domingo, 18 de febrero de 2018

Sistemas anti tiburones: ¿quimera o seguridad?

Este artículo se publicó en la Revista Acusub en el número 177
http://acusub.com/?p=2693
Texto: Mónica Alonso Ruiz

Los buceadores somos personas con gustos extraños. Algunos de nosotros amamos a los tiburones, que son potencialmente peligrosos y nos apasiona el buceo con ellos. Y a pesar de ello nos seguimos sumergiendo con ellos. ¿Por qué lo hacemos? Las razones son muy personales, desde los que desean una experiencia con altos niveles de adrenalina, hasta los que admiramos la impresionante natación y forma de moverse de estos majestuosos animales

¿Es seguro? 

Los tiburones son animales salvajes y de las más de 500 especies de escualos que existen, solamente una decena de ellas son peligrosas para los humanos. Es cierto que al igual que se hace en las experiencias de avistamiento de diversos animales salvajes del tipo “superdepredador peligroso” hay que recurrir siempre a ciertas medidas de seguridad. La presencia de los humanos para estos animales a menudo supone una molestia, perturbación o impacto y no podemos esperar que su conducta, siendo animales agresivos para sus congéneres y para sus presas o depredadores, sea la de indiferencia y sumisión, y tampoco debemos descartar conductas agresivas.


Foto: Luis Abad

¿Están las aguas infestadas de tiburones? Cuando te sumerges por diferentes mares descubres que los tiburones son escasos y que es difícil encontrarse con uno, salvo en zonas donde suele haberlos, y en esos casos no hay tantos como nos gustaría.

¿Tenemos que preocuparnos por la presencia de tiburones en el océano? La verdad es que las cifras hablan por sí solas, y de los datos de Global Shark Attack File, el organismo encargado de registrar los ataques de tiburón desde principios del siglo XX, se obtiene que la probabilidad de morir por ataque de tiburón es de 1 entre 3.800.000, casi despreciable. Así que  podemos decir que es casi imposible morir de un ataque de tiburón ya que al año no se producen más de una decena de muertes por incidentes con tiburones: no atacan por lo general a los humanos.

Sin embargo, a pesar de la baja mortalidad, hay determinadas “zonas calientes” en el mundo donde se concentran estos accidentes, como son Australia, California, Florida, la Isla de Reunión, Hawai, etc.  Muchas de las víctimas son nadadores y surfistas, y casi siempre las causas son por imprudencia al nadar en condiciones de mala mar, baja visibilidad, etc, en las que los animales muerden cualquier cosa que esté por la superficie, para ver de qué se trata. No debemos olvidar que los océanos están cada vez más escasos de peces, y por tanto de alimento, y los tiburones buscan cualquier cosa que les pueda resolver su difícil vida de búsqueda de sustento. Considerando que cada vez hay más personas en el agua, la probabilidad de incidente, aunque ínfima, es cada vez mayor.


Algunas playas optan por avisar a sus bañistas del peligro de presencia de tiburones

Ante la alarma social que producen estos accidentes las autoridades de estos países o zonas calientes investigan una y otra vez para intentar encontrar el mejor sistema antitiburones que permita la convivencia de humanos y escualos en el agua. Ha habido muchos intentos de repeler a los tiburones a lo largo de la historia reciente, y existen compañías que venden determinados dispositivos.

Breve historia de los repelentes de tiburones

Todo comenzó con el hundimiento del buque insignia de la Armada Americana, el USS Indianápolis en 1942 en el Mar de Filipinas. Durante cinco días permanecieron en el agua más de 800 soldados, muchos de ellos heridos. El barullo del ataque y hundimiento del barco por un torpedo japonés probablemente atrajeron a los tiburones, y los chapoteos y sangre en el agua provocaron que, según testimonios de los supervivientes, los escualos atacaran a los muertos y heridos. Se ha estimado que pudieron ser tiburones puntas blancas oceánicos (C. longimanus) que aprovecharon el desastre humanitario y actuaron de carroñeros oportunistas. Esto quizá se vea como algo horrible y podemos pensar que son monstruos, pero la verdad es que actuaron como animales salvajes sobreviviendo en la jungla del océano. Sabemos que los tiburones, especialmente ciertas especies, se alimentan de lo que pueden, y si está flotando en el agua y no opone resistencia pues siempre muerden a ver qué pasa.
 

