Texto: Mónica Alonso Ruiz
Hace algún tiempo escribí sobre
la triste historia de tres orcas. Las tres sufrieron cautiverio durante largo
tiempo. Lolita lleva 48 años cautiva y aún sin solución. Morgan fue rescatada
en 2010 y llevada a Loro Parque, donde sigue participando en espectáculos
circenses y obligada a reproducirse. Keiko, protagonista de la película
“Liberad a Willy” fue una de las primeras orcas liberadas tras 24 años de
cautiverio. La cosa salió mal, el animal no pudo adaptarse bien y murió muy
rápidamente.
Orcas nadando libres. Foto: Colleen Weiler. Fuente: Whales.org (WDC)
Los fracasos en las liberaciones
de animales cautivos han permitido a la industria de la cautividad a decir que
los cetáceos, una vez que son capturados o cuando nacen en cautividad, ya son
inviables para ser liberados, y así justificar el mantenimiento de su
cautiverio.
La primera reflexión a la que nos
lleva todo esto es que la cautividad, una vez que ya una parte de la sociedad
piensa que las condiciones en las que viven estos animales son atroces para su
desarrollo personal y social, es un problema muy gordo que no tiene fácil
solución. Cada vez hay más países en los que se va prohibiendo y el problema
siempre es el mismo: qué hacer con los animales cautivos. Las empresas que
manejan estos animales dicen que no es posible la liberación y así ellos pueden
seguir explotándolos. Actualmente se proponen algunas soluciones: la liberación
total y los santuarios.
El mapa de la vergüenza de la cautividad
Liberación total de delfines
Ric O’Barry es quizá la persona
que más conoce la realidad del cautiverio y es uno de los pioneros en aportar
soluciones para acabar con ello. Durante su juventud trabajó 10 años en el
Miami Seaquarium, donde capturaban y entrenaban delfines, entre los que se
incluían los cinco delfines que actuaron en las películas de Flipper. También
entrenó a Hugo, una de las primeras orcas en cautividad y que acabó muy mal,
nunca se adaptó y murió por aneurisma cerebral, posiblemente por los golpes
repetidos que se daba contra el muro de la piscina donde vivía con Lolita.
Ric O’Barry con uno de sus delfines recuperados. Fuente: Dolphin Project
La vida de Ric O’Barry cambió
cuando Kathy, uno de los delfines que actuaba en Flipper murió en sus brazos.
Se dio cuenta de que capturar defines y entrenarlos para actuar en espectáculos
circenses estaba mal. Desde ese momento, en 1970, lanzó el Dolphin Project, un
ambicioso proyecto para acabar con la cautividad. Durante todos estos años Ric
ha rescatado y rehabilitado delfines para su liberación en muchos países.
Sus palabras más famosas son:
“He liberado una cierta cantidad de delfines.
Una de las mentiras más grandes que nos cuenta Sea World y otros que pertenecen
a la industria del abuso de los defines es que los delfines en cautividad no
pueden ser liberados.”
Ric ha podido liberar con éxito
una veintena de delfines, muchos de ellos con seguimiento posterior y con éxito.
Ha construido el Centro de Readaptación de Delfines de Camp Lumba Lumba en
Indonesia, la primera instalación permanente para la rehabilitación y liberación
de delfines en el mundo, que recoge delfines rescatados de los circos
ambulantes.
Centro de Readaptación de delfines Lumba Lumba, en Indonesia. Fuente:
Dolphin Project
Candidatos a la rehabilitación y liberación
Cuando Ric habla de los protocolos
a seguir para la rehabilitación y liberación de delfines, dice: “Existe un criterio general para la
rehabilitación y liberación de delfines cautivos, pero no una guía completa con
recetas. Ello es imposible porque cada delfín cautivo es único y requiere de
sus propias recetas. (…) Cada delfín reacciona de manera diferente a la
cautividad. Algunos han experimentado más abuso que otros. He trabajado con
delfines que cuando se han liberado en el mar, han recordado muy rápidamente
quién eran y lo que hacían antes de su captura. Otros necesitaban más ayuda,
más tiempo. Por ello la parte más importante de este trabajo es la paciencia.”
Ric entiende que no todos los
delfines cautivos pueden ser liberados totalmente, pero lo que sí se puede
hacer es readaptarlos en un lugar más cercano a su medio ambiente original,
como es el caso de una bahía natural. Ello proporcionaría al delfín los ritmos
naturales del mar, las mareas, las corrientes y las presas vivas. Todo esto es
terapéutico y mejora la calidad de vida del animal. Para evaluar si un delfín
es liberable hay que considerar los siguientes factores: su salud física y
mental, el uso del sonar y la ecolocalización, y su habilidad para capturar
pescado vivo y capacidad de defenderse de los depredadores.
