lunes, 9 de febrero de 2015

Muck diving: a la búsqueda de las criaturas extrañas del fondo marino

Texto: Mónica Alonso Ruiz. Este artículo se publicó en la Revista Acusub, en el número 141 

¿Has buceado alguna vez por zonas arenosas o fangosas que a primera vista no parecen interesantes, y que cuando te has parado a mirar, has encontrado numerosas y fascinantes criaturas?. Si te llama la atención, acabas de conocer el “muck diving”. Si eres de los que te gusta el macro y los animalitos extraños, tienes que probarlo.

El nombre de “muck diving” o “buceo en el fango” se refiere a las inmersiones que se realizan en determinadas zonas del mundo sobre el sustrato fangoso, en general oscuro, de zonas de poca profundidad. Además de sedimento fangoso, el sustrato puede consistir en esqueletos de corales muertos (también denominado “cascajo”), materiales de pesca abandonados (redes y cabos), neumáticos y basura, y en general las condiciones de visibilidad son malas.

Tras esta descripción, no parece muy interesante, ¿no?. Pues en realidad es un tipo de buceo que todo aquel que lo prueba lo suele amar apasionadamente….o no lo vuelve a practicar nunca más. Y es que algunos que lo hemos probado, no paramos de pensar en buscar nuevos lugares para practicarlo.


Los desechos de los humanos se convierten en el lugar de refugio de los animales marinos. En la imagen un pez puercoespín. (Captura de pantalla Mucky Secrets, by Nick Hope)

Buceo en el fango

El término “muck diving” lo usó por primera vez Bob Halstead en los años 80, cuando un grupo de buceadores decidieron “arriesgarse” a cambiar el estilo de inmersiones y bucear en la playa de Dinah, en Milen Bay, Papúa Nueva Guinea.  La sorpresa de lo que se encontraron fue tal que se continuaron haciendo este tipo de inmersiones y se iniciaron investigaciones de biología marina en estas zonas. Desde entonces se trata de analizar el tipo de vida de algunos organismos en unas condiciones de vida en principio extrañas o poco conocidas para la existencia de tan alta biodiversidad.


Es preciso asomarse a cualquier “artefacto” del fondo, pues podemos encontrarnos una sorpresa en forma de animal marino fascinante. (Captura de pantalla Mucky Secrets, by Nick Hope)

La primera vez que me sumergí para practicar una inmersión de este tipo fue en el Estrecho de Lembeh, en Sulawesi, Indonesia. Te tiras al agua oscura, y lo primero que piensas es: “¿se habrán equivocado de lugar los guías?”, pues no ves más que lodo y basura, e incluso hay corriente……. Luego te posas en el fondo, enfocas con tu linterna….y ves cosas impresionantes, con unos colores….. Suelen ser zonas llanas en las que hay pequeñas islitas con objetos (naturales o trozos de barcos, neumáticos, redes, cabos), donde especies de animales marinos han colonizado el espacio y lo han convertido en su hogar.

Si te gusta fotografiar criaturas raras, pronto olvidas tu primera impresión y te lanzas sin parar a explorar toda la zona. Se te pasa el tiempo volando, y como no suelen ser lugares profundos, el aire te dura mucho y las inmersiones son largas….una experiencia maravillosa. 


Paisaje típico del “fango”, con islitas de vida en medio de la nada. (Captura de pantalla Mucky Secrets, by Nick Hope)

Los animales que habitan estos lugares, con difíciles condiciones (falta de luz, aguas poco oxigenadas, y pocos elementos fuera del sustrato para esconderse), generalmente han evolucionado a través de técnicas de camuflaje o hacia estrategias defensivas, bien mediante veneno, o bien con coloraciones que desanimen a los depredadores a atacarles. El sustrato de “lodo” suele ser el hábitat de organismos juveniles, exóticos e inusuales que hacen del fango y del detritus su casa.


Un simple vistazo al paisaje puede darnos una idea equivocada de que no vamos a encontrarnos vida en la zona. (Captura de pantalla Mucky Secrets, by Nick Hope)

También es el lugar de guardería de individuos juveniles, que aprovechan las difíciles condiciones de visibilidad para camuflarse. La presencia de “basura humana” en forma de objetos diversos ofrece grandes oportunidades de refugio para los animales que habitan allí.


