Texto: Mónica Alonso Ruiz
Este artículo se publicó en la Revista Escápate en dos partes en los números 19 y 20.
http://www.cluboceanides.org/escapate
En muchas ocasiones cuando nos sumergimos en el mar no llegamos a apreciar bien el escenario que contemplamos, por su riqueza biológica, o por el valor ecológico del hábitat que estamos visitando. Es el caso de las praderas de fanerógamas marinas, hábitats ricos en biodiversidad y mucho más valiosos para nuestro planeta de lo que imaginamos. Una de ellas, la más conocida, es Posidonia oceánica, cuyo nombre asociamos al dios Poseidón, el dios de los mares y de cuya riqueza biológica si duda algunos habréis oído hablar…o no.
Este artículo se publicó en la Revista Escápate en dos partes en los números 19 y 20.
http://www.cluboceanides.org/escapate
En muchas ocasiones cuando nos sumergimos en el mar no llegamos a apreciar bien el escenario que contemplamos, por su riqueza biológica, o por el valor ecológico del hábitat que estamos visitando. Es el caso de las praderas de fanerógamas marinas, hábitats ricos en biodiversidad y mucho más valiosos para nuestro planeta de lo que imaginamos. Una de ellas, la más conocida, es Posidonia oceánica, cuyo nombre asociamos al dios Poseidón, el dios de los mares y de cuya riqueza biológica si duda algunos habréis oído hablar…o no.
Esquema de un haz de una
fanerógama
Fuente: Sebadales de Canarias. Fernando Espino.
Fernando Tuya. Iván Blanch. Ricardo j. |
La característica común de todas
estas “superplantas” es la uniformidad en su aspecto: son plantas “clonales”,
una forma de reproducción se produce a base de ir generando más y más haces de
hojas, y que tienen hojas planas y acintadas y con un sistema de rizomas y
raíces muy bien desarrollado. Necesitan luz para desarrollar la fotosíntesis,
viven cerca de la superficie, en zonas relativamente someras, no superando en
general los 40 metros de profundidad.
Las fanerógamas marinas en nuestros mares
En la región mediterránea,
podemos encontrar cinco especies de fanerógamas marinas: la primera y más
importante, Posidonia oceánica,
endémica de nuestro Mare Nostrum, y que representa el hábitat de lo que los
biólogos han denominado “conunidad climax” del Mediterráneo, pues representa el
máximo nivel de desarrollo y complejidad que un ecosistema puede alcanzar.
También podemos encontrar Cymodocea
nodosa (también denominada sebadal), Zostera
noltii, Zostera marina y
recientemente Halophila stipulacea,
especie invasora introducida por el Canal de Suez.
La pradera de Zostera marina
Fuente: Christopher Bostrom
|
Aunque su aspecto externo es,
como ya hemos indicado, poco diferente de unas especies a otras, las praderas
de las diversas especies difieren considerablemente entre sí en biomasa y
producción, destacando entre todas ellas nuestra Posidonia oceánica, estrella de las praderas, por su gran
producción biológica. Una vez más nos encontramos bajo el mar un tesoro que no
somos a priori capaces de valorar, y que muchos de nosotros muchas veces
incluso despreciamos cuando buceamos en él porque es una zona “aburrida” o porque
nos mareamos con el movimiento de sus hojas cuando hay mar de fondo. Y no
digamos ya cuando posamos nuestras aletas en la espesura de sus hojas: resulta
que estamos afectando posiblemente de manera grave a un ecosistema muy
valioso….y nosotros sin darnos cuenta.
Curiosidades
Y es que estas praderas tan
valiosas presentan muchas facetas curiosas. Una de ellas es su sistema
reproductivo que es doble. El principal mecanismo de expansión de las
fanerógamas marinas en el crecimiento clónico, a través del cual los haces de
hojas acintados van “clonándose” y ocupando el sustrato arenoso. Esto le
permite a la planta ocupar nuevos espacios y extender las praderas. La tasa de
crecimiento de este tipo de reproducción no sexual varía de unas especies a otras, desde pocos
centímetros por año en las especies más
lentas, hasta más de 5 metros por año en las más rápidas. Y curiosamente las de
mayor tasa de crecimiento suelen ser las de plantas más pequeñas. Las especies
más rápidas, como C. nodosa pueden
formar una pradera en un año, mientras que P.
oceanica puede tardar cientos de años.
El segundo mecanismo reproductivo
es el habitual en las plantas superiores: generación de flores y frutos. Es la reproducción
sexual de las flores que nos enseñaron en el colegio, y que es una característica
común con el resto de las plantas. P.
oceánica florece fundamentalmente en otoño en y C. nodosa en marzo y junio, aunque no lo hacen todos los años (por
eso es muy raro que alguno de nosotros haya visto las praderas en flor). Las
semillas se esparcen de enero a marzo, pero la producción de semillas y la
supervivencia de las plántulas es escasa, por lo que el futuro de las praderas se
asienta fundamentalmente por reproducción asexual.
Aceituna de mar es el
nombre que se le da comúnmente en algunos lugares al fruto de la pradera de
Posidonia.
