miércoles, 4 de octubre de 2023

La locura sonora de los océanos

 

Texto: Mónica Alonso Ruiz

El pasado abril asistí a una actividad divulgativa llamada “Escuchando los océanos”, donde se expusieron y debatieron los efectos que la actividad antropogénica (de procedencia humana) está provocando sobre el ambiente sonoro de los océanos, algo de lo que somos poco o nada conscientes.


El evento tuvo lugar en el Museo Thyssen Bornemizsa, en el marco de la exposición De Ballenas. Fuente: Museo Thyssen

El científico español Carlos Duarte, oceanógrafo especialista en la investigación de los ecosistemas acuáticos y el funcionamiento global de los océanos fue uno de los participantes en el evento. Carlos había dirigido el artículo científico “The Soundscape of Anthropocene Ocean” (El Paisaje Sonoro del Océano del Antropoceno), que se publicó en la revista Science en 2021, y sus estudios y conclusiones se comentaron en el coloquio.

Hace unos años participé como alumna en un curso llamado “Ocean solutions” (Soluciones para el océano), en el que Carlos era el ponente. Allí se nos explicaba el efecto que los humanos estábamos provocando en todo el sistema marino global, y las posibles soluciones para mitigarlo. La forma de exponer los problemas y especialmente su optimismo al plantear una gran variedad de estrategias y soluciones me encantó. No podía perder la ocasión de escuchar a Carlos en persona.

Carlos Duarte. Fuente: Fundación Gadea Ciencia

Jana Winderen, presente en el evento, y es conocida porque realiza composiciones de audio utilizando sonidos procedentes del océano. Contribuyó al artículo mediante una pieza sonora, que pudimos escuchar en vivo. Así pudimos percibir que, en el océano, además de los sonidos naturales, existen ruidos muy fuertes y molestos de indudable procedencia humana.


Jana Winderen. Fuente: Revista Forbes

La conversación se inició desmontando la creencia popular de que en el océano todo es silencio. Todo lo contrario, está lleno de sonidos. Eso es porque las ondas sonoras se propagan en el agua mucho mejor que en el aire: son cuatro veces más rápidas y pierden menos energía, por lo que llegan más lejos.

Carlos nos contaba que cuando los buceadores se sumergen, se dan cuenta de que se perciben muchos sonidos en el agua, especialmente si una embarcación a motor pasa cerca. Y yo me acordé en ese momento de que, aunque los buceadores no hablamos, generamos un ruido constante al emitir burbujas por nuestro respirador. La prueba está en que muchos animales huyen de nosotros, incluso antes de que los veamos. Por eso los investigadores marinos que intentan acercarse lo máximo posible a ciertos animales muy sensibles al ruido, utilizan sistemas “rebrather”, que no generan burbujas al reaprovechar el flujo de aire exhalado.

¿Se equivocaba Cousteau cuando tituló a uno de sus documentales más famosos “El mundo del silencio”? Carlos nos explicó que cuando tuvo oportunidad de comentar esto con su nieta, Alexandra Cousteau, ella aclaró que con esta expresión su abuelo se refería a que cuando se bucea uno no puede comunicarse fácilmente mediante sonidos vocales, por lo que habitualmente se permanece en silencio. No se equivocaba Cousteau. Estar bajo el agua nos obliga a estar callados, cosa que yo muchas veces agradezco.


Cartel de la película “El Mundo del silencio” de Jacques Cousteau

Los humanos utilizamos fundamentalmente la vista para percibir lo que nos rodea, aunque no seamos muy conscientes de que también nos valemos del oído para analizar nuestro entorno. Por eso la contaminación acústica que generan nuestras actividades no ha sido considerada tradicionalmente como algo tan negativo, aunque actualmente ya es fuente de preocupación, especialmente en las ciudades.

En el agua, siendo un medio en el que las ondas sonoras se propagan mejor que las lumínicas (que se atenúan mucho con la profundidad) es el sonido el que cobra más protagonismo. Por eso, lo es todo para los animales marinos, porque les permite comunicarse a grandes distancias. Lo creamos o no, lo utilizan todos los animales, desde invertebrados a grandes mamíferos, y lo usan para interactuar entre ellos, así como para interpretar y analizar el ambiente marino. Al hilo de todo esto, recordé que algunos cetáceos utilizan la ecolocalización del mismo modo a como lo hacen los murciélagos, emitiendo un sonido y percibiendo su reflexión en los obstáculos. Por eso son capaces de encontrar sus presas en zonas profundas en ausencia de luz.

El océano es un mundo sonoro, generado por los diferentes organismos que viven en él. Allí también se perciben, a veces a gran distancia, sonidos producidos por efectos geomecánicos naturales, como el romper de las olas, el agua de lluvia o el granizo que golpea la superficie, e incluso, la rotura y caída de grandes bloques de hielo en las zonas polares. Los científicos siguen realizando descubrimientos del paisaje sonoro del océano, algo aún muy desconocido.


Los sonidos del océano. Fuente: NOAA

Los hidrófonos, dispositivos científicos de escucha submarina, han sido capaces de percibir a gran profundidad el agua de lluvia golpeando la superficie, o de captar las roturas y caída del hielo antártico a miles de kilómetros de distancia, en Australia.

También se comentó la capacidad vocal de los cetáceos. Por un lado, tenemos las grandes ballenas barbadas, capaces de comunicarse a muy largas distancias mediante la emisión de sonidos graves de baja frecuencia, y por otro lado los delfines, orcas y belugas, que tienen una gran habilidad vocal y emplean una especie de lenguaje, diferente para cada especie o grupo social. Carlos destacó que incluso algunos animales tienen nombres propios, formados por grupos específicos de sonidos que repiten y utilizan para llamar a un determinado individuo.

Jana nos explicó cómo era capaz de captar los sonidos del océano, llegando a percibir algunos que se producen en lugares de difícil acceso para los humanos, como en el océano profundo, o en la zona límite entre el hielo marino y el mar abierto. Con sus grabaciones realiza las composiciones sonoras con las que es conocida por todo el mundo.

Sin embargo, todo esto ha cambiado radicalmente, lentamente desde la Revolución Industrial, y mucho más rápido en las últimas décadas, en las que los humanos hemos modificado gravemente todo el medio ambiente sonoro. Por un lado, la abundancia de animales productores de sonido se ha reducido mucho por su captura masiva, por otro, el ruido antropogénico (procedente de las actividades humanas) ha aumentado muchísimo, y, por último, el cambio climático ha alterado los aportes sonoros de las fuentes geofísicas, como el hielo marino y las tormentas.

Para ilustrar esto, Jana nos relató que era consciente de que, incluso en las zonas remotas, alejadas de la actividad humana, los sonidos captados por sus equipos estaban “contaminados” por sonidos procedentes de la actividad humana.


Los diferentes escenarios sonoros del océano. Océano prístino, sin afección humana. Antropoceno o impacto del hombre. El futuro si no lo gestionamos bien, con grandes impactos sonoros. El futuro si lo gestionamos bien, con mejores condiciones acústicas en el océano. Fuente: “The soundscape of the Anthropocene ocean”. CARLOS M. DUARTE et Al.

En las aguas marinas se captan sonidos procedentes de barcos y de sus sónares. Se escucha “ruido blanco”, sonidos monótonos y suaves procedentes de dispositivos vibratorios, de los motores de los barcos o de instalaciones industriales “off shore”. Se perciben sonidos de construcción en las costas, o procedentes de voladuras con explosivos, o sonidos de gran intensidad procedentes de prospecciones sísmicas, utilizadas para localizar yacimientos de gas y petróleo.

Es una “ensalada” de ruidos que indudablemente afecta a las criaturas marinas. Enseguida me acordé de que hace años se habían producido varamientos masivos de zifios, un tipo de cetáceo que bucea a grandes profundidades, cuando se realizaron maniobras militares en Canarias. Los científicos explicaron que, al parecer, la molestia auditiva provocada por los sonares era tan grande para estos animales, que emergían a la superficie descontroladamente, muchísimo más rápido de lo que lo hacían habitualmente, sufriendo así enfermedad descompresiva, que los llevaba a la muerte.

Carlos nos calificó el ruido submarino como un elemento muy estresante para los animales marinos, que debe considerarse en las evaluaciones ambientales. Comparado con otros factores estresantes para el medio ambiente, como el dióxido de carbono emitido a la atmósfera o los contaminantes vertidos a las aguas de los océanos, sus fuentes son reconocibles y sus efectos disminuyen rápidamente una vez que se interrumpe su emisión. Por eso es posible reducirlo rápidamente. Nos puso de ejemplo el periodo del confinamiento por el COVID, cuando una gran parte de los humanos casi paralizamos nuestra actividad, durante el cual se apreciaron reducciones del ruido marino muy grandes.

Las soluciones para la reducción de la contaminación acústica marina parten de analizar muy bien sus fuentes. Por eso, utilizando algunas tecnologías aún en desarrollo, como el uso de motores eléctricos en embarcaciones cada vez más grandes, o de combustión con aislamientos, o con un diseño de los álabes de las hélices que reduzca la generación de burbujas en su rotación (cavitación), se podrían obtener avances, y los resultados serían casi inmediatos. También se propone la reducción de la velocidad de los barcos en determinadas zonas, dado que la generación de ruido crece exponencialmente con ella.


Estrategias para reducir el ruido marino. Fuente: Museo de la Ciencia y el Agua. Ayuntamiento de Murcia

Carlos nos puso un ejemplo de medidas muy eficaces para resolver un problema de contaminación parecido. Tras la tragedia del Prestige se impulsó la obligatoriedad del uso de doble casco en las embarcaciones de transporte de crudo. Desde entonces los vertidos por accidentes de estos barcos se han reducido drásticamente. Ello demuestra que a veces es necesaria una tragedia para que las autoridades “se pongan las pilas”, apliquen medidas y hagan cumplir las leyes.

La búsqueda de soluciones debe comenzar por un mayor conocimiento del paisaje sonoro de los océanos, algo en lo que aún se ha avanzado poco, y considerar el ruido marino como un tipo de contaminación contra la que es preciso tomar medidas. Algunas autoridades internacionales, como la Unión Europea, comienzan a dar pasos en ese sentido.

Por eso en España la “Ley de protección del medio marino” (que traspone una Directiva europea), obliga a realizar una evaluación de su estado ambiental, incluye el ruido submarino entre los 11 descriptores de su estado e impone que deben aplicarse medidas de mitigación.

Evidentemente, dado el estado de contaminación (no solo sonora) de nuestras aguas costeras, aún estamos muy lejos de que esta ley se cumpla, y aún sigue siendo, de momento, una declaración de intenciones, como desgraciadamente ocurre con todas nuestras leyes ambientales.

Internacionalmente también se están realizando algunos avances, dado que en 2004 el ruido submarino y sus efectos en la fauna marina fueron tratados por primera vez por la OMI (Organización Marítima Internacional). Entonces ya se concluyó que el ruido constante de los océanos venía fundamentalmente provocado por el transporte marítimo. El problema surge de que, como los buques navegan habitualmente en aguas internacionales, las medidas para gestionar ese ruido tienen que ser coordinadas internacionalmente. De nada sirve que un estado imponga medidas en sus aguas territoriales o a sus actividades nacionales si no se aborda el tema de forma global.

Como aprendí de Carlos hace años, el océano es un claro ejemplo en el que aplica la “tragedia de los comunes”, en la que los individuos, en este caso las naciones, motivadas solo por su interés personal o nacional, acaban sobreexplotando un recurso limitado que comparten con otros (el océano).

Quizá la mejor manera de intentar resolver un problema es que la sociedad sea consciente de que el problema existe. En este caso, divulgar que las actividades humanas son una gran fuente de ruido marino, es el primer paso adelante. Sin conciencia social de ello, los gobiernos no aplicarán las leyes y no se pondrán de acuerdo entre naciones para encontrar una solución.

Referencias:

Escuchando los océanos I: Jana Winderen y Carlos Duarte Charla - 18 de abril de 2023 https://www.museothyssen.org/actividades/escuchando-oceanos-i-jana-winderen-carlos-duarte

C. M. Duarte et al., Science 371, eaba4658 (2021). DOI: 10.1126/science.aba4658 https://www.researchgate.net/publication/349050132_The_soundscape_of_the_Anthropocene_ocean

Jana Winderen - Composition from the Soundscape of the Anthropocene Ocean https://www.youtube.com/watch?v=f6Nbqwm48yM

Así alteramos con nuestros ruidos la música del océano. Rosa M. Tristán https://elasombrario.publico.es/asi-alteramos-con-nuestros-ruidos-la-musica-de-los-oceanos/

Monitorizan el ruido submarino para reducir el impacto medioambiental de la actividad pesquera https://cit.upc.edu/es/portfolio-item/silencio/

El proyecto LIFE PortSounds se ha propuesto reducir el impacto del ruido submarino en el puerto de Cartagena https://www.cde.ual.es/el-proyecto-life-portsounds-se-ha-propuesto-reducir-el-impacto-del-ruido-submarino-en-el-puerto-de-cartagena/ (“El proyecto LIFE PortSounds se ha propuesto reducir el impacto del ...”)

OMI: El ruido procedente de los buques https://www.imo.org/es/MediaCentre/HotTopics/Paginas/Noise.aspx

Miteco. Contaminación acústica marina. https://www.miteco.gob.es/es/costas/temas/proteccion-medio-marino/actividades-humanas/contaminacion-acustica-marina/default.aspx


 





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