El fotógrafo subacuático puede disfrutar de la fotografía macro, capturando imágenes de extraños animalitos, como este pez rana peludo Antennarius striatus. (Captura de pantalla Mucky Secrets, by Nick Hope)

Sin embargo no debemos confundir “muck diving” con “fotografía con macro”. Puedes hacer fotos macro de organismos pequeños en zonas bien iluminadas y aireadas, y no practicar “muck diving”.  Para esto necesitas de malas condiciones de visibilidad y aireación del agua, es decir, condiciones especiales y difíciles para la vida marina, que hayan obligado a los organismos que viven en esa zona a adaptarse al medio hostil.


Muchas veces vemos grupos de buceadores fotografiando ¿quién sabe qué? (Captura de pantalla Mucky Secrets, by Nick Hope)

Las criaturas

Vamos ahora a describir algunas de las extrañas criaturas que puedes encontrar, con sus particularidades de vida y comportamiento.

En medio del fondo fangoso, numerosas islas de vida, formadas por anémonas de todos los colores son el refugio de peces-payaso de todas clases. Se trata de una aparente relación de mutualismo, en la que los peces se protegen de los depredadores dentro de los urticantes tentáculos de las anémonas. Se cree que la anémona recibe la posibilidad de capturar entre sus tentáculos a peces más grandes que se acercan a intentar capturar a los payasos. También se cree que se beneficia de una mayor oxigenación de sus tentáculos, por el movimiento del pez, que la limpia de parásitos. En las anémonas pueden vivir también gambas comensales, que no aportan nada a la anémona y se benefician de su seguridad. Tanto las gambas, como los peces-payaso, son inmunes a su veneno. Esto, en realidad, lo podemos encontrar en cualquier arrecife de coral que visitemos, pero lo curioso de estas zonas es el aislamiento de las anémonas en medio del páramo aparentemente sin vida.

Gambita comensal Periclimenes tosaenis en anémona. Dumaguete. Filipinas. (Luis Abad)

Lo habitual es que se puedan encontrar gambas por todos los rincones a los que nos asomemos y la variedad de anémonas y pólipos solitarios habitando esas islas de vida es sorprendente.



Esta pequeña gambita Ancyclomenes sp. reposa sobre los tentáculos de una anémona, presentando al fotógrafo toda su anatomía. Dumaguete. Filipinas. (Luis Abad)


Esta gambita Cuapetes cororensis es un reto para el fotógrafo, porque su cuerpo es transparente y es difícil de ver entre los tentáculos. Dumaguete. Filipinas. (Luis Abad)

Una gamba comensal Thor amboinensis en anémona. (Captura de pantalla Mucky Secrets, by Nick Hope)

Esta gambita tigre reposa sobre un lecho de algas y ascidias. Dumaguete. Filipinas. (Luis Abad)

Pólipos solitarios como este ceriantario aparecen en medio de la nada en el fondo. Estrecho de Lembeth. Indonesia. (Luis Abad)

Pequeños grupos de pólipos de colores llamativos presentan “islas de vida en medio del fango”. Estrecho de Lembeth. Indonesia. (Luis Abad)

Esta gamba boxeadora Stenopus hispidus se exhibe delante del fotógrafo. Dumaguete. Filipinas. (Luis Abad)
Es posible encontrar, asomando su cabeza por agujeros del suelo, a gambas mantis, que enseñan los ojos que se consideran más evolucionados del mundo animal, ya que poseen al menos 16 tipos diferentes de células foto- receptoras, pudiendo captar el infrarrojo y ultravioleta. La mantis boxeadora es capaz de lanzar sus tenazas u extremidades frontales con extrema violencia, para noquear a sus presas. Son animales de vistosos colores, de movimientos muy rápidos, y son difíciles de ver fuera de su agujero.


Esta gamba mantis (Odontodactylus sp.) se asoma desde el agujero del que ha hecho su casa. Dumaguete. Filipinas. (Luis Abad)
No es habitual ver una gamba mantis fuera de su escondite. Se mueven mucho y hacen las delicias del fotógrafo, pues muestran curiosidad ante nosotros. Puerto Galera. Filipinas (Luis Abad)
Los ojos tan especializados de la gamba mantis (Lysiosquillina sp.) son lo que habitualmente se suele ver de ellas, asomando del sustrato. (Captura de pantalla Mucky Secrets, by Nick Hope)
Las potentes patas delanteras de las gambas mantis las convierten en un poderoso depredador. (Captura de pantalla Mucky Secrets, by Nick Hope)
En un hábitat en el que los animales utilizan cualquier desecho tirado en el fondo para hacer su escondite, quizá los animales mejor adaptados son los cangrejos ermitaños, que reutilizan las conchas de gasterópodos muertos para hacerse su casa. En los fondos de fango los podemos ver con conchas de todo tipo, incluso utilizan elementos de la basura humana para hacerse su concha. En ocasiones llevan adheridas anémonas, las cuales les protegen, con sus tentáculos urticantes, y ellas, a su vez, se alimentan de los restos de comida del cangrejo. Estos cangrejos son los perfectos habitantes del fango, el cual escarban con sus patas para extraer el alimento.