Fuente: www.regmurcia.com
Las principales condiciones naturales que deben darse en un determinado lugar para la presencia de fanerógamas marinas son:
- Una salinidad apropiada, en la mayoría de las especies entre 30 y 37 gramos por litro, pero que para algunas especies pueden resistir modificaciones de la salinidad de hasta 10 gramos por litro en estuarios de los ríos o hasta 45 gramos por litro en lagunas costeras someras y de alta evaporación.
- Radiación lumínica adecuada para realizar la fotosíntesis
- Calidad del sustrato importante, en cuanto a la cantidad de nutrientes disponible, tamaño de los granos de arena y a la capacidad de anclaje de las plantas
- Calidad de la columna de agua, en cuanto a que la turbidez es un efecto muy negativo que limita la cantidad de luz que entra, y por tanto la función clorofílica, como en la concentración de nutrientes y materia orgánica disuelta
- La intensidad de la dinámica marina (el oleaje y las corrientes) puede limitar el establecimiento de estas platas marinas, cuando la inestabilidad del sustrato no permite en enraizamiento de las plantas
- Exigen unas condiciones naturales apropiadas, pero a cambio proporcionan muchos beneficios al ecosistema, además de lo que ya hemos hablado de la producción de oxígeno y ser oasis de vida marina. Un ejemplo es que la estructura tridimensional de los rizomas de la planta (el sistema de tallos subterráneo con varias yemas que crecen de forma horizontal emitiendo raíces y brotes herbáceos) tiende a crear un armado natural del suelo arenoso que lo fija y lo protege frente a la erosión de los temporales, y que con el paso del tiempo puede cementar y formar arrecifes.
Los sebadales
La pradera de Cymodocea nodosa, también llamada sebadal, está cubierta de una
hierba de hasta 60 cm de altura, y se encuentra en sustratos pedregosos,
arenosos o fangosos, desde las zonas intermareales, hasta los 30 m de
profundidad. Es la pradera por excelencia en Canarias, que muchos grupos
conservacionistas están intentando proteger frente a la construcción de algunos
puertos previstos o en construcción en zonas de sebadal.
El nombre científico de esta
planta también deriva del griego, como “Posidonia”, pero esta vez el nivel en
la escala mitológica es menor: Cimódoce era una de las ninfas del mar en la mitología
griega. El apellido nodosa hace alusión a los nudos de sus rizomas. Esta
profusión de nombres referentes a la mitología griega relativos al mar, quizá
nos da la pista de que estas plantas han sido consideradas, ya desde su
“bautizo” por los científicos, como algo “divino”.
Las plantas de C. nodosa muestran una gran variación
estructural a lo largo del año: en general entre los meses de primavera y
verano muestran una mayor vitalidad, alcanzando los valores medios más altos en
longitud y anchura de las hojas, así como en el volumen de biomasa del hábitat
que generan. Por el contrario, en los meses de otoño e invierno, toda esta
ebullición veraniega se atenúa grandemente.
Actividades humanas que
afectan a la pradera de seba
Fuente: Sebadales de
Canarias. Fernando Espino. Fernando Tuya. Iván Blanch. Ricardo j. Haroun
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Posidonia oceánica: la reina
de las praderas y la abuela de los mares
Es posible que algunos de
vosotros no hayáis oído nunca antes hablar de los sebadales, pero seguro que sí
habéis oído hablar mucho de las praderas de Posidonia
oceánica. Y seguro que habéis observado esos espesos bosques de hojas
acintadas meciéndose bajo el efecto del mar de fondo. Pues bien, esta planta
tan famosa lo es por múltiples razones. La primera es que es una especie
endémica (no se pude encontrar en ningún otro lugar) del Mediterráneo, y cubre
aproximadamente el 60 % del fondo marino hasta los 40 m de profundidad.
Se trata de uno de los
ecosistemas más productivos de la biosfera, que incluye desde comunidades de
microalgas asociadas, invertebrados, peces y hasta bacterias que contribuyen de
forma decisiva a la producción biológica.
La pradera de Posidonia
Fuente: www.regmurcia.com |
Sin embargo toda esta “potencia
productiva” tiene una gran fragilidad, por ser especialmente sensible a
determinadas acciones humanas. En primer lugar, es un organismo de longevidad
milenaria, que forma praderas extensas con edades entre 2000 y 5000 años de antigüedad,
dado que los tallos individuales pueden vivir más de 50 años. ¿Sorprendidos? Resulta
que buceamos en un bosque milenario,
quizá lleno de misterios y
leyendas…. Y Posidonia oceánica es
posiblemente el organismo marino más longevo del planeta.
Pero claro, esta “abuela de los
mares” necesita para vivir tanto luz como aguas transparentes, dado que, a
diferencia de las algas, las angiospermas marinas tienen órganos no
fotosintéticos cuyo metabolismo depende del de las hojas. Esto se traduce que
cualquier alteración persistente de la cantidad de luz que recibe puede
significar cambios drásticos en su crecimiento, e incluso provocar su muerte.
