Texto: Mónica Alonso Ruiz
En el siglo XV se comenzó a
servir sopa de aleta de tiburón a la mesa de los emperadores de la dinastía
Ming. Las aletas de tiburón se consideraban como uno de los ocho tesoros del
mar: el hecho de que se obtuviera tan poco de un animal grande las hacía nobles
y preciosas, ideales para la mesa del gobernante supremo. Tanto es así que se
incluyeron en la lista de objetos obligatorios de agasajo al emperador cuando
los mandatarios de las regiones costeras visitaban la corte imperial. Posteriormente,
la sopa de aleta se servía tradicionalmente en las cenas de celebración para
expresar el respeto del anfitrión hacia sus comensales. En aquellos momentos nadie
hubiera pensado que esta tradición iba a ser la causa de la desgracia de los
tiburones a nivel mundial varios siglos después.
La sopa maldita
La aleta de tiburón es un
ingrediente muy adecuado para hacer una sopa, pues está formada por cartílago,
tejido conectivo, blando y colágeno, y genera una salsa gelatinosa. Aunque, en
realidad, son ingredientes muy poco sabrosos, y requieren de una cocción junto
a otros ingredientes que den sabor al plato, como caldo de pollo o de carne.
Pintura europea de un emperador de China inspeccionando su flota de pesca
junto a su concubina. Jacques Vigouroux
A lo largo de cientos de años la
sopa pasó de ser un manjar exclusivo a considerarse un alimento con poderes
curativos. Los beneficios de las aletas de tiburón se incluyeron en los viejos
libros de medicina china. Tenían poder rejuvenecedor, abrían el apetito,
enriquecían la sangre, daban energía vital, etc. Hasta aquí una tradición más.
Es a finales del siglo XX cuando con
el auge de la clase media china aumentó de manera exponencial la popularidad de
la sopa, que empezó a generalizarse como manjar en las bodas. Comenzó una enorme
demanda de aletas de tiburón que se extendió a todos los países con
restaurantes chinos de alto nivel. Esta demanda ha sido alimentada a costa de
la captura de ingentes cantidades de tiburones provenientes de las flotas
pesqueras de todo el mundo. Por todo ello muchas poblaciones de tiburones han
descendido alarmantemente.
Tan cara y exclusiva es esta
sopa, que ha llegado a tener precios de hasta 100 dólares el plato en los
restaurantes más exclusivos. Se ha llegado a pagar 650 dólares por el kg de
aleta. Una sola aleta pectoral de tiburón ballena, que puede medir más de un metro,
ha llegado a costar 50.000 dólares, por lo que se capturan tiburones sin parar,
por la avaricia humana.
El negocio es enorme y ha
alcanzado una escala mundial, estimándose que hasta 150 países participan en el
comercio de las aletas. Por supuesto que no es razonable culpar a los chinos
del siglo XV, tampoco toda la culpa la tienen los de hoy por esta situación.
Parte de la culpa también la tienen todas las naciones pesqueras, entre las que
se encuentra nuestro país, que han aprovechado el alto precio de la aleta para
enriquecerse y alimentar esa demanda, utilizando las tradiciones para
justificar el abuso de los recursos naturales y del medio ambiente.
La FAO estima que cada año se
capturan entre 60 y 250 millones de tiburones, fundamentalmente por sus aletas,
aunque también por otro tipo de productos menos lucrativos. En comparación con
los precios desorbitados de las aletas, el precio de la carne es muy bajo,
menos de un euro por kg a pie de lonja, porque su valor culinario no es bueno,
a menudo debido al alto nivel de urea que contiene. Se utilizan también otros
productos del tiburón, como el cartílago, el aceite de su hígado, y su piel,
pero producen muchos menos beneficios.
El procesado y comercio de aletas
La gran parte del volumen de
aletas de tiburón que se mueven en el mercado mundial para hacer sopa se
transportan una vez secadas, completas, con sus dentículos dérmicos y su cartílago,
en lo que se denomina aletas en bruto (raw fins).