El USS Indianápolis

Durante la Segunda Guerra Mundial otras catástrofes navales y aéreas habían producido varias muertes de soldados en el agua y tras la del Indianápolis la opinión pública americana pedía tomar medidas al respecto. La Oficina de Servicios Estratégicos (OSS), precedente de la CIA, desarrolló un repelente de tiburones para evitar los accidentes con los militares náufragos.

Se probó con todo tipo de sustancias, incluso con venenos. Se utilizaron pequeñas musolas pintadas (Mustelus canis) para los experimentos. Las primeras sustancias que se plantearon fueron las obtenidas de carne de tiburón descompuesta mediante sales de cobre. Se diseñó en 1945 el repelente Shark Chaser, que tenía un colorante y acetato de cobre, el cual parecía que tuvo algunos resultados positivos como inhibidor de la conducta de los tiburones en laboratorio. Y se utilizó este sistema para el kit de supervivencia de los soldados para emergencias en el mar.


Shark Chaser, el primer repelente de tiburones militar, que estuvo disponible
hasta 1974 a pesar de sus bajos resultados.

Sin embargo, a pesar de que este repelente se siguió utilizando durante décadas, en los años 50 se concluyó que ni los compuestos de cobre ni los extractos de tiburón en descomposición eran efectivos. En 1974 se decidió eliminar este sistema del equipo de emergencia por ineficaz. Imagino la expresión de la cara de todos aquellos soldados que lo habían utilizado durante años al conocer que no servía para nada. Quizá lo que valoraron los “expertos”, que mantenían el sistema sabiendo que no funcionaba, fue que es mejor tener un náufrago en el agua pensando que está protegido, puesto que el pánico es una gran fuente de mortalidad en estos casos. Fue quizá el primer protector psicológico de entre otros muchos.

Se propusieron diferentes sustancias como lacrimógenos, sudor humano, holoturina (una esencia que los pepinos de mar utilizan como repelente de depredadores), halitoxinas (sustancias repelentes de las esponjas), pardaxinas procedentes de ciertos peces (letales para otros peces), etc. No fue hasta los años 90, cuando se empezaron a investigar con los semioquímicos del tipo feromonas, que son sustancias secretadas por los seres vivos para provocar comportamientos específicos en otros individuos de la misma u otra especie. Ya en los años 2000 aparecieron las primeras compañías en comercializar este tipo de repelentes, como Shark Defense, que incrementaron los esfuerzos de investigación en este sentido, analizando para cada sustancia, la especie de tiburón en la que hacía efecto.

El abanico actual de sistemas

La investigación actual se ha ampliado no solo hacia los repelentes químicos, sino a todo un abanico de actuaciones de lo más variado, en el sentido de evitar los accidentes con tiburones, que vamos a intentar resumir a continuación.

El uso de redes de enmalle para proteger las playas viene desde los años 30 en Sydney. Se trata de poner unas redes que capturen y eviten la entrada de los tiburones a las playas. Son redes de enmalle, con el objetivo de enredar y capturar al animal y no funcionan como barrera contra su paso: por eso no se sitúan en todo el ancho de la playa ni cubren toda la columna de agua. Desde sus inicios se han utilizado en Sudáfrica y Australia y el resultado ha sido que miles de tiburones y también otras especies marinas han sido víctimas de estas trampas mortales. Son dispositivos muy eficaces, pues llegan pocos escualos a las playas, pero con un coste ecológico demasiado elevado. Las más modernas disponen de sistemas de repulsión de cetáceos vía sonar, pero siguen siendo causa de mortalidad de muchas especies.


