miércoles, 24 de febrero de 2016

MEGALODON: EL TIBURÓN EXTINTO MÁS ACTUAL

Texto: Mónica Alonso Ruiz
Este artículo se publicó en la revista Escápate num 17:
http://issuu.com/oceanides/docs/escapate-17-2015

Recientemente se han podido ver documentales en algunas cadenas de televisión de dudosa reputación (en cuanto al rigor y veracidad de sus contenidos), sobre un enorme tiburón prehistórico, el “megalodón”, del cual se ”discute” si actualmente se pueden encontrar en nuestros mares algunos ejemplares. Es cierto que los océanos son tan grandes que permanecen en cierta medida inexplorados, pero la humanidad ya superó hace años, o al menos quiero creer que lo hizo, la creencia en los grandes monstruos marinos. Si los verdaderos científicos (no los que salen en esos documentales) nos dicen que este animal se extinguió hace millones de años, pues no deberíamos dedicar nuestra energía a buscarlo. Sin embargo me ha parecido interesante indagar un poco en su origen y en su particular similitud con el tiburón blanco.
La reconstrucción de la mandíbula del Megalodón en el 
Museo Americano de Historia Natural de Nueva York. CC Spotty11222.

Los tiburones constituyen un grupo taxonómico muy evolucionado, y por ello el análisis de su historia evolutiva es apasionante. Quizá sin la mención al “megalodón”, el mayor tiburón de todos los que han habitado los océanos, este análisis no lo sería tanto, y el interés del público por los tiburones prehistóricos se hubiera limitado a algunos “frikis” como yo. Y es que parece que a los humanos nos gustan los monstruos, y es que el “megalodón” es uno de ellos, de los más grandes. Para hacernos una idea, este enorme bicho tenía el tamaño de un cachalote, y los dientes tan grandes como los del Tyranosaurus rex. Para todos, es lo que hasta ahora conocíamos como el tiburón blanco gigante, el enorme ancestro del tiburón blanco actual, y cuyo nombre hasta hace muy poco era Carcharodon megalodon.

Este tiburón extinto se considera que pertenece a la familia extinta Otodontidae (también llamados megandentados), la cual pertenece al orden de los Lamniformes, que actualmente incluye a los lámnidos (el tiburón blanco, marrajo...), bastante parecidos a nuestro gigante en cuanto a forma, y a otros muy diferentes, como el tiburón megaboca (un extraño comedor de plancton del que se han visto muy pocos ejemplares en el mundo) o el tiburón duende. Un orden con especies muy diferentes entre sí. Y es que la taxonomía de los tiburones (la ciencia que los clasifica) a veces nos sorprende con sus extrañas agrupaciones.

Esta especie se desarrolló desde hace unos 55 millones de años y desapareció hace unos 5 millones de años. Puesto que se han encontrado algunos de sus dientes a profundidades de 4000 m en el lecho marino del Pacífico, algún investigador especula sobre que algunos especímenes pudieran haber sobrevivido hasta tiempos “recientes”, hace unos 24000-11000 años, cuando el hombre ya habitaba el planeta. De esta especulación, a que existan en la actualidad, pues hay un mundo.

Desafortunadamente, como en el caso del resto de tiburones prehistóricos, no han quedado restos de este enorme animal, sino tan solo unos pocos dientes, que se han encontrado prácticamente por todo el mundo. Los dientes de tiburón son conocidos desde la antigüedad, y los griegos y romanos, e incluso hasta el Renacimiento, y se pensaba, que eran restos de rayos, dientes de dragones o lenguas de serpientes gigantes. Los hombres prehistóricos los consideraban un regalo de los dioses y se empleaban como puntas de flechas o herramientas cortantes. Si además el tamaño del trofeo encontrado es enorme…pues ya se tiene el terreno abonado para los mitos y leyendas más variados.
Comparativa dientes de megalodón y dientes de tiburón blanco. CC Parzi

El estudio de los dientes ha permitido hacer hipótesis sobre cuál es el tiburón que desciende del “megalodón”. Se han llegado incluso a establecer diferentes especies de Carcharodon, e incluso diversos géneros: es decir, que puede incluso que no hubiera solo un “megalodón”, sino que hubiera toda una “estirpe” pululando por los mares prehistóricos. De ahí a hacer una serie de televisión…pues dale ideas a estos canales sensacionalistas, y tenemos “megalodón” para rato. Y hasta se puede conseguir que los niños hagan colecciones de muñecos de plástico de las diferentes especies…con un poquito de márketing se consigue todo.

