Texto: Mónica Alonso Ruiz
Este artículo se publicó en la Revista Acusub num 192: http://acusub.com/?p=3300
¿Sabías que…? En la Península de
Cabo Blanco, en el norte de Mauritania, junto a la frontera del Sahara, se
encuentra la última gran colonia de la foca monje del Mediterráneo. Seguramente
ninguno de nosotros sabíamos que hay focas en el Mediterráneo. Cualquiera lo
diría si nunca hemos visto ninguna.
Hace siglos las focas monje, Monachus monachus, campaban libremente
por nuestras playas, donde se reproducían y vivían en libertad. Se las podía
encontrar en todas las costas del Mediterráneo, incluso en el Mar Negro, y en
las costas orientales del Atlántico. En la actualidad tan solo unos pocos
ejemplares pueden encontrarse en nuestro mar. Es en la zona oriental del
Atlántico, especialmente en Cabo Blanco, donde viven aproximadamente la mitad
de las algo más de 700 focas de esta especie que aún sobreviven. Tan pocos
ejemplares convierten a la foca monje en una de las especies de mamíferos más
amenazados de extinción. La UICN la cataloga como en peligro crítico, el paso
previo a la extinción.
Fuente: Mediterraneanmonkseal.org
En España las focas monje eran
habituales, si bien las últimas colonias habitaron las costas del Cabo de Gata,
en los años 60. En los años 80 tan solo quedaban 5 ejemplares, que fueron
muriendo hasta no quedar ninguno. Peluso se llamaba una de las últimas focas
que vivieron en las costas españolas. Fue tristemente famoso porque los medios
de comunicación la hicieron popular cuando contaron en 1989 que estaba atrapado
en una goma que le aprisionaba su cuerpo. Vivía en las Islas Chafarinas, cerca
de Marruecos y de Melilla. Un grupo de militares y científicos la liberaron de
su trampa y la devolvieron al mar. No se planteó su cautividad con fines reproductivos
ante la falta de estudios sobre su fisiología y viabilidad de vivir en
cautividad.
Artículo de la Vanguardia de
1989
En 1992 se organizó de nuevo una
expedición en busca de Peluso, pero no se consiguió encontrarlo y jamás se le
volvió a ver. Pero ¿por qué tanto esfuerzo por localizar a una sola foca?, pues
porque Peluso era nada menos que el último macho de foca monje del Mediterráneo
que vivía en aguas españolas. Posteriormente, se avistaría una hembra con sus
cachorros en Chafarinas, en lo que sería la última vez que se vería una foca
monje en aguas españolas. La cosa es que desde entonces se dio por extinguida
esta especie en nuestras costas.
Hubo muchas focas monje en
Fuerteventura, en el Islote de Lobos, donde algunos de vosotros habréis buceado
alguna vez. De hecho el nombre de “lobos” se refiere genéricamente al término
coloquial “lobos marinos”, que se utiliza para nombrar a la totalidad del grupo
de los pinnípedos, y en este caso
particular de Fuerteventura se aplica a las focas monje que vivían allí.
Fuente: Mediterraneanmonkseal.org
Un estudio de 1989 sobre las
poblaciones de focas monje en España indica que la última fecha registrada de
presencia de crías corresponde a Cueva Lobos, en Bolnuevo, Murcia, entre 1941 y
1945. Ese mismo estudio indicaba que en 1989 la presencia de focas en nuestras
costas se debía a ejemplares erráticos provenientes de las colonias africanas. Las
causas de su desaparición en España fueron principalmente la persecución
humana, especialmente por parte de los pescadores, al entrar la foca en
conflicto con sus intereses pesqueros. También influyó el descenso de recursos
alimentarios, las molestias humanas en sus hábitats de cría, la destrucción de
su hábitat, la contaminación costera y la muerte accidental de ejemplares en
los aparejos de pesca. Vamos, que este animal fue una de las víctimas de la
avaricia humana por ocupar las zonas costeras y por agotar los recursos
pesqueros.
La foca monje
La foca monje del mediterráneo Monachus monachus es un mamífero pinnípedo
de la familia de los fócidos. Los pinnípedos son, junto con los cetáceos y los
sirénidos (el dugongo y el manatí), los únicos mamíferos adaptados a medio
acuático. Los pinnípedos se dividen en tres familias, los otáridos (osos, lobos
y leones marinos), los fócidos (las focas verdaderas y los elefantes marinos),
y los odobénidos (las morsas). La principal característica de los fócidos y que
las diferencia de los osos y leones marinos, es la ausencia de orejas, lo cual
es una adaptación al medio marino, para reducir el rozamiento con el agua y
hacer que sean más hidrodinámicos.
