domingo, 16 de diciembre de 2018

Bioluminiscencia y biofluorescencia: luces en el abismo


Este artículo se publicó en la Revista Escápate num 25
http://www.cluboceanides.org/escapate.html
Texto: Mónica Alonso Ruiz

Los buceadores que utilizamos una cámara fotográfica sabemos lo complicado que es el manejo de la luz bajo el agua. Queremos ver los colores de los peces, de los corales, y de toda la vida marina como si los viéramos en la superficie. En realidad nos estamos engañando queriendo poner luz bajo el agua para verlos, dado que los seres marinos tienen una percepción del color muy diferente que la que tenemos los seres terrestres.

Biofluorescencia animal

Los mamíferos terrestres tenemos unos sistemas oculares que funcionan en contacto con el aire y vemos una combinación de tres colores: rojo, verde y azul. Podría decirse que somos adictos al color, puesto que la falta de luz o de color nos hace sentirnos incómodos. Cuando nos sumergimos la primera inconveniencia que tenemos que corregir es la del enfoque de la vista en el agua. Nuestros ojos terrestres simplemente no pueden enfocar los objetos en el agua y por ello usamos nuestra máscara de buceo, que permite poner aire entre nuestros ojos y el agua. La segunda “inconveniencia” es que el color desaparece. Y aquí ya la cosa es más complicada, y pido perdón por el uso de los “palabros” ya olvidados de nuestras clases de física del colegio, tan difíciles de entender para algunas personas.

Sabemos que el color es una percepción visual que se genera en nuestro cerebro a partir de los fotorreceptores de nuestra retina. La distribución de los colores en la luz es función de la longitud de onda luminosa reflejada: así el color blanco es la superposición de todos los colores y el negro la ausencia de luz. Todo objeto absorbe una parte del espectro de la luz (las longitudes de onda asociadas a los colores) y refleja otra parte: nuestro cerebro interpreta los colores en función de las longitudes de onda de los colores reflejados. Volviendo al color en el agua, sabemos que según aumentamos nuestra profundidad los colores van desapareciendo, primero dejamos de ver el rojo, luego el naranja, el amarillo y el verde, y finalmente el violeta y el azul. Y aquí es donde los fotógrafos submarinos nos engañan: nos hacen ver las criaturas marinas con colores de la superficie, utilizando la luz artificial, compensando el efecto de la pérdida de los colores de la luz natural.

Parece pues interesante pensar que si los humanos necesitamos poner luz al fondo del océano, no solo para ver en la oscuridad, sino para ver los colores, los animales marinos quizá interpreten la luz y los colores de otra forma muy diferente a la nuestra. La luz solar penetra en el océano unos 200 m y se llama zona fótica a esa parte superior iluminada. Una buena parte de ella, quitando los primeros 40 metros donde podemos ver varios colores, es de color azul. Los científicos, estudiando cómo ven los animales marinos, idearon poner un filtro azul a los focos de sus cámaras. Y se llevaron una sorpresa. Numerosos seres marinos al contacto con esta luz azul brillaban con colores verdes, rojos o naranjas en zonas donde esos colores no existen: es lo que se denominó como biofluorescencia. Estos animales, entre los que se encuentran muchos corales, tienen unas proteínas que absorben la luz azul y ultravioleta y la remiten de otro color. En un principio eran solo corales, anémonas y medusas, pero luego han ido descubriendo más, como rayas, tiburones y peces óseos, habiéndose documentado ya unas 200 especies biofluorescentes.  


Foto: Sparks J. S.; Schelly R. C.; Smith W.L.; Davis M.P. 


Quizá hayáis podido ver cómo algunos videógrafos en los últimos años han usado este efecto para enseñarnos curiosos vídeos de corales de colores extraños rodados con luz azul. Se está poniendo tan de moda este tipo de vídeos que ya venden flashes preparados con filtro azul para obtener estas nuevas imágenes. Es con este artilugio cuando los fotógrafos han dejado de engañarnos con las imágenes submarinas tradicionales de brillante colorido y nos están empezando a mostrar la vida marina vista con los ojos de los seres que viven en ella.