Muchos de los delfines capturados
en la naturaleza son candidatos a la liberación, pero no todos. Algunos han
recibido demasiada influencia de los humanos y han olvidado o perdido las
habilidades para sobrevivir en lo que fue su casa. La cautividad ha destruido
algo vital en sus vidas y para ellos es demasiado tarde. Por otro lado, los
delfines nacidos en cautividad son irrecuperables, carecen de todo instinto
natural y no se plantea su liberación.
El proceso de rehabilitación
Entrando ya en las labores de
readaptación Ric nos explica que “la
clave en la rehabilitación es conocer cómo se comporta un delfín en libertad.
Sabiéndolo se puede reconocer lo que ha aprendido en cautividad.” Y nos da
un ejemplo: “cuando un delfín en
cautividad ve a su entrenador con un cubo de comida, hace cabriolas, y cuando
el entrenador le muestra el pescado, el delfín nada y pide la comida, haciendo
ruidos y moviendo la cabeza de arriba abajo, sin mostrar miedo, aunque haya
cientos de personas observando. Toda esta conducta es aprendida. Un delfín
libre nunca haría esas cosas, porque serían irrelevantes y sin sentido”.
La Doctora Sarah Meltzoff observa dos delfines recién confiscados en
Bali, Indonesia. Fuente: Dolphin Project
Por ello, a la hora de
rehabilitar un delfín es preciso ir eliminado esas conductas una a una. Ello se
consigue simplemente no premiando al animal cada vez que se comporta de esa
manera, dado que todo lo han aprendido a base de premio y privación de comida. De
esta forma, muy rápidamente el animal deja de tener esa conducta. Al mismo
tiempo es el propio hábitat natural, al que se le va exponiendo poco a poco, el
que dicta su conducta futura, de la misma manera a como aprenden de pequeños.
Ric explica también el
tratamiento psicológico a dar al animal. Se trata empoderar al animal, puesto
que tras ser capturado se comporta como un prisionero, perdiendo su personalidad
y su “poder”. También hay que conocer muy bien al animal, para conseguir lo
contrario que se consiguió cuando fue entrenado por primera vez, e identificar
en cada individuo sus carencias y necesidades.
La liberación
Una vez rehabilitado, se estudia
la posibilidad de su liberación. Y la primera opción es liberarlo en el mismo
lugar donde fue capturado. Pero esta no es siempre la mejor opción. Si un
delfín macho fue capturado cuando era muy joven y separado de su grupo no es
esperable que pueda reunirse con su familia años después. Incluso de manera
natural es muy habitual que los machos abandonen su grupo de origen para crear
su propio grupo.
Traslado de delfines a las instalaciones de rehabilitación. Fuente:
Dolphin Project
Los delfines son animales que se
adaptan muy bien y son capaces de acomodarse a una zona similar al lugar donde
fueron capturados, con un rango de mareas, corrientes, temperaturas, fuentes de
alimento y depredadores potenciales similares. Es importante que el equipo de
liberación del animal capture pescado local de la zona de liberación, para que
el delfín practique capturarlo y comerlo.
La alimentación del delfín
liberado es una de las claves, siendo deseable que el animal, una vez liberado,
pueda mantener su peso capturando peces vivos. Es un proceso gradual que se
realiza en varias fases:
- Alimentación con su cabeza bajo el agua, deben olvidarse de sacar la cabeza para coger los peces.
- Eliminación de la interacción con el personal que les alimenta, variando las horas y lugares de alimentación.
- Alimentación de peces vivos.
- Desarrollo de la habilidad de búsqueda de alimento.
Ric O’Barry intenta alimentar a dos delfines en Guatemala. Fuente:
Dolphin Project
Una vez liberado es preciso hacer
un seguimiento de su liberación. Los dispositivos de seguimiento por satélite
son invasivos y a menudo son fuente de infecciones, aunque se suelen utilizar
mucho. Si la idea es que todo lo que rodee a ese animal sea lo más natural
posible lo mejor es que el seguimiento se haga mediante personal que vive y
trabaja en la zona, siendo idóneos los pescadores y los operadores navales. Se
les suele adiestrar para que conozcan al animal en todas las fases anteriores a
su liberación y así cuando por fin son libres son expertos conocedores del
animal. De esta manera la fiabilidad de los avistamientos post-liberación es
mayor, no solo en cuanto a la identificación sino también en cuanto a la
conducta del animal, es decir, si se comporta de manera normal o no.
