Este artículo se publicó en la Revista AcuSub num 189
Texto: Mónica Alonso Ruiz
¿Cansado de aletear en
fondos de arena aparentemente sin ver vida marina? Será que no te has fijado
bien: vida hay y mucha. En el artículo anterior hablábamos de las zonas
arenosas en la inmersión que aparentemente podían ser aburridas, a diferencia
de otros ambientes submarinos, como los rocosos o la pradera de Posidonia,
donde la vida marina es fácil de ver. Descubrimos una serie de organismos
invertebrados que se podían encontrar allí, como los Cerianthus membranaceus, las Alicia
mirabilis, los gusanos tubícolas, las estrellas de arena, los erizos
irregulares, los cangrejos reales, los ermitaños o las holoturias. Y nos dimos
cuenta de que el ambiente de la arena “mola”, pues podemos encontrar muchas
cosas si aprendemos a mirar. Ahora veremos los peces que se pueden ver en estos
ambientes, que son la mar de curiosos también.
Torpedos o tembladeras
Los torpedos o
tembladeras son los que popularmente se conocen como “rayas eléctricas”. Forman
parte de los condrictios o peces cartilaginosos, dentro de los cuales se
encuentran los elasmobranquios, rayas y tiburones. Rayas hay de muchos tipos,
más de 500 especies, y unas 20 de ellas se incluyen dentro de la familia torpedinidae. Quizá son el grupo más
curioso, por su capacidad de producir descargas eléctricas como forma de
defensa.
Los torpedos o tembladeras son las denominadas “rayas eléctricas” por su sistema de protección frente a depredadores basado en descargas eléctricas
Foto: Luis Abad
Suelen ser de color
marrón, de forma redondeada y aplanada, con una cola más o menos larga, con sus
dos aletas dorsales en la parte trasera, plegadas lateralmente. Habitualmente
solemos encontrarlas enterradas en el fondo, donde esperan camufladas el paso
de sus posibles presas.
Es recomendable no
tocarlas, por las descargas eléctricas que producen mediante los dos órganos específicos
situados a ambos lados de su espina central. Estos órganos están formados por
un mosaico de células en forma de disco, apilados en prismas verticales. Son
como los elementos de una pila, con el polo negativo en el vientre y el
positivo en el dorso. La electricidad con la que se cargan estas pilas proviene
de impulsos eléctricos producidos en el encéfalo del animal.
Gráfico: Mónica Alonso
Los torpedos usan estos
órganos tanto para defenderse como para atacar, paralizando a su presa,
aprovechando la gran conductividad eléctrica del agua. En algunas especies las
descargas pueden tener un voltaje, de hasta 220 v, por lo que si tenemos la
mala suerte de que active esta defensa cuando la tocamos, el latigazo puede ser
importante. Siempre recomendamos no tocar la vida marina, pero en este caso
tenemos que considerar que además puede ser peligroso. Este sistema de defensa
y ataque los hace casi invulnerables, sin depredadores.
Angelote Squatina squatina
Continuando con los
elasmobranquios, el angelote es el único tiburón que se suele ver en los fondos
arenosos de nuestras costas. Y no parece un tiburón, por lo aplanado que es,
más bien nos parece una raya.
Este animal es un
tesoro que solamente se puede ver en las costas canarias, porque en el
Mediterráneo las poblaciones están casi extinguidas. Está catalogado como críticamente
amenazado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza
(IUCN). Este animal se le conoce desde la antigua Grecia, donde se capturaba
para la alimentación. Se le llamaba pez monje, por la similitud de la parte
delantera con la capucha de los monjes.
Es una especie muy
desconocida y actualmente en Canarias se están llevando a cabo muchos estudios
para conocerlo y poder preservar la especie, evitando que se extinga.
Es un tiburón de
emboscada, que espera pacientemente enterrado durante horas a que pase una
presa, y entonces abre sus mandíbulas con una velocidad impresionante para
capturar al pobre incauto que pasa por allí. Como los torpedos, es difícil de
ver si está enterrado, salvo para el ojo entrenado de los guías de buceo. Es una suerte poder tenerlo en nuestras
costas y vale la pena ir a bucear a las costas canarias, donde en determinadas
épocas casi te garantizan poder verlos.