Este vídeo nos muestra un ejemplo de filmación con filtro azul




En realidad no es del todo cierto que con la luz aul nosotros consigamos ver "exactamente igual" que como ven los animales en el agua azul. Muchos de ellos son capaces de ver en el rango ultravioleta, en el cual los humanos no podemos. Para poder hacerlo necesitaríamos una cámara capaz de ver en esas longitudes de onda. Con la luz muy azul (NUV Near Ultra Violet) se está muy cerca de la luz ultravioleta, y el resultado es muy parecido, aunque no exacto.

Es muy curiosa la conducta de los animales biofluorescentes. David Gruber es el responsable del descubrimiento de gran parte de muchas de estas especies. Este joven científico estudió la vista de un pequeño tiburón gato (Cephaloscyllium ventriosum) que cuando se siente amenazado absorbe agua (de forma parecida a como lo hacen los peces globo) para hincharse y simular un tamaño mayor y así evitar a los depredadores. Además de esta conducta tan curiosa, este tiburoncito es biofluorescente y cada individuo muestra un patrón de partes verdes y manchas negras diferentes, y con desigual brillo cada una. Los expertos en vista animal indicaron a Gruber que esta especie tiene una visión muy precisa en el rango azul-verde, unas 100 veces mejor que nuestra visión en la oscuridad, pero en azul y verde. Tomando la luz azul la convierten en muchos tonos de verde que les permite ¿distinguirse? ¿comunicarse?...aún no lo saben.


Cephaloscyllium ventriosum
Foto: Clark Anderson
Bioluminiscencia abisal

Hablando de los “inconvenientes” que tenemos los buzos con la luz y los colores nos hemos olvidado de cómo resolver el “otro inconveniente”: la falta de luz. Y es que como es tan fácil de resolver simplemente utilizando una linterna, no apreciamos debidamente su importancia.

Claro que cuando descendemos con ayuda de submarinos y sumergibles en el abismo profundo la cosa cambia. Tenemos que hacernos a la idea de los animales que viven permanentemente en ese abismo, por debajo de los 200 m de profundidad, en la denominada zona afótica. Los animales que viven allí están adaptados a la falta de luz y lo primero que llama la atención a los científicos es que muchos de estos animales tienen grandes ojos. Pero, ¿para qué si no hay luz? Pues resulta que en esta zona de ausencia de luz los animales se fabrican su propia luz y por ello requieren de grandes ojos para detectar su más mínima presencia. Es poco conocido que la mayoría de los animales marinos producen luz en lo que se denomina bioluminiscencia.


Foto: Jordi Corbera

Muchos lo hemos experimentado en las inmersiones nocturnas, cuando removemos el plancton y éste se ilumina. ¿Y para qué quiere el plancton producir luz? Pues para defenderse, dicen los científicos. Hay muchos animales en el océano y la mayoría produce luz. Las razones para hacerlo son, además de cómo defensa de depredadores, para atraer a una pareja o para atraer a una presa.

Fuente: Semarnat

Hay camarones que liberan sus químicos bioluminscentes al agua tal y como lo hace un calamar con su tinta: ciega al depredador y le confunde. Hay calamares llamados “disparadores de fuego” que cuando son atacados interponen una barrera de luz.

Pero hay múltiples formas de emitir luz, no solo como expulsión de químicos al medio. Lo “habitual” es que los animales biofluorescentes tengan unos órganos denominados fotóforos que producen luz. Pueden ser simplemente puntos luminosos presentes en peces y cefalópodos. En ciertos lugares del cuerpo los animales tienen vejigas (los fotóforos) donde guardan bacterias luminiscentes. Es curioso como algunas especies pueden producir luz continua que puede ser neutralizada o modulada por el animal mediante la conexión del fotóforo con el sistema nervioso.


Las medusas son animales típicamente biolumniscentes que utilizan fotoproteinas, especialmente la verde fluorescente que no necesita aditivos químicos para activarse y brillar, puesto que se activa con la luz ultravioleta o azul.

