Texto: Mónica Alonso Ruiz y Charlie Sarria
Las redes sociales, esa parte del mundo virtual de hiperconexión en el que vivimos, me han dado la oportunidad de conocer a personas muy interesantes, algunas de ellas relevantes en el mundo de la conservación y de la biología marina. A algunos incluso los he podido conocer personalmente y colaborar con ellos. Con otros, por su lejanía geográfica, o simplemente por falta de oportunidad, no ha sido posible el encuentro personal, aunque sí el intercambio de experiencias o de documentación.
Recientemente he tenido la suerte
de coincidir con algunos investigadores marinos muy jóvenes que combinan su
gran ilusión profesional con la divulgación en redes sociales y medios de comunicación.
Es el caso de Charlie Sarria, un joven malagueño que se considera “una
persona normal y corriente que desde pequeño ha tenido la suerte de conocer su
pasión y su propósito: la conservación de los océanos y poder concienciar al
mayor número de personas posible”. Es una persona que irradia optimismo y cree
que es muy afortunado “porque el universo ha ido abriéndole (esas) puertas”.
Es verdad, poco a poco va dando
pasos para cumplir su sueño, y cada vez se le ve más presente en diferentes
actividades, entrevistas y eventos, hablando de lo que más le gusta: la visa
marina y los tiburones.
Charlie hizo su grado en Ciencias Ambientales en la Universidad de
Málaga y luego su Máster (en “Biología Marina: Biodiversidad y Conservación”)
en la Universidad de la Laguna, Tenerife. Allí, junto a dos compañeros fundó la
asociación Condrik Tenerife, que se dedica a la investigación, conservación y
divulgación de los tiburones y rayas pelágicos en las Islas Canarias.
¿Cuáles son
los animales marinos que más te gustan?
Mi relación con el tiburón es de fascinación
y de admiración, especialmente por
su desarrollo y por su capacidad de adaptación a lo
largo de millones de años para ser ese depredador tan eficiente y eficaz.
Las ballenas y delfines son animales muy
mágicos. Con los cetáceos siento su parte humana, consciente, e incluso
espiritual, y por eso siento un amor diferente al que tengo a los tiburones.
Me gustan muchos animales, algunos de ellos
muy desconocidos, como el plancton, los corales, incluso las holoturias, para
las que hay pocos estudios. Hay un montón de organismos que me parecen muy
interesantes. Por eso cada vez que puedo aprendo cosas nuevas, órdenes nuevos, clases
nuevas de animales... y eso me
encanta.
Sin embargo, los que
más me preocupan en cuanto a su conservación son los cetáceos y elasmobranquios (tiburones y rayas), y por eso dedico más energía a ellos.
¿Por qué los tiburones te
gustan tanto? ¿Cuál es tu relación con ellos? ¿Cómo has llegado a conocerlos
mejor?
Son
fascinantes para mí por su evolución
y adaptación a lo largo de millones de años, lo que les ha
permitido tener actualmente mucha diversidad.
Poseen formas de depredación y estrategias de alimentación muy diferentes. Hay tiburones costeros, de profundidad, de agua dulce, de agua
salada, de aguas árticas. También tienen
varias formas de reproducción diferentes.
Tienen tanta variabilidad, tantas facetas, que me permite estudiar muchas cosas de ellos, todas muy diferentes. El campo de
estudio de los tiburones no se agota nunca, y eso me fascina.
Mi relación con ellos
empezó como la de la mayoría de gente, por documentales y películas, incluso por las que mostraban su imagen más amenazante. Poco a poco he intentado ir
comprendiéndolos más y más, con fascinación y curiosidad continua. Eso me hizo
comprarme libros, documentales, leer “papers” (artículos científicos) sobre ellos y hacer cursos. También he podido aprender y debatir con personas que, por
suerte han podido trabajar con tiburones.
De esta forma he podido conocer muchas
cosas de ellos, no solo desde un punto de vista de “macroescala”
(lo que se ve a simple vista), sino también cosas microscópicas y de fisiología, que
son igual de fascinantes.