Los sistemas de barreras mediante el uso de redes de enmalle 
incorporan sistemas inteligentes anticetáceos

Las barreras contra tiburones son redes que proporcionan un recinto cerrado seguro, desde la superficie hasta el fondo. Se han usado en Australia, en Hong Kong, en la Isla de Reunión, etc. Los que las ponen dicen que son compatibles con el medioambiente, porque tienen menor mortalidad (su objetivo no es matar al tiburón), pero todos sabemos que cualquier red es siempre mortal para determinadas especies. Además, es complicado mantener en buenas condiciones el recinto, debido a los daños sufridos en temporales, etc, lo que obliga a ponerlas en la época estival y a quitarlas en invierno.


Redes antitiburones “ecológicas”


Recinto cerrado con redes para permitir la natación segura de bañistas.

Algunas administraciones públicas, como el gobierno de Australia, ante la presión pública han utilizado la técnica tradicional para evitar estos animales: la matanza indiscriminada de tiburones de la zona. No hay que decir lo que opinamos los conservacionistas de estas medidas: nos horrorizan pues “resuelven” el problema a base de un coste ambiental enorme. Y ello no garantiza que no se sigan produciendo accidentes. El sistema utilizado es el de largas líneas de palangres en las que supuestamente solo caen tiburones, pero la realidad es que este arte de pesca es tan indiscriminado que caen delfines, tortugas, y toda clase de vida marina. Además los tiburones objetivo de estos sistemas a menudo son especies amenazadas, como el tiburón blanco, el tigre, el martillo o el toro.


Foto: Sea Shepherd

Se han utilizado sistemas avanzados de palangre, en los cuales cuando cae un tiburón se llama a la guardia costera para que proceda a eliminar al tiburón o a alejarlo de la zona. La cosa es que muchas veces cuando llegan a la zona el tiburón ya ha muerto y cuando no, requiere de gran habilidad para trasladarlo (a veces aprovechan para etiquetarlos).


Una técnica novedosa que se está utilizando también en Australia es la de localización de tiburones en las zonas de baño y de práctica de deportes náuticos como el surf. Se utilizan drones, helicópteros y torres de observación. Se trata de localizar al animal y prevenir a los bañistas. El problema de estos sistemas es que no son eficaces al 100%, por la imposibilidad de detectar todos los tiburones de la zona. En zonas donde los tiburones son ocasionales pueden ser válidos, si no se baja la guardia.


Dron de vigilancia y detección de tiburones

Otra forma de advertir a los bañistas es mediante la utilización de aplicaciones para el móvil, utilizadas en Australia, donde se alerta de la presencia de tiburones en una determinada zona. Estos sistemas dan incluso la opción al público de informar sobre avistamientos. La cuestión es que puede ser útil para los bañistas antes de meterse en el agua, pero una vez en el agua no se puede acceder a la aplicación.

 

Las aplicaciones de móvil también se utilizan para informar a los usuarios de las playas.

El uso de sónares en las denominadas boyas inteligentes proporciona información sobre la presencia de ciertos animales, como los tiburones o cetáceos. Los datos se envían a un satélite y se envía una alerta a los guardacostas, vigilantes de la playa o a las aplicaciones de móvil. Tienen el inconveniente de que la identificación de los animales a veces no es correcta, lo que produce falsas alarmas e incluso que no se identifique un tiburón como tal.


Sistema de bayas inteligentes con sonar para detección de animales marinos

El etiquetado de tiburones permite seguir su trayectoria cuando salen a la superficie, y esto puede utilizarse como alarma cuando un animal que lleva una etiqueta está cerca de la costa. Puesto que no es posible etiquetar a todo tiburón viviente y sabiendo que las etiquetas a veces son dañinas para el animal, y que solo duran una serie de años y luego dejan de funcionar, se plantea este sistema como algo complementario al resto de sistemas.