Cangrejo ermitaño que ha tomado la concha de un cono para establecer su casa. (Captura de pantalla Mucky Secrets, by Nick Hope)
Los cangrejos ermitaños son especialistas en el camuflaje y el escondite. Dumaguete. Filipinas. (Luis Abad)

Se pueden encontrar otros cangrejos de fondo en estos hábitats, los cuales se entierran en el fango para esconderse. Si observando el fondo ves un par de ojos saliendo del mismo, posiblemente te has encontrado con uno de estos animalitos. Cangrejitos de todas las formas y colores, algunos de tamaño diminuto, se camuflan también en corales látigo y en anémonas. Es apasionante aprender a verlos, pero para ello se necesita un poco de práctica.


Este cangrejito se camufla entre la vegetación marina tomando una hojita verde con su boca, y al tener la misma coloración que la hoja. Dumaguete. Filipinas. (Luis Abad)
Este cangrejo (Calappa sp.) nos muestra su coraza al salir de la arena en la que estaba escondido. Dumaguete. Filipinas. (Luis Abad)
Un cangrejito de porcelana (Neopetrolisthes osimai) se asoma a la anémona que le da cobijo. Puerto Galera. Filipinas. (Luis Abad)
Cangrejo “orangután” (Achaeus japonicus) entre las burbujas de este coral burbuja (Plerogyra sinuosa). Puerto Galera. Filipinas. (Luis Abad) 

El fondo detrítico es un lugar ideal para las rayas, que se entierran en la arena, se camuflan para emboscarse y cazar a sus presas. Es posible distinguir su silueta en el fondo, de la que solo se ven los ojos y los espiráculos por los que respiran. El patrón de coloración de su dorso les ayuda en sus labores de camuflaje.


Cabeza de raya de puntos perfectamente camuflada en el sustrato. (Captura de pantalla Mucky Secrets, by Nick Hope)

Los tiburones bambú no tienen una longitud grande, tan solo 70 u 80 cm. Están perfectamente adaptados al fondo, pues tienen unas espiráculos para forzar la circulación de aire hacia sus hendiduras branquiales. Esto les permite no tener que nadar perpetuamente, como necesitan muchas especies de tiburones. Algunos de ellos presentan coloraciones mediante manchas de imitación al sustrato, y otros, particularmente en la época juvenil presentan bandas imitando las de las serpientes marinas, en una estrategia de defensa por imitación a especies peligrosas. Recientemente se ha observado a una especie de tiburón bambú, que utiliza sus aletas pectorales y pélvicas para “caminar” por el fondo. https://vimeo.com/72995710


Cría de tiburón bambú con coloración imitando a la de las serpientes marinas. (Captura de pantalla Mucky Secrets, by Nick Hope)

Las anguilas marinas generalmente las podemos observar enterradas en el fondo, asomando su cabeza, algunas con amenazadores dientes. Otras tienen coloraciones de advertencia, con rayas que asemejan a las de las serpientes marinas.

Esta anguila marina nos muestra su amenazante boca, sobre la que reposa una gamba. (Captura de pantalla Mucky Secrets, by Nick Hope)

Posiblemente los reyes del mundo del fango son los caballitos de mar, de los que hablamos en números anteriores de la revista, y que gustan de estar prendidos en cualquier elemento del fondo, como los cabos y los neumáticos. Es sorprendente ver en algunas de estas inmersiones más de una docena de estos animales.


Caballito de mar reposando en el fondo. Al fondo se observa otro ejemplar. Probablemente sea un caballito de mar de hocico de cebra Hippocampus barbouri. Dumaguete. Filipinas. (Luis Abad)