Fuente: Mediterraneanmonkseal.org
En la actualidad existen 19
especies de focas, que viven en diversas zonas costeras, excepto en las zonas
tropicales. Tan solo algunas especies de focas viven en zonas templadas, las
tres especies de foca monje, Monachus
monachus, Neomonachus tropicalis (extinta) y Neomonachus schauinslandi. Las tropicalis viven en el Caribe y las shauinslandi en Hawai.
Áreas de distribución de las tres especies de focas monje
Las focas tienen las extremidades
posteriores dirigidas hacia atrás, para facilitar la natación, lo cual les
dificulta su desplazamiento en tierra. También tienen una gruesa capa de grasa
debajo de su piel, que les permite soportar las aguas frías donde viven.
Su cuerpo suele ser alargado y
fusiforme, muy hidrodinámico. Tienen un pelaje corto y denso en los adultos,
siendo el de las crías más suave y largo. Es precisamente la característica de
la piel de las focas crías la causante de su desgracia, al ser mucho más
preciada que la de los adultos. Por ella se las ha matado hasta casi la
extinción en algunas zonas del planeta.
La foca monje es la de mayor
tamaño después de los elefantes marinos y los machos pueden llegar a medir
hasta 2.80 m, y pesar hasta 300 kg, siendo las hembras más pequeñas. Su pelaje
es gris o marrón en su parte superior y blanquecino en el vientre. Las crías al
nacer tienen el pelaje negro y una mancha ventral blanca con puntos negros. Se
las llama focas monje debido al pelo corto de su cabeza y los pliegues de su
piel, lo cual les asemeja a la cabeza de un monje.
Características externas de la foca monje
Hace siglos, cuando no estaban
sometidas a la presión humana, vivían en grandes colonias en bancos de arena y
playas a cielo abierto. Dado que se las ha cazado desde la Edad Media, han
desarrollado miedo por los humanos, y han llegado incluso a abandonar su
hábitat por este motivo, concentrándose actualmente en cuevas de difícil
acceso.
Fuente: Mediterraneanmonkseal.org
Comen peces, crustáceos y
cefalópodos que cazan durante toda su vida excepto en los primeros días tras
dar a luz, en los que las hembras permanecen junto a sus crías. Las crías toman
leche materna hasta los cuatro meses de edad.
Las hembras se desarrollan
sexualmente a los dos o tres años de edad, que es cuando suelen tener su
primera cría. Se reproducen una vez al año, dando a luz en la temporada
estival.
Como ya hemos citado, hay dos
poblaciones claramente diferenciadas, la del Mediterráneo Oriental,
fundamentalmente entre Grecia y Turquía, con unos 350 ejemplares y la población
atlántica, con unas 40 focas en Madeira y más de 350 en la Península de Cabo
Blanco. Ejemplares dispersos se pueden encontrar también en el Mediterráneo
Occidental, en Marruecos y Argelia. Los científicos consideran que la población
mediterránea está estable, dentro de su estado crítico, y que la atlántica está
en crecimiento.
Distribución de la foca monje del Mediterráneo, Monachus monachus
Cabo Blanco: la reserva “Costa de las focas”
La ajetreada y trágica historia
de la colonia de focas de Cabo Blanco comienza en 1436, cuando los primeros
navegantes portugueses traen noticias de colonias de foca en los bancos de
arena de Río de Oro (Sahara). En ese momento se inicia su explotación y
persecución hasta el siglo XX, utilizando sus pieles y grasa para hacer
aceites. En 1923 las poblaciones de focas de la zona se habían diezmado casi
hasta la extinción, y los exploradores no encontraban más que unos pocos
ejemplares en la zona. En 1945 el naturalista español Eugenio Morales encuentra
de nuevo la colonia de focas de la península de Cabo Blanco, en la que se
consideró la última colonia superviviente del litoral africano. En la segunda
mitad del siglo XX la pesca en la zona aumenta de manera exponencial, dado que
nos encontramos en uno de los caladeros de pesca más productivos del mundo. Las
capturas accidentales en las artes de pesca y la persecución de los pescadores
vuelven a someter a la colonia a una presión excesiva.