Algunos repelentes químicos actuales se siguen basando en la teoría de que los tiburones huyen del olor de tiburón muerto, y por ello la compañía Sharktech tiene en el mercado un spray para nadadores que se puede llevar y cuando se ve necesario, aplicarlo alrededor, obteniendo, según el fabricante, una zona segura alrededor para repeler 15 especies diferentes de tiburones. El problema es que la concentración de repelente puede dispersarse y en caso de peligro tras haber vaciado el spray, no proporciona protección alguna.


Shark Tec, un repelente químico de tiburones en spray

La teoría que utilizan otros repelentes de tiburones se basa en que son dispositivos o métodos que interfieren en uno o más de los sentidos de los tiburones, y no solo el olfato, como en el caso de los repelentes químicos. Los repelentes eléctricos permiten actuar sobre el sentido eléctrico de los tiburones, capaces de detectar corrientes eléctricas muy pequeñas mediante unos órganos de su piel llamados ampollas de Lorenzini. Estos equipos emiten una pequeña corriente eléctrica en el agua, que interfiere y sobreestimula al animal. Esta sensación es desagradable para el animal y huye del lugar. Un ejemplo es Shark Shield, un dispositivo que los nadadores y buceadores pueden ponerse en la rodilla y los surfistas en la tabla.


Shark Shield es un sistema eléctrico

El gobierno australiano en 2012 probó estos dispositivos en focas y los resultados no fueron concluyentes dado que funcionaban solo a veces, provocando incluso que el tiburón fuera directamente hacia la el objetivo a proteger, que era detectado precisamente por la emisión eléctrica del dispositivo. Y sin embargo estudios de una universidad australiana sobre este sistema concluyeron que era el mejor dispositivo antitiburones del mercado. Los mismos estudios indicaban que el efecto es de muy corto alcance, cuando el animal está muy cerca. Y yo me pregunto ¿la cuestión no es precisamente mantenerlos lejos? que se alejen cuando ya están encima no prece ser muy eficaz.

También existen repelentes magnéticos que aparentemente sobreestimulan las ampollas de Lorenzini de la misma manera que los sistemas eléctricos. El más conocido es Sharkbanz, que se sitúa en un dispositivo a colocar en la muñeca, a modo de reloj. Son sistemas más baratos que los eléctricos. El fabricante explica que puede repeler a un tiburón tigre o toro, pero no lo recomienda para el tiburón blanco.

Algunos expertos hablan de la absoluta inutilidad de estos sistemas magnéticos, dado que ha habido accidentes en surfistas que los llevaban e insisten en la falta de evidencia científica de su funcionamiento: explican que para modificar la percepción magnética del animal y crear una barrera es preciso un gran campo magnético, mucho mayor que el que se genera. El animal detecta el campo magnético demasiado tarde, cuando está a 10 cm de la persona, lo cual no permite modificar la conducta tipo “torpedo” que se lanza a morder para identificar si se trata de presa o no.


SharkBanz el sistema magnético que puede llevarse en la muñeca.

También existen repelentes acústicos, que imitan el sonido de las orcas, potencial depredador de los tiburones grandes. Los experimentos con focas, que son también presas de las orcas han demostrado que estos mamíferos enseguida se dan cuenta del engaño, y que el sonido no proviene de una orca. Están investigando si los tiburones, a priori animales “menos inteligentes” que las focas son también capaces de descubrir el engaño.

El conocimiento de la vida animal marina, tan llena de estrategias de depredación y de defensa, ha llevado a los científicos a estudiar ciertas conductas animales que detienen a los depredadores, como el uso de colores llamativos a modo de amenaza de animal tóxico por su ingesta o el uso de coloración disruptiva o de engaño del depredador por el uso de determinadas bandas de color.

Lo primero que llamó la atención de los científicos es que los trajes de neopreno negros nos hacen parecer focas, una de las principales presas de tiburones grandes como el blanco. Y especialmente lo parecen los surfistas, que manejan las olas como hacen estos animales.

