Texto:
Mónica Alonso Ruiz
En enero de 2014 salió a la luz
un pionero y complejo estudio sobre tiburones limón, como culminación de una
investigación que se inició en 1961. Dicho estudio, liderado por el Dr. Samuel
Gruber, de la Estación Biológica de Campo de Bimini, constituye el mayor
estudio de etiquetado de una sola especie de tiburón, y con él se ha obtenido
una gran cantidad de información muy valiosa sobre la biología del tiburón
limón.
El Dr. Gruber, pionero de la investigación
El Dr. Gruber se graduó en la
universidad de Miami, en la disciplina de conducta animal, conocida
técnicamente como etología. Su especialidad fue el aprendizaje, la psicofísica
y la biología sensorial, particularizando gran parte de sus estudios en la
visión de los tiburones. Tras 15 años de laboratorio investigando la visión de
los tiburones, consiguió una beca de desarrollo profesional de la Fundación
Nacional de Ciencias de los Estados Unidos, y entre 1979 y 1989 se embarcó a
bordo de buques de investigación oceanográfica. En el primer crucero se
buscaron lugares apropiados para el estudio de los tiburones limón en Bahamas.
Bimini resultó el mejor lugar para establecer un centro de investigación, por
la abundancia de tiburones limón en su laguna, que se mostraba como zona de
cría o guardería, por sus aguas cristalinas, y por la proximidad con Florida.
En 1988 tuvo que luchar contra un
cáncer, que superó, y tras esta nueva oportunidad de vida, se trasladó a
Bimini, y en marzo de 1990 abrió las puertas de la Estación Biológica de Campo
de Bimini, con la idea de crear un lugar donde los estudiantes con pasión por
los tiburones pudieran ir a estudiarlos in situ. En el inicio se planteó
realizar un censo de tiburones limón dos veces al año, con idea de etiquetar
todos los tiburones limón de la laguna.
El tipo de etiqueta y los inicios de los estudios de la Estación de
Bimini
La elección del tipo de etiqueta
fue muy importante en los inicios de la estación, e incluso en los estudios
anteriores a ella, dado que se sabía, por ejemplo que la etiqueta-dardo de la
NOAA (Administración Oceánica y Atmosférica Nacional) había matado al menos al
10% de los tiburones jóvenes etiquetados hasta el momento, y demás afectaba
seriamente al crecimiento de los que sobrevivían. Por otro lado uno de sus
estudiantes había hecho un estudio sobre el desprendimiento de varios modelos
de etiquetas, llegando a la conclusión de que la mayoría de las etiquetas se
desprendían en porcentajes cercanos al 90%. Finalmente, en 1988 encontraron una
etiqueta con una tasa de pérdida muy baja y que no tenía efectos nocivos sobre
los pequeños tiburones. Se llamaba etiqueta pasiva con traspondedor integrado
(PIT), y consiste en una cápsula de vidrio del tamaño de un grano de arroz, que
se inyectaba bajo la piel en la base de la aleta dorsal, y quedaba allí de por
vida. No necesitaba fuente de alimentación, dado que es un sistema pasivo: cuando el
cuerpo del tiburón se escanea con un pequeño lector de mano, las microondas
excitan el PIT previamente implantado y muestra su número de código de barras
como un escáner en un supermercado.
Tampoco los inicios de los estudios
de la estación fueron fáciles. Debido a la especie elegida (el tiburón limón) y
las condiciones ecológicas únicas (más parecido a un lago que a un medioambiente
marino abierto, infinito), se pensó que se podían llevar a cabo una serie única
de estudios exhaustivos y detallados sobre la dinámica poblacional. El objetivo
era obtener los parámetros de la historia de vida del animal, como el
crecimiento, la supervivencia y selección de hábitat. Pero había que hacer algunos
supuestos. Por ejemplo, se asumió que los pequeños tiburones limón de Bimini no
emigraban o que al menos no abandonaban la guardería de tiburón durante tres
años, y que tampoco había mortalidad por pesca, considerando sólo la mortalidad
natural.
Imagen:
Bimini Shark Lab
En ese contexto crearon una gran jaula
y pescaban en grandes sectores de la guardería a la vez. Al anochecer establecían
redes de enmalle de 180 metros de largo en tres lugares en las zonas poco
profundas de guardería y caminaban por toda su longitud cada 15 minutos durante
la noche veraniega de 12 horas de duración. Cuando se encontraban con un
tiburón enredado, lo sacaban y lo llevan por barco a la jaula grande, donde la
tripulación de etiquetado lo pesaba, medía, establecía su sexo y etiquetada
cada tiburón que entraba. Con este extraordinario esfuerzo se marcaron alrededor
de 90 juveniles de tiburones limón durante esa primera temporada. El plan era
regresar seis meses más tarde y hacerlo todo de nuevo para que poder mantener el
control sobre aquellos pequeños tiburones. Pero el experimento no funcionó,
dado que siguiente mes de noviembre sólo fueron capaces de capturar dos tiburones,
lo que por supuesto detuvo su proyecto, al no cumplirse los supuestos
iniciales de mantenimiento de la población.