¿Por qué tienen tan mala
imagen para el público en general?
Se debe por esa parte audiovisual y
cinematográfica que ha mostrado siempre al tiburón en la gran pantalla como un
depredador de humanos que planea sus
ataques: como un asesino en serie.
Esto no es así realmente, porque es muy difícil que ocurra un ataque, una
mordedura a un humano.
Y también por el miedo a lo desconocido. Cuando nos
metemos en el mar abierto siempre pensamos que va a pasarnos algo malo, lo que nos genera muchas dudas debidas a
nuestro miedo.
¿Por qué tienen un gran
problema de conservación? ¿Cuáles son las principales amenazas para los
tiburones?
Me preocupa, por un lado, la ignorancia que
tenemos sobre la importancia del tiburón en el ecosistema y, por otro, el gran
negocio que hay detrás.
Las amenazas principales a las que hacen frente son la
sobrepesca y el negocio de comercio
de especies tan importantes para los ecosistemas, que genera mucho dinero, no
por parte del pescador que los captura sino por la de las grandes compañías que venden su carne y sus
aletas.
Este negocio
se centra, primeramente,
en la sopa de aleta de tiburón,
que no aporta nada al que la ofrece y
la consume, más que un estatus
social, y también en la
carne de tiburón y de raya, que se vende cada vez más. También me preocupa el comercio de la parte ornamental del animal, las mandíbulas, los
arcos branquiales, su dentición, sus dentículos dérmicos: todo se vende.
El gran problema de conservación proviene de
su estrategia k (de
reproducción), con poca descendencia,
grandes periodos de gestación, periodos de latencia entre gestaciones…Son
comunidades frágiles, que se capturan muy fácilmente mediante palangre o pesca
de arrastre.
En Europa, España, junto a Portugal, somos los principales exportadores
de carne y aletas de tiburón. En Asia, donde se consume mucho, no hay un
control, y la sopa de aleta es un plato turístico y popular que se comercializa
y se fomenta su consumo. En España, quitando platos tradicionales, que utilizan
precisamente especies vulnerables, como el cazón (Galeorhinus galeous), no se consume tanto.
Existen trabas para aplicar
medidas de conservación porque para el establecimiento de las cuotas de
pesca se utilizan datos procedentes de
“ciencia politizada” en cuanto a qué son los verdaderos stocks sostenibles, o por falta de datos suficientes a
disposición de las pesquerías o de los científicos. Esto aparte de que el reporte de las capturas en los puertos, según algunos estudios, es de un
50% en comparación a lo realmente capturado. Esto es porque existen paradas en puertos secundarios, donde se
descarga y se congela hacia barcos pesqueros asiáticos.
Todo esto está provocando el descenso del número de
individuos de diferentes especies categorizadas como vulnerables o en peligro
crítico en el Mediterráneo, como la tintorera. Estos datos son reales y
deberíamos minimizar esas capturas y no consumirlas.
¿Cuáles crees tú que son las
medidas más urgentes que se deben aplicar en España y en Europa para intentar
mejorar el estado de conservación de las especies de tiburones?
Unas leyes más rigurosas y un control mayor para las pesquerías (destacando que es complicado el papel del
biólogo marino observador a bordo de un barco pesquero). También minimizar las artes
de pesca no selectivas y fomentar un control y una concienciación por parte de
los pescadores para evitar ciertas capturas, incluso intentar su suelta cuando puedan
sobrevivir, aunque con estrés. Se deberían hacer informes, cuantificar las
capturas y hacer una base de datos de los tiburones que están pescando a las
diferentes profundidades y con los diferentes métodos de pesca, para establecer
medidas de conservación mejores.
¿Cuáles son las especies de
tiburones que más te gustan?
Me cuesta mucho decidirme.
En cuanto a lo visual, me fascina el tiburón
cebra, a veces llamado leopardo (Stegostoma
fasciatum), por esas pintas de su piel, por cómo va modificándose su
coloración y su pigmentación a lo largo de los años, cambiando drásticamente de
juvenil a adulto. Es un tiburón ovíparo, aunque no lo parezca por ser grandote:
no parece el típico tiburón que surge de una puesta (de huevos).
