Este artículo se publicó en la Revista AcuSub num 187
Texto: Mónica Alonso Ruiz
Generalmente los fondos de arena a muchos buceadores les parecen aburridos puesto que aparentemente no albergan casi vida marina. Parecen tan solo grandes extensiones por las que pasar lo más deprisa posible hacia zonas más interesantes, como las zonas rocosas. Salvo que nos aparezca algún animal grande como un tiburón, y eso en nuestras costas es raro, no solemos encontrar nada de interés. Incluso las praderas de Posidonia oceanica o el azul nos parecen más llamativas en cuanto a la búsqueda de vida marina o paisaje que fotografiar. En este artículo vamos a intentar mostrar que en las zonas arenosas hay también organismos de interés para el buceador y que constituyen un ambiente ecológico tan valioso como las zonas rocosas, la pradera o el azul.
Según los científicos
existen distintos tipos de fondos litorales, entre los que se distinguen
los blandos o arenosos y los duros o
rocosos. Dentro de los blandos tenemos las zonas de praderas, y los fondos
fangosos o arenosos sin vegetación, que son los que vamos a tratar aquí.
Un fondo arenoso está
compuesto por partículas sueltas que pueden tener distintos tamaños, y estas se
pueden clasificar, de mayor a menor tamaño en, cascajo, arenas, gravas o
fangos. Estos materiales provienen de la acción del viento, la dinámica marina,
o la erosión de los materiales costeros. Su característica es que son
inestables, porque se mueven constantemente por el oleaje y por las corrientes
y por ello apenas crecen algas. También se les conoce como fondos móviles y
suelen tener la superficie ondulada.
Fondo arenoso en las costas murcianas
Foto: Juan Carlos Calvín
El hecho de que no haya
algas ni organismos arraigados al sustrato no quiere decir que no haya vida. Es
en este lugar donde viven los organismos que se entierran en la arena y los que
se desplazan por el fondo. Son los “moradores de la arena”. La fauna que
podemos encontrar es muy variada y con especies de diverso tamaño. Muchas
especies son filtradoras, y se alimentan de partículas orgánicas en suspensión,
como el plancton, mientras que otros se alimentan de las partículas que hay en
el sedimento. Los primeros son los denominados suspensívoros y los segundos son
los detritívoros.
Es muy frecuente ver
montículos de arena con un orificio central. Generalmente son bivalvos que
están enterrados en la arena y el orificio es por donde sacan sus sifones
inhalante y exhalante, por donde respiran, se alimentan y excretan. Es curioso
a veces ver que por esos sifones salen burbujas o expulsan arena.
Pasemos revista a
algunas de las especies que podemos encontrar fácilmente, aparte de los
bivalvos, de los cuales hay innumerables especies y que salvo que queden al
descubierto de la arena no es habitual verlos.
En este primer artículo
vamos a hablar de los invertebrados y en uno posterior hablaremos de los peces
que podemos encontrar en estas zonas. Os vais a sorprender de la gran cantidad
de especies que hay.
Cerianthus membranaceus
Se le llama comúnmente
anémona tubo mediterránea, aunque en realidad no es una anémona. Es un pólipo
solitario, que tiene un pie en forma de tubo membranoso que el animal construye
a lo largo de su vida a partir de una mucosa que va excretando. Del tubo salen
dos coronas de tentáculos no retraibles, unos más largos y exteriores, y otros más cortos que rodean la cavidad
central que hace a la vez de boca y de órgano excretor. Son animales
suspensívoros, que se alimentan de crustáceos muy pequeños, peces y larvas del
plancton.
Foto: José Calderón
Su coloración es muy
variada, desde negro, blanco, rosa, verde, marrón o con bandas de diferentes
colores en el mismo tentáculo. Dado que son muy llamativos, son frecuentemente
objeto de atención para los fotógrafos.
En esta fotografía de Cerianthus membranaceus se aprecia la variabilidad de sus colores y las dos coronas de tentáculos claramente diferenciados.
Fotos: José Calderón
Puede medir hasta 40 cm
de altura, aunque se han encontrado ejemplares de hasta 1 m de altura, por lo que es fácilmente visible en medio de
la arena cuando alcanza ese tamaño. Otras veces son muy pequeños, y con el tubo
poco desarrollado, dando la sensación de que los pólipos salen de un hueco en
la arena. Como todos los cnidarios (pólipos y medusas) tienen en sus tentáculos
células urticantes para atacar y defenderse, por lo que no es recomendable
tocarlos.
Alicia mirabilis
Continuando con los
pólipos, tenemos en estos fondos la suerte de poder encontrar la anémona Alicia mirabilis, llamada así por la
gran belleza de este animal.
Foto: Pilar Muñiz
Las “alicias
maravillosas” no son fáciles de ver de día, porque es por la noche cuando
despliegan tanto su esbelto pie lleno de verrugas como sus tentáculos
luminiscentes translúcidos o blanquecinos, de una belleza espectacular. De día
pasan desapercibidas porque el animal está retraído. Son tan sensibles a la luz
que incluso con la luz de los focos llegan a retraerse.