Los cefalópodos son sin duda las estrellas de la luz del abismo. Muchos cefalópodos de aguas profundas carecen de depósitos de tinta, y en caso de amenaza desde la punta de sus brazos expulsan una pegajosa nube de moco bioluminiscente: son los que ya hemos citado como “disparadores de fuego”. Hay que indicar que recurren a ello cuando el animal se ve acorralado, ya que regenerar el moco bioluminiscente es algo muy costoso desde el punto de vista metabólico. Pero además estos animales están cubiertos enteramente de fotóforos sobre los que tienen un gran control, siendo capaces de producir flashes de luz que desorientan a los predadores y cuya duración puede ser desde fracciones de segundo a varios minutos.

Los tiburones, especialmente los que viven en las aguas profundas, tienen también fotóforos y utilizan la bioluminiscencia. El sistema de control del funcionamiento de los fotóforos es complejo, lo controlan mediante hormonas y neurotransmisores y es aún muy desconocido por los científicos. Los tiburones luminosos de género Epmopterus o Squaliolus también son conocidos como tiburones linterna y además también se les llama tiburones pigmeos, pues son los tiburones más pequeños del mundo, algunos de ellos con tamaños inferiores a 25 cm.

Tiburón linterna
Foto: Javontaevious

Los fotóforos en los tiburones se concentran en la parte ventral y brillan más cuando se les ve desde abajo. Esto es importante en las zonas poco iluminadas del océano, en las que aún llega algo de luz y con su brillo consiguen camuflar su silueta en el tenue contraluz: es lo que se denomina contrailuminación. Se cree que el brillo de su zona ventral lo pueden modular para adaptarlo a las condiciones de luz del entorno en el que se encuentren.
Epmopterus spinax
Foto: Rudolph Svensen

Hay otro género de tiburones, los Isistius, que según parece utilizan su luz para atraer a las presas. Son animales que se abalanzan sobre animales de mayor tamaño y les arrancan un trozo de carne, dejándoles una herida circular muy característica y por eso se les llama tiburones cigarro o cookie cutters. Tienen una franja oscura sin fotóforos en forma de collar junto a su cabeza, que les permite romper su silueta y hacerlos atractivos a sus presas, aunque esta teoría no parece muy popular entre los científicos, los cuales creen que el collar les sirve para identificar a los individuos.
Se cree también que la iluminación en los tiburones abisales les sirve para su apareamiento, dado que los fotóforos de las zonas genitales de la zona pélvica permiten identificar el sexo del individuo. Y en el caso de las hembras, se cree que la franja más luminosa de sus aletas pectorales les sirve para indicar a los machos dónde tienen que agarrarlas durante la cópula.

A pesar de tantas luces observadas en al abismo, las investigaciones sobre la bioluminiscencia aún están llenas de sombras y cada día se establecen nuevas teorías sobre su funcionamiento. 
Pues ya lo podéis ver: el uso de la luz y las formas de visión en el agua nos parecen extrañas a los todopoderosos humanos acostumbrados a vivir en un mundo lleno de luz. El mundo abisal y de la profundidad es hostil y difícil y la naturaleza aviva su ingenio para que las criaturas que allí viven puedan tener mejores expectativas de vida. Luz en el abismo: un tema apasionante y aún por descubrir.

Agradecimientos: Carlos Villoch y GLOW DIVE

jueves, 13 de diciembre de 2018

Coral rojo: el oro del Mediterráneo

La palabra coral se utiliza como nombre de mujer, como expresión máxima de la belleza de la persona que lleva el nombre. Etimológicamente, el término proviene del griego korallion, que significa guijarro o pequeña piedra, o del árabe garal, que tiene el mismo significado . En la antigüedad, se utilizaba para denominar a los corales del Mediterráneo, que son rojizos, y por ello también se aplica a un determinado tono de rojo. Se asocia a algo muy valioso, tanto como las piedras y metales preciosos. Es quizá tanta la belleza asociada al coral, que como suele ocurrir en estos casos, lo hemos convertido en algo vulnerable y escaso y acabaremos por destruirlo.
Coral rojo Corallum rubrum.
Podemos observar sus pólipos blancos.
Foto: Rafael Fernandez Jr 

