecimiento y mantenimiento de estas plantas marinas, cuando la inestabilidad del sustrato no permite o desestabiliza su enraizamiento.

Como hemos visto, exigen unas condiciones naturales apropiadas, pero a cambio proporcionan muchos beneficios al ecosistema. Un ejemplo de ello es que la estructura de los rizomas de la planta forma un sistema de tallos subterráneo que crece de forma horizontal, generando un entramado de raíces y brotes herbáceos. Este efecto fija el suelo arenoso y lo protege frente a la erosión de los temporales, y  con el paso del tiempo puede cementar y formar arrecifes.

Los beneficios de las praderas marinas. Dibujo: Junta de Andalucía

Posidonia oceánica: la reina de las praderas y la abuela de los mares

Todos hemos observado sus espesos bosques de hojas acintadas meciéndose bajo el efecto del movimiento del mar. Esta planta tan característica lo es por múltiples razones, porque es una especie endémica (no se encuentra en ningún otro lugar) del Mediterráneo, y porque cubre aproximadamente el 60 % del fondo marino hasta los 40 m de profundidad.

Otra razón de su importancia es que se trata de uno de los ecosistemas más productivos de la biosfera, que incluye desde comunidades de microalgas asociadas, invertebrados, peces, y hasta bacterias que contribuyen de forma decisiva a la producción biológica.

Sin embargo toda esta “potencia productiva” tiene una gran fragilidad en comparación con otras praderas, por ser especialmente sensible a determinadas acciones humanas. Es un organismo de longevidad milenaria, que forma enormes extensiones con edades entre 2000 y 5000 años de antigüedad, puesto que los tallos individuales pueden vivir más de 50 años. Aún así, todo ello puede verse destruido en unas pocas décadas por causa de la acción humana.

Los arribazones o pelotas de hojas de posidonia contribuyen a estabilizar la arena de la playa y protegerla frente a temporales. Foto: Murcia Enclave Ambiental

Seguro que muchos de vosotros estáis sorprendidos porque sin darnos cuenta estamos buceando en un bosque milenario. Y ello es porque Posidonia oceánica es posiblemente el organismo marino más longevo del planeta.

Pero claro, esta “abuela de los mares” necesita para vivir tanto luz como aguas transparentes, lo que se traduce en que cualquier alteración persistente de la cantidad de luz que recibe puede significar cambios drásticos en su crecimiento, e incluso provocar su muerte.



P. oceánica es la especie posiblemente de más lento crecimiento de todas, con aproximadamente 5 cm al año de crecimiento horizontal, y 1 cm al año de crecimiento vertical de sus hojas. Si crece muy poco, también se reproduce muy poco de manera clonal. Además, como hemos visto, su reproducción sexual tiene muy poca eficiencia.


La flor de Posidonia oceánica. Foto: Murcia enclave ambiental

Es una planta muy resistente, y puede soportar sin problemas agresiones importantes, como las producidas por los temporales, durante meses. Sin embargo no soporta erosiones muy persistentes, dado que si le falta el sustrato arenoso porque este se haya erosionado, los rizomas y las raíces quedan expuestos. Así, las corrientes tienden a arrancar la planta, los organismos incrustantes colonizan rápidamente estas raíces expuestas y la planta acaba muriendo.

Es pues evidente que por resistente que sea esta planta la acción humana siempre es mucho más persistente, y cuando una planta recibe una agresión continua durante años, su crecimiento se verá afectado significativamente. Pensemos en los fondeos de las embarcaciones recreativas, que una y otra vez maltratan a estas plantas con sus anclas. Por ello es tan importante situar fondeos fijos, a los que las embarcaciones puedan amarrarse, para evitar la caída y arrastre de las anclas por la pradera. En Baleares, un aparente paraíso para estas praderas por la claridad de sus aguas, los colectivos conservacionistas trabajan junto con la administración en el establecimiento de limitaciones al fondeo de embarcaciones recreativas.

En resumen, esta planta lo tiene todo para ser  víctima de la agresión humana: gran longevidad y baja tasa de crecimiento, baja tasa de reproducción, sensibilidad a los cambios de salinidad, a la erosión y a la agresión permanente. Por ello en los últimos tiempos es objeto de una gran protección por parte de las administraciones públicas, al menos sobre el papel.

Los habitantes de la pradera

Son miles de especies marinas las que, directa o indirectamente, se benefician de estos auténticos “bosques sumergidos”, que, al igual que los bosques terrestres, son cuna, guardería, despensa y refugio de una enorme biodiversidad. Estas praderas, además de asegurar la existencia de gran cantidad de peces, moluscos y otros invertebrados de gran valor comercial, suponen también el hogar predilecto de algunas especies protegidas, como por ejemplo las enormes nacras o Pinna nobilis, un extraordinario molusco de gran tamaño, protegido por la legislación nacional e internacional y que seguramente alguna vez hayáis observado.


Posidonia oceánica es el hábitat de muchas especies como la muy amenazada nacra (Pinna nobilis)
Foto: Kosta Ladas

Incluso las tortugas marinas frecuentan estos ambientes, alimentándose tanto de las hojas directamente,  como de otros organismos que viven entre o sobre ellas. Cabe destacar, además, la presencia de signátidos, entre los que se encuentran los caballitos de mar o los peces pipa, con algunas de sus especies protegidas nacional e internacionalmente y adaptados especialmente a vivir entre las hojas de esta planta, por lo que se la conoce también como “hierba del caballito de mar”.

Protección administrativa

Posidonia oceanica es, de las especies de fanerógamas marinas presentes en el litoral español, la que ostenta mayor grado de protección. Autóctona en aguas mediterráneas, sus praderas están consideradas como “hábitat natural prioritario” por la Directiva Hábitats, relativa a la conservación de los hábitats naturales y de la fauna y flora silvestres, principal herramienta para la conservación de la naturaleza de la Unión Europea. A su vez, el Reglamento de Pesca de la Unión Europea para el Mediterráneo, prohíbe expresamente la pesca de arrastre sobre praderas de fanerógamas marinas.

Espero que con este artículo hayamos aprendido un poco más sobre valor biológico de Posidonia oceanica, y de los tesoros que alberga, así como de los problemas de conservación que presenta. Ya no podemos dejar de verla con otros ojos cada vez que nos sumergimos en ella, y comenzar a valorarla como un bosque marino, tesoro de la biodiversidad. ¿Buceo aburrido en la pradera? Ya nunca más si nos dedicamos a buscar sus secretos escondidos.

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