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lunes, 6 de julio de 2020

TRAS LA PISTA DE LOS TIBURONES (II)


Texto: Mónica Alonso Ruiz
Este artículo se publicó en la Revista Acusub, en el número 204 http://acusub.com/?cat=16

¿Qué se hace cuando se quiere saber dónde vive o por dónde viaja un tiburón? Muchos de ellos se capturan, accidental o intencionadamente por los pescadores, y se recurre a la información que proporcionan estos. Sin embargo, los científicos utilizan sistemas de etiquetado para poder ampliar su campo de estudio. Además, no solo se quiere saber dónde están, sino qué comen, qué hacen, cómo se mueven…hay un mundo por descubrir en el estudio de estos maravillosos animales.

En el artículo anterior hicimos un repaso de los diferentes sistemas por los cuales los científicos toman datos de los tiburones para saber más de su distribución y comportamiento. Ahora vamos a ver algunos ejemplos de utilización de estas técnicas en diferentes emplazamientos por todo el mundo.

La moda de seguir los movimientos de los tiburones: Shark Net.

Actualmente se quiere involucrar al ciudadano en la difusión del conocimiento científico y por ello se ha puesto de moda seguir los movimientos de un tiburón en las redes sociales.

La red Shark Net puede seguirse mediante una aplicación de teléfono móvil y fue creada por la Estación Marina Hopkins en 2014. Consiste en una serie de boyas con transmisor satelital que “escuchan” a determinados tiburones blancos de la zona de las Islas Farallon (Costa Norte de California) y así permite saber su posición.

Una vez que fueron conocidas estas zonas de agregación de tiburones blancos los científicos de la Estación Marina decidieron establecer el sistema de receptores de etiquetas acústicas de bajo coste situados bajo el agua, que reciben la señal cuando el animal pasa entre 300 y 450 metros de distancia. Las etiquetas suelen durar activas durante varios años.

Hasta no hace mucho, los científicos debían recoger los receptores subacuáticos para conseguir la información, pero la última generación de estos dispositivos acústicos, que funcionan como boyas, son capaces de transmitir por sí mismos los datos al satélite. Las boyas disponen de un hidrófono, el receptor que capta las señales acústicas de los sensores y las rebotan al satélite, todo en tiempo real. En menos de una hora el equipo de la Estación Marina mete los datos en la app de Shark Net.

El sistema de boyas inteligentes, que transmiten la información recibida en tiempo real. Fuente: Scott Anderson. Estación Marina Hopkins

Con esta aplicación, que funciona solo para dispositivos Apple, se trata de acercar al gran público a los tiburones y tratar de “engancharles” para que, en vez de temerlos, se despierte el interés por conocer más sobre estos campeones de la evolución. Por ello cada tiburón tiene un nombre, una biografía y una foto. Algunos tiburones tienen modelos 3D interactivos y vídeos que permiten a los usuarios ver cómo nadan, con la idea de que el espectador se vaya “familiarizando” con estos animales y se desmitifique la imagen de despiadado depredador humano que tienen.

 
Interfaz de la aplicación. Fuente: Estación Marina Hopkins

Los investigadores de la Estación Marina Hopkins llevan más de una década estudiando la migración del tiburón blanco, utilizando todo tipo de etiquetas electrónicas. Su investigación es mucho más amplia que la que acabamos de describir, y ha mostrado al mundo que estos animales realizan migraciones de miles de kilómetros, viajando hacia Hawaii, pasando por el “White Shark Café” o SOFA (Shared Offshore Foraging Area), un lugar en el medio del Pacífico, a mitad de camino entre Hawaii y California.

En esta zona se ha visto que los tiburones marcados presentan desplazamientos verticales desde la superficie hasta los 1000 metros de profundidad. Este comportamiento se cree que es el típico de la alimentación de esta especie, aunque aún se tiene que investigar mucho sobre este aspecto.

Al final del verano los tiburones vuelven a la costa de California, a Tomales Bay, al norte de San Francisco, las Islas Farallon y Año Nuevo, al norte de Santa Cruz. Estas últimas son zonas de alimentación, a base de focas y leones marinos que son abundantes en ellas.

Esquema de la migración del tiburón blanco y la posición del denominado White Shark Café. Fuente: The Chronicle

Tiburón blanco con doble etiqueta: una acústica en la parte delantera, y otra pop-up (de satélite). La acústica es detectada cuando el animal nada a menos de 250 metros de una estación de escucha. La satelital graba información sobre localización, temperatura y profundidad, y la envía al laboratorio cuando la etiqueta se libera del animal. Foto: Scott Anderson. Estación Marina Hopkins.