Por otro lado, me gustan el marrajo y el
azul (la tintorera), por esa
elegancia y esos colores que tienen. Por
esa actitud dominante, ese hocico del marrajo tan pronunciado, esas
hendiduras branquiales tan grandes, dando idea de la gran cantidad de oxígeno que
necesitan para realizar esos movimientos tan rápidos.
Marrajo. Fuente: Charlie Sarria
Y luego otros tiburones más raros, como el
tiburón salmón. O el tiburón ballena y el “megaboca”, que se alimentan de
plancton, y son muy
desconocidos en cuanto sus rutas migratorias o su ecología. Tanto que el
megaboca se descubrió en el año 76.
Después de los tiburones ¿qué
otros animales marinos te preocupan?
Los cetáceos. He tenido la suerte de participar en campañas de investigación de cetáceos en Tenerife
y en el Mediterráneo, y me he dado cuenta de que son animales mágicos, que te “tocan
mucho la fibra”. Un delfín es un animal empático, inteligente y “simpático”.
Sobre todo, merecen vivir libres, sin cautiverio, en condiciones naturales, aunque es cierto que en el mar cada vez más se
enfrentan a problemas como las colisiones, la contaminación acústica y el
deterioro de sus hábitats.
¿Puedes describir tu actividad
con Condrik Tenerife?
Soy su cofundador.
El primer objetivo de esta organización canaria es la investigación de
tiburones pelágicos mediante el uso de BRUVS (Baited Remote Underwater Video Stations),
que básicamente son unas estructuras metálicas donde se ponen cámaras y un “bait
box”, que es un recipiente con carnada para poder atraer al tiburón.
De esta manera se obtienen datos visuales, con el objetivo de hacer una base
de datos en Canarias, donde no hay apenas información sobre los tiburones pelágicos todavía. Se trata de saber qué especies
vienen, cuando lo hacen, si son
machos o hembras, juveniles o adultos, para ver si hay una
posible zona de cría, o una zona de reproducción, en definitiva, para mejorar su conservación. En un futuro
trataremos de realizar actividades de marcaje de ejemplares, para obtener más información.
Por otro lado, tenemos la vertiente de entrevistas
a pescadores para conocer más la ecología de estos tiburones, y contar con su
apoyo. Y, por último, la ciencia ciudadana, tratando de divulgar la importancia
del tiburón en el ecosistema, tanto en colegios de primaria, secundaria,
bachillerato y universidades.
¿Te consideras
conservacionista?
Diría que sí, y que según aprendo más voy
teniendo mayores valores para focalizar
mi causa. Pero hay cuestiones que son tan
amplias, que a veces me cuestan,
incluso por ignorancia. Posiblemente no seré el
conservacionista mejor del mundo.
Intento no ser radical y ser siempre
empático con todos. Intento entender que muchas veces no hay ni blanco ni negro, y que hay esa escala de
grises que te permite empatizar
con pescadores y con ciertas situaciones. Intento hacer lo posible para
conservar con todos mis medios las especies que puedo y que conozco, pero aún
me queda mucho por hacer, por superar ciertas “capas” mías.
También
es verdad que hay especies que no me
llaman tanto la atención y por eso no hago tanto hincapié en ellas.
¿Cuáles son tus planes de
futuro desde el punto de vista profesional? ¿y desde el punto de vista
conservacionista?
Mi ilusión
es que Condrik acabe siendo una ONG de investigación reconocida y que podamos tener alumnos, “internships” (trabajos becados), voluntarios, hacer salidas interdisciplinares, aliarnos con más gente
de fuera de España (estamos en
ello ahora mismo), y aportar
muchos datos a la ciencia de los elasmobranquios para poder mejorar su
conservación.
Desde el punto de vista conservacionista,
también quiero intentar aportar, mediante las redes sociales, una visión más amplia de temas no
tan habituales en ellas, y poder dar a la gente datos curiosos e importantes.
¿Perteneces a alguna
asociación conservacionista?
Creo que no (…risas…).
