Este artículo se publicó en la Revista Acusub, en el número 173 http://acusub.com/?p=2600 Texto: Mónica Alonso Ruiz Este texto contiene enlaces a clips de vídeo. Para disfrutar de ellos pincha en los textos resaltados
Hace ya más de 15 años que la
serie documental Planeta Azul se emitió en televisión. Para mí fue un hito en
mi labor de aprendizaje porque recibí el empujón definitivo a mi curiosidad por
el medio marino. Hacía pocos años que había descubierto el buceo recreativo y
por entonces empezaba a hacer cursos de biología en ZOEA y a colaborar con este
centro de buceo y biología en tareas de documentación. Todavía quedaban restos
en mi memoria del mundo submarino de Cousteau que se iban refrescando con
algunos documentales que podía ver en la 2 de TVE.
Recuerdo el primer capítulo de la
serie, que comenzaba de manera grandiosa. Una ballena azul de 30 m de largo y
más de 200 toneladas de peso: su lengua
tan grande como un elefante y su corazón del tamaño de un coche, y algunos de
sus vasos sanguíneos tan grandes que se podría nadar dentro de ellos; la
anchura de su cola tan grande como un pequeño avión…y mientras la preciosa voz
de David Attemborough nos relataba todo esto con su particular y grandilocuente
locución, la imagen
de la poderosa cola del animal más grande del planeta se sumergía de manera majestuosa
en las aguas con la potente banda sonora de la serie de fondo. Este comienzo de
episodio lo he visto muchas veces y no deja de emocionarme y hacerme ser
realmente consciente de lo imponente que es esta ballena y el mundo marino en
general.
La sensación de poder contemplar
la maravilla de la vida del océano no acababa más que empezar. Reconozco que
incluso para una irrefrenable curiosa como yo los documentales submarinos son a
veces soporíferos. Y sin embargo, Planeta Azul es diferente, con escenas nunca
antes vistas casi más propias de una película de acción que de de un documental
de naturaleza. Quizá alguno recuerde que fue en esta serie la primera vez que
se vieron imágenes de enormes
bancos de sardinas moviéndose de manera convulsiva y serpenteante mientras
que grupos de leones marinos rodeaban a la masa ondulante. Esto hacía literalmente
hervir la superficie del mar por la presencia de tantos peces juntos acosados
por los depredadores. Mientras tanto llegaban desde abajo los voraces atunes
que se lanzaban como torpedos contra la masa cada vez más compacta y apretada. A
su vez, la agitación de la superficie atraía a los araos, que se lanzan a por
las sardinas dejándonos boquiabiertos con su capacidad de buceo. A
continuación, aparecen más depredadores, los tiburones cobre, que colaboran con
el resto para apretar y acorralar la masa. Sin escapatoria, las sardinas son
devoradas por leones marinos, atunes, araos y tiburones que sorprendentemente
colaboran entre sí y no se atacan entre ellos. Llegan los delfines comunes y se
suman a la fiesta: una ya no sabe si respirar por la emoción de la acción de la
escena. Cuando ya no puedes dejar de maravillarte de lo que estás viendo,
aparece una enorme ballena rorcual que devora de una sola engullida una gran
parte del banco. En menos de una hora, decenas de toneladas de sardinas son
devoradas y no queda nada de ellas.
Recuerdo muchas de las escenas,
las he visto una y otra vez. Cada episodio siempre contenía imágenes de la vida
natural muy poco conocidas. Vimos el abismo
de las profundidades, cuando se apagaban las luces de los sumergibles y nos
explicaron el fenómeno de la bioluminiscencia. Siniestros peces de amenazador
aspecto, con mandíbulas imposibles de cerrar llenas de dientes que sobresalían
como espadas afiladas, mostraban señuelos luminosos para atraer la atención de
sus presas. Extrañas masas gelatinosas que se contoneaban ante la cámara
submarina, y ctenóforos con tentáculos de extraña luz tililante. Como si fuera
la observación de un extraño planeta desde una nave espacial las imágenes de
los sumergibles marinos
nos encandilaron mostrándonos visiones sorprendentes, como la del extraño pulpo
dumbo, nadando con sus apéndices cefálicos a modo de orejas gigantes. Y
mientras tanto se sucedían escenas de acción y depredación, y la voz en off de
Attemborough explicaba que el mundo del abismo es tan desconocido como el del
espacio exterior, y que cada día se siguen descubriendo nuevas y sorprendentes
especies y formas de vida.
Creo que todos nos sentimos algo
sobrecogidos por las asombrosas formas de vida en las fumarolas
marinas de las dorsales oceánicas donde se forma la corteza terrestre.
Increíblemente allí viven unas bacterias que son capaces de alimentarse de
compuestos de azufre en lugar de oxígeno. Y alimentándose de estas bacterias
millones de crustáceos se agrupaban en masa. Enormes gusanos tubícolas viven en
un ambiente sulfuroso en el que se podría pensar que la vida no podría existir.
Es con muchas de estas imágenes de las cuales Planeta Azul nos mostró una inolvidable
selección, con las que los científicos han cambiado su percepción sobre los
orígenes de la vida, llegando a la
conclusión de que la vida se desarrolla de maneras que nunca hubiéramos
conocido de no ser por el descubrimiento de la vida en estos ambientes
extremos.
Pero la vida en el océano no
siempre se desarrolla en el azul o en las profundidades marinas abisales. Los
ecosistemas costeros son zonas de variaciones extremas en cuanto a las
condiciones del oleaje y de la presencia o ausencia de agua debido a las mareas. El origen de la
marea no es de este planeta, dado que es debida a la fuerza gravitacional de la
Luna y del Sol, que mueve las masas de agua de la Tierra. Los animales que
viven en las zonas intermareales han aprendido a adaptarse a estas condiciones tan
cambiantes. Pudimos ver maravillosas imágenes de cangrejos que se alimentaban
de los organismos del sustrato arenoso en las horas en las que las aguas se
retiran y que llenaban la superficie de la playa de pequeñas bolitas de arena con
los restos de su festín.