De este animal ya hemos
hablado extensamente en otras ocasiones en esta revista, y tienes más información
aquí
El tiburón ángel o angelote está críticamente amenazado y ha desparecido de muchas zonas de distribución de la especie, como en el Mediterráneo o el mar del Norte. Afortunadamente aún se le pude encontrar en Canarias.
Angelote
Squatina squatina
Foto: José Calderón
Mantelina Gymnura altavela
La mantellina o raya
mariposa es quizá una de mis rayas favoritas, precisamente por la forma que
tiene, más ancha que larga, lo cual la diferencia claramente del resto. Es rara
de ver, salvo en Canarias, donde es más abundante.
Como en el caso de los
torpedos y angelotes su coloración tiene patrones marrones para camuflarse en
la arena, donde se entierra, por lo que también es difícil poder verla a la
primera si no se la conoce. Se alimenta de peces, crustáceos y cefalópodos. Es
un depredador activo y se acerca a la presa se manera sigilosa. Luego se lanza
rápidamente sobre ella y la aturde con sus aletas. También es un depredador de
emboscada, como el resto de animales de la arena. Su vuelo rasante sobre la
arena es espectacular y digno de ver.
Son inofensivas aunque
su espina de la cola puede provocar un doloroso pinchazo. Está críticamente amenazada
en el Mediterráneo, dado que se ha consumido mucho comercialmente. Sus
poblaciones han decrecido mucho en su zona de distribución en el Atlántico.
Las mantellinas se caracterizan por ser más anchas que largas, al contrario que el resto de las rayas, que son más largas que anchas.
Mantelina Gymnura
altavella
Foto: José Calderón
Salmonetes de arena Mullus sp.
Son unos pececitos de
la arena que me encantan porque se afanan en revolver el fondo con sus barbillones.
Tienen un color rosado, especialmente cuando se cocinan, por lo que se les ha
dado el nombre de “pequeño salmón”. Hay dos especies, el de roca, que también
vive en la arena, Mullus surmuletus,
y el de fango Mullus barbatus.
Su característica es la
presencia de dos barbillones que tienen en la parte inferior de la boca, que
les permite excavar en la arena para desenterrar su alimento, a base de
pequeños invertebrados.
Es un pescado que ha
sido apreciado desde los romanos, que ya lo capturaban para su consumo.
Foto: Pilar Muñiz y José Calderón
Pez lagarto Synodus saurus
A diferencia de los
salmonetes, los peces lagarto no tienen interés comercial. Son peces con una
boca grande, amenazadora, que les llega hasta detrás de los ojos. Su nombre se
debe al parecido de su cabeza con la del lagarto. Se camuflan en la arena,
donde son invisibles salvo por sus rojizos ojos y son más frecuentes en las
costas atlánticas, especialmente en Canarias.
Sus numerosos dientes
son los responsables de su nombre, synodus,
que significa en griego “dientes juntos”. Su piel, cubierta de manchas pardas,
les ayuda al camuflaje en la arena, donde capturan a sus presas mediante la
técnica de emboscada. Son carnívoros voraces y se alimentan de otros peces.
Foto: Pilar
Muñiz y José Calderón
Pez lagarto Synodus saurus.
Sus numerosos dientes son carácterísticos de la especie
Sus numerosos dientes son carácterísticos de la especie
Foto: Pilar Muñiz y José Calderón
Pez araña Trachinus draco y Trachinus araneus
Y ahora pasamos de
hablar de un pez inofensivo, por más fiero que nos parezca el pez lagarto, a
otros menos inofensivos. El pez araña también se camufla en la arena, para
capturar a sus presas. Vive en aguas frías y es frecuente encontrarlo en aguas
someras de las playas.
Tiene entre 5 y 7
espinas venenosas en su parte superior, dirigidas hacia atrás. Su veneno, en
caso de inoculación a los humanos, fundamentalmente porque lo pisemos en una
playa, provoca inflamación, vómitos y dolor fuerte. Se puede combatir con
calor, por lo que es muy eficaz sumergir el miembro afectado en agua caliente a
más de 45 grados, aunque se recomienda acudir a un centro de salud.