Algunos países son capaces de
producir mejor calidad de aletas que otros, especialmente los que tienen una
industria de procesado más desarrollada, lo que les permite mantener el
producto fresco y limpio, y sin necesidad de recurrir a la sal previo a su
proceso de secado. España, Japón, Estados Unidos, Canadá, Australia, y México
son los países que tradicionalmente se han considerado como generadores de un
producto de mayor calidad.
En los países del Índico, se
utilizan métodos más tradicionales para el procesado de las aletas, y, por
causa de su falta de infraestructura, utilizan más el sistema de la salazón
antes del secado.
El tipo de aleta también cuenta y
usualmente el mundo del comercio de aletas las clasifica en:
- Primera calidad: aletas de color blanco (más codiciadas), en grupos de tres, formado por dos dorsales y una caudal. Los paquetes se hacen agrupándolas por especies. El tamaño, y por tanto el precio, viene dado por la longitud de la primera dorsal.
- Segunda calidad: aletas negras (menos deseables), seleccionadas por especie y tamaño.
- Tercera calidad: aletas anales y pélvicas o mezcla de especies y tamaños.
Partes de un tiburón. Fuente: Wikipedia
El procesado de la aleta en bruto
consiste en hacer que la textura sea suave y esté lista para cocinar. El
proceso comienza con la eliminación de los dentículos. Ello puede requerir de
escaldado en agua a 60 ºC, y algunas requieren de un proceso de cocción durante
horas para que se ablanden los dentículos y así facilitar su retirada con un
elemento afilado, por raspado.
Retirada de dentículos dérmicos mediante raspado. Fuente:
FAO. “Shark Utilization, Marketing and Trade”
Luego se abren desde su borde
ancho para sacar las agujas de cartílago, con cuidado de poder adherir las dos
partes de la aleta una vez retiradas. Posteriormente se recortan para que
tengan un aspecto adecuado, sin excesos de carne y finalmente se someten a un
proceso de blanqueado, mediante humo de azufre o tratamiento con peróxido de
hidrógeno.
Retirada de cartílago. Fuente: FAO. “Shark Utilization, Marketing and
Trade”
Al producto obtenido se le
denomina aleta húmeda (wet fin) y los restos descartados se vuelven a secar o a
congelar para venderse en lotes de menor calidad. No se desperdicia nada.
En el mercado pueden encontrarse
aletas en crudo, especialmente en instalaciones de importadores o almacenistas,
aletas procesadas, en instalaciones de mayoristas, productos listos para el consumo,
aletas rehidratadas o congeladas, y también sopa de aleta en polvo, que se
venden en supermercados.
Sopa de aleta de tiburón en polvo. Fuente: FAO. Shark utilization,
Marketing and trade
A la vista del alto precio de la
sopa de aleta de tiburón, se ha comenzado a producir un “sucedáneo de sopa”,
con la apariencia y la textura de la aleta de tiburón. Se vende en los
restaurantes a bajo precio, por lo que, si alguna vez nos han ofrecido sopa de
aleta en un restaurante, a un precio reducido, seguramente lo que venden es
este producto falso, aunque se han detectado también mezclas de sopa de aleta
natural y artificial en los restaurantes.
Se estima que el valor del
comercio declarado de productos de tiburón es de más de mil millones de
dólares. De acuerdo con el informe de la FAO “State of the global market for
shark products”, la gran mayoría de las aletas se consumen en China, Hong Kong,
Taiwan, Singapur, Malasia y Vietnam, mientras que los mayores consumidores de
carne de tiburón son, a una escala mucho menor, Italia, Brasil, Uruguay, España
y la República de Corea.