Los arrecifes de coral también
tuvieron su lugar protagonista en la serie. Quizá lo más novedoso fue la
filmación de la liberación
de esperma y huevos por parte de los arrecifes coralinos en determinadas
noches del año. Un maravilloso espectáculo que nos mostraba la génesis de
nuevos corales como nunca lo habíamos visto hasta entonces.
Podría continuar horas y horas describiendo
las innumerables escenas espectaculares del mundo submarino de nuestro planeta
azul que contaba esta serie en sus 10 episodios. También se incluyó un episodio
sobre conservación, para mostrar al mundo que las maravillas del océano están
en peligro por la avaricia humana y por la falta de respeto por el medio.
Cinco años de rodaje
magistralmente mostrados al mundo en esta serie documental que sorprendió y nos
emocionó, siendo el referente para todos los que amamos el medio marino. Se vendió
a más de 50 países y se hizo una edición de 90 minutos para los cines.
Y ahora, más de 15 años después,
volvemos a vibrar con los nuevos episodios. Sorprende que casi la mitad de los
espectadores británicos vieran el episodio que se emitió el pasado 29 de
octubre. Logró un increíble 41,4% de cuota de pantalla, una audiencia media de
10,3 millones de personas y un máximo de 10,6 millones según los datos
publicados por The Independent. Asombrosas cifras para un documental de
naturaleza, pero que a mi juicio están plenamente justificadas por su calidad.
En nuestro país no será lo mismo
dado que se emite por una emisora de pago y tendremos que conformarnos con ir
viendo los episodios cuando ya no sean novedad y los emitan los canales
nacionales.
Lo que está claro es que esta
nueva entrega está sorprendiendo tanto como la primera y los pocos afortunados
que hemos podido ver los primeros episodios estamos impresionados del nivel de
las escenas que han elegido para enseñarnos el mundo natural. Sin duda la BBC
no tiene límite en cuanto a su poder de recopilar las imágenes más novedosas e
impresionantes del momento y mostrarlas de manera tan espectacular al público
en general.
Take a deep breath (Respira
profundamente) es el título de la nueva serie. Seguiremos aprendiendo del mundo
marino con la BBC.
Texto: Mónica Alonso Ruiz Fotos: José Calderón y Pilar Muñiz
Este artículo se publicó en la revista Acusub nº 178
http://acusub.com/?p=2707
Existe un grupo de animales
marinos de lo más sorprendente, por sus llamativas características y por la
enorme habilidad de los que lo componen. Los cefalópodos, pulpos, calamares, sepias,
argonautas y nautilos no son tan solo suculentos ingredientes de nuestros
platos mediterráneos sino que son verdaderas maravillas del mar y han sido
desde la antigüedad una gran fuente de leyendas.
Foto: Dominio público (Wikipedia)
El obispo sueco Olaus Magnus en
el siglo XVI fue el primero en citar por escrito al “Kraken”, que significa
pulpo en nórdico, y desde entonces se han vertido ríos de tinta sobre él. Era un
enorme monstruo marino de grandes tentáculos y se decía que podía incluso
hundir barcos.
El Kraken ha sido uno de los monstruos marinos más
temidos por los marineros en la antigüedad
Foto: Dominio público (Wikipedia)
Julio Verne nos habla de un pulpo
gigante en “Veinte mil leguas de viaje submarino”. Incluso su submarino, el
Nautilus, tiene nombre de cefalópodo. Es muy curioso leer cómo esta nave es
capaz de ascender o descender al abismo cambiando la presión de las cámaras de
la concha de la que está recubierto: no es coincidencia que la forma de
ascender o descender de los nautilos en la columna de agua es precisamente la
misma que describió Verne.
El pulpo gigante que describe Verne en “Veinte mil
leguas de viaje submarino”.
Esta es una de las ilustraciones originales de la
novela.
Foto: Dominio público (Wikipedia)
Sin embargo las historias de los
cefalópodos son mucho más antiguas y ya Homero en el 650 a de C, habla de
Scylla en su Odisea. Éste era un monstruo marino con muchos brazos que
capturaba a los marineros del barco de Ulises. Es indudable que al ser humano
le fascinan los monstruos marinos y estos animales de apariencia tan extraña se
prestan para el papel de malos de la película.
El nombre de esta clase de
invertebrados moluscos, cephalopoda,
proviene del griego kephalé, que
significa cabeza, y de podós, que
significa pies. Literalmente son animales con los pies en la cabeza. Y ello es
porque el pie característico de los moluscos se sitúa junto a la cabeza, y se
diversifica en varios tentáculos, desde los 8 de los pulpos, hasta los 90 que
pueden tener los nautilos. En cuanto a los tentáculos no todos tienen las
ventosas características, puesto que los nautilos no las tienen.
Los cefalópodos tienen los pies rodeando la cabeza
Foto: Dominio público (Wikipedia)
Curiosidades tienen muchas y casi
todas son muy llamativas. Estos animales son de crecimiento rápido y vida corta
pues muchos viven menos de 1 o 2 años, salvo especies de aguas profundas y
polares, y los nautilos, que pueden vivir mucho más. Son carnívoros y la
mayoría cazan sus presas vivas, peces y crustáceos. Tienen la boca en la parte
baja de la cabeza y sus tentáculos formando un anillo alrededor de la misma. Todos
poseen un pico duro similar al de un loro, capar de triturar los más duros
caparazones de los crustáceos, y tienen una lengua especial con dientes llamada
rádula, común a todos los moluscos.
Ilustración del pico córneo de los cefalópodos
Foto: Dominio público (Wikipedia)
Los órganos de su cuerpo se
almacenan en una bolsa o cuerpo en forma de tubo, que se llama manto. La ausencia de concha en algunos
de ellos hace que su cuerpo sea musculoso y flexible. A algunos de ellos, como
los pulpos, les proporciona la asombrosa capacidad de poder comprimirse en
espacios muy inferiores a su tamaño. Siendo moluscos, los pulpos han perdido su
concha, las sepias la tienen interna, los calamares tienen unos elementos
rígidos internos llamados pluma o caña, y los nautilos y argonautas tienen una
concha externa.
Los pulpos son seres muy flexibles y hábiles.
