Los buceadores nos
sumergimos en un medio lleno de organismos vivos que presentan diferentes
estrategias de defensa frente a sus depredadores. Desgraciadamente todos hemos
tenido alguna vez algún percance más o menos importante, cuando por accidente
hemos molestado a uno de animales seres vivos en la inmersión. En las
siguientes páginas vamos a hacer un repaso de las especies marinas que pueden
provocarnos reacciones más o menos severas en nuestro organismo y que podemos
encontrar en las nuestras costas.
La presencia de sustancias
tóxicas, tanto en el reino animal como en el vegetal, es muy habitual, tanto en
el medio marino como en el terrestre. El medio marino no es el nuestro y por
ello debemos estar más alerta para evitar accidentes.
En ambos medios, las
especies se protegen de sus depredadores mediante diferentes mecanismos, uno de
los cuales es sintetizar sustancias químicas tóxicas o venenosas que disuadan o
provoquen daño a sus depredadores. En algunos casos estas sustancias también
sirven al depredador para obtener su presa, paralizándola o anestesiándola.
Este caso es frecuente en organismos que no disponen de otros mecanismos como
garras, púas o tentáculos.
En el medio marino hay tres
tipos de estrategias que hacen uso de sustancias tóxicas. La primera estrategia
consiste en la síntesis de sustancias en los propios tejidos del animal, y que
actúan como repelentes de las especies que les muerden al intentar comérselos.
Esta primera opción la utilizan muchas algas y organismos sésiles (que no se pueden
mover del sustrato al que están adheridos), como esponjas o ascidias.
La segunda estrategia es la
combinación de estructuras defensivas (púas, tentáculos, caparazones), con la
presencia de sustancias tóxicas. En la mayoría de los casos las estructuras defensivas
son un aviso para los potenciales depredadores. Este es el caso de los erizos,
peces piedra o escorpión y los moluscos de colores muy vivos.
La tercera estrategia la
presentan organismos que utilizan las sustancias tóxicas no solo como defensa,
sino que les sirven para atacar a sus presas. En este grupo podemos incluir los
cnidarios (medusas y pólipos), las serpientes y algunos moluscos.
MEDUSAS
DEL ATLÁNTICO Y DEL MEDITERRÁNEO
Las medusas son animales
marinos pertenecientes al grupo de los cnidarios, junto con los pólipos
(anémonas e hidrozoos). Este grupo tiene la particularidad de que poseen unas
células urticantes de 2 a 50 mm de
diámetro, conocidas con el nombre de cnidocistos o nematocistos, y que se
sitúan fundamentalmente en los tentáculos. Estas células disparan su veneno por
simple contacto o por cambios de presión o temperatura (la temperatura corporal
de los humanos es suficiente para dispararlos). Este veneno lo utilizan para
capturar a sus presas.
Las medusas viven en aguas
abiertas, y cada vez son más frecuentes en las costas mediterráneas y
atlánticas, fundamentalmente por el aumento de capturas de su principal
depredador, la tortuga. En algunas épocas del año, en primavera y verano, son
arrastradas hacia las costas, especialmente tras los temporales de levante.
En las costas españolas se
pueden encontrar cinco especies de medusa y una de sinóforo (un macroorganismo
colonial, formado por varios organismos que también pertenece al grupo de los
cnidarios), la Carabela Portuguesa o Physalia
physalis. Las cinco medusas más comunes son Pelagia noctiluca, Chrysaora
hysoscella, Rhizostoma pulmo, Carybdea marsupialis y Cotylorhiza tuberculata. Esta última se la conoce
comúnmente como huevo frito, y apenas causa problemas en los humanos.
Para los buceadores los
accidentes más frecuentes con este tipo de organismos se producen al contactar
accidentalmente con ellos con las manos o con la cara (no cubiertos por el
neopreno), al descender o ascender a la superficie.
El contacto con las medusas
causa lesiones cutáneas que pueden durar días o meses, con formación de
eritema, edema, reacciones de urticaria y dolor intenso. La primera sensación
es similar al dolor causado por la quemadura de un cigarrillo. Posteriormente
comienza la erupción cutánea y ocasionalmente se pueden producir calambres,
nauseas y vómitos. Lo normal es que los síntomas vayan desapareciendo
espontáneamente en pocos días, aunque el dolor puede ser prolongado.
Las lesiones cutáneas de la
Carabela Portuguesa son más intensas y dolorosas que las del resto de medusas.
Tras la picadura de
cualquier medusa hay que seguir los siguientes pasos:
- Salir del agua y apartar de la piel los restos visibles de tentáculos, a poder ser con pinzas o guantes, evitando frotarse la piel.
- No lavarse con agua dulce, ya que el cambio osmótico hace que se disparen más cnidocistos y el daño sea mayor. Se aconseja lavar la zona con agua de mar.
- No secarse la piel con toallas ni con arena.
- Si es posible aplicarse vinagre, para reducir la virulencia de la picadura, ya que el vinagre desactiva los cnidocistos.