El equipo de etiquetado observando un tiburón blanco en las islas Farallon. Fuente: Estación Marina Hopkins

Un gran tiburón blanco se acerca al barco de etiquetado. La cabeza del tiburón se puede ver en la parte trasera del barco, con la aleta dorsal y la parte superior de la caudal, lo que da una idea de su longitud. Foto Susie Anderson.


Ocearch

Probablemente la base de datos de tiburones más conocida en el mundo por los internautas sea Ocearch, un rastreador global que también tiene su aplicación informática y que permite filtrar los resultados de la búsqueda por edad, género y actividad reciente del tiburón. Con esta aplicación es posible escoger a un tiburón por su nombre, Yolanda, Oprah, Esperanza o Wyatt, y así seguir sus hábitos y vigilar su estilo de vida.

Ocearch es un proyecto ambicioso que permite seguir los movimientos en tiempo real de varios ejemplares de tiburones, fundamentalmente blancos, que son monitorizados mediante un sistema de etiquetas satelitales. Los datos se procesan en el software de la organización, el cual actualiza la localización de los tiburones y los ubica en un mapa con puntos de colores. El usuario puede hacer clic en cada punto para conseguir una foto y toda la biografía del animal en cuestión. Recientemente han ampliado la base de datos a tortugas, ballenas, focas, cocodrilos y delfines.

Ocearch goza de buenos patrocinios y realiza una serie de documentales de televisión muy populares que aparentemente producen unos buenos beneficios publicitarios. El problema es que, a nuestro juicio, y el de muchas organizaciones conservacionistas, en este caso prima mucho la presión publicitaria y sus prácticas no son todo lo respetuosas con el animal como debieran.

Sus documentales son muy sensacionalistas y en ellos muestran la captura de grandes tiburones blancos, y cómo el animal, tras una heroica captura, es subido a bordo durante un periodo de unos 15 minutos. En este tiempo se le colocan todo tipo de dispositivos de seguimiento, como etiquetas de localización por satélite, etiquetas de clip, acústicas, acelerómetros, cápsula de ultrasonidos, y se realizan todo tipo de mediciones, como toma de muestras de bacterias de la piel, de parásitos, de sangre, de semen, biopsia muscular, etc. El animal parece sufrir mucho, lo que se demuestra con que algunos ejemplares no han sobrevivido a esta agotadora captura.

Además, existen evidencias de que debido al gran tamaño de los dispositivos satelitales que se disponen, es preciso el taladro de su aleta dorsal para colocar unos tornillos fijadores, que provocan graves daños por necrosis de la aleta.  

Cartel publicitario de las operaciones realizadas sobre un tiburón blanco en los 15 minutos en los que se mantiene a bordo tras su captura. Fuente: Ocearch

Captura de pantalla de la aplicación de Ocearch, donde se muestra parte del listado de los tiburones etiquetados. Fuente: Ocearch

Imagen del seguimiento de uno de los tiburones etiquetados. Fuente: Ocearch
Imagen de captura de pantalla de la aplicación de Ocearch, con los tiburones etiquetados disponibles para su seguimiento. Fuente: Ocearch

El equipo de Ocearch coloca una etiqueta satelital en la aleta dorsal del animal, mediante unos tornillos que precisan la utilización de un taladro. Fuente: Ocearch

Un ejemplo de necropsia de aleta dorsal por colocarle un transmisor. Fuente: Dan Abbot

Estudio del tiburón blanco en Guadalupe

El tiburón blanco es un animal cuya distribución abarca casi todos los mares del mundo, a excepción de las regiones polares. Su observación en el océano es difícil, por la baja densidad de individuos en las zonas donde habita. Sin embargo, existen algunos lugares en el mundo donde se congregan más ejemplares, donde los avistamientos son más habituales, como las Islas Farallon en California, las Islas Neptuno en Australia, Seal Island en Sudáfrica y en la Isla de Guadalupe, en México.

La isla de Guadalupe es el lugar en el que Pelagios Kankunjá realiza un estudio, junto con la Universidad Autónoma de Baja California Sur, durante la temporada de avistamiento, tanto de los tiburones que pasan por ella, en su migración por el Pacífico, como los residentes en la zona. Durante este periodo, los investigadores observan y registran el comportamiento de los ejemplares que se acercan a las embarcaciones que realizan la actividad de avistamiento.

Guadalupe se ha convertido en un destino muy demandado para la observación del tiburón blanco desde jaula, porque la visibilidad es muy grande, al ser sus aguas muy cristalinas. En la isla viven dos especies de mamíferos marinos, el elefante marino del norte (Mirounga angustirostris) y el lobo fino de Guadalupe (Arctocepahlus townsendii), que forman parte del alimento de esta especie. A lo largo de este estudio se han identificado más de 150 individuos diferentes, algunos de los cuales vuelven cada año, y otros, solo han sido avistados una sola vez.