Por ello una empresa australiana, Shark Attack Mitigation Systems (SAMS) ha desarrollado trajes de neopreno con patrones disruptivos, desde el camuflaje en diferentes tonos de azul hasta los modelos de rayas negras y azules que puede recordar a una serpiente marina venenosa. Curiosamente los peces piloto que acompañan a algunas especies de tiburones tienen esta librea de bandas negras y azules.
Neopreno con estrategia de advertencia


Estrategia de advertencia en tabla de surf


Neopreno con estrategia de camuflaje

¿Son realmente eficaces los sistemas antitiburones?

Los fabricantes no garantizan resultados totales en cuanto a que salven vidas humanas. El problema surge por la falta de comprobaciones con humanos en todo tipo de situaciones y frente a diferentes especies, cuyo comportamiento es muy diverso.

Las webs de todas las compañías que venden estos dispositivos o sistemas siempre tienen vídeos explicando lo bien que funcionan, y sin embargo no garantizan nada. Se avisa incluso a los usuarios que el uso de estos dispositivos se realiza bajo la responsabilidad del usuario y que deben evitar riesgos innecesarios debidos a la falsa sensación de seguridad que proporcionan. Si el fabricante dice esto, no parece que sirvan para nada.

Algunos científicos que trabajan con todos estos sistemas, como Erich Ritter, de la Universidad de West Florida, recomiendan que para evitar accidentes es preciso establecer contacto con el animal, intentar saber el estado anímico del mismo, por su expresión corporal, y así identificar las situaciones de riesgo. Realmente es lo que mismo que nos dicen cuando nos sumergimos deliberadamente con tiburones. Pero claro, esto es válido para los buceadores, y no para nadadores y surfistas, que son los más vulnerables.

Parece pues que tras esta extensa profusión de sistemas actualmente no hay ninguno infalible y quizá los gobiernos de estas zonas calientes estén un poco desesperados y que utilicen un compendio de todas las medidas que hemos expuesto. Parece pues que bañistas y surfistas con tiburones en el agua no es una buena idea por la posibilidad de accidentes. Y es que no nos damos cuenta que el océano es su hábitat y no el nuestro. 


Cartel con las medidas de detección de tiburones de una zona de la costa oeste de Australia

Lo que nunca se puede justificar es que los gobiernos realicen campañas de matanzas, lo que hacen  especialmente tras un accidente mortal. Los conservacionistas de esas zonas utilizan precisamente la gran profusión de sistemas que existen en el mercado, sean eficaces o no al 100 % como justificación para evitar las matanzas. Y es que se puede recurrir a todo menos a eliminar al animal.


Cartel educativo en contra de las campañas de matanzas de tiburones en Australia. Se indica que hay muchas posibilidades de actuación antes de llegar a recurrir a las matanzas. Sea Shepherd Australia

En cualquier caso las posibilidades de encontrar un tiburón en el océano es remota y mucho más lo es la de tener un accidente. Por eso yo estoy tranquila, aunque aparentemente no funcionen los sistemas antitiburones. Y seguiremos sumergiéndonos con ellos siempre que podamos. Son animales fascinantes, y francamente el riesgo que corremos es ínfimo.

En el momento del cierre de este artículo tengo conocimiento de una nueva barrera antitiburones, 100% eficaz, según la empresa que la comercializa. Se basa en la estrategia que utilizan las focas que viven en el kelp, las enormes laminarias presentes en muchos mares. Estas enormes cortinas de algas permiten a estos mamíferos escabullirse de los grandes tiburones blancos. El nuevo producto se llama “SharkSafe Barrier”. Se trata de una cortina de tuberías negras flotantes en cuya base se disponen imanes a modo se repelente. Resiste el oleaje y no requiere de mantenimiento. La ventaja es que no afecta a otro tipo de fauna que no sean tiburones. El Gobierno australiano está empezando a pensar en usarla. ¿Funcionará? 



La nueva barrera Sharksafe a base de tubos de plástico que simulan las laminarias del kelp