El desconocimiento del estado de
las poblaciones se agrava con la descolonización del Sahara en los años 70, que
no permite el acceso a los científicos a la zona. Es a comienzos de los 90
cuando un grupo de investigadores españoles vuelven allí, localizan las cuevas
de cría y se comienza a investigar de nuevo la colonia, instalando un
campamento permanente con cámaras de videovigilancia. Se trata de conocer los
aspectos biológicos de esta especie, que son muy desconocidos. En ese momento
se inicia un proyecto Life para estudiar la posibilidad de reintroducir
ejemplares en las Islas Canarias.
La colonia sufre uno de sus
peores momentos críticos en 1997, cuando un alga tóxica vuelve a diezmar la
población de focas de la zona, quedando aproximadamente unos 100 ejemplares. En
ese momento se piensa que la posibilidad de que se recupere la especie a nivel
mundial es muy baja.
Sin embargo, la responsabilidad
española sobre la especie prima sobre la desesperanza y en 1999 en Ministerio
de Medioambiente español propone la elaboración de un Plan de Acción
Internacional para la recuperación de esta especie en la zona. Es el inicio del
trabajo con representantes de Marruecos, Mauritania y Portugal en la Fundación
CBD-Habitat, que junto con la ONG local Annajah crean en 2001 una reserva
llamada “Costa de las Focas”, que pretende aunar esfuerzos institucionales
internacionales y locales y de los pescadores artesanales.
Se trata de proteger las cuevas
de cría de la colonia y el entorno en el que se localizan y por ello se
establece un sistema de vigilancia para eliminar redes ilegales y las molestias
por parte de recolectores de percebes y pescadores. La reserva cubre una zona
de 6 km que recoge toda la zona de cuevas. A partir de esa fecha el número de
crías comienza a crecer y los trabajos de conservación empiezan a producir
resultados, comenzando la fase de recuperación de la colonia.
La videovigilancia es una de las herramientas para el control de los
ejemplares de la colonia
Se realizan trabajos de control
de la pesca en la zona, se marcan los ejemplares y se empiezan a conocer sus
movimientos, lo cual es esencial para mejorar su protección. Así, se empieza a ver
una pequeña expansión de la colonia, en 2008, cuando se dan cuenta de que las
focas ya salen a las playas a cielo abierto, e incluso paren allí, recuperando
parte de su hábitat natural que abandonaron por la presencia humana. Los
números crecen y en 2011 la colonia ya supera los 200 ejemplares, duplicándose
la población desde el año 1997.
El ejemplo de Cabo Blanco se
exporta a Madeira, donde hay también una pequeña población, y se inicia allí un
programa de conservación, dentro del programa Life de la Unión Europea.
El trabajo realizado consiste en
la vigilancia y mantenimiento de la reserva, protegiendo sus cuevas de cría. La
vigilancia marina permite hacer ver a los pescadores de la zona que no pueden
pescar, porque se les retiran las redes y se entregan a las autoridades
locales. La vigilancia en la costa elimina las molestias en las zonas de cría,
especialmente limpiando de la basura que llega del mar.
La reserva
“Costa de las Focas”, en Cabo Blanco, Mauritania, es la única esperanza para la
especie
También se realiza un seguimiento
e identificación de los ejemplares, mediante fotoidentificación,
videovigilancia y seguimiento por GPS. En las oficinas de la reserva se
analizan todos los datos y se elaboran catálogos de identificación y el
análisis demográfico de la población. Actualmente hay 70 subadultos, 97 hembras
adultas y 75 machos adultos, con lo que se obtiene un total de 242 individuos.
Si se añaden las crías se estima que hay una población de unos 330 ejemplares.
Pero el trabajo no acaba en la
propia reserva, y se completa con acciones de apoyo a la población local,
principalmente de la más cercana, Nouadhibou. Se trata de mejorar sus
condiciones de vida y de trabajo, y sensibilizar a los niños. Se ha creado un
centro de interpretación de la reserva y se realizan cursos de formación a
pescadores.
El trabajo con la población local, especialmente con los niños, es
esencial para el futuro de la reserva
De cara al futuro, se plantea el
estudio de expansión de la reserva, cuando las cuevas actuales dejen de ser
suficientes para la población en aumento. Para ello se ha explorado la zona,
unos 150 km más y se han inventariado las cuevas cercanas.
¿Qué pasó con la idea de la reintroducción de la foca monje en las
islas canarias?