El brillo y color del coral rojo han fascinado desde antiguo. Se ha utilizado como amuleto, como ornamento, y como supuesta medicina. En la antigüedad este “oro rojo” no se sabía bien qué era, pues en principio se encontraban fragmentos en las playas y se pensaba que era un tipo de piedra o mineral. Posteriormente descubrieron que se trataba de un organismo en forma de árbol e incluso se pensó que era un tipo de planta. Hasta bien entrado el siglo XVIII no se llegó a la conclusión de que era el esqueleto de una colonia de organismos animales.


Vaso decorado s XVIII
Fuente: wikipedia

En realidad el término "coral" no tiene ningún significado técnico o taxonómico y es poco preciso. Se suele usar para designar a un subgrupo indeterminado dentro de los cnidarios, que está constituido por los pólipos y las medusas. En el coral se incluyen los denominados antozoos, los cuales generan un esqueleto calcáreo duro, y particularmente se refiere a los que construyen colonias de forma ramificada, como las acróporas, es decir, los famosos “cuerno de ciervo” y las “mesas de coral” que podemos ver cuando visitamos un arrecife de coral.

También es habitual hablar de coral cuando nos referimos a especies con forma compacta como el "coral cerebro" e incluso los que tienen esqueletos córneos y flexibles, como las gorgonias. En el mundo del buceo y en la acuariofilia los corales se dividen en blandos y duros, según tengan esqueleto o no. Y ello es porque también existen “corales blandos” o alcionáceos, que no generan esqueleto y tienen unas espículas de calcio repartidas por su tejido carnoso, que les proporcionan rigidez y consistencia.

El coral rojo en el Mediterráneo.
Fuente: La Vanguardia

Leptosamia pruvoti
Foto: Pilar Muñiz

Cerianthus membranaceus
Foto: José Calderón

Muchas personas piensan que los corales son plantas, porque en la mayoría de los casos se trata de especies que viven fijas en el sustrato y porque muchos son ramificados y sus pólipos parecen verdaderas “florecillas” de colores llamativos. En realidad un coral es un pólipo, que puede vivir solo o en colonia y recubrirse de un exoesqueleto duro o blando.

Existen más de 200 especies de corales en el Mediterráneo, a pesar de que en realidad un buceador profano jamás diría que ha buceado con corales cuando se ha sumergido en nuestro Mare Nostrum. Sorprende pues en realidad conocer esta cifra tan alta, incluso para los que ya conocemos más el ecosistema de nuestro mar, dado que tan solo somos capaces de nombrar unas pocas especies: gorgonias rojas y amarillas, la anémona incrustante o Parazoanthus axinellae, pólipos aislados, como los ceriantos, otras anémonas y para de contar. Casi nadie ha visto jamás coral rojo, especialmente si no se ha buceado en la costa catalana o en el Estrecho. Nadie diría que hay tantas especies y resulta que algunas son endémicas de este mar, mientras que otras pueden tener una distribución más amplia.

La madrépora mediterránea, Cladocora caespitosa, endémica del Mediterráneo, es uno de los pocos corales masivos que tenemos, y es tan poco llamativo que los buceadores no suelen identificarlo. La gorgonia roja, Paramuricea clavata, mucho más conocida, tiene un rango de distribución muy amplio y se extiende hasta el Atlántico, así como la anémona incrustante. Otras especies endémicas del Mediterráneo pero que pueden encontrarse también en aguas circundantes son Leptogorgia sarmentosa, Maasella edwardsi, Actinia striata, Astroydes calycularis, Balanophylla europaea, Cribrinopsis crassa, Phymanthus pulcher y Corallium rubrum.