Desde el comienzo del estudio se está llevando un registro audiovisual que incluye tanto fotografías como videos, así como datos oceanográficos y del propio tiburón. Con las imágenes se identifica a cada tiburón por su nombre, gracias a la presencia de cicatrices, mutilaciones y patrones de pigmentación, dado que funcionan como huellas digitales de cada individuo. Como complemento, se toman biopsias de piel para su análisis genético, con el fin de identificar diferencias entre poblaciones de California, Isla Guadalupe y Golfo de California.

Con la idea de conocer las costumbres de los tiburones de la zona se disponen etiquetas de tipo sónico, insertando un dardo de acero en la musculatura dorsal de los tiburones con una vara hawaiana desde la embarcación. Las estaciones acústicas consisten en un receptor submarino, que registra las señales emitidas por las marcas ultrasónicas en un rango de 500 m. Las estaciones se sitúan a profundidades entre 20 y 30 metros en zonas de agregación de juveniles y adultos. Actualmente disponen de 8 estaciones acústicas en la isla pero el objetivo es colocar al menos 20 para tener una máxima cobertura. Se han marcado hasta la fecha 45 tiburones, en su mayoría machos. Pretenden marcar más juveniles y hembras grandes, con el fin de determinar a qué se debe su presencia en Isla Guadalupe.

Observación de tiburones blancos desde las embarcaciones de buceo con jaula. Fuente: Pelagios kakunjá

Marcaje de tiburones toro en Playa del Carmen

Anualmente, desde octubre a marzo, en Playa del Carmen, en la península del Yucatán, México, se pueden observar tiburones toro hembra (Carcharhinus leucas) en avanzado estado de gestación. Numerosos buceadores disfrutan de la actividad del buceo con ellos y gracias a ello se ha conseguido que los pescadores locales dejen de capturar esta especie.

Tiburón toro (C. leucas) en Playa del Carmen. Fuente: Saving our sharks

Los científicos saben que estas hembras van a esta zona para parir, porque los buzos han podido observar que desaparecen un par de semanas y reaparecen mucho más delgadas. Al parecer se dirigen a zonas de manglar, donde las crías tienen más oportunidades de salir adelante, protegidas de los depredadores.
Marcaje de un tiburón toro en Playa del Carmen. Fuente: Saving our Sharks

Se ha instalado un sistema de telemetría acústica en la zona, similar al de Guadalupe, para intentar conocer sus movimientos. Se trata de saber dónde están las zonas a las que se dirigen para dar a luz. Se les colocan unas etiquetas acústicas mediante un dardo de acero que se inserta con vara hawaiana. También se colocan marcas insertadas en la cavidad intraperitoneal, en una operación de captura y cirugía que realizan con el tiburón en inmovilidad tónica junto a una embarcación. Las estaciones de “escucha” están colocadas en Playa del Carmen y en otros sitios del Caribe mexicano, donde los científicos estiman podrían ser potenciales áreas de guardería de las crías, y tienen un alcance de hasta 1 km.

Mapa de la zona de Playa del Carmen, donde se han situado los receptores acústicos. Fuente: Saving our sharks

Los científicos mexicanos de Pelagios Kakunjá y Saving our Sharks han participado en esta red de telemetría acústica y realizan otros estudios como la toma de fotografías para realizar una guía de fotoidentificación, y toma de muestras para análisis genético.

En este vídeo podéis ver una charla de Mauricio Hoyos sobre las actividades de investigación sobre el tiburón blanco en la Isla de Guadalupe:



Uso de la telemetría para conservar las poblaciones de tiburones en el Santuario de fauna y flora Malpelo

El Santuario de fauna y flora de Malpelo (SFF Malpelo) está situado en la costa pacífica colombiana y es una gran zona donde no está permitida la pesca, lo que proporciona un hábitat esencial para muchas especies marinas en peligro de extinción, en particular para los tiburones. Allí se pueden observar colonias de tiburones martillos, tiburones sedosos o tiburones ballena. Además, es uno de los pocos lugares del mundo donde se puede avistar al tiburón solrayo (Odontaspis ferox), que puede verse también en la isla del Hierro, en Canarias.

 
Isla del Malpelo. Fuente: Fundación Malpelo
Localización isla del Malpelo en Colombia. Fuente: Wikipedia

La Fundación Malpelo fomenta el estudio y la protección de los tiburones a través de proyectos de investigación. Comenzaron en 2006 a etiquetar tiburones martillo común (Sphyrna lewini), utilizando telemetría satelital con la plataforma europea Argos. Durante todos estos años han seguido el rastro de otras especies, como el tiburón zorro (Alopias pelagicus), el solrayo (Odontaspis ferox), el tiburón de arrecife del Caribe (Carcharhinus perezi), el tiburón de Galápagos (Carcharhinus galapagensis), tiburón ballena (Rhincodon typus) y tiburón peregrino (Cetorhinus maximus).