A veces ocurre que un animal
liberado se acerca a los pescadores y les suplica que le den comida. Ric
recomienda en ese caso que los humanos se aparten al máximo de los animales
recién liberados, porque es un momento crucial, en el que el animal entiende
que está solo para poder alimentarse, y en el cual cualquier interacción con
los humanos le puede hacer retrotraerse a cuando estaba cautivo.
Liberación de un delfín recuperado de unas instalaciones ilegales de un
circo en Indonesia. Fuente: Dolphin Project
Soluciones para animales no liberables. Los santuarios marinos
A continuación, vamos a tratar de
describir la experiencia, aún muy pequeña, de santuarios marinos, que se
plantean como soluciones de mejora de las condiciones de vida de animales que
son incapaces de sobrevivir en libertad.
La primera premisa de este tipo
de instalaciones es el reconocimiento de que los animales cautivos están en unas
condiciones horribles, muy diferentes a las naturales, y que algunas de ellas
pueden mejorarse mucho en un santuario, pero otras no podrán mejorar. Hay que
tener en cuenta que el agua de los tanques donde viven los delfines cautivos en
muchos casos no es agua marina, siempre está tratada con compuestos de cloro, y
que en el tanque no tienen contacto con el suelo marino, con las rocas, con las
olas, con la marea, con las condiciones cambiantes del mar, etc.
Todas estas condiciones no
naturales pueden recuperarse en un santuario, dado que suele tratarse de una
bahía natural donde los animales viven confinados, pero en una zona amplia.
Tendrán agua salada, mareas, corrientes, condiciones meteorológicas cambiantes,
contacto con rocas, fondos, algas, invertebrados, y podrán cazar su propia
comida en muchos de los casos.
Pero lo que no podrán recuperar
será su libertad total, la relación con seres semejantes, la vida social en
grupo estables o dinámicos, no tendrán peligros de la vida libre, los
depredadores no existirán y tendrán siempre el apoyo de sus cuidadores, que
podrán atenderlos si están enfermos o si finalmente no son capaces de aprender
a cazar de nuevo. Es una situación intermedia entre la cautividad absoluta y la
libertad total.
Ric O’Barry nos llama la atención
sobre “falsos santuarios” creados por la industria de la cautividad para lavar
su imagen y hacer parecer que son santuarios y nos da pistas para detectarlos:
- Permiten hacerse fotos con los animales
- Venden actividades con los cetáceos, shows, actuaciones…natación o cualquier tipo de interacción con los animales
- Llamarse santuario y tener fondos de organizaciones sin lucro no siempre indica que sean un santuario
- Reproducir y criar animales en cautividad
- No explicar la procedencia de sus animales
- Traficar, vender y comprar animales para sus instalaciones
Instalaciones de un falso santuario de delfines en Filipinas, que visitó
Ric O’ Barry. Fuente: Dolphin Project
El santuario de belugas en Islandia
Dos belugas, Little Grey y Little
White han llegado al primer santuario de belugas del mundo, un proyecto de SEA
LIFE TRUST, organización creada por la cadena mundial de acuarios Sea Life,
asociado con la ONG Whale and Dolphin Conservation (WDC). Las instalaciones
comenzaron su construcción en abril de 2018 en las Islas Vestmannaeyjar, en la
Bahía de Klettsvik, en las costas de Islandia.
El pasado 19 de julio, las dos
belugas, pertenecientes al acuario de Shanghai (Chanfeng Ocean World), fueron
embarcadas en un avión de carga rumbo a Islandia, a las instalaciones del
santuario, donde fueron depositadas en unas piscinas especiales de
aclimatación, y donde pasaron un periodo de aislamiento de 40 días. Está
previsto que en septiembre se trasladen a su lugar definitivo, la bahía donde
vivirán.
Little grey y Little White en las instalaciones de aislamiento del
santuario de Islandia. Fuente: Sea Life Trust
Estas dos hembras de beluga
fueron elegidas para vivir en esta instalación cuando Merlin Entertainments
adquirió las instalaciones del acuario de Shanghai, teniendo en cuenta su
política de no tener cetáceos en cautividad, haciendo a la vez una jugosa
donación al proyecto.