Gorgonia roja Paramuriacea clavata y blanca Eucinella singularis
La gorgonia que tiene tonalidad amarilla es una variante de la gorgonia roja
Foto: Pilar Muñiz

Parazoanthus axinellae
Foto: Pilar Muñiz

Corallum rubrum es nombre científico del coral rojo. Tiene forma ramificada y tamaños de hasta 25 o 30 cm, con color rojo uniforme, aunque se pueden encontrar distintas tonalidades de rojo. El color de los pólipos es blanco y por esta característica se diferencia de otros corales como la “mano de muerto” o Alcyonum palmatum, que tiene los pólipos de color rojo. Crece en cualquier sustrato firme en profundidades de hasta 250 m, en aguas tranquilas y limpias, al contrario que las gorgonias, que viven siempre en zonas de corriente. Se puede encontrar en las costas mediterráneas occidentales, y requiere de temperaturas entre 10 y 29 grados. Su crecimiento es lento, y se estima que las colonias jóvenes crecen entre 4 y 8 mm por año. Dado el nivel de presión extractiva al que se ha sometido a esta especie es posible que en la antigüedad se pudieran encontrar colonias de tamaños mayores a los que hemos citado.
Coral rojo de tamaño grande extraído recientemente en las costas argelinas, en El Kala
Foto: Amine Ayadi

En el año 2010, un estudio del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) reveló que las poblaciones de coral rojo del Mediterráneo, antes de comenzar su explotación hace siglos eran mucho más densas, y con tamaños mucho mayores, especulándose incluso con que pudiera encontrarse coral rojo en profundidades mucho más someras de lo que se encuentra actualmente. Todo ello ha salido a la luz en base al descubrimiento de una colonia inexplotada de coral rojo en una cueva de Córcega.

La explotación insostenible de este preciado “oro rojo” comenzó hace muchos siglos. En la antigüedad se utilizaba como amuleto y los registros más antiguos de tumbas antiguas lo describen en joyas sumerias y egipcias. Los judíos antiguos le daban el mismo valor que la plata o el oro. En la cultura celta se decía que ninguna maldad, ningún maleficio o fuerza oscura podía atravesar la energía protectora del coral rojo y se le reconocía el valor de proteger a los guerreros en los campos de batalla, que solían llevar colgado de su cuello un coral enhebrado en la piel de una serpiente.


Amuleto de coral egipcio
Fuente: wikipedia


Amuleto de coral
Fuente: wikipedia

Plinio el Viejo reportaba que en el siglo I ya se extraía en el Golfo de León, y en las costas occidentales de Italia y Sicilia mediante el uso de redes y herramientas cortantes. Aparte del valor como “piedra preciosa” se le atribuían efectos medicinales como remedio para la fiebre, los cálculos renales, afecciones oculares y como amuleto protector contra rayos.

La industria joyera se ha centrado en la explotación de los llamados “corales preciosos”, aunque el más popular en nuestras costas ha sido el coral rojo. Entre estos corales preciosos se incluyen las diferentes especies del género Corallium. Las más codiciadas son las que se distribuyen por el Mediterráneo y aguas atlánticas adyacentes, como el coral rojo mediterráneo, Corallium rubrum, y las del Pacífico como el coral rojo del Pacífico, Corallium regale, los corales rosas, Corallium secundum y C. laauense, y otros, C. japonicum, C. nobile, C. elatius, etc. También son utilizados algunos corales negros y recientemente los corales bambú (géneros Keratosis, Isidella, Lepidis, etc.).


Pulsera de coral rojo en venta por internet

En el Mediterráneo, el coral rojo ha sido la especie más buscada y ha dado origen a una industria extractiva de gran impacto tanto para esta especie como para los fondos marinos. Los árabes inventaron un aparejo de recolección formado por dos travesaños de madera de cuatro o cinco metros de longitud en forma de cruz, con redes que colgaban de su centro y de los extremos con un lastre. Con esto se arrastraba desde una embarcación por los bancos de coral destruyendo todo lo que encontraba a su paso. Este sistema se ha venido usando desde entonces, y tradicionalmente se ha llamado Cruz de san Andrés.