En las calles de Hong Kong se pueden ver aletas de tiburón puestas a
secar. Fuente: Gary Stokes
El mapa del comercio de aletas de tiburón. Fuente: FAO
“State of the global market for shark products”
La práctica del finning o aleteo
Las aletas valen su peso en oro
para los pescadores, pero el resto del animal no vale apenas nada y por ello no
merece ocupar un espacio en las bodegas de los barcos. Esta es la razón por la
cual se comenzó a practicar el finning, o aleteo, que consiste en no
transportar a puerto aquellas partes del animal menos valiosas. Se capturaba al
tiburón, le cortaban las aletas y arrojaban su cuerpo moribundo al océano, donde
acababa de morir ahogado tras una terrible agonía.
Infografía que explica la práctica del finning o aleteo en un periódico
de Venezuela. Fuente: El Universal
Esta práctica, además de ser catalogada como cruel, es una forma de desperdicio del recurso pesquero, que obliga a capturar más y más ejemplares, para aprovechar muchas veces menos del 3% del peso del animal.
En realidad, en sus inicios las
flotas palangreras (que utilizan largas líneas de anzuelos) no pescaban
tiburones: comenzaron pescando atún y pez espada, capturando tiburones como
pesca no objetivo o bycatch. Cuando se produjo el descenso de las poblaciones
de estas especies, las pesquerías reorientaron sus objetivos hacia los
tiburones, muy rentables por el precio de sus aletas en el mercado asiático.
Esquema de un palangre de superficie,
en el que se observa un tramo. Los bornois son los flotadores. Para las boyas
se suele utilizar cualquier objeto que flote. Modificado de, de la Serna et al.
Desde 2003 el finning está prohibido en Europa (para sus aguas internacionales y para barcos europeos en cualquier zona del mundo), y en 2013 se amplió la prohibición con la medida de “obligación de desembarco de aletas naturalmente adheridas”, con la que los barcos pueden pescar tiburones (las especies no prohibidas) pero sin descartar el cuerpo del animal.
En el resto del mundo la
prohibición del aleteo en general es muy escasa, especialmente en aguas
internacionales. Se desconocen las cifras reales del volumen de aletas
obtenidas mediante esta brutal práctica.
Algunos países simplemente lo han
prohibido, mientras que otros han adoptado la medida de “aletas adheridas”.
Esta medida adicional, que se ha ido extendiendo por todo el mundo, se
considera como un paso adelante en la protección de los tiburones, frente a la
prohibición únicamente del finning.
Legislación mundial sobre pesca de tiburón. Fuente: Wikipedia
La percepción del daño que se está haciendo a los tiburones por el consumo de una sopa se extiende por todo el mundo y algunas líneas aéreas, hoteles y otras compañías rechazan transportar, servir o vender productos de aleta de tiburón. Es destacable también que en China, Hong Kong y Malasia, gracias a los esfuerzos de los conservacionistas, y de sus impactantes campañas, se ha prohibido la sopa de aleta de tiburón en actos oficiales.
La campaña de Wild Aid, con Yao Ming, jugador internacional de
baloncesto, en contra de la sopa de aleta de tiburón.
Al parecer, todos estos esfuerzos
internacionales han dado algún fruto y aparentemente en los últimos años, desde
2011-2012, se han detectado descensos en el comercio de aletas de tiburón a
nivel mundial, lo cual es difícil de confirmar porque es un mercado muy opaco.
Las causas directas de ello se cree que sean, por un lado, la reducción de la
demanda, y por otro también el descenso en las poblaciones de tiburones.
Las medidas de prohibición de la sopa de aleta en actos oficiales, tienen cierto efecto en el consumo. Fuente: Globomedia
El comercio a granel de aletas en Europa es, en muchos casos, una
tapadera para el comercio ilegal de especies amenazadas
La legislación europea permite el
comercio de aletas a granel, siempre que no se trate de las 12 especies
protegidas en el convenio CITES (que prohíbe el comercio mundial de ciertas especies
amenazadas catalogadas).