La mayoría de estos estudios se han enfocado a determinar los patrones de movimiento y la evaluación de las preferencias de profundidad y temperatura de los tiburones que se encuentran en el santuario. Como resultado de este trabajo, se ha podido registrar la residencia de los tiburones martillo en la zona y su migración a otras islas, como Cocos y Galápagos, mostrando la conectividad entre estos tres lugares y demostrando la importancia del denominado Corredor Marino del Pacífico Este Tropical.

El Corredor Marino del Pacífico Este Tropical.

 
Colonias de tiburones martillo en Malpelo. Fuente: Fundación Malpelo

El marcaje satelital en esta zona ha permitido tener una gran base de información para realizar estrategias de conservación en toda la zona del Pacífico Este Tropical. Con estos estudios se dio a conocer la migración de hembras preñadas desde la isla hacia áreas costeras en el Pacífico colombiano, donde va a parir, volviendo a Malpelo, donde residen. Además, los resultados obtenidos para el tiburón martillo común sirvieron como argumentos para categorizar a la especie dentro del apéndice II de Cites y así regular su comercio internacional.

Mediante un programa de apadrinamiento de tiburones, los benefactores pueden tener acceso al seguimiento satelital del ejemplar apadrinado, como medio divulgativo y de concienciación de la conservación.

En este vídeo se puede escuchar una charla de Sandra Bessudo sobre el trabajo de estudio de tiburones en Malpelo:



Seguimiento del tiburón peregrino en al Atlántico. Proyecto Pelargos

Y para terminar hablaremos de uno de los estudios de seguimiento realizados con el segundo tiburón más grande, detrás del tiburón ballena. El tiburón peregrino (Cetorhinus maximus) es uno de los gigantes del mar más desconocidos, debido a la rareza de sus avistamientos, que se producen tan solo en primavera y verano en algunas zonas costeras. Fuera de esos pocos periodos, se desconoce dónde habita el resto del tiempo.

Tiburón peregrino. Autor: Marc Dando

Conocer los hábitats esenciales de esta especie incluida en la Lista Roja de especies amenazadas de la IUCN, y objeto de diversos tratados internacionales, como el convenio Ospar o la convención de Bonn para la conservación de especies migratorias, es imprescindible para diseñar medidas eficaces para su conservación.

Por ello la asociación francesa APECS (Asociación para el estudio y la conservación de los seláceos) está realizando desde 2009 un seguimiento por satélite de los desplazamientos de estos tiburones por el Atlántico, proyecto que desde 2015 se denomina Pelargos.

Se utiliza el satélite europeo Argos y se etiquetan los tiburones que se encuentran en el sector marino situado en el archipiélago de Glénan, en Bretaña.

Se utilizan dos tipos de balizas satelitales, el tipo SPOT, que localiza geográficamente al animal cuando sale a la superficie, y el tipo POP UP, que registra mediciones del medio acuático (la temperatura, la presión y la intensidad luminosa), proporcionando un perfil del buceo que realiza el animal, cuyos datos son recuperados cuando la baliza se desprende del animal.

Balizas utilizadas por APECS para marcar tiburones peregrinos. Fuente: APECS

El viaje del tiburón peregrino Anna, etiquetado desde mayo de 2016 durante 374 días.

Fanch, un tiburón peregrino etiquetado en mayo de 2018 con una etiqueta SPOT. Fuente: APECS


Referencias:
https://www.pelagioskakunja.org/div-2.html

viernes, 29 de mayo de 2020

TRAS LA PISTA DE LOS TIBURONES (I)




Texto: Mónica Alonso Ruiz
Este artículo se publicó en la Revista Acusub nº 204: http://acusub.com/?p=3542

Desde los inicios de la oceanografía la toma de muestras de todo tipo de organismos marinos fue la clave para el estudio de la distribución de las especies en los océanos. Es increíble saber que con la recogida de miles de organismos por parte de los barcos que hacían las expediciones, se podía, por un lado, dar nombre a las especies, y por otro saber dónde vivían. Y con mucho tesón, personajes como Linneo o Darwin, entre otros, aprendieron a clasificar la fauna marina en base a sus características físicas, y a situarla geográficamente.

Hoy en día todo esto ha evolucionado mucho. Si bien el método de recogida de muestras de vida marina sigue siendo la principal forma de conocimiento de los organismos marinos, la aparición de la genética como herramienta ha revolucionado la clasificación de los animales.

Los científicos siguen recurriendo a los censos pesqueros o a los barcos de recopilación de especies para saber que una determinada especie se puede encontrar en una u otra zona del planeta. Se trata de un método un tanto limitado, especialmente porque el estudio se centra mucho en las especies comerciales en el primer caso, y requiere de la captura y muerte de ejemplares.