Otro sistema es el de la Barra Italiana, que consiste en una gran barra de metal de más de una tonelada a la que se unían cadenas y penachos de redes y que se arrastraba por los fondos marinos rompiendo el coral.



Ilustraciones de la publicación “La barra italiana como arte de pesca del coral rojo en el mar de Alborán” de Agustín Ortiz, Carlos Massó, Oscar Soriano y Juan Limia

En ambos sistemas una pequeña parte del coral arrancado quedaba enredado en las redes y era recuperado, mientras que el resto quedaba perdido y muerto sobre el lecho marino. En algunos momentos ha llegado a haber cerca de 2.000 embarcaciones dedicadas a la captura de coral rojo en el Mediterráneo, particularmente controladas por mafias italianas. En 1994, la Unión Europea prohibió el uso de la cruz de San Andrés y los sistemas de arrastre para la captura de coral rojo.

La fuerte e intensiva explotación de este recurso ha hecho que su producción se viera reducida casi un 70% en las últimas décadas del siglo pasado. De las alrededor de 100 toneladas que se capturaban a finales de los años setenta, se pasó a apenas 30 toneladas en menos de 20 años. Hoy en día es una especie escasa en nuestro mar pese a que pudo llegar a tener una densidad de más de 1.000 colonias por metro cuadrado en las zonas donde se podía encontrar. Estas densidades ya sólo pueden encontrarse en áreas marinas protegidas o en lugares donde su explotación ha sido más difícil, especialmente en las Reservas marinas: Cabo de Palos e Islas Hormigas, Cabo de Creus, Islas Medas, Isla de Alborán, Levante de Mallorca-Cala Rajada, Norte de Menorca, Ses Negres y Reserva marina de las Islas Columbretes.

Es particularmente alarmante que muchas de las colonias que pueden encontrarse actualmente sean de pequeño tamaño, con alturas que no llegan a los 5 cm. Hoy en día la explotación de coral rojo se realiza principalmente por buceadores, que recolectan corales de forma manual, aunque en algunas zonas se han utilizando robots articulados para su extracción en zonas más profundas.

El precio del kilo de coral rojo oscilaba entre 300 y 1.000 euros, según su calidad, en 2010. En la actualidad es tan escaso que se pagan hasta 6.000 euros por kilo. Se pueden encontrar páginas de internet, donde se venden corales procedentes de la “pesca sostenible”.

Me maravillo y me sorprende de que se pueda calificar la extracción de este maravilloso coral como de sostenible.


El coral rojo ya muerto es mucho menos bello que en su medio natural

Considerando el pequeño tamaño de la mayoría de las colonias que hoy quedan, en los últimos años se ha puesto en funcionamiento un nuevo sistema para explotar y comercializar las más pequeñas. Consiste en fundir los ejemplares que no alcanzarían gran valor en el mercado por su escaso grosor y generar una pasta maleable con la que realizar diversos artículos de bisutería. Como vemos, hasta las migajas del “oro rojo” son valiosas.

La explotación de este recurso en España se ha venido haciendo bajo autorización administrativa, bien de la Comunidad Autónoma correspondiente, si se trata de aguas interiores, o bien de la Administración Central, si se trata de aguas exteriores. Y ha sido en la costa catalana donde tradicionalmente se ha extraído más coral rojo, aunque también en Baleares y en el Estrecho.

El coral rojo es una especie incluida en el Anexo V de la Directiva Hábitat, y también en el Anexo III del Protocolo sobre Zonas Especialmente Protegidas y la diversidad biológica en el Mediterráneo (ZEPIM) del Convenio de Barcelona, el cual regula la protección internacional de las especies del Mediterráneo. Y sin embargo no se ha incluido dentro del anexo de especies de protección total de este convenio, que incluye la prohibición de extracción. Sin duda los intereses comerciales y el enorme beneficio que supone, han seguido primando a la hora de evitar que en este convenio se prohíba su extracción. Sin prohibición de extracción en este convenio es difícil que los países apliquen medidas de protección.