Cuando se comercia con todo el
cuerpo del animal, la identificación de la especie es relativamente fácil, pero
cuando se transportan solo las aletas, esta es muy difícil. Ello es debido a
que la forma y el color cambia durante el procesado, y se pierde la proporción
del tamaño de la aleta respecto del tamaño del animal completo. Además, los
envíos suelen mezclar diferentes tipos de aletas, y para los ejemplares jóvenes
es casi imposible la identificación.
Existen programas informáticos
para identificar la especie a partir de las aletas (software iSharkFin, de la
FAO), pero en muchos casos debe recurrirse a análisis de ADN.
En 2018 se confiscaron tres toneladas de aletas de tiburón en el Aeropuerto de Frankfurt, y este es un ejemplo de lo fácil que es encubrir el comercio de aletas de especies protegidas: en el envío, que iba de México a Hong Kong vía Europa, se encontraron aletas de varias especies protegidas.
Un estudio de 2018, realizado
mediante análisis de ADN, demostró que muchas de las aletas que se vendían en
Hong Kong (el principal puerto de distribución mundial de aletas, por donde se
estima que pasa el 50 % del volumen mundial), procedían de especies amenazadas.
Se capturan muchos tiburones en Europa
Aunque nos parezca sorprendente, cada
año se capturan en Europa millones de tiburones. Nuestro país es líder en
capturas y en exportación de aletas procesadas de alta calidad.
La aplicación de la medida de
“aletas adheridas” en 2013 produjo cambios en nuestra industria pesquera. Hasta
el momento, cuando se practicaba el finning, las bodegas llegaban llenas de
aletas, pero a partir de ese momento había que dejar hueco para todo el animal.
Ese año el volumen de tiburón azul o tintorera, el tiburón más capturado, con
diferencia sobre el resto, fue el mínimo en muchos años, 44.703 toneladas. Progresivamente
se volvieron a capturar más y más tiburones, hasta 53.000 toneladas en 2016.
Las empresas pesqueras comenzaron a
promocionar la carne y era más fácil encontrarla en los supermercados: se
hicieron campañas publicitarias y el público comenzó a consumirla. Los precios
de la carne comenzaron a subir y se amortizaba mejor la pesca de todo el
animal. Además, le dieron otras utilidades fundamentalmente para uso como
harinas de pescado.
¿Cuál fue la razón de este incremento?
Titular de prensa en el que se muestra el temor de los palangreros gallegos por la inclusión de la quenlla (tintorera) como especie protegida en la CMS (Convención de Especies Protegidas). Fuente: La Voz de Galicia (2018)
Titular de prensa gallega en el cual se muestra la preocupación de las pesquerías de tintorera por las regulaciones europeas planteadas tras la presión ecologista. Fuente: La Voz de Galicia (2018)
La medida de “aletas adheridas” contribuye a que los tiburones no se capturen solo por sus aletas, y por eso se ha ido aplicando en todo el mundo. Sin embargo, tiene algunas dificultades en su aplicación. Las inspecciones en los barcos, realizadas por observadores independientes, actualmente tan solo suponen entre el 1 y el 3 %, por lo que, salvo la eventual revisión que pueda realizarse en el momento del desembarco, en realidad no se controla la actividad pesquera durante el resto del tiempo, ni se conoce si se han desembarcado ilegalmente aletas en otros puertos fuera de la UE, por ejemplo.
Una vez desembarcadas las aletas,
se supone que existe una trazabilidad y que se puede identificar la partida en
la que se desembarcaron, pero la realidad es que es casi imposible garantizar
que las aletas que se transportan y comercian por Europa provengan de
ejemplares legalmente capturados. Parece
claro que es necesario algún paso adelante en la regulación de todo lo que
rodea a este lucrativo negocio.
Petición de los ciudadanos europeos
La realidad es que millones de
tiburones se capturan cada año por causa de las aletas. Las cifras oficiales
oscilan mucho, y pueden estar claramente muy por debajo de la realidad, si se
tiene en cuenta que en todo el mundo la cantidad de actividades ilegales de
pesca es presumiblemente muy alta.