¿Qué se hace cuando se quiere saber dónde vive o por dónde viaja un tiburón? Hay muchos de ellos que se capturan, accidental o intencionadamente por los pescadores, y se sigue recurriendo a sus reportes, pero los científicos ahora ya utilizan sistemas de etiquetado para poder ampliar su campo de estudio. Además, no solo se quiere saber dónde están, sino qué comen, qué hacen, cómo se mueven…hay un mundo por descubrir en el estudio de los tiburones que sin duda nos deparará asombrosos conocimientos en un futuro no tan lejano.


Gráficos que explican la migración del tiburón blanco en el Pacífico. Obtenidos a partir de etiquetado de ejemplares. Fuente: sfbaywildlife.info

Los inicios. Etiquetas simples

Lo más sencillo para poder monitorizar a un tiburón es ponerle una marca, es decir, una etiqueta en su parte dorsal, con unos datos muy sencillos, como un número de serie. Se trata de que cuando se capture de nuevo al animal, bien en la misma zona, o en cualquier lugar del mundo, se envíe la etiqueta al centro de investigación responsable de su implantación. El número de serie estará asociado a una ficha donde están los datos del tiburón cuando se capturó por primera y por segunda vez.

Esto no es nuevo, de hecho, el etiquetado de animales se ha utilizado desde el siglo XIII, cuando los halconeros ponían a sus propios animales unas anillas en las patas, para diferenciarlos de los del resto. Durante siglos se ha utilizado el sistema de anillas para monitorizar los movimientos migratorios de las aves.

A principios del siglo XX hubo una serie de expediciones científicas para poder conocer la biología de las ballenas en el Antártico. Idearon un sistema de etiquetado mediante un tubo de acero inoxidable con un número de serie, que se insertaba en la grasa del animal mediante un arpón. Se ofrecía una recompensa a aquel ballenero que devolviera la etiqueta cuando capturaba al animal. En las décadas siguientes se ha ido utilizando este sistema para todo tipo de animales marinos.


El RRS Discovery fue un barco de investigación que entre 1923 y 1931 viajó por aguas antárticas, donde se etiquetaron ballenas.

Como os podéis imaginar, para el caso de los tiburones el sistema tiene muchas lagunas, dado que para que se complete el proceso el animal debe ser capturado dos veces, y a menudo haber muerto. La mayoría de las veces las etiquetas se pierden para siempre pues el animal no vuelve a ser capturado de nuevo, o porque se desprende la etiqueta y se pierde el rastro. Es por ello que las etiquetas implantadas por este sistema deben ser muy sencillas y baratas, dado el poco éxito de recapturas. Una de las etiquetas más populares de este tipo es la tipo espagueti, una de las más sencillas, que contiene solo un número de serie.

En algunos casos, cuando la captura del animal no es tan sencilla, se implantan las etiquetas a distancia, mediante arpones o fusiles de aire comprimido, que son capaces de lanzar un dardo con la etiqueta. Esto se ha utilizado mucho en grandes tiburones, como el blanco (Carcharodon carcharias).
Como curiosidad de este sistema, que es uno de los más utilizados, destacar que el récord de tiempo entre capturas lo tiene un tiburón trozo (Carcharhinus plumbeus), que vivió con la etiqueta durante casi 28 años.


Etiqueta tipo espagueti. Fuente: Hallprint.com

El resultado de conseguir los datos con este sistema es muy pobre para los científicos, pues tan solo da idea de dónde y cuándo estaba el animal en dos momentos determinados, sin saber qué ocurre entremedias. Sin embargo es el sistema de etiquetado más barato, que lleva proporcionando datos desde los años 60.

Las etiquetas PIT de Bimini

En 1990 el doctor Gruber fundó la Estación Biológica de Campo de Bimini (Bahamas), con la idea de realizar un censo de tiburones limón dos veces al año, con el objetivo de etiquetar todos los tiburones limón de la laguna donde estaba situada la estación.

Eran los inicios de la investigación de tiburones mediante etiquetado y los dispositivos de fijación de las etiquetas eran muy arcaicos, se colocaban mal, se desprendían y provocaban heridas a los animales. Se sabía, por ejemplo, que la etiqueta-dardo de la NOAA (Administración Oceánica y Atmosférica Nacional) había matado al menos al 10% de los tiburones jóvenes etiquetados hasta el momento, y además afectaba seriamente al crecimiento de los que sobrevivían. Por otro lado, se había hecho un estudio sobre el desprendimiento de varios modelos de etiquetas, llegando a la conclusión de que la mayoría de las etiquetas se desprendían en porcentajes cercanos al 90%.