La ubicación del santuario se
decidió entre varios lugares en Rusia, Norte América, Noruega y Escocia, siendo
finalmente Islandia el país elegido. Se buscaron zonas árticas y subárticas,
que cumplieran una serie de condiciones. La zona elegida está rodeada de aguas
frías costeras y la zona proporciona una gran variedad de flora local y vida marina.
Ubicación del santuario de belugas de Islandia. Fuente: SeaLife Trust
Una superficie de agua de 32.000
m2 y una media de 10 metros de profundidad les permitirá tener un
retiro digno a estos dos animales de 12 años de edad.
También son necesarias ciertas
adaptaciones al santuario, tras la cautividad. La temperatura del agua del
santuario, aunque mucho más cercana a la natural para estos animales, es mucho
más fría que la de los tanques en los que han vivido, por lo que es preciso que
su alimentación se adapte a esta circunstancia, mediante un mayor aporte
calórico, que les permita ganar peso y aumentar su capa de grasa, para poder
soportar estas nuevas condiciones.
Las instalaciones del santuario de belugas en Islandia. Fuente: SeaLife
Trust
Se ha creado un centro de
visitantes para permitir al público conocer el proyecto y la vida silvestre
local, así como un hospital de frailecillos, junto con las instalaciones
necesarias para el seguimiento de los animales.
Los gestores del santuario indican
que hay más espacio para otras belugas que pudieran ir a vivir allí en el
futuro, permitiendo que otros acuarios puedan aprovechar las instalaciones para
deshacerse de otros animales.
El santuario del Mar Egeo
Otro proyecto interesante es el
de la isla de Lipsi, en Grecia, donde el Archipelagos Institute of Marine
Conservation, una ong centrada en el mediterráneo nororiental, plantea
localizar un santuario para delfines rescatados de la cautividad. Su idea es
dar solución a una parte de los más de 3.000 delfines cautivos en el mundo,
siendo su idea un prototipo para que otros proyectos similares se desarrollen
en todo el planeta.
Situación de la Isla de Lipsi. Google Maps
En 2010 iniciaron el proceso de
elección del lugar de ubicación, y eligieron Lipsi, donde está la bahía de
Vroulia, con forma alargada y que proporcionará refugio frente al oleaje y las
corrientes, con características ideales para acoger delfines, con profundidades
máximas de 40 metros. Es una zona de alta biodiversidad, con pradera de
posidonia, lo que les da una gran calidad a sus aguas. Además, es terreno
público, lo que permitirá evitar la proliferación de edificaciones cerca. Es
una zona remota, con poca interferencia humana, pero suficientemente cerca de
aeropuertos cercanos, para permitir el acceso de los animales que vengan, y
para las visitas educativas. El apoyo de la comunidad local es importante, así
como de las autoridades locales.
Instalaciones del santuario de Lipsi. Fuente Archipelagos Institute of
Marine Conservation
Han comenzado ya sus tareas de
construcción y se plantean su comienzo de funcionamiento para 2020. Han
recibido fondos institucionales y también de compañías privadas, como
Booking.com. Están desarrollando protocolos de rehabilitación, cuidados
veterinarios, alimentación, transporte y prevención de reproducción.
Sus objetivos consisten en dar
solución a los siguientes problemas planteados:
- Ausencia global de “hogares” para los delfines rescatados de la cautividad
- Falta de estándares elevados de cuidados veterinarios para especies amenazadas en Grecia
- Falta de educación y conocimiento sobre las consecuencias de la cautividad en los delfines
Whale Sanctuary Project
El Whale Sanctuary Project es una
organización norteamericana que trabaja para crear santuarios para orcas y
belugas retiradas de las instalaciones de ocio, o para aquellas rescatadas del
océano y que requieran de cuidado permanente.
Su idea se basa en el concepto de
santuario utilizado para algunos animales terrestres, que han sido retirados de
los zoos y circos, el cual es también aplicable a cetáceos. Se trata de conseguir
que estos animales en los años que les queden de vida, vivan en condiciones
diferentes a las del confinamiento permanente.
Imagen-concepto de santuario marino según Whale Sanctuary Project.
Tienen como objetivos el reunir a
un grupo de expertos en el campo de los mamíferos marinos, veterinarios,
expertos en cuidado animal, ingeniería, leyes, etc, que les permita tener un
equipo idóneo para crear santuarios permanentes para cetáceos. A partir de ahí
crear un plan que pueda servir para cualquier organización que quiera construir
y gestionar uno de estos santuarios y asegurar su sostenibilidad. También el
establecer un criterio de selección de localización de santuarios y comunicar
toda la información relevante sobre el trabajo que realizan, no solo a posibles
patrocinadores de santuarios, sino al público en general.