El beneficio asociado de la sopa
de aleta de tiburón es enorme, imposible de cuantificar, y muy opaco, porque
oculta muchas actividades ilegales. Y todo ello a costa de esquilmar las
poblaciones de los tiburones en el océano, los cuales son indispensables para
la salud del ecosistema.
En un esfuerzo para revertir esta
situación, en Europa se plantea una nueva medida adicional, a añadir a la
prohibición del finning y a la de “aletas adheridas”. Se trata de la prohibición
del comercio de aletas de tiburón, incluyendo la exportación, importación y
tránsito. Solo es posible poner freno a este negocio a costa de los tiburones
si financieramente no es posible. Y ello solo puede hacerse si Europa (España
fundamentalmente) deja de exportar aletas de tiburón a Asia y no facilita el
comercio a través de su territorio.
Esta medida ya se aplica en
países como Canadá, que desde junio de 2019 es el primer país del G7 que ha
prohibido el comercio de aletas. En Estados Unidos se aplica ya en algunos de sus
estados y se está actualmente en proceso de aprobación en otros.
Mapa de los Estados Unidos, que muestra los estados y territorios que han prohibido la venta y posesión de aletas de tiburón (en verde) a fecha de enero 2020.
Iniciativa ciudadana europea
Un grupo de ciudadanos de toda
Europa se ha unido para pedir la prohibición del comercio de aletas de tiburón
en la Unión Europea, para poder incrementar la protección de estas especies tan
frágiles y clave para los ecosistemas. La iniciativa se llama “Stop finning –
Stop the trade” (en español, “Detengamos el aleteo – Detengamos el su comercio”).
La iniciativa ciudadana Stop finning – Stop the trade pretende que la Comisión Europea realice una proposición legislativa que incluya la prohibición del comercio de aletas de tiburón en la UE.
Desde el año 2012 los ciudadanos
de la UE tienen derecho a realizar iniciativas ciudadanas por las que se sugiere
a la Comisión Europea una proposición de ley determinada. Para ello, en primer
lugar se nombra un comité de ciudadanos, compuesto por al menos siete miembros
de al menos siete países de la UE. Se presenta una propuesta de iniciativa a la
Comisión, y una vez aceptada, el comité de ciudadanos tiene un año para
recolectar las firmas que avalen la iniciativa.
La Iniciativa Ciudadana Europea perite a la ciudadanía influir directamente en las políticas de la UE. Fuente: Comisión Europea
Es preciso recolectar al menos un
millón de firmas, y debe haber un mínimo en una cuarta parte de los estados
miembros, para garantizar que es una petición generalizada en toda la Unión. Por
ello en siete estados se debe alcanzar 750 veces el número de diputados del
Parlamento Europeo de cada uno de ellos. En Alemania se requieren 72.000
firmas, en España 40.500.
Una vez alcanzado en número de
firmas en el periodo de un año, la Comisión Europea debe aceptar la propuesta
ciudadana, que es presentada por el comité ciudadano en el Parlamento Europeo.
Si allí se aprueba, se procede al proceso habitual de elaboración legislativa
comunitaria. La Comisión puede rechazar la iniciativa ciudadana, exponiendo sus
razones, y no permitir su presentación en el Parlamento.
Esta forma de participación legislativa
ciudadana es una oportunidad que la iniciativa Stop finning – Stop the trade
debe aprovechar para iniciar, tras la recogida de las firmas, un proceso
legislativo para modificar el Reglamento Europeo, o redactar uno nuevo, que
introduzca la prohibición del comercio de aletas de tiburón en la UE.
El plazo para conseguir las
firmas es desde el 31 de enero de 2020 al 31 de enero de 2021. Se puede firmar
en el siguiente enlace,
introduciendo el DNI y la nacionalidad, en un formulario que recoge
directamente la Comisión Europea.
Aprovechemos esta oportunidad de
ayudar en la conservación de los tiburones.
¡Firma ya! Y únete a los
ciudadanos responsables que quieren proteger a los tiburones.
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