Este artículo se publicó en la Revista Acusub número 191
Texto: Mónica Alonso Ruiz
Nuestro estilo
de vida actual ajetreado, con más y más exigencias, tanto laborales como del
día a día, conduce a que casi todas las personas estemos expuestas a sufrir
estrés alguna vez durante períodos más o menos largos. Algunos de nosotros
vivimos incluso en un estado de estrés permanente. Llevamos como podemos este
tipo de vida, y nos damos cuenta de que la forma de sobrellevarlo es diferente
en cada uno de nosotros: algunos solventan estas situaciones de manera
sencilla, pero muchos de nosotros sufrimos de vez en cuando situaciones
angustiosas.
El estrés se
puede definir como el estado de cansancio mental provocado por la exigencia de
un rendimiento muy superior al normal, que suele provocar trastornos físicos y
mentales. En biología es el conjunto de alteraciones que se producen en el
organismo como respuesta física ante determinados estímulos repetidos, como el
frío, el miedo, la alegría, etc. La ansiedad, palabra que proviene del latín
“anxietas”, y que expresa la emoción que sentimos de angustia o aflicción,
representando la respuesta de anticipación involuntaria del organismo frente a
estímulos percibidos por el individuo como amenazantes o peligrosos. En
resumen, representa el estado de alerta que advierte de un peligro
inminente. Cuando el estímulo no es
externo y son nuestros pensamientos los que anticipan nuestras reacciones,
incluso sin producirse ningún estímulo exterior se produce un desajuste entre
el estímulo que demanda una acción por nuestra parte y la percepción de la
capacidad propia para hacer frente a esa situación. La angustia gobierna
nuestros actos y anticipamos los problemas incluso cuando no los hay.
Sin duda la
práctica de deporte es una forma de mejorar nuestra respuesta ante el estrés, y
podemos pensar que la práctica del buceo, como actividad muy satisfactoria y
placentera, pueda ayudarnos en este aspecto. Pero hay que tener cuidado, porque
requiere de unas capacidades físicas y mentales que nos permitan resolver
cualquier contingencia en un medio que no es el nuestro, y en algunos casos
puede ser incluso fuente de ansiedad. Es verdad que irnos un fin de semana de
buceo o a un viaje de buceo tras una temporada de agobiante trabajo, puede
ayudarnos a desconectar y a afrontar mejor las semanas siguientes llenas de nuevos
retos. Y sin embargo, si nuestro caso es el de ansiedad patológica, esté o no
diagnosticada, podemos encontrarnos con que un placentero buceo se convierte en
una pesadilla porque nuestro consumo es más elevado de lo normal, porque no nos
encontramos cómodos, o mucho peor, porque reaccionamos de manera descontrolada
a la menor eventualidad poniendo en peligro nuestra vida y la de los que nos
acompañan.
Bucear puede ser una gran fuente de sosiego y de experiencias
positivas
Foto: Luis Abad
En el caso del
estrés cotidiano, tanto en nuestro trabajo como en nuestra vida, nuestra
respuesta puede ser positiva, lo que puede traducirse en una mayor intensidad en nuestras tareas, y en
resolver los problemas con creatividad y con éxito. Esto significa que una
pequeña tensión normalmente ayuda a realizar las tareas (y evita que nos
aplatanemos, o seamos descuidados). Por otro lado, cuando el individuo
reacciona incorrectamente o de manera desproporcionada ante los estímulos
exteriores, o incluso a la ausencia de ellos, se desencadena un proceso de
deterioro del funcionamiento psicosocial y fisiológico. Es cuando nos sentimos
que estamos de los nervios y sobreactuamos o actuamos de manera brusca al menor
estímulo o contratiempo.
La vida cotidiana está llena de problemas, a veces
insoportables, que nos afectan en algunos casos de manera patológica.
Fuente: rawpixel.com
Si la situación
de ansiedad, o mala respuesta por nuestra parte al estrés, es continua durante
meses, los médicos hablan de más de seis, o cuando sus consecuencias son
inhabilitantes para nuestra vida diaria, se habla ya de patología.