Se alimenta de peces
pequeños y crustáceos. Tiene una tonalidad verdosa, con manchas oscuras en su
cabeza y líneas amarillas y azules laterales. Presenta lo que se denomina
coloración críptica, es decir, que se camufla con el fondo, al igual que lo
hace el pez lagarto.
Son muy territoriales,
especialmente en épocas de apareamiento, volviéndose agresivos con buzos y
bañistas, a los que puede llegar a morder, siendo la mordedura ciertamente
dolorosa. La toxicidad de su veneno
persiste tras su muerte, por lo que los pescadores suelen tener cuidado al
manipularlo.
el pez araña tiene unas espinas venenosas que puede causar mucho dolor si accidentalmente lo pisamos en una playa
Foto: Pilar Muñiz
Pez rata Uranoscopus scaber
Otro pez con cara de
enfado, como el pez araña, es el pez rata, que se oculta en la arena, tanto que
es muy raro verlo desenterrado. Tienen un color pardo, con motas blancas y su
boca en posición vertical, con dientes pequeños, y tamaño similar al pez araña,
con una longitud máxima de unos 30 a 40 cm. La mandíbula inferior suele mostrar
un pequeño señuelo desplegable que utiliza para atraer a sus presas.
Tiene órganos
eléctricos, en la parte posterior de sus ojos, los cuales son usados para
detectar y aturdir a sus presas y rechazar ataques de depredadores, no siendo
comparable al sistema de los torpedos ni teniendo la misma potencia, con
descargas de hasta 50 voltios, que no son peligrosas para el hombre.
Tiene dos aguijones
venenosos en los laterales, junto al opérculo que cubre sus branquias. Las
heridas que estos aguijones producen son dolorosísimas y pueden provocar
incluso la muerte en algunos casos. No suele atacar, pero al estar
habitualmente enterrado, se producen accidentes cuando se pisa al animal.
Son muy voraces y comen
crustáceos, moluscos y pequeños peces, hinchando mucho su abdomen cuando se
atiborran.
Foto: Pilar Muñiz
Raó Xrichthys novacula
Este pez, de entre 12 y
16 cm de longitud, es inconfundible, por su color verdoso, rojizo y anaranjado formando
un patrón llamativo, y con unas formas irisadas localizadas en su vientre. Este
lábrido es un pez comestible, muy apreciado por su carne delicada y blanca, y
por su piel gelatinosa, tanto que se puede llegar a pagar a 25 o 30 euros el kg.
Los pescadores lo llaman galán en la zona sur de España, aunque a veces lo
llaman lorito, por sus llamativos colores.
Su nombre más
frecuente, raó, proviene de la pronunciación andaluza del catalán raor, que
significa navaja de afeitar, que hace referencia a su forma aplastada y a la
forma de alimentarse, raspando las rocas con sus dientes para recoger pequeños
invertebrados. En Canarias se le conoce con el nombre de pejepeine.
Es un pez tímido y
solitario que nunca pasa desapercibido cuando lo vemos en inmersión, debido a
su coloración llamativa, típica de los lábridos, los cuales, viven en zonas
rocosas y en las praderas de posidonia, siendo el raó el único que vive en zona
arenosa.
Foto: Pilar Muñiz
Tapaculos Bothus podas
Quizá una de las cosas
que más sorprenden a los buceadores noveles es ver cómo de repente el fondo
arenoso se mueve y aparece un pez aplanado, parecido al lenguado.
Los peces planos, o
pleuronectiformes, presentan la característica de “haberse puesto de lado”,
tanto que como uno de sus lados se apoya en el fondo, el ojo que deberían tener
en ese lado ha migrado al lado que siempre queda en su parte superior. Además
los ojos sobresalen del cuerpo, sustentados en lo que se denomina pedúnculo
ocular. Dentro de este grupo tenemos los lenguados, las platijas y los
rodaballos, aunque el más frecuente en la inmersión es el tapaculos.
La piel de ambos lados
es diferente, siendo la que está en contacto con el fondo de color claro y la
superior está recubierta de cromatóforos, unos órganos que permiten al animal
cambiar de patrón colorativo en función el fondo en el que se encuentren, para
camuflarse mejor.