- Es bueno aplicar compresas frías durante 5 a 15 minutos, pero evitando el contacto con el agua dulce. Es útil una bolsa de hielo, pero sin contacto del hielo con la piel. El frío desactiva la toxina y evita que pase al torrente sanguíneo. Nunca aplicar compresas calientes ni productos que aumenten la temperatura local.
Con estas medidas, si se
aplican rápidamente, antes de una hora del contacto con el animal, se pueden
solucionar más del 90 % de los casos. Si las molestias continúan y si se
producen temblores, nauseas, mareos o dolor intenso, lo mejor es acudir al
médico para iniciar un tratamiento con antihistamínicos, y si la erupción es
intensa, con cremas corticoides.
Para prevenir todo esto,
antes de lanzarse al mar para la inmersión es preciso observar la superficie
para advertir la presencia de medusas, y lo mismo al salir del agua. Ni que
decir tiene que el uso de traje completo y guantes evitan muchos accidentes.
Para evitar el contacto con la cara lo mejor es estar muy atento.
ANÉMONAS
E HIDROZOOS
Las anémonas y actinias son
animales marinos dotados de tentáculos prénsiles, que se pueden retraer
parcialmente, y con cnidocistos, como las medusas (de ahí el nombre del grupo:
los cnidarios). Suelen medir entre 2 y 20 cm y su aspecto floral y ligero les
hace parecer inofensivos. Los hidrozoos, con aspecto de pequeñas plumas,
también se pueden incluir en este grupo de animales urticantes.
Suelen estar adheridos a las
rocas y los accidentes se producen cuando el buceador toca con las manos al
animal o, por no llevar traje largo, los roza con los brazos o piernas
desnudos.
Las especies más comunes son
la anémona común u ortiguilla (Anemonia
sulcata) y la actinia (Actinia cari).
Las especies de hidrozoos son numerosas, pero las más urticantes son las que
tienen aspecto de plumas.
Las lesiones por contacto
con estos animales suelen ser menos importantes que las de las medusas. Suelen
provocar una sensación dolorosa y quemante, con reacción de urticaria y eritema.
Excepcionalmente se pueden provocar nauseas y vómitos.
Como en el caso de las
medusas, lo mejor es empapar la zona con vinagre, para desactivar los
nematocistos y eliminar los restos de tentáculos, preferentemente con pinzas o
guantes, aplicar agua de mar y tratamiento con frío. Si las molestias continúan
sería preciso acudir al médico.
ERIZOS
DE MAR DEL MEDITERRÁNEO Y DEL ATLÁNTICO
Los erizos de mar pertenecen
al filum de los equinodermos, que es el grupo al que pertenecen las estrellas
de mar y las holoturias. Tienen forma más o menos esférica y entre 5 y 20 cm de
diámetro. Casi toda su superficie está recubierta de púas, excepto en su parte
baja, donde se apoyan en las rocas.
Tienen dos tipos de
apéndices corporales, las espinas o púas, más característicos y visibles, y los
pies ambulacrales o sistema de pies blandos (apenas visibles si uno no está
acostumbrado a verlos), y que permiten el desplazamiento del animal. Los pies
ambulacrales pueden poseer en algunos casos sustancias venenosas. En nuestras
costas hay tres especies más frecuentes de erizos, el erizo negro (Arbacia lixula), el erizo marrón o
rojizo (Paracentrotus lividus) y el
erizo violeta (Sphaerechinus granualris).
En Canarias es muy frecuente el erizo diadema (Diadema antillarum), que habitualmente constituye una plaga en la
zona.
Los accidentes de los
buceadores con estos animales suelen ocurrir por contacto accidental con las
manos o rodillas, especialmente cuando no se usan guantes o traje largo, aunque
las púas pueden atravesar el neopreno.
Suelen provocar heridas
punzantes producidas por las púas, las cuales suelen romperse y quedar
fragmentadas en el interior de la piel. Allí se comportan como un cuerpo
extraño, provocando quistes y abscesos. Si se alojan cerca del hueso o de una articulación
pueden causar infecciones y daños mayores. Los erizos de nuestras costas poseen
baja toxicidad.
El tratamiento debe ser
extraer las púas mediante una aguja esterilizada, pero ello suele ser muy
difícil por su fragilidad. En ese caso se puede reintentar reblandeciendo la
zona con agua templada salada o con vinagre. Puede ser de utilidad cuando no se
pueden extraer las púas utilizar esencia de trementina con lanolina, en forma
de pomada, por lo que es conveniente acudir a un centro de salud, que lo recete
y tenerlo siempre a mano en nuestro botiquín de buzo. En algún caso el médico
puede prescribir vacuna antitetánica e incluso una crema con corticoides. El
dolor no es fuerte y se puede combatir con analgésicos de uso común.
PECES
ARAÑA
Los peces araña son animales
bentónicos o asociados a los fondos, generalmente arenosos. Tienen el cuerpo
alargado y comprimido lateralmente, con una boca grande con dientes y con una
espina dorsal muy característica, que habitualmente se encuentra en posición de
reposo y que pueden elevar cuando precisan de intimidar a depredadores. También
poseen la aleta dorsal compuesta de espinas, conectadas a glándulas secretoras
de un líquido azulado muy venenoso. Miden entre 15 y 45 cm. Suelen encontrarse
a poca profundidad enterrados en fondos arenosos de aguas frías, por lo que es
habitual que se produzcan accidentes con los bañistas de las playas al pisarlos
de manera accidental.