Los trastornos
de ansiedad son mucho más frecuentes de lo que habitualmente creemos, puesto
que en realidad nuestra sociedad está bastante enferma por causa de nuestro
modo de vida. Se calcula que más de un 20 % de las personas sufrirá una crisis
de ansiedad a lo largo de su vida, y en nuestro país los casos de ansiedad han
aumentado en los últimos años paralelamente a los casos de depresión, con la
que la ansiedad está muy relacionada. Es la enfermedad psiquiátrica más
frecuente, alcanzándose porcentajes superiores al 5 % entre la población adulta,
siendo las mujeres las más propensas a padecerla. El perfil de personalidad más
sensible a esta enfermedad es el de una persona muy perfeccionista y muy
responsable por lo que algunos de nosotros somos más propensos a sufrirla.
Entonces, ¿cómo
saber si padecemos este mal? Lo primero es conocer sus síntomas, tanto mentales
como físicos: la ansiedad duele. Si manifiestas varios de estos síntomas de
forma habitual: palpitaciones, sensación de ahogo, respiración poco profunda y
rápida, náuseas, tensión muscular, calambres, cansancio crónico, inquietud,
hiperactividad, problemas de sueño, angustia, impaciencia, irritación, etc, debes
preocuparte y acudir a un profesional. El problema muchas veces es que
interiorizamos estos síntomas como algo habitual, no dándoles la debida
importancia. Un profesional nos podrá decir si, efectivamente se deben a esta
patología o a otros factores, o si están combinados con síntomas depresivos, lo
cual es muy frecuente. Es habitual también que cuando comienzas a conocer la enfermedad
empieces a darte cuenta de más síntomas de la misma y que no asociabas con ella
antes de ser diagnosticada.
Desgraciadamente
hay muchas personas que no son conscientes de lo que les ocurre y no consultan
a un especialista, y por tanto no reciben tratamiento. El enfermo se convierte
en una persona tan preocupada y angustiada por los problemas, reales o no, que
no escucha en su interior, y no es capaz de darse cuenta del sufrimiento. Y es
de destacar que el primer paso del tratamiento es aceptar que uno tiene esta
enfermedad, seguido de una voluntad de liberarse de ella y por lo tanto empezar
a mejorar.
Ser conscientes de que sufrimos ansiedad es el primer paso
para superarla. Y tendremos una visión más clara de la vida, lo que nos
permitirá disfrutar más de ella.
Foto: Luis Abad
Otro factor que
no ayuda a que la población afectada sea consciente y decida tratarse es la
percepción del paciente de que la ansiedad no está considerada socialmente como
una enfermedad propiamente dicha. Esto es muy grave puesto que si esta dolencia
no se trata, puede desembocar, si la
situación es muy prolongada, en patologías serias, causadas fundamentalmente
por el incremento de generación de determinadas hormonas. Uno de los efectos
más significativos es la debilitación del sistema inmunológico, lo que origina
continuos resfriados, gripes, alergias, etc. Además, entre otras consecuencias,
se pueden producir trastornos cardíacos y circulatorios, que pueden desembocar
en anginas de pecho y ataques al corazón. Por lo tanto, es preciso destacar que
puede llegar a ser grave, con consecuencias serias para la salud a largo plazo.
La buena noticia
es que esta enfermedad tiene tratamiento y se pueden reducir los síntomas
muchísimo, permitiéndonos volver a afrontar los problemas de la vida con otra
perspectiva menos perjudicial. Requiere tratamiento psicológico y psiquiátrico
durante un largo período de tiempo, combinando psicoterapia y medicación cuando
es necesaria. Como medicamentos los psiquiatras utilizan combinaciones de ansiolíticos y
antidepresivos, que permiten, en primer lugar, controlar los niveles anormales
de sustancias en el cuerpo, ayudándonos a mitigar los efectos negativos de la
enfermedad, y en segundo lugar apoyar al necesario trabajo psicológico. La
psicoterapia suele incluir procesos de autoanálisis, técnicas de relajación y
control de la respiración, permitiéndonos modificar las capacidades de
afrontamiento de la realidad. Otras técnicas, como el yoga, pueden contribuir a
que nos sintamos más tranquilos y relajados, ayudando en gran medida a la
recuperación. Por propia experiencia os puedo asegurar que funciona y permite
afrontar la vida de una manera mentalmente más sana.