El nuevo proyecto
Tuvieron que pasar otros cinco años
para considerar la puesta en marcha de nuevo del proyecto. En ese momento, el
enfoque, los medios y las metas estaban mucho mejor enfocadas y se organizó la
campaña que todavía continúa hoy, dos décadas más tarde. Se ha convertido en el
estudio más largo de etiquetado de la misma especie y la pieza central de la
investigación en Bimini. Basado en el éxito de esta campaña, avanzaron sus
objetivos para llegar a monitorizar todos los tiburones limón nacidos a Bimini
desde el nacimiento hasta la edad adulta y más allá. Esta vez aplicaron técnicas innovadoras de investigación genética
sobre tiburones. El interés era comprender muchos de los rasgos de historia de vida
de los tiburones limón utilizando biología reproductiva como el foco del
proyecto.
Imagen:
Bimini Shark Lab
En 2014 tras el etiquetado más de
3.500 tiburones limón durante los últimos 20 años y la tras la producción de un
catálogo genético de todos y cada uno de ellos, han creado un pedigrí de todas
las familias de tiburones limón presentes en la laguna de Bimini. Es importante
señalar que mediante el uso de técnicas moleculares han sido capaces de
identificar los padres de cada cría de tiburón mediante el examen de las
contribuciones maternas y paternas a su genoma.
Además, con el método que utilizaron
han sido capaces de obtener la huella digital genética de cada tiburón, por lo
que si alguna vez se atrapa a ese ejemplar de nuevo, se podría identificarlo
definitivamente sin necesidad de etiquetarlo o marcarlo. Por eso tuvieron toda a
la población de tiburones limón de Bimini bajo escrutinio durante dos décadas. Han
tenido una gran cantidad de hallazgos nuevos, publicaciones, tesis de posgrado
y tesis fruto de este estudio. Los avances en nuestro conocimiento de la
biología de tiburones limón han sido significativos y serán objeto de numerosos
artículos futuros.
Regreso a los orígenes
Muchos biólogos de tiburones en el
pasado creyeron que muchas especies de tiburones, como el salmón, regresaban a
su lugar de nacimiento para reproducirse. Estos biólogos utilizaban
estadísticas y cálculos que sugería que este comportamiento reproductivo,
conocido como filopatría o homing natal, era un hecho. Sin embargo, nadie había
observado realmente homing natal. Teniendo en cuenta que un tiburón limón tarda
entre 12 y 15 años en alcanzar su madurez reproductiva, ¿quién iba a esperar
tanto tiempo para averiguarlo? La respuesta: ¡los fanáticos de tiburones de la
Estación Biológica de Campo de Bimini!
Imagen: Bimini Shark Lab
Después de esperar una docena de
años, y con gran expectación, se analizó genéticamente un grupo de tiburones
nacidos en 2010 para ver si alguno de sus padres había nacido en 1995 y había
regresado a Bimini para dar a luz. Quedaron encantados de encontrar que varios
tiburones de hecho se habían acordado de su lugar de nacimiento y volvían a dar
a luz.
Pero eso no fue suficiente. Los
editores de la revista a la que presentaron su trabajo querían pruebas y les
pidieron capturar un tiburón limón madre y directamente identificarla como
haber nacido en Bimini. Habían desarrollado técnicas para encontrar y capturar
a mano (sin anzuelos ni arpones) tiburones limón adultos que entran en la
laguna (esa es una hazaña que merece, sin duda otro artículo). Ello les permitió
leer con éxito una marca PIT que había sido colocada bajo la piel de un solo
tiburón madre hacía varios años.
Las lecciones aprendidas tras este estudio
El Dr. Gruber explica que “Hemos aprendido muchas lecciones de este
estudio a largo plazo. Uno de los más importantes es que es muy fácil de
conducir una población local a la extinción. Esto se puede hacer ya sea
mediante la destrucción del hábitat de crianza de la población o bien matando a
la población reproductora de las madres que regresan a la guardería donde nacieron,
para dar a luz. Comprender a estas poblaciones locales y donde están sus
hábitats más importantes es imprescindible para su conservación y para los
planes de gestión, y medidas de protección especial tales como las áreas
marinas protegidas, para estos depredadores de la cumbre.”
Para los que desde el otro lado del
océano observamos el fabuloso estudio realizado durante tantos años, no podemos
más que maravillarnos por el cuidado con el que se ha realizado. Desde el
inicio de la investigación ha primado el objetivo de salvaguardar y no afectar
gravemente a la guardería de tiburones en estudio, sobre la inmediatez de los
resultados. No podemos valorar de igual manera otros estudios más mediáticos,
que se realizan actualmente, con grandes medios económicos, y con poco cuidado
en evitar el daño a la población en estudio. En la retina tenemos esas imágenes
de aletas deterioradas por dispositivos satelitales tan grandes y dañinos para
al animal, y que están suponiendo una gran fuente de críticas por parte de los
sectores conservacionistas. Está claro que no es bueno querer obtener la
trayectoria de los grandes tiburones blancos, y seguirlos mediante apps desde
el móvil, a toda costa, sin tener en cuenta la cantidad de ejemplares dañados,
quién sabe con qué consecuencias.
Imagen:White
Shark Video
Referencias:
No hay comentarios:
Publicar un comentario