No tiene vejiga
natatoria, por lo que para poder nadar se desplazan a base de movimientos
ondulatorios del cuerpo del animal, que literalmente se “arrastra” por el fondo
marino.
Foto: Pilar Muñiz y José Calderón
Foto: Pilar Muñiz y José Calderón
Los peces planos migran uno de sus ojos de la posición
bilateral normal que presentan en estado larvario, a su posición en uno de los
lados del animal
Gráfico: Mónica Alonso Ruiz
Golondrina o chicharra Dactylopterus
volitans
La golondrina es un pez
muy llamativo, que nos podemos encontrar de vez en cuando, y que cuando nos
topamos con él siempre es un gran hallazgo por la belleza de las aletas
pectorales del animal, de colores azulados eléctricos y verdes, que despliega
cuando se desplaza “volando” sobre la arena. Es una animal de mediano tamaño,
llegando a los 50 cm de longitud.
Su cabeza es dura,
protegida con huesos dérmicos que se prolongan hacia atrás en dos pares de
espinas grandes.
Suele hurgar en el
sedimento con sus aletas pélvicas, para buscar alimento en el sustrato, a base
de crustáceos, bivalvos y peces pequeños. Emite una especie de ronquido que
realiza frotando las espinas de su cabeza con el cuerpo.
Foto: Pilar Muñiz
Ilustración: A. M. Arias
Rubio Trigloporus lastoviza
Un pez parecido a la
golondrina, pero que pertenece a un grupo diferente es el rubio, que también
tiene unas aletas pectorales largas y coloridas, de menor tamaño que las de la
golondrina y de colores verdosos, rojizos con manchas azules. El tamaño y la
forma también son similares, llegando hasta los 40 cm de longitud. También
tiene placas óseas en la cabeza, con pequeñas espinas en los ojos.
La parte delantera de las
aletas pectorales se ha modificado en una especie de patas con las que se
desplaza por el fondo.
Las aletas pectorales del rubio Trigloporus lastoviza tienen unos radios modificados que literalmente funcionan como “patas”
Foto: Pilar Muñiz
Ilustración: A. M. Arias
Anguilas jardineras (Heteroconger longissimus)
Seguramente, si has
buceado en las costas canarias o atlánticas habrás podido observar un “jardín
de anguilas jardineras” cuando en una llanura arenosa aparecen unos peces
delgados y largos que salen del fondo arenoso y que se esconden en cuanto se
produce la más mínima perturbación en las aguas en las que viven. Son peces
anguiliformes que se alimentan de plancton y de detritus y que viven
permanentemente en su agujero en la arena, el cual no abandonan nunca.
Es casi imposible
observarlas de cerca, por lo huidizas que son. Si consigues tener paciencia y
esperar inmóvil una vez que se han escondido, es posible que vuelvan a salir y
puedas observarlas de cerca. En caso contrario tendrás que conformarte con la
belleza del paisaje arenoso con las anguilas saliendo y moviéndose al son de la
corriente.
Foto: Bryant Kevin
En estos dos artículos
hemos disfrutado de los habitantes de la arena, sorprendentes y variados. Estoy
convencida de que la próxima vez que el guía de buceo te lleve por una zona
arenosa la vas a ver de otra forma, ya no te va a parecer aburrida,
fundamentalmente porque te vas a acordar de esto que has aprendido y te vas a
disponer a descubrir a sus huidizos habitantes, que habitualmente se muestran
poco y se confunden con el fondo. Seguramente con un poco de entrenamiento
podrás descubrir alguno de estos animales y su observación te llenará de
satisfacción.
Referencias:
Tipos de fondos submarinos: https://www.aquariumcostadealmeria.com/fondos-marinos/tipos-de-fondos-marinos/
Fondos Marinos de Murcia Juan Carlos Calvín ISBN
84-930442-3-7 2003
Peces de Mar y de Río Roberto Lotina Benguria y Mario
de Hormaechea Camiña ISBN: 84-814-0262-8
Peces de mar de la Península Ibérica Jordi Corberá Ana
Sabtés Antoni García-Rubies ISBN: 84-08-01799-3