Texto: Mónica Alonso Ruiz
Fotos: Autores indicados
Vídeos: Luis Abad
Vídeos: Luis Abad
Las dos especies de mantas que existen (Manta birrostris o gigante y M. Alfredi o de arrecife) suelen
frecuentar las estaciones de limpieza de los arrecifes. Estas “estaciones de
servicio” son partes del arrecife donde viven peces limpiadores, que
literalmente se ocupan de la limpieza de tiburones, rayas y peces óseos. ¿Cómo
lo hacen? Pues eliminando los parásitos, piel muerta, bacterias y mucosidad de
la piel y de las branquias de estos animales: incluso se internan en sus bocas
para realizar esa labor. Este proceso de limpieza es un ejemplo de simbiosis o mutualismo: lo que
significa que ambas partes (la manta y el pez limpiador) se benefician de la
interacción. La limpieza ayuda a mantener la salud de las mantas pues los peces
limpiadores eliminan los parásitos que viven en su piel y limpian la piel
dañada de sus heridas. A la vez, el pez limpiador se beneficia por la obtención
de alimento gratis.
Hay una gran variedad de peces
limpiadores: los más conocidos son los lábridos, pero también los mariposas,
las damiselas, los gobios y los peces ángel. Según estudios de Marine Megafauna
Foundation para evitar la competencia entre especies, los peces limpiadores se
especializan en diferentes zonas del cuerpo de la manta. Por ello los lábridos Labroides dimidatus y Labroides bicolor suelen limpiar el
interior de sus bocas y alrededor de las hendiduras branquiales, mientras que otro
lábrido, Thalasoma lunare se ha
especializado en eliminar los copépodos de la parte ventral de las mantas.
Labroides dimidatus CC Karelj |
Labroides bicolor CC Rainer Kreetberg |
Thalasoma luna CC Leonard Low |
Las mantas exhiben unos
comportamientos específicos cuando visitan las estaciones de limpieza. Según se
acercan, reducen su velocidad y cuando están en la zona de limpieza pueden
mantenerse apenas sin movimiento o nadar en forma de lazo (loop) por encima del
arrecife. Suelen tener la boca ligeramente abierta, con las hendiduras branquiales
abiertas y los apéndices cefálicos desplegados, facilitando la entrada de los
peces limpiadores. Estas posturas específicas indican el deseo de la manta de
ser limpiada. Las mantas hacen una serie de pasadas consecutivas por encima de
la estación de limpieza.
En este vídeo se ve la pasada que hace esta manta hembra
sobre nuestras cabezas para dirigirse al pináculo de
la estación de limpieza. Se puede observar su boca cerrada
y las aperturas branquiales cerradas: no estaba en disposición
de ser limpiada en esos momentos.
Vídeo: Luis Abad
Se ha observado que las mantas
pasan periodos relativamente largos en las estaciones de limpieza. Los estudios
de Marine Megafauna Foundation indican que una manta puede pasar al menos 2
horas en dichos lugares, habiendo visto ejemplares que pasan allí casi 8 horas.
Las mantas muestran lo que se denomina “fidelidad a cierta estación de
limpieza”, lo cual significa que un mismo ejemplar vuelve sistemáticamente al
lugar de limpieza preferido durante largos periodos de tiempo.
Debido a que son lugares fijos en
el arrecife, las estaciones de limpieza son lugares predecibles para el
encuentro con mantas por parte de científicos y buceadores, tanto con equipo
autónomo como con tubo y aletas. En estos lugares los buceadores deben seguir
un cierto código de conducta, que se diseña para evitar alteraciones en la conducta
natural de las mantas, sin interrumpir el proceso de limpieza. La idea es
mantenerse inmóvil en la parte baja del arrecife, sin nadar alrededor de las
mantas, y lo suficientemente alejados para no afectar a los peces limpiadores.
Recientemente he podido asistir a
un par de estaciones en Maldivas, ambas eran dos pináculos en un arrecife,
donde se situaban los limpiadores y las mantas (M. Alfredi) acudían grácilmente al encuentro de sus pequeños
cuidadores. El primer lugar, llamado Madi Gaa, se trataba de un pináculo en el
centro de un canal en el atolón de Rashdoo. Las condiciones eran ideales: sin
corriente, con buena visibilidad y un fondo de arena a unos 12-14 m de
profundidad. Acudieron 8 ejemplares, casi todos hembras y el espectáculo fue
inmejorable, con una inmersión de casi 70 minutos enteramente con los buzos situados
de rodillas en la arena.
Cortesía de Emperor Divers |
El segundo lugar, en Moofushi
Thila, se trataba también de un canal de un atolón, con un promontorio en una
curva del canal, donde estaban las mantas. La profundidad del fondo era mayor y
estaba recubierta de coral, por lo que la observación de las mantas se hacía
más complicada. Nos indicaron la prohibición de apoyarnos en el coral y
utilizamos nuestros ganchos de corriente para posicionarnos en el arrecife. La
visibilidad no era tan buena y lo que es peor, había varios barcos de buceo,
por lo que la zona estaba atestada de buceadores. Aún así pudimos disfrutar del
espectáculo de varias mantas enormes y alguna pequeña. Una de las mantas tenía
un enorme bocado de un tiburón en su aleta.
Cortesía de Emperor Divers |
Según Manta Trust, en Maldivas
las mantas tienen pocos depredadores y suelen mostrar ocasionalmente algún
bocado de algún tiburón tigre y un estudio de la población revela que solamente
el 10 % de los ejemplares mostraban marcas de depredación. En otros lugares
como en Mozambique la presencia mayor de tiburones grandes hace que las mantas
tengan más marcas de bocados que en Maldivas.
En la foto se aprecia el gran bocado de un tiburón que presenta esta manta Foto: Jordi Centell |
También se ha observado la
asombrosa capacidad de regeneración de las aletas que han sido mordidas. Sin
embargo, los mordiscos más graves que afectan al cuerpo de las mantas o a los
extremos de sus aletas, no permiten la regeneración de la parte cartilaginosa
de las mismas. Se ha observado también que las mantas afectadas por mordiscos
pasan más tiempo en estas estaciones de limpieza, posiblemente para ayudar en
su proceso de regeneración.
Foto: Luis Abad |
REFERENCIAS:
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