Foto: José Calderón
En los laterales del manto, las
especies nadadoras, calamares y sepias, tienen unas aletas estabilizadoras. Todas
las especies tienen un tubo o sifón
que accionan para el movimiento por propulsión a chorro y que también les sirve
para impulsar el agua hacia la zona branquial dentro de su manto. El sifón
también les sirve para expulsar la tinta, que es un líquido oscuro con gran
concentración de pigmentos, que algunos utilizan para despistar a sus
depredadores.
Dibujo: Mónica Alonso
Otra característica llamativa
presente en sepias, pulpos y calamares es la capacidad que tienen para cambiar
de color. Ello es debido a la presencia en su piel de cromatóforos, unas células especializadas que poseen pigmentos que
se expanden o contraen a voluntad del animal. Así pueden cambiar de color en
segundos para mimetizarse con el entorno o expresar estados de ánimo. Esto se
complementa en el caso de los pulpos con la capacidad que tienen para modificar
la rugosidad y textura de su piel mediante contracciones musculares de su
manto. Seguramente todos hemos visto en la inmersión pulpos perfectamente
mimetizados, no solo en el color sino también en la rugosidad de su piel, lo
que les hacen pasar inadvertidos a nuestros ojos. Los cefalópodos de profundidad
son capaces incluso de generar luz mediante unas células denominadas fotóforos situadas en su piel.
Los cromatóforos de la piel de los cefalópodos les
permiten variar su color e incluso brillar en la oscuridad.
Foto: Pilar Muñiz
La natación es muy singular en
los cefalópodos. Las sepias y los nautilos siguen el mismo sistema de
flotación, llenando de gas ciertas partes de su concha; todos ellos utilizan la
propulsión a chorro para “nadar” y los calamares de profundidad han
desarrollado un sistema químico de flotación, a base de compuestos amoniacales poco
densos que llenan espacios de su cuerpo.
La concha externa de los nautilos está compartimentada
y llena de gas para facilitar la flotación.
Foto: Dominio público (Wikipedia)
Otra curiosidad destacable de
estos animales es su sistema nervioso complejo. Su cerebro tiene forma de
anillo y rodea al tubo digestivo, lo cual es exclusivo de los cefalópodos
dentro de los invertebrados y este órgano se rodea de una masa gelatinosa que
sugiere a los científicos pensar en un intento evolutivo de formar un “cráneo
sin hueso”. Pero su característica más llamativa es que las células nerviosas
no están centralizadas en su cerebro sino que están distribuidas por los
músculos del manto, lo cual les proporciona habilidades importantes. Los
neurólogos han experimentado durante años con pulpos, y han detectado una
“inteligencia” superior a cualquier otro invertebrado, dado que son capaces de
encontrar la salida de un laberinto, abrir botes, e incluso realizar conductas
aprendidas.
Habréis oído hablar sobre los tres
corazones de los cefalópodos, uno bajo cada branquia y un tercero que es el
corazón central de su sistema circulatorio. Este se caracteriza por tener
sangre azul, basada en compuestos de cobre para realizar el transporte del
oxígeno, en lugar de compuestos de hierro rojos que son los que utilizamos los
vertebrados.
Hay unas 700 especies de
cefalópodos, aunque su número se incrementa cada año. Se estima que las
especies extintas rondan las 11.000 puesto que estos animales llevan en
nuestros océanos más de 500 millones de años, que fue cuando se estima que se
separaron del resto de moluscos. En ese momento comenzaron a utilizar cámaras
de aire para flotar, lo que les permitió abandonar el fondo marino al que
estaban asociados los moluscos y establecieron nuevas formas de vida menos
bentónicas.
Las sepias
Los sepíidos o sepias también son conocidos por los nombres de jibia o
choco. Su principal característica es que han modificado su concha, que
habitualmente llamamos jibia, quedando oculta bajo la cara dorsal de su cuerpo
y cubierta por el manto.
La más común en el Mediterráneo
es la Sepia officinalis, que puede
tener una longitud de 65 cm, de los cuales el manto puede ocupar 35 cm. Tiene
un cuerpo aplanado y rodeado de una cresta cutánea que utiliza para nadar
mediante su ondulación. Tiene 8 brazos y dos tentáculos que utilizan muy
hábilmente para cazar. Su coloración es muy variable, y cambia con su estado de
ánimo. Generalmente suele ser de color arena, para mimetizarse con los fondos
arenosos.
En el Mediterráneo existen dos
especies más, Sepia orbignyana, con
una espina en el extremo de la jibia y más pequeña que la S. officinalis, y la Sepia
elegans, de menor tamaño.
La sepia presenta 10 tentáculos, dos de ellos
modificados.
Foto: Dominio público (Wikipedia)
Habita fondos arenosos y praderas
de posidonia. Es nadadora aunque menos que los calamares. Vive de noche y se
alimenta de langostas, crustáceos y peces pequeños a los que caza al acecho,
desplegando una altísima velocidad al lanzar los tentáculos sobre la presa. Si ésta
no está al alcance directo de ellos utiliza una técnica de disimulo y
persecución, en la que es literalmente una artista, abandonando su guarida
diurna, y se impulsa con el sifón dirigido hacia atrás hasta que la alcanza.
Una sepia en actitud desafiante, con dos de sus brazos
centrales elevados. Los tentáculos los tiene recogidos hacia el interior, y los
utiliza como útiles de caza, los cuales despliega a gran velocidad.
La gran variedad de posiciones de los tentáculos de la
sepia revelan un lenguaje corporal muy evolucionado, llegando incluso a
intimidar a sus presas, las cuales quedan incluso paralizadas por el terror.
Foto: José Calderón
En primavera se reproduce y los
machos suelen adoptar una llamativa coloración
cebreada. Durante la cópula el macho pasa su cápsula seminal a la hembra con
ayuda de un brazo modificado para la cópula. Los huevos fecundados se depositan
al cabo de pocas horas. El macho se queda con la hembra y ambos mueren de
inanición tras cuidar de la puesta.
Suele poner más de 500 huevos,
con forma de limón, de un color oscuro y de unos 8 mm de tamaño, sujetos al
fondo en forma de racimos. Al cabo de 2 meses eclosionan sepias diminutas
completamente desarrolladas de 1 cm de tamaño. Vive entre 18 y 30 meses, y sus
depredadores son el hombre, las morenas y los congrios.