El tratamiento de la ansiedad conduce a tener un
planteamiento vital más adecuado para resolver los problemas cotidianos.
Fuente: rawpixel.com
Una vez que ya
tenemos controlada la enfermedad podemos volver a tener una vida normal. Es
llamativo que cuando llevamos mucho tiempo sufriendo sus síntomas, “llevar una
vida normal” a muchos de nosotros nos ha parecido algo maravilloso, y nos ha
permitido disfrutar mucho más del día a día y de todo lo que hacemos, incluido
el buceo.
El buceo es un
deporte de alto contenido en emociones y disfrute, y vamos a ser más
conscientes de ello si nuestro estado antes de practicarlo es bueno. Incluso
puede parecer compatible y beneficioso para contribuir a nuestra mejoría,
cuando estamos en proceso de recuperación, cuando se trata de un buceo tranquilo
y sin dificultad. En cualquier caso, no debemos olvidar que para practicarlo
con seguridad se necesita de una cierta pericia y autocontrol, que no tenemos
si sufrimos altos niveles de ansiedad. Recordemos que incluso para una persona
sana, bajo ciertas condiciones del mar o personales, el buceo puede ser fuente
de estrés.
El buceo en algunas ocasiones se compone de situaciones más
o menos difíciles para las que debemos estar en buenas condiciones físicas y
mentales
Foto: Luis Abad
La pregunta es,
¿se puede o no se puede bucear con síntomas de ansiedad? La respuesta es muy
diferente en cada caso y en muchos de ellos uno mismo no tiene la capacidad
para juzgarlo. Lo sensato es no bucear cuando uno tiene síntomas, pero cuando
éstos son leves y no requieren de ayuda médica es posible la práctica de este
deporte siempre que se acompañe con ejercicios de relajación previos y que los
síntomas no se presenten durante las horas anteriores a la inmersión, previa
indicación de que podemos practicarlo por parte de nuestro psicólogo o
psiquiatra.
Fuente: rawpixel.com
Incluso en el
caso que comentábamos de unas vacaciones de buceo tras un período intenso de
trabajo, debemos tratar de relajarnos al máximo antes de comenzar las
inmersiones, bajar de revoluciones, meditar, practicar ejercicios de yoga, o lo
que sepamos hacer para evitar así pasar un mal rato por una mala gestión de las
emociones bajo el agua. Recordemos que tener una mala experiencia de buceo
siempre es difícil de superar, y nos puede llevar a arruinar nuestras
vacaciones de buceo al no poder disfrutarlas a tope.
En el caso de
ansiedad grave y especialmente cuando el enfermo no es consciente de su
enfermedad y no recibe tratamiento, se pueden ocasionar situaciones muy
peligrosas debajo del agua por lo que se considera una contraindicación
absoluta para la práctica del buceo. No debemos llegar nunca tan lejos. Por
ello es tan importante cambiar la percepción que tiene la sociedad de esta
dolencia, y reconocer que pedir ayuda cuando nos sentimos mal puede evitar
situaciones de grave peligro. Los buceadores debemos ser conscientes de nuestro
estado físico y mental y evitar bucear si no estamos en buenas condiciones.
Tener la mente despejada cuando vamos a bucear es
fundamental para no cometer errores.
Foto: Luis Abad
Tratar esta
enfermedad es largo y nos puede ocurrir que queramos bucear durante el
tratamiento. En ese caso tenemos que tener en cuenta que cualquier medicación
que actúe sobre el sistema nervioso, como es el caso de antidepresivos o
tranquilizantes, es capaz de interferir y alterar el metabolismo del organismo,
así como posiblemente influir o potenciar negativamente los efectos del
nitrógeno sobre el cuerpo. Y la decisión no la debemos tomar nosotros: debe ser
el psiquiatra, valorando la medicación que recibe el enfermo en las fases
finales del tratamiento, el que decide si permite la práctica de esta
actividad.
Este artículo no
pretende ser un manual médico ni psicológico sino una mera reflexión personal
sobre el tema, teniendo en cuenta mi experiencia diaria en la lucha contra la
ansiedad, y lo aprendido gracias al
apoyo de los profesionales que me han tratado esta dolencia tan
frecuente.
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