Volviendo a la ciencia, la última teoría, actualmente ya aceptada, a partir de un exhaustivo estudio de los dientes del Isurus hastalis, un marrajo fósil, muy común en el Cenozoico (la Era Terciaria, hace 65 millones de años), indica que el moderno tiburón blanco, Carcharodon carcharias, desciende de este marrajo en vez del “megalodón”, y por ello, actualmente se ha establecido que el nombre correcto de nuestro gigante es Carcharocles megalodon, siendo Carcharocles un nombre más adecuado para su ubicación taxonómica. Mejor no intento explicar nada del por qué de los nombres de las especies, ya que el tema da para varias tesis doctorales.
                                                            
Lo que es incuestionable, dejando aparte las teorías de cuál es el tiburón actual sucesor del “megalodón”, es que el tamaño de los dientes de este animal es impresionante. Un total de 15 cm de diente hacía pensar en animales de más de 12 m de longitud, con una cola de hasta 4 m de altura y una dorsal de más de 2 m. Estas dimensiones, actualmente aceptadas universalmente, en el pasado fueron magnificadas, y en el Museo Americano de Historia Natural de Nueva York, a principios del siglo XIX reconstruyeron una mandíbula de “megalodón” de 2,74 m de ancho y 1,83 m de alto. Aplicando relaciones matemáticas sobre el tamaño de la mandíbula obtenida se concluyó en aquel momento que el animal podía llegar a tener hasta 30 m de longitud. Posteriormente se revisaron estas magnitudes y se realizaron modelos más pequeños, posiblemente más ajustados a la realidad, y desde 1985 el Instituto Smithsonian expone un ejemplar un tercio más pequeño que el primer modelo, de unos 20 m.
El Mississipi Museum of Natural Science presentó en una de sus
exposiciones una comparativa de diversas reconstrucciones de mandíbulas de megalodón.

La razón por la cual este animal alcanzó tan enorme talla es desconocida aunque hay varias teorías. Posiblemente sea la gran perfección y adaptación al medio, además de la multiplicación y diversificación de los mamíferos marinos en esa época, los cuales se cree que constituían una gran fuente de alimento de este enorme tiburón.

Actualmente, y por consenso de todos los “sabios” del tema, se dice que el “megalodon” no rebasaba los 15 m de largo, en parte por comparación con las presas más grandes de las que se alimentaban, las cetotéreas, género de ballenas extintas, que no alcanzaban los 12 m.

La otra pregunta es por qué desaparecieron. Posiblemente les pasó lo mismo que el Tyranosaurius rex, que fue sustituido por depredadores más ágiles, que capturaban sus presas con mayor facilidad. Hace 5 millones de años, cuando el “megalodón” posiblemente dejó de existir, hubo un gran cambio climático, un proceso de enfriamiento global, donde los casquetes polares inician su crecimiento hasta los niveles que conocemos actualmente. Esto conllevó un enfriamiento general del océano, y el cierre del itsmo de Panamá, lo que provocó grandes modificaciones en la circulación oceánica. Algunas teorías indican que dicho cierre propició que las poblaciones del Pacífico no pudieran acceder a sus zonas de reproducción y crianza del Atlántico. Adicionalmente, sus presas principales, las ballenas cetotéreas, que anteriormente no eran migratorias, mejoraron su diseño para ser mejores nadadoras, lo cual les permitió nadar grandes distancias, especialmente hacia las zonas frías donde había más alimento. El “megalodón” se cree que era un tiburón de aguas más cálidas, y no podía seguirlas.
Comparativa de tamaño del megalodón con otras especies. CC Matt Martyniuk            

Además, en esa época aparecieron los cachalotes y los delfínidos como las orcas, que constituyeron una indudable competencia por el alimento. El “megalodón” era un gigante superespecializado, no pudo seguir el paso evolutivo de estas nuevas especies, y por ello desapareció.

Por el contrario, el tiburón blanco, que como ya hemos visto no es el sucesor del extinto “megalodón”, y probablemente coexistió con él y se adaptó mejor al cambio: coevolucionó con los pinnípedos (focas, elefantes marinos, etc), que son presas de menor tamaño, y por lo tanto al ser un animal más pequeño, pudo adaptarse mejor a la evolución de sus presas.

Apasionante como es la paleontología y la taxonomía, o simplemente el interés por saber cómo eran los animales anteriores a los que actualmente podemos ve en nuestros mares, pues no debemos dejarnos llevar por la imaginación y pensar que actualmente podríamos encontrarnos un Parque Jurásico oceánico desconocido. O sí….soñar es libre.


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