Los pulpos
Los pulpos u octópodos carecen de concha y tienen ocho brazos con
ventosas con gran poder de adherencia. Se alimentan de algas, peces y
crustáceos pequeños. Tienen mucha fuerza en comparación con su tamaño. Pasan
mucho tiempo escondidos en grietas y salen a cazar por la noche. Se mimetizan
con el entorno y expresan muy bien su estado de ánimo: cuando se ponen de color
blanco es que están asustados.
La morena, el congrio o el mero
son sus depredadores, de los que se defienden con gran habilidad y valentía,
llegando incluso a perder alguno de sus miembros como sacrificio cuando son
capturados. Regeneran el miembro perdido al cabo de poco tiempo.
El pulpo despliega su enorme cuerpo de tentáculos
cuando está cazando.
Foto: José Calderón
Uno de los brazos del pulpo es en
realidad el órgano copulador en el macho, llamado hectocótilo, el cual introduce en la cloaca de la hembra. La hembra
cuida sus huevos hasta que eclosionan, y
para ello se mete en una cueva en la que tapa su entrada con trozos de
conchas y piedras. Durante ese periodo defiende a su futura prole de los
depredadores y oxigena la cueva. No se alimenta durante ese periodo y tras la
eclosión de los huevos muere. Por eso es tan importante que los buceadores no
molestemos a los pulpos que están en su cueva pues generalmente son hembras que
cuidan de sus huevos.
Se les considera los
invertebrados de mayor inteligencia, por su capacidad de aprender y resolver
situaciones complicadas. Dado que los ejemplares adultos mueren tras la
eclosión de los huevos, el conocimiento no se transmite de adultos a juveniles
como ocurre con los vertebrados, y cada individuo debe aprender por sí solo
todas sus habilidades. Esto supone una gran hazaña para un animal tan
inteligente que no tiene la ayuda de sus progenitores ni puede utilizar la
técnica de la imitación de otros individuos para el aprendizaje.
Las ventosas de los brazos de los pulpos les permiten
literalmente adherirse a los objetos y así poder cogerlos y moverlos.
Foto: Pilar Muñiz
Es el invertebrado con un cerebro
más desarrollado y complementa esta capacidad con unos ojos muy evolucionados y
un sistema de tacto magnífico, lo que le permite tomar decisiones con precisión
y rapidez.
El ojo del pulpo es muy evolucionado y según los
científicos son capaces de ajustar el espectro de luz que perciben para
adaptarse a la profundidad a la que viven.
En la fotografía podemos observar la textura que
pueden adoptar en la piel para camuflarse.
Foto: Pilar Muñiz
El pulpo común, Octopus vulgaris,
presente en todas nuestras costas, puede llegar a medir un metro y es el que
habitualmente está presente en nuestra gastronomía. En Canarias podemos
encontrar en las inmersiones otra especie de pulpo, la llamada “fabiana”,Callistocopus macropus, que se diferencia del pulpo común por tener
un color rojizo, y motas blancas, siendo de menor tamaño que el común.
La “fabiana” es una especie de pulpo que se puede ver
en inmersión en Canarias. Su color la hace inconfundible.
Foto: José Calderón
Los calamares
Pulpos y sepias son frecuentes en
las inmersiones de nuestras costas, y sin embargo el buceador que ha visto
calamares puede considerarse afortunado, pues son más difíciles de ver, por sus
hábitos natatorios pelágicos. Los calamares
o téutidos deben su nombre al su hueso calcáreo interno que tienen en lugar
de cocha, llamado “cálamo”, que significa pluma o caña en latín.
Foto: Dominio público (Wikipedia)
Tienen dos tentáculos musculados
dotados de ventosas, que si se arrancan no vuelven a regenerarse, y ocho
brazos. Son exclusivamente carnívoros y se alimentan de peces e invertebrados,
que capturan con sus dos tentáculos. Son voraces, de movimientos muy rápidos y
con crecimiento muy lento. La mayoría viven un año y mueren tras desovar,
aunque algunas especies pueden vivir dos o más años.
Lo que más llama la atención de
su aspecto es sin duda la presencia de cromatóforos de su piel, que les
permiten presentar variedad de colores fluorescentes.
Los calamares tienen un cuerpo alargado y dos aletas
laterales.
Llama la atención la coloración llamativa de su piel
que consiguen a base de cromatóforos.
Foto: Pilar Muñiz
La mayoría de las especies no
miden más de 60 cm, aunque los calamares gigantes pueden medir hasta 13 m,
llegando a ser en ese caso el invertebrado más grande de todos. Estos calamares gigantes tienen también el
ojo más grande del reino animal, y que es del tamaño de una pelota de
baloncesto. Existen ocho especies de calamares gigantes, del género Architeuctis. Hace tan solo unos pocos
años que se han conseguido imágenes de estos colosos marinos, de los cuales se
conocía su existencia por varamientos de animales muertos. Una característica de estas especies gigantes
es el uso de compuestos amoniacales dentro de su cuerpo para facilitar su
flotación por su baja densidad. Ello explica este olor tan característico en
los cadáveres encontrados.
El enorme pico del calamar gigante.
Foto: Dominio público (Wikipedia)
Hay otros calamares grandes que
quizá hayáis visto en documentales por su destacado tamaño (no tan grande como
los gigantes) siendo llamativos por lo agresivos que son entre sí e incluso con
algunos buceadores que los filmaban. Son los temibles calamares de Humboldt (Dosidicus
gigas), presentes en el Pacífico. Son especialmente violentos con los
objetos que no identifican como algo conocido. Su estrategia de ataque se
realiza con los brazos en forma de cono. Los dos tentáculos tienen unos
afilados “dientes” que pueden provocar heridas graves (como las observadas en
los cachalotes).
Un calamar de Humboldt
Foto: Fish Guy (Wikipedia)
Los nautilos
Los nautilos son los supervivientes de una larga saga de moluscos
fósiles que apenas han sufrido cambios durante millones de años. Son más
cercanos a los primitivos cefalópodos de hace 500 millones de años que a los
actuales, que aparecieron hace 100 millones de años. Su nombre viene del griego
nautilo, que significa marinero.