Los peces pipa son parientes de los caballitos de mar (todos son de la familia de los signátidos), y están también muy presentes en estas zonas. Los hay de todas las formas y colores, algunas muy curiosas, como la de los peces pipa fantasma, que suelen verse en parejas, muy camuflados. Son muy frágiles, y debemos resistir la tentación de tocarlos. De los pipas, los fantasma son más convencionales en cuanto al cuidado de los huevos, puesto que lo realizan las hembras. Hay pocos estudios al respecto y se ha sugerido que todos los peces pipa fantasma nacen machos, y algunos de ellos pasan a ser hembras, de mayor tamaño.
Estos peces pipa fantasma robustos (Solenostomus cyanopterus) se camuflan con el entorno pareciéndose a hojas. Dumaguete. Filipinas. (Luis Abad)
Un pez pipa fantasma ornado (Solenostomus paradoxus) camuflado entre látigos de coral. Dumaguete. Filipinas. (Luis Abad)
Hembra de pipa fantasma ornado. Dumaguete. Filipinas. (Luis Abad)
Los peces pipa fantasma ornados a veces se camuflan entre los crioideos. (Captura de pantalla Mucky Secrets, by Nick Hope)

Las polillas de mar son posiblemente los animales más extraños que podemos encontrar en estos fondos. Están relacionadas con los caballitos de mar, por su hocico alargado, aunque estas tienen la boca por debajo, y por su esqueleto de placas externo, el cual mudan cada pocos días. Se suelen ver en parejas, a la que no suelen abandonar nunca, y es curioso su incesante movimiento al caminar sobre las aletas pélvicas.


Pareja de polillas de mar (Eurypegasus draconis) desplazándose por el fondo. Dumaguete. Filipinas. (Luis Abad)
Pareja de polillas de mar (Eurypegasus draconis) desplazándose por el fondo. Puesrto Galera. Filipinas. (Luis Abad)

Uno de los peces emblemáticos que todos los guías de estas zonas están deseando llevarte a ver es el pez mandarín, un tipo de dragoncillo de vistosos colores, que se encuentra en fondos de cascajo. Durante el día se esconden pero al anochecer los machos salen en busca de hembras. La cópula es curiosa al juntarse los dos ejemplares durante unos segundos. Es muy típico en los centros de buceo que te ofrezcan la inmersión del pez mandarín, para ver la cópula de estos animales.
Cópula de dos peces mandarín (Synchiropus splendidus)  (Captura de pantalla Mucky Secrets, by Nick Hope)
Cópula de dos peces mandarín (Synchiropus splendidus)  (Captura de pantalla Mucky Secrets, by Nick Hope)
Como ya describimos en un post anterior, los peces rana son expertos en el camuflaje y habitan cerca de esponjas, ascidias, algas y objetos abandonados. Se mimetizan tanto con las esponjas junto a las que viven, que adoptan la coloración y texturas de las mismas. En las zonas de muck diving es frecuente verlos por el fondo e incluso se pueden observar ejemplares juveniles de pocos milímetros.
Posiblemente sea un pez rana pintado (Antennarius pictus), en un color amarillo chillón que destaca sobre el fondo arenoso oscuro, y con filamentos cortos en su piel. También puede ser un juvenil de pez rana peludo. ¿Qué estaría haciendo aquí, sin hacer uso del camuflaje? Dumaguete.  Filipinas. (Luis Abad)
Pez rana peludo (Antennarius hispidus). Presenta filamentos en su piel de “camuflaje” para confundirse con el fondo arenoso con algas. Dumaguete. Filipinas. (Luis Abad)
Este es un juvenil de pez rana, de apenas 2 cm de longitud. Posiblemente sea un pez rana pintado. Dumaguete.  Filipinas. (Luis Abad)
Este es también en reino de los escorpénidos y peces demonio, que se entierran en el sustrato, por lo que no es fácil poder observarlos con tanta variedad en otros ambientes. Es muy difícil identificar las especies, por la variabilidad de su camuflaje. Poseen espinas venenosas en su parte  dorsal, muy dañinas para el hombre. Son cazadores de emboscada, y por ello se entierran. Por eso es peligroso posar las rodillas en el fondo de estas zonas. Los guías son expertos en encontrarlos y descubrirlos para los buceadores, aunque esto supone estropear la emboscada del animal.
Este pez escorpión hoja (Taenianotus sp.) reposa sobre una esponja. Estrecho de Lembeth. Indonesia. (Luis Abad)
Pez escorpión avispa (Ablabys taenianotus) con un color muy adecuado para el camuflaje. Dumaguete. Filipinas. (Luis Abad)
Este pez piedra (Synanceia sp.) permanece inusualmente al descubierto, sin enterrarse. Es extremadamente tóxica su picadura. Puerto Galera. Filipinas. (Luis Abad)
El fango es el hogar de especies de gran valor biológico, como la sepia flamboyante, que es capaz de andar sobre al sustrato. Es un ejemplo de coloración aposemática, avisando de la toxicidad de su cuerpo a posibles depredadores. La verdad es que su manto presenta un espectáculo cromático increíble cuando se la molesta con nuestra presencia.