Según nota de prensa del
Ministerio para la Transición Ecológica, se está ultimando el procedimiento
para la reintroducción de la foca monje en Fuerteventura. En septiembre pasado
se reunieron representantes del Ministerio con representantes del Cabildo y del
Gobierno de Canarias. El Ministerio presentó su estudio de viabilidad
demográfica como paso previo a la elaboración del proyecto de reintroducción de
la especie en Canarias.
El estudio de viabilidad ha
indicado Fuerteventura como el lugar idóneo para la reintroducción de
ejemplares procedentes de Cabo Blanco, basándose en los acuerdos suscritos con
Mauritania en este sentido. Se ha propuesto el Parque Natural de Jandía, porque
según los expertos esta zona ofrece un hábitat adecuado, con alimentación
disponible y con amenazas mínimas, porque la actividad pesquera en la zona es
muy reducida, y está prohibido el uso de redes de arrastre y de enmalle,
principales artes que provocan la mortandad en esta especie. Es una zona de
baja densidad de población, con turismo moderado y con grandes espacios
protegidos muy aislados.
Parece que la idea inicial es
llevar unos 36 ejemplares durante un periodo de 10 años y que se liberarían en
una zona especial de conservación marina (ZEC), en la “Cueva del lobo”, llamada
así por la presencia de focas.
La opinión de las cofradías de
pescadores de la zona no es muy favorable a la reintroducción de las focas,
porque creen que les perjudicará en su actividad, siendo un elemento de
competencia para sus capturas. Aluden a que la foca será también una amenaza
para otras especies de la zona. Los pescadores dicen que las focas requieren de
30 kilos de pescado diario e indican la falta de diálogo con ellos por parte
del Ministerio.
Es curioso que los representantes
de las cofradías digan que “si
desaparecieron de forma natural del litoral majorero es porque aquí no tienen
su hábitat”. Sin duda parece que la falta de información de los pescadores que
así se expresan, en relación con la extinción de la foca es importante. Calificar
de extinción natural cuando la acción humana fue su principal causa responde a
un cierto desconocimiento de por qué se extinguen las especies y de que no
todos los recursos del mar deben estar al servicio de las necesidades humanas. Es
el agotamiento de los recursos pesqueros, por causa de nuestra insostenible
actividad la verdadera fuente de los problemas de la pesca. Debemos comprender
que la introducción de un depredador natural en un ecosistema responde siempre
a la necesidad de equilibrar el mismo y tratar de compensar los daños
ocasionados por el hombre. Parece claro que va a haber que realizar un gran
esfuerzo con la población local de Fuerteventura si se quiere que el proyecto
tenga un futuro.
¿Qué ocurre a las focas monje que viven en el Mediterráneo?
Mientras tanto existen
movimientos mucho más incipientes que los realizados en Canarias por parte de
organizaciones sin ánimo de lucro, para recuperar la foca monje en el
Mediterráneo en Baleares, donde a este animal se le conocía popularmente como
“vellmarí”.
Y en el Mediterráneo oriental
existen también otras organizaciones que luchan por conservar las colonias que
existen, como Sad Afag, en Turquía. Su labor de concienciación de la población
local es fundamental para respetar sus zonas de cría y de apareamiento,
tratando de llamar la atención de las autoridades para que regulen las
actividades humanas en las zonas de cría, y dándoles a conocer que las
poblaciones en la zona no son despreciables y que están sujetas a mucha
presión.
El logo de Sad Afag, una ONG que lleva más de 30 años luchando por la
supervivencia de las focas de las costas turcas
Las campañas de concienciación ciudadana son las principales armas de las
organizaciones en defensa de la foca monje en las costas mediterráneas
Todas estas organizaciones se
encuentran con muchos obstáculos para evitar la reducción de las poblaciones de
focas, fundamentalmente por la inacción de las autoridades, que no imponen
zonas de reserva.
Mientras que los esfuerzos en
Cabo Blanco están surtiendo efecto, con resultados muy satisfactorios que
auguran un futuro menos incierto a la especie, aún falta mucha colaboración
entre organizaciones y autoridades para la conservación de los ejemplares del
Mediterráneo, donde aún ni se plantea la posibilidad de reintroducir ejemplares
desde Cabo Blanco, debido a la falta de entornos adecuados para el desarrollo
de esta especie sin la presencia y perturbación humana. Sin duda la costa
mediterránea está tan ocupada por la actividad humana que será muy difícil la
recuperación de las poblaciones de la zona, a no ser que se haga un esfuerzo
institucional importante para crear zonas de reserva.
REFERENCIAS:
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