Dibujo de la concha del nautilo.
Foto: Dominio público (Wikipedia)
Posiblemente os suene el nombre
de Nautilus, por “Veinte mil leguas de viaje submarino”, y no lo asociéis a
este animal, pero como ya explicamos al principio, Verne ya conocía este animal
y su habilidad con la flotación que aplicó a su famosa nave.
La gran diferencia con el resto
de los cefalópodos es que tienen más tentáculos, llegando algunas especies a tener alrededor de 90, y
no tienen ventosas. Tampoco tienen cerebros complejos como los de los pulpos,
sepias y calamares, lo cual podía ser síntoma de falta de inteligencia, pero
sin embargo estudios recientes han demostrado que tienen cierta capacidad de
aprender al disponer de una memoria ciertamente desarrollada al nivel del resto
de cefalópodos. Son muy longevos, llegando a vivir hasta 20 años, lo cual es
muy poco frecuente en los cefalópodos.
Hay cinco especies y miden entre
16 y 26 cm. Utilizan su concha dividida en cámaras para la flotación, aunque
tienen un sifón por el cual también realizan propulsión a chorro. No tienen
tinta, aunque sus antepasados sí la tuvieron. Parece que su pérdida es debida a
que son animales pelágicos que viven en grandes profundidades, donde no hay
luz.
Tienen la rara habilidad de,
siendo animales de profundidad, no sufrir cuando son ascendidos artificialmente
cuando se pescan, y consiguen seguir vivos, al contrario que otros peces o
crustáceos. Se desconoce cómo resuelven su gran tolerancia a las variaciones
grandes de presión.
Hay una pequeña industria de
buceo con nautilos en Asia, donde los capturan en profundidad con trampas y los
sueltan en la superficie para nadar con ellos y poder fotografiarlos.
La geometría de la concha del
nautilo ha sido estudiada por los matemáticos dado que responde a la espiral
logarítmica o áurea y se han realizado diversas disquisiciones matemáticas sobre
ella.
Los argonautas
Los argonautas son animales muy difíciles de ver en inmersión por lo
raros que son. Tienen vida pelágica y viven en el azul. Se les llama también
“nautilos de papel”, por la similitud de la concha de las hembras a la del
nautilo. Tan extraños son que presentan un “dimorfismo sexual” de los más
acentuados del mundo animal: y esto significa que la hembra y el macho son muy
diferentes entre sí. Las hembras miden aproximadamente unos 10 cm y tienen una
concha que puede medir hasta 30 cm, mientras que los machos no suelen superar
los 2 cm y no tienen concha.
Dibujo de una hembra de argonauta.
Foto: Dominio público (Wikipedia)
Su nombre viene de Argos, en griego nombre de la nave de
Jasón y nauta, marinero, en recuerdo
de los héroes que navegaron por el Mediterráneo en busca del vellocino de oro,
comandados por Jasón.
La hembra del argonauta.
Foto: Dominio público (Wikipedia)
Los machos, tan diminutos en
comparación con la hembra tienen una vida muy corta, que utilizan para
aparearse. No fueron descubiertos hasta el siglo XIX y parece ser que nunca han
sido observados vivos en la naturaleza. Las hembras viven más tiempo y se
encargan de la puesta de los huevos, que realizan dentro de la concha. Ésta no
es un verdadero caparazón porque solo está destinada a contener los huevos y no
a albergar al animal, salvo que a causa de un peligro deba meterse dentro.
Radiografía de la concha de un nautilo y de un argonauta, que presentan
similitudes, por la presencia de cámaras de aire que permiten al animal
controlar su flotabilidad.
A pesar del parecido de las
hembras con el nautilo, el argonauta se parece más al pulpo, con 8 tentáculos
dotados de ventosas. Recientemente se ha sabido que utilizan la concha,
llenando sus cavidades, para ascender en la columna de agua, lo cual da una segunda
función a la misma, y utilizan el mismo sistema de propulsión a chorro del
resto de cefalópodos. También son capaces de expulsar tinta por el sifón.
Los argonautas aparecían en “Veinte
mil leguas de viaje submarino”, de Julio Verne, y su encuentro según los
antiguos, presagiaba prosperidades y buena ventura, según el personaje narrador
del libro. También menciona que el argonauta es acetabulífero, es decir, provisto de ventosas y no habrían de
confundirlo con el nautilo que es tentaculifero,
es decir, provisto de tentáculos.
Hace ya casi 15 años tuve la
enorme suerte de ver un ejemplar vivo de una hembra en Lanzarote. Unos
pescadores avisaron al centro de buceo de que habían capturado un extraño
animal desconocido. Se reunió a varios científicos de la zona y se organizó una
salida en barco para la liberación de tan precioso y raro animal.
Desafortunadamente no conservo fotos de aquel encuentro.
Hemos disfrutado por un rato de curiosas, extrañas y llamativas criaturas
del mar, el cual nos muestra toda su belleza en forma de diversidad. Y se nos
han quedado en el tintero algunas especies más de cefalópodos raros que me
reservo para una próxima ocasión. Mientras tanto, cada vez que veamos un pulpo
o una sepia en la inmersión disfrutaremos de su presencia como seres
excepcionales a los cuales veremos con otros ojos a partir de ahora. Puedes ver una charla muy completa sobre la sepia aquí:
La mayoría de nosotros aún
guardamos en la retina las imágenes de Flipper haciendo piruetas en su piscina
del parque acuático Coral Key Park en Florida. Esta cercanía e interacción con
los humanos y en particular con los niños fascina al público, que comienza a
idolatrar al animal de una manera apasionada. La mueca de la cara de los
delfines, que parece una sonrisa, ayuda también a este “amor” por este animal.
La cara amable de los delfines nos hace pensar a menudo que son felices
en nuestra compañía.