Pretenden ser un ente de
referencia de expertos para apoyar el desarrollo e implementación de
iniciativas de santuarios y de inspiración para cualquier instalación que
quiera adoptar prácticas de mejora de la calidad de vida de los cetáceos a su
cargo.
Su trabajo es mucho más
conceptual y más amplio que la sola idea de un santuario concreto, y trabajan
en la localización de diferentes zonas en la costa estadounidense. Estiman que
el coste de una instalación en la zona es del orden de unos 20 millones de
dólares, que requiere de muchas donaciones y de una generación importante de
ingresos.
Ante la crítica de la industria
de los delfinarios que dice que es mejor dedicar el dinero en la conservación
de la vida marina salvaje, ellos responden que se trata de restablecer algo que
los humanos han robado a estos animales, forzándoles a vivir en cautividad para
nuestro disfrute.
Confían en que es posible aún el
diálogo con las grandes empresas de la cautividad, como Sea World, porque
finalmente se están dando cuenta de que tienen que dar solución y retiro a
muchos de sus animales. Son conscientes de que estas empresas tienen verdaderos
expertos en el cuidado de estos animales y que el trabajo conjunto sería de un
gran valor añadido.
Se plantean incluso que estas
instalaciones puedan tener acceso para el público, pero anteponiendo la salud y
el bienestar de los animales. Incluso pueden ser lugares de alto valor
educativo.
Aunque su trabajo aún no se ha
materializado en ningún santuario concreto, su alto nivel de conocimientos y
estudio permite pensar que en el futuro serán capaces de desarrollarlos con
gran éxito.
Los delfines de
Barcelona
Hace un tiempo el pleno municipal
de Barcelona declaró la ciudad libre de cetáceos en cautividad. Esta iniciativa
tan loable y que todos aplaudimos en su momento escondía una realidad muy
diferente. El delfinario del zoo de Barcelona incumplía las recomendaciones de
la Asociación Europea de Mamíferos Marinos Acuáticos, en cuanto al número de
piscinas y dimensiones. Se trataba de no afrontar una gran reforma del
delfinario que podría costar mucho dinero al Ayuntamiento.
El tanque de exhibición de los delfines del Zoo de Barcelona. Actualmente
ya no se realizan exhibiciones: se han sustituido por una
observación de los animales en los tanques siendo entrenados con el objetivo de
mantenerlos sanos y activos. Foto: Joan
Sanchez. Fuente: El País.
Lo más fácil ya se hizo, declarar
Barcelona libre de cetáceos cautivos, pero quedaba lo más difícil: qué hacer
con sus los seis delfines de sus instalaciones. Hace ya dos años, en septiembre
de 2016 se trasladaron dos de ellos al Oceanografic de Valencia. Literalmente
se deshicieron de ellos, al llevarlos a otra instalación de cautividad, aunque
en mejores condiciones que las de Barcelona. El problema está en qué hacer con
sus otros cuatro delfines. No parece que los santuarios en curso están aún
listos, ni que vayan a estarlo en breve, por lo que la solución no parece
inmediata, mientras se siguen buscando lugares temporales en delfinarios
europeos, a la espera que de alguna instalación de santuario esté disponible.
El Acuario de Baltimore, en Estados
Unidos, lleva años planteando la idea de que hay que definir una solución tipo
santuario para sus delfines mulares, e incluso dieron la fecha de 2020 para
tenerlo listo, pero la verdad es que parece que el proyecto no avanza. No
parece que hayan encontrado el lugar adecuado, y siguen buscando en la zona de
los Cayos de Florida y en Puerto Rico, habiendo recaudado ya unos 15 millones
de dólares para el proyecto, en el que participa también Sir Richard Branson, del
que se espera una inversión de más de 300.000 dólares para una instalación que
podría recoger animales de otros delfinarios.
Pequeñas o grandes iniciativas
van apareciendo para solucionar la cautividad, algunas se materializan, otras
aún están por comenzar. La buena noticia es que parece que la tendencia es la
de buscar una solución vía santuarios, en la que se involucre la industria de
la cautividad. La mala noticia es que mientras esto avanza el día a día de los
animales cautivos continúa, alargando su condena.
NO VAYAS A LOS DELFINARIOS
Referencias:
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