Por otra parte, a pesar de que nos gustaría una prohibición total de captura, la extracción parece muy regulada. En 2011 un reglamento europeo, de obligado cumplimiento para los estados miembros, prohíbe la recolección a profundidades inferiores a 50 metros y la extracción de colonias con un diámetro en la base de menos de 7 mm, medido a 1 cm de la base. También prohíbe los vehículos teledirigidos (los robots submarinos) para la prospección de colonias y establece puertos designados para el desembarque, con la finalidad de controlar la extracción. La normativa estatal prohíbe los vehículos teledirigidos para la extracción del coral. Por lo que podemos apreciar, la extracción del coral rojo está pues muy restringida dado que si solo se puede extraer a más de 50 m de profundidad y no usar robots, los buzos que lo realizan deben ser ciertamente profesionales, quedando fuera de los límites del buceo recreativo. Además la legislación estatal establece un registro de capturas para controlar las cuotas de captura.

En este momento se está tramitando un reglamento de obligado cumplimiento para los estados miembros en el Parlamento Europeo, en el que se establece la obligatoriedad de que los estados prohíban la pesca de coral cuando se llegue al límite de las cuotas. Desconocemos aún quiénes serán los que establezcan las mismas, puesto que en la actualidad en las autorizaciones, tanto estatales como autonómicas, ya se indican unas cuotas permitidas, por encima de las cuales no se puede recolectar. Vemos pues que el “oro rojo” está sometido en la actualidad a cambios normativos, pero al parecer sin perspectivas de prohibición total de extracción.

Dado que la extracción del coral rojo requiere de permisos y cuotas, difíciles de obtener afortunadamente, uno de los graves problemas que tiene es la pesca furtiva. En el año 2015, en la frontera francesa de Cataluña se produjo el mayor decomiso de coral rojo extraído ilegalmente de la historia. Se incautaron nada menos que casi 100 kg provenientes de Marruecos, y su destino era Nápoles, lugar donde se encuentran los principales compradores de este producto. Estos 100 kg equivalían a unas 17.000 colonias de coral rojo. La policía sabe que desde 1998 los coraleros furtivos saquean las costas gerundenses, desde Begur a Francia, habiendo incautado más de 180 kg desde entonces.

Corales extraídos ilegalmente en Cataluña
Fuente: El Mundo

En 2017 el Gobierno Catalán estableció una moratoria de 10 años, con la prohibición de extracción total en las aguas interiores. Desafortunadamente ni la Administración Central, ni otras comunidades autónomas, siguiendo la tendencia internacional, no protegen el coral rojo, y tanto en las aguas interiores de estas comunidades, como en las exteriores, se puede extraer con permiso administrativo. Desde el punto de vista de la conservación de esta especie, parece más razonable establecer una protección total con prohibición de extracción, dado el declive de las poblaciones en las últimas décadas. Tampoco parece que una moratoria en su extracción sea la medida definitiva para acabar con los problemas de esta especie, aunque es un comienzo. Sin duda detrás de toda esta falta de iniciativa se esconde la mano de un negocio muy lucrativo.

Recientemente se ha sabido que el Ministerio de Medio Ambiente (el antiguo MAPAMA y actual Ministerio de Transición Ecológica), ha concedido 12 licencias más en el tramo entre Arenys de Mar y Begur, que pertenecen a aguas exteriores. Inmediatamente los grupos conservacionistas se han opuesto a esta medida, que demuestra una gran falta de sensibilidad por parte del Ministerio, el cual no parece considerar realizar un esfuerzo conjunto por conservar este precioso recurso natural.


Zona donde se han concedido licencias para la extracción del coral.
Fuente: La Vanguardia

En este enlace se puede acceder a la petición popular realizada. Se ha enviado una carta de protesta, encabezada por Ecologistas en Acción y firmada por más de 70 organizaciones, entre las que se encuentra Planeta Profundo. En este enlace se pueden encontrar todos los detalles.