Foto Sharyn T, con permiso de WCA
Posters de la película y serie de tv Flipper (1963-64)
La realidad de la película y de
la serie de televisión fue muy diferente. Flipper no era un único animal, sino
que eran en realidad cinco delfines hembra entre las cuales había una llamada
Kathy. Se elegían hembras pues eran más dóciles y en general se usaban las más
dotadas para las piruetas. Kathy murió de agotamiento en brazos de su
entrenador, Rick O’Barry que explicó en su momento: “el delfín decidió
no comer más y se dejó morir de hambre”. La serie de televisión
promovió la captura de delfines para su uso comercial en todos los parques del
mundo. Rick O’Barry desde entonces se convirtió en activista en contra de la
cautividad de estos animales.
Rick O’Barry, el entrenador de los delfines de Flipper
Una de las preguntas que se hacen
los científicos desde entonces, cuando O’Barry planteó la hipótesis del suicidio,
es si los delfines realmente pueden decidir no seguir viviendo. No están muy
convencidos de ello: de lo que sí está convencida la comunidad científica es de
que los animales de este tipo pueden estar deprimidos y pueden llegar a realizar
conductas desesperadas, como dejar de comer o vagar sin rumbo o golpearse con
las paredes de sus tanques. No vamos ahora a determinar cuál fue la causa de la
muerte de Kathy/Flipper. Seguramente fue una combinación de causas, el
agotamiento, la depresión…la cosa es que desde entonces Rick O’Barry no ha
dejado de recordarnos lo infelices que son esos animales con los que trabajaba
en cautividad.
Una de las características de los
cetáceos y de los delfines en particular es sin duda su carácter social, de
convivencia y sus rígidas estructuras sociales familiares y de clanes, con una
gran capacidad de aprendizaje que se transmite de madres a hijos, y con una
habilidad comunicativa entre individuos que asombra a los científicos: cada
clan tiene su dialecto diferente. Son, en general, animales migratorios aunque
hay comunidades que no migran pues establecen su territorio en una amplia zona
en la que viven permanentemente.
Podemos entender pues que
animales con estas características sean infelices en cautividad, al igual que
entendemos que simios encerrados en zoos no lo pueden ser tampoco. En el caso
de las orcas, los mayores delfines, es mucho peor por la sangrante falta de espacio
que tienen en sus piscinas.
Blackfish, o el comienzo de la conciencia popular contra el cautiverio
En 2013 Gabriela Copperthwaite
estrenó su documental Blackfish. La protagonista es una orca llamada Tilikum,
la cual había causado la muerte a tres personas a lo largo de 20 años. El
documental nos explica que jamás se han registrado ataques de orcas en
libertad, al contrario de lo que cada vez con más asiduidad estaba ocurriendo
en cautividad, donde se les obliga a realizar números circenses a cambio de
alimento, y a convivir en espacios muy reducidos con ejemplares ajenos a su
grupo familiar. La película relata también la muerte de Alexis Martínez,
entrenador de orcas del Loro Parque de Tenerife. Fundamentalmente el documental
centra sus críticas hacia Sea World, propietario de las orcas de Tenerife. Seaworld es una compañía estadounidense
dedicada a la captura de animales marinos para su utilización en espectáculos.
Cartel de la película Blackfish (2013)
Tras la muerte de una de las
entrenadoras de Tilikum, y las dos muertes posteriores comenzaron las denuncias
contra esta compañía. Seaworld siguió produciendo espectáculos de orcas en
cautividad, pero esta vez sin personas presentes en los tanques. Trabajadores
destacados de Seaworld, como John Hardgrovee empezaron a denunciar lo que
ocurría en sus instalaciones.
La propia compañía anunció en
2016 un descenso de beneficios de un 33 % desde 2013, el año de la película de
Blackfish, y a la vez anunció también el final de la reproducción de orcas en
cautividad, en lo que parece el inicio del fin programado de este tipo de
espectáculos. Su presidente, Joel Manby, explicó entonces que un creciente
número de personas piensan que las orcas no deben estar en cautividad y que los
animales que tenían iban a ser los últimos. Convencido, o no, de que las orcas
deban estar en cautividad, Manby se ha dado cuenta de que su negocio no es
sostenible.
Las masacres de los delfines de Taiji. El horror anual para abastecer
el mercado de delfines cautivos
Mientras tanto Rick O’Barry no ha
dejado de trabajar a favor de los delfines libres. Creó la Rick O’Barry Dolphin
Project para luchar contra la industria de la cautividad. Ha rescatado y
rehabilitado delfines en muchos países en todo el mundo. Quizá su campaña más
impactante sea la lucha contra la brutal caza de delfines en Taiji, en Japón,
donde oficialmente el propósito de la caza anual autorizada por las autoridades
es proporcionar carne para la alimentación de los japoneses. Sin embargo, la
realidad es que la carne de delfín no es tan apreciada en Japón como la de
ballena. Los propios pescadores explicaron a O’Barry, que pasa todos los años
un tiempo durante la brutal caza en la zona, que el otro objetivo era la vender
ejemplares para la industria de los delfinarios, y además para evitar que estos
animales se comieran el pescado de la zona.
La película The Cove, estrenada
en 2009, es un documental que explica la misión de un equipo de activistas,
videógrafos y apneistas que consiguieron entrar en la zona, en la cala donde se
realizan las matanzas para, utilizando cámaras ocultas y micrófonos, destapar
el horrible crimen que se produce cada año.
En realidad todo lo relacionado
con Taiji es oscuro. La temporada de caza es larga, entre septiembre y abril.
La Prefectura de Investigación de Pesca Japonesa reconoce que el objetivo es el
consumo humano y la reventa a delfinarios. Parece ser que el destino de los
delfines capturados en Taiji y no consumidos son los delfinarios cada vez más numerosos
de Asia y América, mientras que los delfinarios europeos niegan cualquier
relación con Taiji, alegando que sus programas de reproducción en cautividad
les permiten autoabastecerse de ejemplares suficientes.