Foto: Pilar Muñiz
Viven en la arena, pero
también en fondos rocosos y en la pradera de Posidonia. Los juveniles, que
tienen un aspecto diferente, suelen vivir solo en la pradera de Posidonia.
Tienen cierta capacidad de movimiento, y al desplazarse los adultos se mueven a
zonas más expuestas, pero también de mayor paso de presas, como la arena o las
zonas rocosas. Miden unos 40 cm de longitud, y se alimentan de zooplancton o
peces que captura con los tentáculos. Como son cnidarios, sus tentáculos son
urticantes y su picadura dolorosa. En caso de amputación de alguno de sus
tentáculos tienen una importante capacidad de regenerarlos.
Foto: Pilar Muñiz
Se reproducen, como
muchos de los pólipos, por reproducción sexual. Existen individuos machos que
expulsan su esperma al medio, e individuos hembras, que liberan sus óvulos. Los
huevos fecundados eclosionan dando lugar a una larva, que se integra en el zooplancton
y se convierte en pólipo cuando se desarrolla y se deposita en el sustrato.
También es posible la reproducción asexual, por división del animal en dos
individuos clones idénticos que se desarrollan independientemente.
Gusanos tubícolas o espirógrafos
Otros animales que
salen de un tubo y tienen una especie de plumero son los gusanos tubícolas, a
los cuales también se les llama plumeros de mar o flores marinas. En realidad
el espirógrafo es una sola especie de los posibles gusanos tubícolas que nos
podemos encontrar, Spirographis
spallanzani, pero el nombre común se ha extendido para denominar a todos
los gusanos tubícolas.
Foto: Pilar Muñiz
De una manera muy burda,
para el que no los conozca bien, la mejor manera de diferenciarlos de los
ceriantos es saber que los espirógrafos son capaces de retraerse dentro del
tubo y los ceriantos no. De hecho, todos hemos pasado junto a un gusano
tubícola e inmediatamente se ha metido dentro del tubo. Si hemos querido hacer
una foto ha sido necesario esperar sin movernos hasta que el animal saque su
“plumero” de nuevo. Los hay de dos tipos, los serpúlidos, que al retraerse
tapan la entrada del tubo con un opérculo o tapa, y los sabélidos, que no
disponen de opérculo.
En realidad son
organismos muy diferentes a los pólipos, son gusanos que viven dentro de un
tubo que sobresale del sustrato y lo que sacan son sus tentáculos que también
funcionan como órganos respiratorios. El tubo es de consistencia apergaminada,
formado por mucus o barro y partículas pequeñas. Los tentáculos, similares a
plumas y de diversos colores, blancos, amarillos, marrones o violetas, pueden
formar una o varias espirales. Pueden ser solitarios o estar en grupos.
Se alimentan de materia
orgánica en suspensión y sus tentáculos no son urticantes. No solo podemos
encontrarlos en los sustratos arenosos, sino también en los rocosos. Como
curiosidad, decir que S. spallanzani
puede deshacerse de su penacho para regenerarlo en pocos días.
Estrellas de la arena
En general las
estrellas de mar se componen de un disco central del que parten 5 brazos (a
veces 7) y forman parte de los equinodermos, erizos, holoturias y estrellas de
mar, que presentan simetría pentarradial. Se desplazan mediante un sistema de
pies que son los extremos de un sistema hidráulico que pueden rellenar de agua
y mover a voluntad.
Las estrellas de mar
que más nos llaman la atención en los fondos rocosos son las de colores
llamativos, generalmente rojizos, como la estrella purpúrea Ophidiaster ophidianus, o la estrella
espinosa roja Echinaster sepositus.
Estas dos especies es frecuente encontrárnoslas en los fondos rocosos o en la
pradera de Posidonia.
Las estrellas que viven
en la arena suelen ser del mismo color de la misma para mimetizarse con el
fondo, y son más aplanadas que las que viven en otro tipo de sustratos, a la
vez que presentan espinas situadas en el plano del animal. Las especies más
comunes son: Astropecten bispinosus,
Astropecten spinilosus y Astropecten jonstoni entre otras.
Sin él la estrella se mimetiza con el
fondo.
Foto: Pilar Muñiz
Erizos irregulares
Todos tenemos en la
cabeza lo que es un erizo de mar, dado que los vemos continuamente en la
inmersión. Son animales con púas y con simetría pentarradial, dado que
pertenecen a los equinodermos, como las estrellas de mar y las holoturias. Los
erizos irregulares, son dentro de este grupo los más desconocidos, y quizá
nunca hayamos visto uno vivo. Lo normal es haber visto su esqueleto y no saber
qué nos hemos encontrado. Popularmente se les llama “dólar de arena”.
Para adaptarse a vivir
enterrados en la arena han aplanado mucho su esqueleto de placas calcáreas y
tienen simetría bilateral en lugar de la radial de los regulares, y por ello a
simple vista son más alargados.