La sepia flamboyante (Metasepia pfefferi) es un tesoro que no deja de sorprender al buceador. Dumaguete. Filipinas. (Luis Abad)
Numerosos juveniles de variados tipos de sepias se pueden encontrar en los fondos de fango. Su capacidad para presentar colores y texturas de diferentes sustratos hace que estos fondos sean ideales para estas diminutas crías, que se alimentan de diminutos invertebrados de la arena.

Esta pequeña cría de sepia apenas mide un par de cm. Dumaguete. Filipinas. (Luis Abad)
Los gasterópodos o caracoles marinos con concha vagan a sus anchas por el sustrato arenoso al que están tan bien adaptados estos animales.
Una enorme y fascinante variedad de babosas marinas y nudibranquios son hacen de estas inmersiones al paraíso para los buscadores de nudibranquios. Estos animales no tienen ojos, sino unos apéndices sensitivos denominados rinóforos (los cuernecillos). Son voraces depredadores de pequeños animales marinos, como hidroideos, esponjas, gusanos, y otros gasterópodos, que presentan toxicidad en sus tejidos, y por ello muchos de ellos muestran coloraciones de advertencia, con colores llamativos.

Concha burbuja, de gran valor ornamental. El animal nos enseña sus ojos y tentáculos sensitivos. Tiene una gran probóscide, que le permite escarbar el sustrato para obtener el alimento. Dumaguete. Filipinas. (Luis Abad)
El rostro y la probóscide de la concha burbuja. (Captura de pantalla Mucky Secrets, by Nick Hope)
Una enorme y fascinante variedad de babosas marinas y nudibranquios son hacen de estas inmersiones al paraíso para los buscadores de nudibranquios. Estos animales no tienen ojos, sino unos apéndices sensitivos denominados rinóforos (los cuernecillos). Son voraces depredadores de pequeños animales marinos, como hidroideos, esponjas, gusanos, y otros gasterópodos, que presentan toxicidad en sus tejidos, y por ello muchos de ellos muestran coloraciones de advertencia, con colores llamativos.
Nudibranquio (Chromodoris reticulata) con su puesta de huevos. Estrecho de Lembeh. Indonesia. (Luis Abad)
Nudibranquios (Risbecia tryoni) sobre la esponja de la que probablemente se alimentan. Estrecho de Lembeh. Indonesia. (Luis Abad)
Nembrotha milleri vagando por el fondo. Dumaguete. Filipinas. (Luis Abad)
Glossodoris cincta en una pared llena de lodo. Estrecho de Lembeth. Indonesia. (Luis Abad)

Precauciones

Para bucear en este tipo de entornos hay que ser muy cuidadoso, pues muchos de los animales que vemos son muy sensibles, o muy venenosos, o estamos tan cerca del fondo que podemos levantar el sedimento y arruinar todas las posibilidades de poder ver algo.

Por ello, recomendamos:
  •  No tocar nada. Los animales de estos ambientes suelen ser venenosos o muy sensibles a la acción humana, pues podemos arruinar su estrategia de defensa o camuflaje.
  • No te apoyes en el fondo. El sustrato en estos ambientes es el hogar de muchas especies, por lo que con nuestras manos o rodillas podemos molestar a algún inquilino, que incluso puede hacerte daño. Si tienes una varilla metálica utilízala para estabilizarte en el fondo.
  • Recoge bien tus accesorios de buceo. Un latiguillo suelto puede levantar el sedimento del fondo y estropear la visibilidad, o engancharse en elementos del fondo, o arruinar la vida de algún organismo.
  • No abuses del flash. Los habitantes de este mundo oscuro no toleran bien la luz potente.
  • Aprende sobre las “criaturas” de la zona. Si no las conoces o no tienes un guía, muchas de ellas pueden pasar desapercibidas.
  • Asegúrate de tener un buen guía de la zona que te muestre los secretos ocultos y que te aconseje la mejor hora del día para ver determinados organismos.

Las mejores zonas del mundo

La región más popular para practicar el “muck diving” en el sudeste Asiático, conocido por su biodiversidad marina, en particular en el llamado “Triángulo de coral”, que incluye el Este de Malasia, las Islas Filipinas, parte de Indonesia y Papúa Nueva Guinea y las Islas Salomon.