Bimini fue pionera en el desarrollo de dispositivos más fiables y seguros, dado que en 1988, dos años antes de la fundación de la estación, encontraron una etiqueta con una tasa de pérdida muy baja y que no tenía efectos nocivos sobre los pequeños tiburones. Se llamaba etiqueta pasiva con traspondedor integrado (PIT), y consistía en una cápsula de vidrio del tamaño de un grano de arroz, que se inyectaba bajo la piel en la base de la aleta dorsal, y quedaba allí de por vida. No necesitaba fuente de alimentación, por ser un sistema pasivo: cuando el cuerpo del tiburón se escanea con un pequeño lector de mano, las microondas excitan el PIT previamente implantado y muestra su número de código de barras. El sistema requería de capturas cada cierto tiempo, para el escaneado de las etiquetas y solo servía para el estudio de las poblaciones de tiburones limón que entraban y salían de la laguna.


Las etiquetas tipo PIT son similares a las que se ponen a las mascotas para identificarlas. Fuente: Shark Angels

Telemetría satelital

En los años 90, el desarrollo de baterías y componentes electrónicos cada vez más pequeños y fiables permitió almacenar una importante cantidad de datos en unas etiquetas mucho más complejas que permitían conocer más datos entre las capturas del animal, haciendo un seguimiento más o menos completo de sus rutas. Había nacido la telemetría satelital, el sistema más utilizado actualmente.

El proceso comienza con la captura inicial del animal. En ese momento se rellena una ficha con las principales características biométricas y se le coloca un elemento transmisor en la zona de la aleta dorsal, la cual almacena diferentes datos a lo largo de la ruta seguida por el mismo (presión, profundidad, temperatura, nivel de luz…). Cuando el tiburón sale a la superficie, el transmisor se pone en contacto con el satélite, al cual trasmite los datos almacenados y la posición geográfica del animal.

Existen dos tipos de etiquetas, el tipo SPOT, que marca la posición del animal, y el tipo PAT, que almacena datos de profundidad, temperatura e intensidad de luz. Se le pueden poner las dos, (cuando el estudio es más completo y se requieren más datos) o tan solo la que marca la posición (cuando el estudio es más sencillo o el presupuesto es más ajustado).


Etiqueta satelital tipo SPOT en un tiburón tigre. La imagen muestra un modelo cuya fijación a la aleta dorsal no es muy dañina para la aleta porque no se le hacen taladros. Fuente: Hawaii Institute of Marine Biology. Fabricante: Wildlife Computers USA


Etiqueta tipo PAT en un tiburón tigre. Fuente: Hawaii Institute of Marine Biology. Fabricante: Wildlife Computers USA

 
  
Etiqueta tipo Vemco, que combina un receptor acústico y un transmisor en un solo aparato (Business card tag). Permite almacenar información de la interacción entre dos individuos etiquetados. Fuente: Hawaii Institute of Marine Biology

También existe un tipo de etiquetas tipo POP UP, que se despegan del animal al cabo de un tiempo. Se colocan, recogen toda la información y cuando se despegan y salen a la superficie, transmiten todos los datos al satélite.

Con toda esta información aportada por estos sistemas se pueden conocer las rutas migratorias, el tipo de inmersión, si es superficial o profunda, o la temperatura del agua donde ha estado el animal. Aunque lo ideal es poder seguirlos durante años, para poder conocer bien su distribución espacial, especialmente en especies muy migratorias, el rastreo suele finalizar cuando el animal pierde la etiqueta o cuando se le acaba la batería.

Mejorando lo anterior hay que destacar un nuevo sistema europeo de telemetría, desarrollado por la Sociedad Holandesa de Elasmobranquios en colaboración con la Agencia Espacial Europea (ESA), que utiliza el sistema de satélites europeos Argos. La novedad de este sistema es que la ESA tiene el objetivo de producir etiquetas a un precio considerablemente más bajo que las etiquetas del mercado. Además, son más eficientes, dado que una vez que la etiqueta reconoce que he enviado su información al satélite, deja de retransmitir, con lo que la batería dura más, hasta cinco veces.

Telemetría acústica

En este sistema se coloca una etiqueta al animal que emite señales acústicas (pings), que son “escuchadas” por receptores acústicos también llamados hidrófonos, situados en diferentes lugares de una determinada zona, y que archivan los datos de profundidad, temperatura y velocidad del animal. El tiburón debe pasar a no más de 300/350 metros del receptor (a veces más), para que se pueda capturar la señal.

Para recuperar los datos del receptor hay varias formas, o bien un buzo baja cada varios meses al lugar del mismo, o bien se colocan los receptores en boyas “inteligentes”, que permiten la emisión en tiempo real vía satélite.