Los buceadores pueden tener
problemas con ellos al posarse con las rodillas o con las manos en la arena.
Las arañas de mar de
nuestras costas pertenecen a dos géneros: Trachinus
(T. araneus, T. draco y T. radiatus) y Echiichthys (E. vipera).
El veneno provoca una
intensa irritación local que puede provocar necrosis. Los casos mortales son
muy excepcionales, aunque se han producido en España. Los síntomas son dolor
intenso, que se va incrementando en la hora siguiente al percance, fiebre, e
incluso insuficiencia respiratoria. La herida puede infectarse, y las molestias
locales pueden durar meses.
Se puede combatir el veneno
con calor, por lo que lo más eficaz es sumergir el miembro en agua caliente
(unos 45 ºC) durante una hora, pues la toxina se desactiva con el calor. El
dolor es tan intenso que puede ser precisa anestesia local.
Siempre es recomendable
acudir al hospital, para que se comience el tratamiento lo más rápidamente
posible. Se debe limpiar la herida y desinfectar reiteradamente hasta la
cicatrización, y asegurarse que no han quedado restos de la espina en la
herida. En algunos casos se recomienda vacuna antitetánica e incluso el uso de
corticoides.
ESCÓRPORAS
Los escorpénidos son una
familia de peces distribuida por todos los océanos, y con un gran número de
especies. En nuestras costas podemos encontrar el cabracho (Scorpaena scrofa), la escórpora (Scorpaena notata) y el rascacio (Scorpaena porcus). Tienen una cabeza
voluminosa y parcialmente acorazada con espinas visibles y el cuerpo oblongo.
Son peces solitarios, sedentarios y de fondos rocosos, muy miméticos, por lo
que suelen pasar muy desapercibidos. Al iluminarlos con la linterna tienen una
coloración rojiza, pudiendo cambiar su coloración en función de la del fondo.
Pueden medir hasta 40 cm.
Presentan glándulas
venenosas conectadas a las espinas de la cabeza y el contacto con las mismas
produce heridas muy dolorosas, comenzando por la parte en contacto con el
animal y extendiéndose a toda la extremidad. Puede aparecer inflamación, edema,
e incluso nauseas y lipotimia.
Como ocurre con la araña de
mar el tratamiento más efectivo es sumergir la zona afectada en agua caliente.
La herida debe limpiarse y desinfectarse, asegurándose de eliminar los restos
de las espinas. Debe acudirse al hospital para comenzar el tratamiento, que
debe tratar de evitar la posible infección bacteriana de la herida.
PEZ
TORPEDO
Los torpedos o tembladeras
pertenecen al grupo de las rayas. Poseen órganos capaces de producir fuertes
descargas eléctricas, que utilizan para inmovilizar a sus presas y que se
activan cuando se toca al animal. La tensión eléctrica puede variar de 45 a 210
voltios. Por ello nunca se debe tocar a este animal, que por otro lado es difícil
de ver en la inmersión, por encontrarse habitualmente enterrado en la arena.
Los accidentes ocurren por descuido al posarse el buceador en la arena.
Las especies de nuestras
costas son Torpedo marmorata, T. torpedo y T. nobiliana.
Los daños no suelen ser
graves, salvo el aturdimiento del buceador, que puede provocar un accidente de
buceo.
OTROS
PECES PELIGROSOS
Las morenas, los congrios y
los tiburones no causan picaduras, pero son peligrosos por su agresividad
cuando se sienten acosados.
En el caso de la morena las
heridas se producen por sus dientes largos situados en el paladar. Su mordedura
es dolorosa y no venenosa, salvo por el peligro de infección.
El congrio es un animal más
nervioso que la morena y su mordedura es más peligrosa por el efecto de
desgarro que se produce pues el animal gira sobre su eje cuando muerde. Son muy
sensibles a los destellos de elementos brillantes. Ataca y se revuelve si se le
incordia en su refugio. La mordedura es muy dolorosa y puede provocar la
pérdida de algún dedo de la mano o desgarros en la cara.
Para los buceadores, es peligrosa
la práctica de alimentar a estos animales para que salgan de su refugio, pues
en las zonas donde se realiza esta práctica los animales se vuelven descarados
y reaccionan de forma nerviosa ante los movimientos de los buceadores.
El tratamiento es fundamentalmente
de contención de la hemorragia y evitar la infección de la herida. Es bueno no
quitarse el neopreno, pues la compresión del mismo hasta recibir la asistencia
profesional adecuada, hace las funciones de torniquete.
Como
vemos, los peligros provocados por los animales marinos son pocos y fáciles de
evitar con una adecuada formación del buceador, con un buen control de la
flotabilidad, y con una conducta respetuosa con el medio marino.
Este artículo se publicó en la Revista Acusub en diciembre de 2013