Las cifras de la cautividad y sus amargas consecuencias
Es creciente la preocupación
internacional por la situación de los delfines y otros cetáceos como las orcas
en cautividad. Países como Chipre, Eslovenia, Croacia, Costa Rica, Chile e
India han prohibido la cautividad en sus fronteras, y otros como Francia y
México han procedido recientemente a tomar medidas para la eliminación de este
tipo de instalaciones. Mientras tanto España es el país europeo con más
delfinarios, y se están construyendo algunos más. Según Word Cetacean Alliance
(WCA), España posee en la actualidad 11
instalaciones con cetáceos cautivos, Italia cuatro y Francia tres, en proceso
de eliminación, aún por concretar, tras
la aprobación de su reciente ley contra el cautiverio.
Las orcas en cautiverio suelen tener los dientes desgastados debido a
conductas anormales tales como el roce con los laterales de los tanques, etc.
Foto: Heather Murphy, con permiso de WCA
Las 32 instalaciones presentes en
la Unión Europea están reguladas con la Directiva de zoos (1999/22), aplicable
desde 2005 en todos los estados miembros. La Directiva proporciona un marco
legal a la legislación de cada Estado Miembro, a partir de una licencia de
funcionamiento y un sistema de inspecciones de las instalaciones. El fin es
mejorar su papel en la conservación de la biodiversidad, intercambiar
información para promocionar la protección y conservación de las especies
animales salvajes, proporcionar un adecuado alojamiento para los animales con
el objetivo de satisfacer sus necesidades biológicas y de conservación,
asegurar el enriquecimiento de las especies y normas de la cría en cautividad y
proporcionar cuidados veterinarios. A la vista de esto, nos preguntamos si
realmente se cumple la Directiva en las instalaciones existentes y se satisfacen
las necesidades biológicas de estos animales.
Tan solo cinco estados miembros
de la Unión Europea, según World Cetacean Alliance, tienen legislación
específica en materia de cetáceos en cautividad: Bélgica, Finlandia, Italia,
Polonia y el Reino Unido. Este último exige unos estándares tan altos que es
imposible cumplirlos y por ello no hay delfinarios. Italia tiene unas
exigencias altas, pero no se cumplen. En trece países europeos (entre ellos el
nuestro) existe absoluta libertad de tener delfinarios si cumplen las
exigencias de la Directiva.
La Word Cetacean Alliance está compuesta por muchas organizaciones de
todo el mundo
Las cifras son muy variables,
pero aproximadamente hay unos 1000 delfines en cautiverio en el mundo, de los cuales
en España hay unos 90 delfines, además de 3 belugas y 6 orcas.
Las principales carencias de los
cetáceos en cautividad, según la WCA, son las reducidas dimensiones de los
tanques en relación con el tamaño de los animales, factor especialmente grave
en el caso de las orcas; un entorno social deficiente (los animales cautivos
están desarraigados y fuera de su grupo o clan); incapacidad para expresar su
comportamiento natural; altos niveles de estrés y uso de tranquilizantes; y
mortalidad temprana. Y además deben realizar exhibiciones diarias a cambio de
comida.
Lolita, la orca del delfinario de Miami. Cuando ocurrió el huracán Irma fue el
único animal no desalojado de la instalación, debido a sus dimensiones. En la
foto se aprecia el tamaño del tanque, muy pequeño en comparación con el tamaño
del animal. Foto: Lincoln O’Barry
En el artículo “Fuentes de estrés
en cautividad” (Morgan y Tromborg, 2007) se explica que los aspectos más
estresantes para los animales cautivos son la iluminación artificial, la
exposición a música muy alta, olores fuertes, temperaturas incómodas,
restricción de movimientos en espacios muy reducidos, el hecho de forzarles a
convivir con humanos, mantenimiento en grupos sociales anormales, así como
restricciones en su desarrollo conductual.
Es muy frecuente que los cetáceos en cautividad estén entrenados para
realizar exhibiciones con números circenses en los que se condiciona su
conducta mediante la privación de alimento. Foto: Jackie Curtis, con permiso de
WCA
La presencia de humanos en los tanques o en los recintos de la denominada
“semicautividad” (recintos cerrados en la naturaleza para el baño con
delfines), provoca en algunos casos infecciones a los animales, de origen
humano. Foto: Sharyn T, con permiso de WCA
Los cetáceos cautivos muestran
conductas que no mostrarían en libertad, como nerviosismo o agresividad,
patrones de conducta repetitivos, apatía y anormales periodos de inactividad.
Además, debido a las condiciones no siempre idóneas del agua de las piscinas,
desarrollan infecciones cutáneas, erosiones en la piel por el rozamiento con
las paredes, reacciones por ingesta de pinturas del revestimiento de los
tanques, etc. Es posible imaginar la dificultad de manejo que tienen
determinadas especies muy grandes, como las orcas, y lo difícil y costoso que
es tener una piscina suficientemente grande como para permitir un mínimo de
movimiento. Hemos visto en algunos casos como los animales reposan en el fondo
de las piscinas cuando los tanques deben vaciarse para ser sometidos a limpieza
profunda. En resumen, por mucho que nos hagan creer que las condiciones de vida
de estos animales, continuamente supervisados por veterinarios, son al menos
aceptables, es imposible creer que un animal de estas características sea feliz
o que, como mínimo, sus condiciones sanitarias sean adecuadas. Por supuesto es
difícil de creerse estos artículos “científicos” que estas instituciones con
delfines publican periódicamente explicando que la calidad de vida de los
animales cautivos es mayor en cautividad que en libertad, porque se les cuida y
se les curan sus enfermedades.
La orca Tylikum en Sea World. Foto: Milan Boers (CC)
Según WCA, se recurre a la captura
de animales salvajes para satisfacer la demanda de población cautiva y no se
cumplen con los requisitos de la Directiva. Pero esta asociación internacional
nos ofrece algo de luz al final de túnel, parece que los europeos cada vez
están más en contra de la cautividad y de los espectáculos con cetáceos y por
ello cada vez más países están aprobando leyes en contra, como es el caso de
Francia. En el caso de Barcelona, el Delfinari ha decidido que en vez de
adaptar las instalaciones a las exigencias de la Directiva, prefiere clausurar
la instalación. Otra cuestión es saber qué se va a hacer con los delfines de
las instalaciones clausuradas.
El último informe de World Animal Protection
Un nuevo informe del World Animal Protection ha subrayado la magnitud de la industria de entretenimiento con delfines.