Estoy apoyando a muchos amigos de diferentes grupos de investigación y de
conservación, pero no pertenezco a ninguna como tal.
En Condrik Tenerife sí hacemos
ciencia para conservar. Desde ese punto de vista, pues sí, Condrik Tenerife es
conservacionista.
¿Cuál es tu relación con las
redes sociales?
La
relación con las RRSS es intrínseca a mi trabajo, y de hecho la considero como parte
de él. Se trata de utilizarlas para aportar todo lo que sé, lo que veo, y lo
que siento y padezco. Quiero intentar hacer ciencia fácil que llegue a todos
los públicos, desde los más chiquitines a los más adultos, y conseguir
empatizar: que no sea algo aburrido, algo “old school” (de la vieja escuela).
Para mí
son muy importantes, porque me han permitido llegar a sitios nuevos, conocer a
gente nueva, (gente influyente también) mostrarles las realidades que ellos no
conocían. Son vitales, aunque a veces son un arma de doble filo, al estar muy “en
los ojos de todo el mundo”, tanto que a veces da hasta miedo publicar por el
tema de las críticas.
Ahí es
donde aplico no solo mi parte científica, sino la más espiritual: cómo veo yo
el mundo “bajo mi ojo”, pero no solo sobre el tema marino, sino sobre todo el
planeta.
Sé que
eres una persona muy polivalente y tu actividad social es amplia. ¿Puedes
hablarnos de esa otra faceta tuya?
Hago muchas
cosas: seminarios especializados en tiburones, salidas al mar con tiburones.
También otras de buceo con yoga. Trato de combinar el buceo con actividades más
holísticas, juntando retiros de meditación con submarinismo y conservación,
para hablar de la posidonia, del Mediterráneo y de las especies que tenemos. Se
trata de poner en valor la naturaleza, enfocada al sector marino, que es donde
yo me muevo y soy más especialista (supongo).
¿Qué pueden hacer las personas
corrientes para mejorar la salud de los océanos y de los tiburones en
particular? ¿Y los buceadores?
Cambiar
sus hábitos de consumo, incluso su estilo de vida, poco a poco. Todo es un
proceso, en el que no hay que ser radical ni siquiera con uno mismo, porque
puedes llegar a odiarte por no cumplir los valores que se están imponiendo
ahora. No hay que imponer, hay que dar “puertas” y que cada uno pueda ir poco a
poco cambiando lo que sienta y le “resuene”.
Cuando
eres consciente, creo que lo vas haciéndolo poco a poco. Es una lucha interna.
A lo mejor una persona lleva, 20, 30 o 40 años bajo unos mismos hábitos, y eso
es complicado cambiarlo de un día para otro. Hay que ser, ¿cómo decirlo?, transigente,
comprensivo, empático con las personas y no exigir y obligarles, sino aportar
medios y datos para que puedan dar pasos progresivos.
En cuanto a los buceadores,
aprender a bucear bien, conseguir un aleteo correcto. Saber a qué excursiones
de buceo uno va, si son sostenibles, si aportan datos científicos, o si simplemente
son algo lúdico. Es bueno analizar si el buceo no está aportando nada y se está
haciéndolo con gente que no lo siente de verdad, sino solo por el dinero. Se
trata de respetar el medio ambiente, saber que no todo vale por una fotografía.
Y también a querer aprender donde va uno a bucear: si se trata de observar tiburones,
saber previamente qué especies se van a ver, y tener claras las pautas del
encuentro con ellos, cómo actuar en el agua, etc.
Es toda una satisfacción poder
charlar con una persona como Charlie, que irradia mucha alegría, ilusión y
“buen rollo”. Sin duda es un referente para todos aquellos que quieren saber
más del mundo submarino y de su conservación. Combinar la sed de conocimiento,
la ciencia, el buceo, la preocupación por el planeta, las ganas de mejorar el
mundo y el optimismo es algo que no es habitual en este mundo de egoísmo y
catastrofismo que nos rodea.
¡Muchas gracias, Charlie!
Seguiremos con atención todo lo que hagas y quieras comunicar.
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