El Triángulo de Coral (Captura de pantalla Mucky Secrets, by Nick Hope)

Lugares como Mabul y Kapalai en Malasia, Anilao y Dumaguete en Filipinas, el Estrecho de Lembeh en Manado, Indonesia, y Bali, son los más conocidos.

Este video sobre el estrecho de Lembeth te muestra un recorrido por todas las criaturas de la zona: http://www.youtube.com/watch?v=nJMZ6reOB0E


Las personas que más disfrutan de esta modalidad de buceo son los fotógrafos de macro, o los buceadores recolectores de imágenes de especies raras. Las aguas calmadas y poco profundas permiten obtener grandes oportunidades para fotografiar criaturas de lo más extraño. Si eres uno de ellos anímate a probarlo: no de defraudará.

Este artículo se publicó por Mónica Alonso en la Revista Acusub, en el número 141 (www.acusub.net)

viernes, 21 de noviembre de 2014

Morena: el extraño pez de las leyendas

Este artículo se publicó por Mónica Alonso en la Revista Escápate, en el número 12 

Todos hemos experimentado cierto temor cuando nos hemos encontrado una morena bajo el agua. Su boca abierta y aspecto fiero han contribuido a que este animal esté rodeado de historias y leyendas. Aprendamos un poco de él.

Los peces de la familia de las morenas (Muraenidae) tienen forma anguiliforme o de serpiente y presentan características muy diferentes a las del resto de peces. La familia de los muraenidos se compone de 15 géneros y más de 200 especies, alcanzando su mayor diversidad en aguas templadas o tropicales. Como curiosidad, la morena más grande de todas es la morena gigante (Gymnothorax javanicus) que puede alcanzar los 3 m de longitud y los 30 kg de peso. Existen algunas especies adaptadas para la vida en agua dulce.

Para ser peces, presentan numerosas características muy diferentes a ellos. No tienen aletas pectorales ni pélvicas, y la aleta dorsal ocupa toda su longitud. Tampoco tienen escamas, y la mucosa que cubre su cuerpo (para compensar la ausencia de escamas y facilitar el hidrodinamismo) es tóxica en muchas especies. Su cuerpo presenta una musculatura fuerte y vértebras flexibles, lo que le permite una natación ondulante, sin  ayuda de unas inexistentes aletas. Tienen unos ojos pequeños y una gran boca permanentemente abierta para facilitar la entrada de agua y poder respirar. Las branquias de estos peces se localizan en dos orificios circulares situados tras la boca, por donde sale el agua que absorben durante el proceso continuo de apertura y cierre de esta.

Primer plano de una morena negra en Canarias (Muraena augusti),
endémica de las islas de la Macaronesia. 
En la imagen se pueden apreciar sus dos pares de narinas
 u orificios nasales y sus afilados dientes inclinados hacia atrás.
Dentro de la boca se localizan infinidad de dientes que utilizan para desgarrar a sus presas, las cuales localizan gracias a su buen olfato. En la parte superior de la boca presentan dos apéndices nasales tubulares, más o menos visibles según la especie, que contienen millones de células olfatorias.

Son grandes depredadores nocturnos que consumen cefalópodos y moluscos. Se ocultan en grietas entre las rocas donde acechan a sus presas, y por tanto, no es frecuente verlas nadando fuera de sus escondrijos. Tienen debilidad por los pulpos, a los cuales arrancan los tentáculos desgarrándolos con su potente boca. Para ello, una vez que hacen presa, se contorsionan hasta formar un nudo con su cuerpo, y con un retroceso violento logran arrancar el tentáculo. En otros casos, tras atrapar el tentáculo, giran rápidamente sobre el eje de su cuerpo, desgarrándolo y separándolo del resto del animal.

Morena en su cueva, con parte de su cuerpo
 fuera de la misma. Puede observarse en la 
imagen el orificio donde tiene las branquias, detrás de la cabeza.


Podemos estar tranquilos cuando buceamos con ellas, pues no son peces agresivos ni peligrosos, y generalmente solo atacan cuando se ven acosados. Al contrario que  lo que dice la creencia popular, la mordedura de la morena no es venenosa, aunque dada la presencia de numerosas bacterias en su boca, tiende a infectarse. Por la disposición de sus dientes, porque no suele soltar a sus presas una vez que muerde, y por su tendencia a girar sobre sí misma para desgarrar, provocan heridas que suelen ser muy escandalosas y feas, y a menudo se requiere de sutura reconstructiva. Es más frecuente la mordida de las morenas cuando se las alimenta, dado que su deficiente visión no les permite diferenciar los dedos del buceador de la comida que se les ofrece. Por ello, no es aconsejable esta práctica, que tan frecuentemente vemos en nuestras inmersiones.