A pesar de que la película de 1993 Liberad a Willy dio un gran empujón al movimiento anticautividad, y la película Blackfish ha provocado un golpe muy fuerte a esta industria, el informe aún identifica 3603 cetáceos en cautividad en todo el mundo, de los cuales 3029 son delfines. Cuantifica la actividad entre 1.1 y 5.5 miles de millones de dólares anualmente.
Existen 336 instalaciones de cautividad en 54 paises. El 60% de todos los animales cautivos en el mundo se encuentran en 5 países: China (23%), Japón (16%), Estados Unidos (13%), México (8%) y Rusia (5%). España es el sigueinte con 104 cetáceos cautivos.
Destaca el gran incremento de la industria en China.
Las campañas en contra
Sin duda la campaña que más suena
en todos los medios es “Empty the tanks”, que surgió tras la visita a Taiji por
parte de algunos voluntarios. Según su web, se define como un movimiento no
radical que pide la liberación de todos los mamíferos marinos. Algunos de los
animales pueden ser candidatos a la liberación, pero otros, debido a su
desarraigo e imposibilidad de vivir en libertad, especialmente los nacidos
cautivos, deberán ser incorporados a santuarios marinos.
Pero ¿se pueden liberar los
delfines cautivos? Rick O’Barry ha escrito todo un manual sobre esta cuestión a
partir de su experiencia personal en liberación de muchas ejemplares. No parece
una tarea fácil y los delfinarios se escudan en ello para aseverar que la
reincorporación es casi imposible.
Mientras tanto cada año se
suceden manifestaciones populares en contra de los delfinarios. La realidad es
que pocas personas se manifiestan, sobre todo en nuestro país. Mi reflexión es
que aunque a muchos españoles nos repugne la cautividad, todavía no tenemos la
idea de que es un tema importante: es más, es muy difícil que en nuestro país
alguien se manifieste a favor de la defensa del medioambiente y de los seres
vivos que lo habitan. Hace falta aún mucha educación ambiental y muchas
campañas publicitarias para que los ciudadanos se movilicen. Si los ciudadanos no se movilizan, la Administración
Pública no va a dar ningún paso en contra de la cautividad.
En este pasado mes de agosto
hemos podido ver en televisión un anuncio publicitario de Orange utilizando una
orca cautiva. Ante el sentimiento de repulsa por ver un animal tan maravilloso
enjaulado, algunas asociaciones y grupos, liderados por Planeta Profundo, hemos
decidido actuar y se ha emprendido una campaña en contra de esta anuncio
publicitario, con el argumento de que utilizar la cautividad en la publicidad
es contribuir a “normalizar” o hacer que sea socialmente aceptable una
actividad, la cautividad, que cada vez tiene más detractores. Por ello se ha
solicitado a Orange, mediante una carta firmada por más de 30 organizaciones, que
modifique su campaña y nos hemos han puesto a disposición de la operadora
telefónica para explicar las consecuencias de la cautividad y otras posibles
opciones para expresar el mágico contacto del humano con el animal,
especialmente en libertad. Se propone como alternativa las experiencias de
buceo o natación con cetáceos libres o el avistamiento de animales en libertad.
Queremos con esta iniciativa no solo animar a Orange a que modifique su
campaña, sino dar a conocer también a la población ajena problema de la cautividad y los detalles de
la misma.
El cartel de la campaña de Planeta Profundo en contra del anuncio de
Orange utilizando una orca cautiva.
Dibujo de Inkshark
Otras organizaciones o grupos han
planteado acciones similares con solicitud de firmas, y campañas en las redes
sociales. La idea es que sea quien sea el que lidere una iniciativa es preciso
apoyarla, por el fin de los cetáceos en cautividad, y por el fin de la
normalización de las imágenes de cetáceos cautivos.
En un mundo cada vez más
gobernado por el mundo audiovisual el argumento de que los delfinarios sirven
para que niños/personas que no acceden a la costa puedan tener el contacto con
estos animales no es razonable. Queremos ver imágenes de animales libres. Fueron las imágenes de los documentales de
naturaleza, las de Cousteau y los documentales de la BBC las que llenaron
nuestra imaginación de las criaturas del mundo marino, y nos incitaron a soñar
por ver estos animales en su medio.
Posiblemente sea más razonable y
educativo realizar actividades infantiles con los niños en el mar, avistando
aves y cetáceos libres las que mejor les ayuden a despertar su conciencia
ambiental y de amor por la naturaleza y no digamos si los buceadores les
enseñamos nuestras fotos y vídeos de nuestros encuentros subacuáticos.
Y tú ¿qué puedes hacer?
Si estás leyendo este artículo y
te está removiendo la conciencia, o si ya tenías idea de que la cautividad de
los cetáceos no es admisible hoy en día, puedes hacer muchas cosas. La primera
es contarle a todo el mundo todo esto, explicarles a los niños que los cetáceos
no son felices haciendo piruetas en sus tanques, no ir a los delfinarios y
aprovechar lo extenso de nuestra costa para realizar actividades de
avistamiento. El Cantábrico, la Costa Catalana, Levantina o Balear, el Estrecho
y Canarias son lugares idóneos donde numerosas empresas y organizaciones
realizan actividades de avistamiento, a menudo con charlas educativas y de
identificación. Es cuestión de proponérselo.
Y si te quedan más ganas de hacer
más, asóciate a una de estas organizaciones que luchan por esta causa, apoya
sus iniciativas, y expresa tu repulsa cada vez que veas una expresión gráfica
de un cetáceo cautivo, no difundas fotos de delfines en cautividad y
manifiéstate en contra cada vez que veas una.
Sin duda los buceadores lo
tenemos más fácil, porque si has tenido la enorme suerte de ver cetáceos en
inmersión o en tus traslados en barco, habrás podido experimentar lo
maravilloso que es el contacto con estos animales en su medio, LIBRES.
LIBRES Y NO CAUTIVOS.
Calderones libres
en Tenerife: Desde un barco de avistamiento de cetáceos.
Foto: Mónica
Alonso
Calderones libres en Tenerife: en inmersión cuando se acercaron a donde
nos encontrábamos.