Tampoco soporta erosiones
persistentes: si le falta el sustrato arenoso, porque este se haya erosionado,
los rizomas y las raíces quedan expuestas, con lo que las corrientes tienden a
arrancar la planta, los organismos incrustantes los colonizan rápidamente y la
planta acaba muriendo en esa zona.
Hemos citado antes de que P. oceánica es la especie posiblemente
de más lento crecimiento de todas, con aproximadamente 5 cm al año de
crecimiento horizontal, y 1 cm al año de crecimiento vertical de sus hojas. Si
crece muy poco, también se reproduce muy poco, su reproducción sexual tiene muy
poca eficiencia, dado que no florece todos los años, y las plántulas, los
pequeños haces de hojas que salen de su fruto,
es muy raro que arraiguen en el sustrato.
Aunque es una planta muy
resistente, y puede soportar sin problemas agresiones importantes durante
meses, al ser capaz de generar un gran almacenamiento interno de recursos, es
evidente que por resistente que sea la agresión humana siempre es mucho más
persistente, y cuando una planta recibe una agresión continua durante años, su
crecimiento se verá afectado significativamente. Pensemos en los fondeos de las
embarcaciones recreativas, que una y otra vez maltratan a estas plantas con sus
anclas. Por ello es tan importante situar fondeos fijos, a los que las
embarcaciones puedan amarrarse, para evitar la caída y arrastre de las anclas
por la pradera. En Baleares, un aparente paraíso para estas praderas, por la
claridad de sus aguas, los colectivos conservacionistas trabajan junto con la
administración en el establecimiento de limitaciones al fondeo de embarcaciones
recreativas.
Como vemos, esta planta lo tiene
todo para ser la víctima de la agresión humana: gran longevidad y baja tasa de
crecimiento, baja tasa de reproducción, sensibilidad a los cambios de
salinidad, a la erosión y a la agresión permanente…por ello en los últimos
tiempos es objeto de una gran protección por parte de las administraciones
públicas, al menos sobre el papel.
Pelotas de mar.
Es
frecuente encontrar en las playas
restos de las hojas de Posidonia oceánica
Fuente: www.regmurcia.com
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Los habitantes de las praderas
una nacra (Pinna nobilis) en la pradera de
Posidonia
Fuente: Kosta Ladas
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Son miles de especies marinas las que, directa o indirectamente, se benefician de estos auténticos “bosques sumergidos”, que, al igual que los bosques terrestres, son cuna, guardería, despensa y refugio de una enorme biodiversidad. Estas praderas, además de asegurar la existencia de gran cantidad de peces, moluscos y otros invertebrados de gran valor comercial, suponen también el hogar predilecto de algunas especies protegidas, como por ejemplo las enormes nacras o Pinna nobilis, un extraordinario molusco de gran tamaño, protegido por la legislación nacional e internacional y que seguramente alguna vez hayáis observado.
Entre las hojas de C. nodosa y Zostera spp. también se pueden llegar a concentrar varios cientos de especies diferentes, entre moluscos, crustáceos, cnidarios, peces, equinodermos, ascidias, algas, etc.; C. nodosa tiene gran capacidad para formar ecosistemas mixtos, ya sea con otras fanerógamas, o con algas, por lo que puede acoger un amplio rango de especies con distintas preferencias. Incluso las tortugas marinas frecuentan estos ambientes, alimentándose tanto de las hojas de las fanerógamas directamente, así como de otros organismos que viven entre o sobre sus hojas. Cabe destacar, además, la presencia de signátidos, entre los que se encuentran los caballitos de mar o los peces pipa, con algunas de sus especies protegidas nacional e internacionalmente y adaptados especialmente a vivir entre las hojas de esta planta, por lo que se la conoce también como “hierba del caballito de mar”. Así que la próxima vez que el guía de buceo nos lleve por la pradera, dediquémonos a buscar sus tesoros en lugar de quejarnos de que es un buceo aburrido.
Protección administrativa
Posidonia oceanica es, de las especies de fanerógamas marinas
presentes en el litoral español, la que ostenta mayor grado de protección.
Autóctona en aguas mediterráneas, sus praderas están consideradas como “hábitat
natural prioritario” por la Directiva 92/43/CEE, de 21 de mayo de 1992,
relativa a la conservación de los hábitats naturales y de la fauna y flora
silvestres (Directiva Hábitats), principal herramienta para la conservación de
la naturaleza de la Unión Europea. El Reglamento de Pesca de la Unión Europea
para el Mediterráneo (Reglamento CE núm. 1626/94), prohíbe expresamente la
pesca de arrastre sobre praderas de fanerógamas marinas. Las praderas formadas
por las otras fanerógamas marinas también presentes en el Mediterráneo, Z. marina, Z. noltii y C. nodosa, aún no
han alcanzado tan alto grado de consideración
Ahora que hemos aprendido un poco más del valor biológico de las
praderas marinas, y de los tesoros que albergan, así como de los problemas de
conservación que presentan, ya no podemos dejar de verlas con otros ojos cada
vez que nos sumergimos en ellas, y comenzar a valorarlas como los bosques
marinos, tesoro de la biodiversidad.
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