Además la Fiscalía de Barcelona ha remitido una solicitud al Ministerio de Transición Ecológica para que se establezca una moratoria estatal de no extracción de 20 años renovable, en las costas catalanas, mayor a la actual de 10 años del Gobierno Catalán.

A diferencia de Cataluña, otras comunidades autónomas, siguen la línea estatal de no prohibir su extracción y recientemente, en julio de 2018, el Gobierno Balear, ha actualizado el decreto que regula la extracción del coral rojo, manteniendo su extracción mediante autorización administrativa.

En noviembre de 2018 el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación publicó una orden pro la que se regula la pesca del coral rojo. En ella la extracción del coral rojo se ha reducido considerablemente, pasando a un máximo de 25 kg por coralero y año en Cataluña  y a 125 kg en el resto del Estado. A pesar de esta regulación, el Ministerio continúa sin responder a las cartas y alegaciones enviadas. Como el objetivo de esta campaña conservacionista es proteger a esta especie en peligro y que se respete la moratoria de extraer coral rojo en Cataluña, e impulsar la extensión de la moratoria al resto del Estado, se ha vuelto a escribir otra carta a los Ministerios de Agricultura, Pesca y Alimentación y al de Transición Ecológica.

Como hemos podido observar tras este análisis, el problema del coral rojo, que ha salido recientemente a la luz en los medios, lleva siendo muy grave desde hace mucho tiempo, quizá siglos. Y las autoridades europeas, estatales y autonómicas no parecen ponerse de acuerdo para proteger esta especie.

¿Por qué será que todo lo “bello y escaso” acaba por ser finalmente destruido por la avaricia humana? 

Creo que aquellos que tengáis la oportunidad de ver coral rojo en la inmersión podréis consideraros afortunados, a la vez que conscientes de lo vulnerable que es este organismo.

ACTUALIZACIÓN MARZO 2020

Recientemente se ha publicado en prensa que el Ministerio de Agricultura prohibirá la extracción de coral rojo. La medida durará el menos dos años, mientras se efectúa una evaluación tras constatarse la grave degradación de este recurso.

El último año (2019) en que ­estuvo autorizada la pesca sólo aprovecharon su licencia nueve coraleros (cinco en el Mediterráneo y cuatro en la zona atlántica).

Ahora sí que podemos decir que hay esperanza para el coral rojo. 

REFERENCIAS:
https://www.lavanguardia.com/natural/20180429/443094773878/furtivismo-coral-rojo-begur.html
Orden APM/1101/2017, de 2 de noviembre, por la que se convoca el procedimiento de autorización para la extracción y venta de coral rojo [Disponible en el siguiente enlace].
Procedimiento de autorizaciones de pesca de coral rojo. [Disponible en el siguiente enlace].
Garrabou J., Linares C., Montero-Serra I., et al. 2017. Informe sobre el estado de las poblaciones de coral rojo (Corallium rubrum) en las aguas de Cataluña. Departament d’Agricultura, Ramaderia, Pesca i Alimentació, Generalitat de Catalunya. 39 pp. [Disponible en el siguiente enlace].
 THE IUCN RED LIST OF ANTHOZOANS IN THE MEDITERRANEAN. 2016. International Union for the Conservation of Nature and Natural Resources. [Disponible en el siguiente enlace].
Orden ARP/59/2017, de 7 de abril, por la que se reduce el número de licencias para la pesca de coral rojo (Corallium rubrum) durante la campaña 2017 y se establece la suspensión temporal de la pesquería a partir de la finalización de la campaña de este año. [Disponible en el siguiente enlace].
Recommendation GFCM/35/2011/2 on the exploitation of red coral in the GFCM Competence Area. [Disponible en el siguiente enlace].
Recommendation GFCM/41/2017/5 on the establishment of a regional adaptive management plan for the exploitation of red coral in the Mediterranean Sea. [Disponible en el siguiente enlace].
http://www.elmundo.es/cataluna/2018/07/16/5b4b985146163f051b8b45e9.html