Zina Deretsky ,  National Science Foundation (after Rita Metha, UC Davis)
Modificada por Mónica Alonso
Las morenas tienen dos pares de mandíbulas, las mandíbulas 
orales, que capturan la presa, y las mandíbulas 
faríngeas que avanzan dentro de la boca y mueven 
la presa desde las mandíbulas orales hasta el esófago. 

Una característica que ha suscitado el estudio muy reciente por parte de los científicos, es la disposición de sus mandíbulas, puesto que tienen un segundo par de ellas en el interior de la garganta, llenas de dientes inclinados hacia atrás, que les ayudan a deglutir los grandes trozos de las presas. La mayoría de los peces capturan sus presas utilizando la succión. El mecanismo es sencillo: cuando el alimento está muy cerca, abren rápidamente su boca y lo succionan. En este movimiento expanden la cavidad bucal (en algunos casos de manera muy llamativa), creando presión negativa y succionando el agua y la presa hacia su garganta. Pero este simple sistema tiene sus restricciones. Por un lado, el tamaño de la presa a engullir está muy limitado. Por otro lado, debe existir espacio necesario alrededor de la cabeza del pez para poder expandir sus mandíbulas. Estas dos limitaciones no permiten el uso de este sistema en animales como la morena, que se sitúa en espacios reducidos y se alimenta de presas grandes.  Por ello, en lugar de succionar a sus presas, las morenas tienen fuertes mandíbulas orales llenas de de dientes afilados. Con el segundo par de mandíbulas (faríngeas), se facilita la deglución de los enormes trozos de presa.

Su forma de respirar y su imponente presencia, unido a las leyendas populares les han creado una mala reputación totalmente infundada. Según el cronista romano Plinio el Viejo, los romanos más ricos y poderosos adornaban a las morenas que tenían por mascotas, con lazos y joyas. Dice la leyenda que arrojaban esclavos a los estanques de morenas, para divertirse cuando les mordían. Todas estas historias pueden ser más o menos creíbles, pero lo que sí es cierto es que los romanos apreciaban mucho la carne de morena, por la cual los aristócratas tenían debilidad, y las cultivaban en viveros para servirlas en ocasiones especiales. Hay constancia histórica de que en tiempos de Julio César se llegó a celebrar un enorme banquete para 6000 personas cuyo menú estaba compuesto principalmente por morenas.
UC Davis, Revista Nature
Radiografía de la cabeza de la morena, 
donde se puede  apreciar el segundo par de mandíbulas.


La antigua expresión de “estar condenado a las morenas” proviene de la costumbre de la Roma clásica de alimentar a estos peces con los esclavos condenados a muerte, considerando que el sabor de la carne de morena mejoraba mucho si se alimentaba de carne humana. Parece ser que esta es una leyenda que crearon los padres de la Iglesia, en su afán de denigrar las costumbres de la Roma pagana.

Se cuenta que el cónsul Lucio Licinio tenía en su casa un inmenso vivero de morenas, y decidió cambiar su apellido por el de Muraena. De este nombre viene el nombre científico de la familia Muraenidae.

El consumo de este animal no está exento también de cierta leyenda, aunque actualmente se sigue consumiendo la carne de morena en algunas zonas de nuestro país y del mundo. En la antigua Roma se hablaba ya de que su sangre cruda fuera venenosa, y es que,  las morenas, como otros peces anguiliformes, pueden tener proteínas tóxicas en su sangre, dependiendo de la especie y del individuo.  Dado que se trata de un depredador, el consumo por parte de las morenas de animales neurotóxicos hace que en ocasiones su carne presente estas  sustancias acumuladas. Por ello se ha creído en algunos periodos de la historia que su carne era venenosa. Incluso alguna de las teorías sobre la muerte del rey Enrique I de Inglaterra dicen que se debió a la ingesta de una morena (aunque otras historias hablan de indigestión por ingesta de lampreas).

Para aquellos que tengáis la curiosidad de probarla, se dice que la morena tiene una carne sabrosa y firme y posiblemente la mejor forma de cocinarla es friéndola cortada en rodajas, de forma que la piel quede crujiente y la carne jugosa.