Este sistema permite el rastreo de tiburones en zonas concretas donde se sabe que pasan o se congregan y puede hacerse mediante receptores situados en un barco.

Es interesante conocer que se ha usado este sistema en las actividades de buceo con jaula con el tiburón blanco en Australia. Con hidrófonos situados en la propia jaula y en el entorno se han realizado numerosos estudios sobre el comportamiento de los tiburones blancos en las Islas Neptuno en Australia. Algunos de ellos muestran que este tipo de actividades pudieran dar lugar a cambios a largo plazo en la conducta de los animales.

 
Tiburón blanco con etiqueta acústica en Islas Neptuno (Australia). Fuente: Bay Charters

Acelerómetros

Son dispositivos que miden aceleraciones en tres dimensiones, proporcionando datos de alta resolución de los movimientos del animal, lo que ha dado mucha información sobre la conducta de los tiburones. A menudo el paquete lleva también una cámara que permite el análisis “a vista de tiburón” de sus movimientos. Es un dispositivo que se les pone cuando se les captura para otro tipo de etiquetado, y luego se desprende al cabo de un par de días, siendo localizado y recuperado por los científicos vía la emisión de una señal VHF.

 
Acelerómetro adherido a la aleta dorsal de un tiburón tigre. Fuente: Hawaii Institute of Marine Biology.

Etiquetas de pH

En los últimos años los científicos han aprendido mucho sobre a donde viajan los tiburones, pero en la mayoría de los casos no se sabe cuándo y cuanto se alimentan. Las etiquetas de pH son una valiosa herramienta nueva para poder cuantificar su alimentación. Estos dispositivos se colocan en el estómago del animal, donde miden cambios de acidez a lo largo del tiempo. El estómago del tiburón suele ser muy ácido, pero el pH cambia radicalmente en cuanto el animal ingiere alimento.

El dispositivo tiene un transmisor que emite la señal con sus datos, los cuales se reciben mediante un hidrófono que “escucha” la señal.

 Una cápsula de pH que se introduce en el estómago del tiburón. Fuente: Hawaii Institute of Marine Biology. Fabricante: Vemco


Científicos insertan un calamar con una cápsula de pH en el estómago de un tiburón. Fuente: Hawaii Institute of Marine Biology

Isótopos estables

Otra forma de saber qué comen los tiburones es el análisis de isótopos estables a partir de muestras de tejido muscular del tiburón. El nitrógeno y el carbono poseen diferentes formas de agrupación de sus nucleones (protones o neutrones) y cada una de ellas se llama isótopo. Son estables cuando no se desintegran en el tiempo.

Los diferentes isótopos estables están presentes en los tejidos de todos los animales y plantas del planeta, pero el número de isótopos de un elemento varía en función de la zona donde vive el animal. Los científicos son capaces de analizar la diferencia en el número de isótopos de una muestra y determinar el área donde el animal ha comido en los últimos meses.

Etiquetas hidrófono o bioacústicas

En algunos casos se utiliza a los tiburones no para estudiar su comportamiento sino como medio para analizar el entorno que les rodea. Un ejemplo de este tipo de análisis lo tenemos cuando en zonas confinadas en arrecifes de coral se han realizado estudios de grabación de sonidos subacuáticos. Para ello capturan a un tiburón y le insertan una cápsula hidrófono, que “escucha” el sonido del arrecife. 

Con estos experimentos se han podido analizar conductas de alimentación o apareamiento de los peces del arrecife. Tras recapturar al animal, le extirpan la cápsula y gracias a su gran capacidad de curación, se incorpora a la vida normal del arrecife. Plantean poder implantar en el futuro dispositivos más pequeños y así tener monitorizadas zonas a base de depredadores etiquetados.


Etiqueta bioacústica. Fuente: Hawaii Institute of Marine Biology

Genética de poblaciones

Los científicos siempre han querido saber la procedencia de diversos individuos que se congregan o pasan por una zona. Tomando una muestra de su tejido, utilizando arpones, o bien cuando se les captura, pueden analizarla genéticamente y saber si dos individuos están emparentados.
Con esta técnica pueden correlacionar los resultados genéticos de una zona con otros recogidos en otras partes del mundo, para saber si diversas poblaciones distantes en el espacio están emparentadas y se relacionan entre sí.


El científico Chris Rohner tomando una muestra de tejido de un tiburón ballena. Fuente: Marine Megafauna Foundation

Cámaras Bruvs.

Los sistemas remotos de vídeos subacuáticos estéreo con carnada (Baited remote underwater video systems o BRUVs) son muy utilizados actualmente para muestrear peces en todo el mundo.
Se coloca un cebo para atraer a los animales dentro del campo de visión de las cámaras, de tal manera que puedan ser grabados, identificados y contados. Es un sistema de muestreo no destructivo, ideal para investigaciones en zonas por debajo de las profundidades adecuadas para el buceo con escafandra. La utilización de dos cámaras, situadas en el extremo de una barra permite la medición de los animales que se acercan sin necesidad de su captura.