Se alimentan de
detritos y partículas de materia orgánica que encuentran entre los granos de
arena. Las púas no suelen ser tan rígidas como las de los erizos regulares y
parecen pelos en lugar de púas, por lo que la posibilidad de pincharnos con
ellas es remota. Ello es debido a que como han desarrollado la estrategia de
defensa de enterrarse en la arena, no necesitan ya las púas rígidas.
En la imagen de la izquierda se aprecian las púas del erizo irregular. Las más largas sirven para producir una corriente d agua hacia la boca en la zona central. La imagen de la derecha es la del caparazón del erizo. Ambas fotos de su parte ventral.
Fuente: Destino la naturaleza
Holoturias
Las holoturias o
pepinos de mar son unos animales sorprendentes a los que no solemos prestar
atención. Son una especie de “pepinos” marrones alargados cubiertos de detritus
y una especie de baba. Pertenecen a los equinodermos, estrellas, erizos y
holoturias, aunque aparentemente no tienen la simetría pentarradial,
característica de este filo. En realidad en este caso como el cuerpo es alargado
la simetría se presenta respecto del eje longitudinal del animal. En un extremo
del animal se encuentra la boca, rodeada de tentáculos para ayudar a rebuscar
en la arena y capturar sus presas, y en el otro extremo el ano.
Su esqueleto se ha
reducido al máximo, siendo fundamentalmente tejido muscular dentro del cual se
encuentran unos osículos microscópicos que les proporcionan cierta rigidez. Se
mueven lentamente mediante el sistema hidráulico de pies ambulacrales como el
de los erizos y estrellas, aunque en el caso de las holoturias los utilizan
poco para moverse y más para fijarse al sustrato.
Hay muchas especies de
holoturias en todos los mares del mundo, algunas de gran longitud y colorido,
pero en el Mediterráneo las especies que encontramos suelen tener entre 20 y 30
cm y ser de color marrón.
En algunos lugares de
España las holoturias se comen, y se llaman comúnmente esparteñas. Lo que se
suele comer son sus gónadas u órganos sexuales, de gran tamaño. En China se
consideran un manjar y se come todo el animal,
y por ello se las está esquilmando.
Cangrejo real Calappa granulata
¿Habéis visto alguna
vez un cangrejo que cuando se asusta en vez de andar hacia atrás, se gira
continuamente no dejándonos ver bien cuál es su parte delantera y cuál la
trasera? Es la calappa o cangrejo real, un inquieto cangrejo de caparazón
globoso, de unos 8 cm de longitud y 11 cm de anchura.
Es un animal carnívoro,
que se alimenta de moluscos que viven en la arena, cuyas conchas consigue abrir
mediante unas modificaciones de sus potentes pinzas delanteras, que pueden
regenerar en caso de pérdida.
Como otros cangrejos,
es un crustáceo decápodo (con 10 patas) y pueden vivir en tierra siempre que
mantengan sus branquias húmedas. Sienten dolor cuando sufren una amputación y
recuerdan esta sensación, por lo que cuando son atacados por sus depredadores,
pulpos, rayas, etc, luchan hasta el final evitando la pérdida de sus patas, de
las cuales sí se deshacen si con la pérdida de la misma pueden escapar. Les
duele pero se salvan.
Otra forma de evitar la
pérdida de sus pinzas es la forma en que se acoplan tan bien a la forma de su
cuerpo que puede pegarlas y convertirse literalmente en una bola calcárea.
Fuente: El litoral de Granada
Cangrejos ermitaños
Sin duda los cangrejos
que más llaman la atención al buceador son los cangrejos ermitaños, los cuales
usan conchas de gasterópodos (caracoles) para cubrir su abdomen blando no
protegido por ningún exoesqueleto, a diferencia de otros cangrejos decápodos.
La parte del animal, la que sale de la concha sí tiene exoesqueleto y por ello
no necesita de la protección de la concha. Las patas traseras, muy atrofiadas
apenas les sirven para el agarre de la concha por su interior.
Foto: Pilar Muñiz
Según van creciendo
necesitan una concha más grande, que buscan por el fondo. Hemos podido observar
en alguna ocasión una pelea entre dos ermitaños por la concha del otro, más
confortable o más grande.
Algunos de ellos
colocan anémonas encima de sus conchas, para disuadir a los depredadores, por
sus tentáculos urticantes.
Bueno, ¿qué os ha
parecido la arena? ¿Aburrida? Creo que no. Maravillosos pólipos y gusanos de
plumero espectacular, erizos extraños, cangrejos y holoturias. Un paraíso para
los buscadores de fauna submarina. Y eso
que aún no os he mostrado los peces que se pueden encontrar allí. Eso en el
siguiente artículo, y así seguís disfrutando de la arena otra vez.
Referencias:
Tipos de fondos submarinos: https://www.aquariumcostadealmeria.com/fondos-marinos/tipos-de-fondos-marinos/
Fondos Marinos de Murcia Juan Carlos Calvín ISBN
84-930442-3-7 2003
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