En las Islas Canarias, donde el consumo de la morena es habitual, la técnica artesanal de su pesca se acompaña de lo que se denomina el “canto de la morena”, que es una especie de tonada que cantaba el pescador para atraer al animal y dejarlo aletargado. Consiste en una cancioncilla repetitiva acompañada por silbos, y tiene por finalidad captar la atención de la morena y dejarla “adormecida”, que es cuando el pescador aprovecha para matarla. La tradición del “canto de la morena” es muy antigua y ya en el siglo XVI se hace explícita referencia a estos cantos en textos escritos.

Para el mantenimiento de la higiene bucal, las morenas cuentan 
con la colaboración de gambas que se alimentan de los restos 
de alimento no ingeridos. El camarón limpiador de la morena 
mediterránea (Muraena helena) se llama camarón monegasco o 
Lysmata seticaudata. Es bastante frecuente observar estas gambas 
si durante la inmersión nos paramos a mirar en las cuevas 
donde viven las morenas. En algunos casos lo primero que vemos 
son las gambas en la entrada de la cueva, y luego sale la morena 
a vigilar su morada, perturbada por la presencia de los buceadores.
Las morenas nunca se comen sus camarones limpiadores,
 se quedan inmóviles hasta que éstos han acabado su trabajo.
Fuera ya de historias y leyendas, para los que queráis saber más de la biología de estos animales, indicaremos que la reproducción de la morena es poco conocida, que suelen poner huevos de aproximadamente 5 mm en la época estival. Los cuerpos de macho y hembra se colocan muy juntos durante un par de horas, que es cuando la hembra (de tamaño mayor al del macho) pone alrededor de 10000 huevos, que fertiliza el macho según salen del cuerpo de la hembra. La larva, denominada “leptocéfala”, es plana dorsolateralmente, de naturaleza pelágica y planctónica, y permanece en este estado larvario durante largo tiempo (más de un año) antes de sufrir la metamorfosis y convertirse en adulto joven. Dado el largo periodo de la fase larvaria, durante la cual puede alcanzar hasta una longitud de 20 cm, se llegó a creer que las larvas eran una especie de pez diferente. Solo tienen la capacidad de reproducirse las morenas de varios años de edad, con un tamaño considerable.

Aunque las morenas están en lo alto de la cadena trófica, también tienen sus depredadores, que suelen ser tiburones o barracudas. Su esperanza de vida es muy desconocida, pero se cree que pueden llegar a vivir entre 10 y 30 años, dependiendo de las especies. Como son territoriales y longevas, en algunos lugares de inmersión hay morenas conocidas por los buceadores habituales, que les suelen poner nombre.


Como hemos podido ver en este texto, se trata de unos animales fascinantes por la cantidad de curiosidades que presentan. Ahora solo tenemos que bucear con ellos y verlos con otros ojos.
Morena mediterránea en las costas murcianas. Presenta una hilera de dientes situada en la parte central del paladar.
Esta morena (Muraena helena) ha sido sorprendida “de caza” diurna. Las morenas se aventuran fuera de sus cuevas durante el día, cuando la caza está asegurada.

La morena mediterránea o pintada (Muraena helena) tiene un cuerpo marrón claro o amarillento. Es la morena más frecuente en el Mediterráneo.  En la imagen, tomada en las costas murcianas, podemos verla fuera de su cueva, lo cual no es muy habitual en inmersiones diurnas.
Morena picopato (Enchelycore anatina). Es una de las morenas más impresionantes de las Canarias y se encuentra en la Macaronesia e islas del Atlántico Oriental. A veces se la llama morena tigre o fangtooth (dientes afilados).
Murión o morena marrón (Gymnotorax unicolor). Se encuentra en las islas atlánticas y a veces en el Mediterráneo. Es más robusta que la morena negra o la mediterránea, y el color es más marrón claro, con pocas manchas. Bajo el agua sus ojos parecen azules.
En la cultura popular canaria se la conoce como el macho de la morena. 
Morena leopardo o teselata (Gymnotorax favagineus) fotografiada en Maldivas. Son morenas muy grandes, pueden llegar hasta los 3 m de longitud, mientras que las morenas del mediterráneo rara vez superan el metro de longitud. Es una de las morenas más grandes del Indopacífico. Muy cotizada para exhibición en los acuarios.
Morena cebra (Gymnomuraena zebra) fotografiada en Manado, Indonesia. A diferencia del resto de morenas, se alimenta exclusivamente de crustáceos, erizos de mar y moluscos, pues tienen unos dientes menos afilados, perfectos para machacar los caparazones. Se las ha visto cazando en cooperación con meros: la morena entra en las cuevas, espantando a los animales que viven en ellas, y los meros los esperan a la salida de las cuevas.