Sistemas Bruvs pelágicos y de fondo. Fuente: Tiburones de la Reserva Marina de Galápagos. Daniel Unda



Ejemplo de imagen de un tiburón blanco detectado y medido por un Bruv en Australia. 
Fuente: Use of stereo baited remote underwater video systems (stereo-BRUVs) to estimate presence and size of white sharks Carcharodon carcharias. David Harasti and Kate Asha Lee

Sistema de vídeo estéreo operado por un buzo (DOV)

Cuando se trata de zonas de alta densidad de animales, donde no es posible su conteo manual se utiliza este sistema. Un buzo recorre una distancia fija a velocidad constante y el sistema de dos cámaras va registrando el número de ejemplares que pasan por su campo de visión.



Buzos con varios sistemas de DOVs. Sistema de vídeo estéreo operado por un buzo. Fuente: Coral Reef Research Foundation.

Conocer la densidad de animales de una zona permite hacer comparativas en diferentes épocas del año, o en diferentes años, y así, por ejemplo, poder cuantificar el volumen de una migración o de una agregación estacional.

Conteo aéreo

Cuando las agregaciones de tiburones son grandes y pueden apreciarse a simple vista desde el cielo se utilizan avionetas o drones para analizar su trayectoria si se trata de una agrupación que migra, y para saber la densidad de individuos. El conteo suele hacerse de forma manual sobre los fotogramas de la película o sobre la fotografía.

Este sistema lo utiliza el profesor Kajiura para el estudio de la migración anual de los tiburones puntas negras (Carcharhinus limbatus) en las costas de Florida.


Gran aglomeración de tiburones punta negra en las costas de Florida. Fuente: Fau Elasmolab


Ciencia ciudadana 

Como podemos ver, los científicos han avanzado mucho en el desarrollo de técnicas de rastreo investigación de tiburones, las cuales, en muchos casos requieren de una amplia red de operadores en una extensa zona o por todo el mundo. Cuando los recursos de los científicos son escasos y no es posible disponer de operadores en todo el ámbito de estudio, en muchas ocasiones se recurre a los ciudadanos, buceadores, pescadores y todo aquel que pueda estar en contacto con estos animales para que aporten datos. Se vuelve a los inicios de la investigación científica, cuando se recurría a los datos aportados por el sector pesquero, pero de una forma ya más estructurada, en lo que se denomina ciencia ciudadana, que es aquella investigación científica llevada a cabo por una suma de colaboradores, científicos y profesionales junto a gente común.

Se aplica este término cuando el ciudadano se involucra en las actividades de investigación científica utilizando su esfuerzo intelectual o sus medios y recursos. Por un lado, los voluntarios aportan un valor a la investigación, con sus acciones o medios, y por otro lado aprenden habilidades y conocimiento de los científicos a los que asisten.



La participación de los ciudadanos en la investigación científica ayuda a crear conciencia sobre la protección del medio ambiente. Fuente: Conabio

En el caso del medio marino, se trata de aprovechar un valor que tienen las comunidades locales que tratan a diario con el medio, los pescadores, los buceadores, los usuarios de las playas, y utilizar la gran capacidad recolectora de datos de estos colectivos, a la vez que éstos aprenden el valor ambiental del medio marino y sus criaturas. En muchos casos también se trata de crear conciencia de la necesidad de proteger determinadas especies o de cambiar conductas que ayuden a la preservación del medio.


Fuente: Intef.es

La ciencia ciudadana se promueve como una alternativa poco costosa a los sistemas de monitorización de fauna marina. Sin embargo, no siempre ha sido posible de valorar la fiabilidad de los datos recogidos por personas que no son científicos.

Un ejemplo: en Palau se han realizado estudios de correlaciones de datos de tiburones grises (Carcharhinus amblyrhinchos) recogidos por dive masters en arrecifes de coral y los obtenidos por telemetría acústica y el ajuste es muy bueno, lo que ha permitido validar el método de ciencia ciudadana en ese ámbito. Y además se ha podido conocer que el número de estos tiburones no se veía afectada por la presencia de los buceadores.


Con este repaso de todos los dispositivos y técnicas de rastreo espero haberos ilustrado un poco sobre las técnicas que utilizan los científicos para recolectar datos sobre los tiburones. 


No os perdáis el próximo artículo sobre la utilización de todas estas técnicas en casos concretos, en diversas partes del mundo, para incrementar el conocimiento sobre diversas especies de tiburones.

Y mientras tanto, en este vídeo podéis ver un ejemplo de estudio de tiburones tigre en Galápagos: