Por
alguna extraña razón, casi siempre que le preguntas a alguien, buceador o no,
sobre cuál es el animal que le gustaría ver en el mar, responden que un
caballito de mar. Son animales simpáticos y entrañables, difíciles de ver en la
inmersión y que dan una satisfacción enorme cuando se tiene la posibilidad de
tener uno delante. ¿Será la imagen de indefensión que presentan, o la rareza de
sus formas lo que nos hace apreciarlos tanto?.
Y, ¿por qué se llaman así?.
Pues porque su cabeza presenta cierto parecido con la cabeza de los caballos. Y
esto es muy peculiar, puesto que tener la cabeza formando un ángulo recto con
el resto del cuerpo es una rareza: ningún pez la tiene de esta manera.
Los caballitos de mar (o
hipocampos) pertenecen a la familia de los signátidos, a la que también
pertenecen los peces pipa. La palabra griega signátido significa “mandíbulas
unidas”. Ello es porque estos peces no pueden abrir su boca: la tienen fusionada
y en forma de tubo.
Este caballito de mar lo fotografiamos en Águilas, Murcia, en mayo de
2012, durante una limpieza de fondos. Se trata de una de las dos especies que
se encuentran en el Mediterráneo: Hippocampus
guttulatus.
Los caballitos de mar son
depredadores de pequeños invertebrados. Poseen un sistema visual con ojos que
tienen movilidad independiente entre sí, les ayudan a reconocer sus presas,
pequeños crustáceos que forman parte del zooplancton. Cuando la presa se pone a
su alcance es aspirada a través de su hocico óseo por medio de un rápido
movimiento de su cabeza. Tragan enteras a sus presas al no disponer de dientes,
y se ven obligados a consumir grandes cantidades de comida, ya que
prácticamente carecen de estómago.
El cuerpo de los caballitos
de mar está comprimido lateralmente y está recubierto por una armadura de
placas o anillos óseos: se trata de un exoesqueleto, y son los únicos peces que
lo tienen. No tienen escamas y tienen la piel estirada sobre las placas óseas.
Esta armadura les protege aunque tienen pocos depredadores.
Este Hippocampus hippocampus
fue fotografiado en Mazarrón, Murcia, en julio de 2012. Se aprecia en la
fotografía el gran mimetismo que presenta con su entorno.
No son buenos nadadores: se
mueven muy poco y se desplazan muy pocas distancias. Para moverse se colocan en
posición erecta y se impulsan con su aleta dorsal, las aletas pectorales cerca
de las branquias sirven para la estabilización y la dirección. Algunos expertos
calculan que un caballito tardaría dos días y medio en recorrer 1 km.
Con su cola prensil se
aferran a cualquier elemento del fondo marino. Son capaces de aferrarse a plantas
marinas y algas, envolviendo sus colas alrededor de los tallos, lo que les
ayuda a evitar ser arrastrados por fuertes corrientes.
Haciendo “muck diving” en Dumaguete, Filipinas, encontramos este
precioso ejemplar macho. Véase que hay otro ejemplar en segundo plano. El
animal está en una zona arenosa junto a unas rocas, a poca profundidad, junto a
la playa. Probablemente sea un caballito de mar de hocico de cebra Hippocampus barbouri.
Han existido desde hace 40
millones de años. Existen entre 40 y 50 especies de caballitos de mar en todo
el mundo y la mayoría se encuentran en aguas poco profundas y cálidas. En la
inmersión es difícil verlos, por su escasez y por su mimetismo. Las zonas propicias
para verlos son los fondos arenosos o fangosos, y es frecuente encontrarlos en
zonas de fondeos con neumáticos y entre rollos de cuerdas. Viven entre las
algas, manglares y corales. En las costas de España se pueden encontrar al
menos dos especies: Hippocampus
hippocampus y también Hippocampus
guttulatus, de mayor tamaño que el primero.
Este ejemplar hembra de Hippocampus
kuda reposa en el fondo arenoso de los fondos de Dumaguete, Filipinas.
Presentan diferentes formas,
colores y tamaños, y se mimetizan con el entorno, variando algunos de ellos su
coloración para pasar desapercibidos. Un ejemplo muy claro es el caballito de
mar pigmeo Hippocampus bargibanti,
que se encuentra en la zona del indopacífico. Este animal vive entre las ramas
de las gorgonias y se mimetiza con ellas. Son muy difíciles de ver y para poder
apreciarlos, generalmente hay que recurrir al guía experimentado que conoce
perfectamente la gorgonia en la que viven uno o más ejemplares, y es capaz de
encontrarlos y mostrarlos al asombrado buceador. Es una experiencia fascinante
cuando consigues verlos, y al ser tan pequeño, es muy difícil de fotografiar
para el fotógrafo amateur.
En la foto puede verse la estrategia de mimetismo de este ejemplar de Hippocampus histrix, el cual presenta
unas manchas características sobre las que se adhieren invertebrados marinos y
algas. En Puerto Galera, Filipinas. Se puede apreciar la forma característica
de la boca de estos animales, en forma de tubo.
Durante mis viajes de buceo
he tenido la suerte de poder ver varios caballitos de mar. La primera vez que
vi un caballito de mar fue en La Azohía, Murcia, hace ya algunos años.
Posteriormente los he visto en Canarias, en zonas de amarre de barcos, y ya de
manera más extensa en mis viajes a Filipinas. En Dumaguete (Isla de Negros,
Filipinas) se podían ver hasta 4 ejemplares distintos en cada inmersión, cuando
practicábamos el “muck diving” o buceo en el fango o en fondos arenosos. En
Puerto Galera (Isla de Mindoro, Filipinas) se pudieron ver hasta siete
ejemplares en alguna inmersión. Os podéis imaginar la inmensa felicidad que
tiene uno cuando sale del agua. Los caballitos de mar pigmeos los he podido ver
en en el Parque Nacional de Bunaken (Sulawesi, Indonesia), y también en Puerto
Galera (Filipinas). La temporada pasada tuve mucha suerte y pude ver dos
ejemplares en el Mediterráneo, el primero en Águilas, Murcia, durante una
inmersión de limpieza, y el segundo en Mazarrón, Murcia.
Las especies de caballitos
de mar más pequeñas tienen aproximadamente 1,5 centímetros de alto, y las más
grandes pueden tener hasta 35 cm.
Este es una caballito de mar común del Indopacífico, Hippocampus taniopterus. Reposa sobre el
fondo arenoso de los fondos de Puerto Galera, Filipinas.
Como curiosidad, hay que
destacar que el macho quien se ocupa del desarrollo de los huevos. La hembra
usa su ovopositor para insertar los huevos maduros dentro de la bolsa
incubadora del macho, donde son fertilizados. Esta bolsa, denominada marsupium,
la cual permite diferenciar visualmente los sexos, se transforma, facilitando
nutrientes a los embriones. Tanto la entrada de los huevos en el saco como su
incubación ocurren en un proceso extraordinariamente rápido (apenas 6
segundos). Esta estrategia es una manera más de asegurar que los huevos
proceden exclusivamente de una sola hembra, con lo que se asegura la monogamia
genética para ese lote de huevos. Las especies suelen ser monógamas, mostrando
extremada fidelidad hacia su pareja.
Este colorido caballito es un macho, posiblemente preñado, se denomina
caballito de mar espinoso Hippocampus
histrix. En Puerto Galera, Filipinas.
Los embriones engordan en el
marsupium y, en general, en unas tres semanas estarán preparados para afrontar
por sí mismos la aventura de su vida. Pasado el plazo de incubación, el macho
deja salir las crías del interior de su bolsa, a veces durante varias horas,
contrayendo su cuerpo para hacer presión en forma de espasmo. Las crías son
réplicas en miniatura de sus padres, y miden entre unos siete a once milímetros
de largo. Son totalmente independientes y no vuelven a la bolsa después del
nacimiento. El macho llega a tener cada vez entre 200 y 300 crías, dependiendo
del número de apareamientos realizados con la hembra. En este link podéis ver
el nacimiento de caballitos de mar en un acuario: http://www.youtube.com/watch?v=d1J2js0Kkwc
El cortejo del macho y de la
hembra es estéticamente maravilloso: los dos animales entrelazan sus colas, se
colocan uno frente al otro y nadan juntos simultáneamente, en una danza
nupcial. En este link podéis verlo: http://www.youtube.com/watch?v=fbW1jCZtb2g
La foto presenta una hembra de caballito de mar espinoso Hippocampus histrix. Bajo el abdomen se
puede ver el ovopositor de la hembra, que sirve para colocar los huevos en el
marsupium del macho. En Puerto Galera, Filipinas.
Existen algunos depredadores
naturales para los caballitos de mar, siempre dependiendo de la ubicación. Este grupo incluye a la raya, los pingüinos y
los cangrejos. Sin embargo, el clima es un gran problema para ellos y mata más
adultos que cualquier depredador. A menudo mueren por agotamiento cuando tratan
de moverse durante largos períodos de tiempo en aguas turbulentas, pues por lo
general los caballitos de mar viven en áreas de movimientos suaves, pero en
ocasiones las condiciones del clima pueden alterar el estado de las aguas
rápidamente.
Este caballito de mar espinoso, Hippocampus
histrix, está en posición típicamente natatoria, erguido e impulsándose con
su aleta dorsal, estabilizándose con sus aletas pectorales. En Puerto Galera,
Filipinas.
Por otra parte, la extensión
de grandes redes de pesca de arrastre en las zonas donde vive el caballito de
mar (poca profundidad) es actualmente la causa por la que anualmente mueren
miles de ellos.
¿Cuál es el promedio de vida
de un caballito de mar? No está muy claro: se cree que viven desde
aproximadamente un año para las especies más pequeñas, y una media de tres a
cinco años para las especies más grandes.
Actualmente sus especies
están incluidas en las listas en peligro de extinción y su comercio se halla
regulado por Cites. Es muy triste para el buceador comprometido con el medio
marino saber que se capturan toneladas de caballitos de mar para obtener
polvos, de cualidades discutibles, para la medicina asiática. Alrededor de 20
millones de caballitos de mar al año se utilizan para este fin.
El caballito de mar pigmeo, Hippocampus
bargibanti, se mimetiza con la gorgonia en la que vive y su cuerpo presenta
una especie de verrugas que imitan la textura de la gorgonia. De muy pequeño
tamaño. En Puerto Galera, Filipinas.
Hay un gran comercio de
caballitos, y se estima que mil millones de ejemplares se venden cada año, en
muchos casos para la acuariofilia y como recuerdo. Se cree que menos de 1000
ejemplares de los capturados llegan a vivir más de seis semanas. Se adaptan mal
a los acuarios, y mueren de estrés y enfermedades.
En cualquier caso este
animal no deja indiferente a nadie, sea o no sea buceador.
Este artículo fue publicado en la Revista Acusub en mayo de 2013.
Este artículo fue publicado en la Revista Acusub en mayo de 2013.
No hay comentarios:
Publicar un comentario